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1 INTRODUCCIÓN
A principios de enero del año 2011 se iniciaron los
trabajos de consolidación de parte de las estructuras
murarías del castillo de la localidad castellonense de
Oropesa del Mar, contemplados en el proyecto
“Consolidación de lienzos en el Castillo de Oropesa
del Mar”, redactado por el arquitecto J. Ignacio Gil-
Mascarell. Las obras, financiadas íntegramente por
el propio ayuntamiento de la localidad (el presupues-
to de ejecución ascendió a la cantidad de 91.043,94
euros), finalizaron a finales del mes de julio de dicho
año, participando, además del arquitecto Gil-
Mascarell, el arqueólogo Sergi Selma Castell y el
autor de este trabajo como director de la ejecución
material, siendo Cyrespa Arquitectónico la empresa
constructora.
El castillo se encuentra sobre una pequeña colina
elevada una treintena de metros sobre el terreno cir-
cundante, en un enclave que controlaba el acceso
norte a la plana litoral de Castellón, allí donde el pa-
so se estrechaba, entre las montañas, terrenos pan-
tanosos y el mar. Se accede desde la propia pobla-
ción, ascendiendo por una escalera que discurre
adosada a un depósito de agua municipal, ubicado
parcialmente en el propio recinto defensivo.
Es de origen incierto pues, sobre estructuras pre-
vias se levantó un castillo musulmán. Está documen-
tado que en 1379 Fray Pere de Thous, bajo mandato
del rey Pere IV el Ceremonioso, realiza obras de for-
tificación del castillo y de construcción de las mura-
llas urbanas, y también las realizadas en la primera
mitad del XVI por Joan de Cervelló.
A juzgar por la inscripción realizada en un dintel
hallado en los años 70 entre los escombros del casti-
llo, la reforma más importante se debió de producir
en 1623. En dicha inscripción se dice que “(…) se
acaba de edificar esta fortalea any 1623 (…) per a
seguritat de aquesta vila de Oropesa…” Durante la
guerra de la independencia es atacado y conquistado
en octubre de 1811 por las tropas francesas al mando
del general Suchet. El historiador Bernardo Mundi-
na, en 1873, reseña que la población tenía un fuerte
castillo que fue volado por los franceses. En los años
ochenta del pasado siglo se acometieron diversas
obras de consolidación, adecuándose posteriormente
para visitas turísticas.
El castillo es de planta poligonal alargada en di-
rección este-oeste, conservándose la práctica totali-
dad de su trazado perimetral y parte de las estructu-
ras que conformaban los distintos recintos y
dependencias, destacando entre todos la potente to-
rre del homenaje situada en la parte central del con-
junto. Diversas dependencias como el cuerpo de
guardia, las cocinas o las caballerizas, aunque arra-
sadas, se identifican claramente con la ayuda de
unos planos datados hacia 1730 que se conservan en
el Archivo Cartográfico del Ejército. El aljibe, for-
mado por dos espacios abovedados, se ubica en el
nivel superior del recinto.
Las estructuras visibles son en su mayor parte de
mampostería. No obstante, tapiales de mampuestos
con hormigón de cal y de tierra calicostrada se ob-
servan en la base de los muros perimetrales del casti-
llo, los primeros, y dispersos en distintas zonas de la
edificación, los segundos. Pero lo que aparentemente
Intervention in a rammed earth tower at the castle of Oropesa del Mar
(Castellón, Spain)
F. Font Mezquita
Jaume I University, Castellón, Spain
ABSTRACT: During the reconstruction work carried out in 2011 on the tower of the castle in Oropesa del
Mar, Castellón, partially ruined in 2008, the collapsed masonry wall was found to contain two rammed earth
structures built by the Moors in different periods. Despite their serious level of deterioration, we were able to
determine many of the characteristics of these walls and the formwork support systems, once again demon-
strating the mastery of the Moors in rammed earth techniques. This discovery called for a modification to the
initial project proposal in order to expose the composition of the tower and highlight the lime strata construc-
tions. A series of solutions were adapted, which are described in this presentation.
es sobre todo una edificación de mampostería, fue,
durante buena parte de la vida de esta fortaleza, de
tapia, de tierra sobre todo. Así está documentado en
los planos antiguos citados en los que puede leerse
que algunos de los muros de mampostería son el re-
vestimiento de antiguos tapiales. También pudimos
corroborarlo durante las excavaciones donde consta-
tamos que el muro de mampostería de la torre norte,
levantado probablemente en el primer tercio de siglo
XVII, envolvía el núcleo de una anterior torre de ta-
pia de tierra, circunstancia de la que, por otra parte,
ya teníamos conocimiento por los trabajos que re-
alizó en los años 80 el arquitecto J.I. Gil-Mascarell.
Figura 1. Vista oeste de la torre norte antes de la intervención.
En el proyecto se contemplaba como intervención
principal la reconstrucción de la torre norte, par-
cialmente derruida en el año 2008 (Fig. 1).
2 DESCRIPCIÓN DE LA TORRE NORTE Y DE
LOS MUROS DE TIERRA QUE LA
CONFORMAN
2.1 Descripción general de la torre
Adosada al muro norte del recinto, es de planta
próxima al rectángulo, con 8,86 metros en su frente
paralelo al muro norte, 4,04 m. en el lado este y 5,26
m. en el oeste, dimensiones que corresponden a las
de los paramentos exteriores del muro de mampos-
tería. Este muro, de ancho variable, pues oscila entre
1,25 y 1,55 metros, alcanzaba una altura, antes del
derrumbe, de entre 6.50 y 4,00 m.
Durante los trabajos de desescombro y excava-
ción observamos que el muro de mampostería en-
volvía no solamente un muro de tapia calicostrada,
sino dos muros de tapia. Un primero de unos 90 cm
de grosor, que era el que constituía la torre original,
mientras que el segundo, de unos 108 cm, se realizó
como refuerzo en un momento posterior.
La torre original era una construcción hueca con
una longitud de 1,91 metros entre los dos muros de
la torre perpendiculares al lienzo norte, 3,31 metros
en el paramento interior del muro oeste y 2,81 me-
tros en el lado opuesto, consecuencia esto de produ-
cirse una discontinuidad en el trazado del lienzo nor-
te en su encuentro con la torre (Fig. 2).
Figura 2. Planta de la torre norte.
Asimismo observamos que el lienzo que acomete
contra la torre por su flanco oeste está compuesto de
dos hojas (Fig. 3). Una interior de tapia de 60 cm de
espesor de tres hiladas de 90 cm de altura cada una
de ellas, realizada con tierra de color oscuro y traba-
da en origen con la torre. Y una segunda también de
tierra de una tonalidad rojiza de unos 88 cm de espe-
sor. Es esta la que en una época indeterminada se re-
viste con mampostería.
Figura 3. Las dos hojas en el entronque con la torre de tapia.
2.2 Muro de la torre original
Se sacaron a la luz un total de cinco hiladas, todas en
mal estado e incompletas, particularmente las tres
últimas (Fig. 4). Pese a su grado de deterioro, aún se
han podido determinar algunas de sus características,
que nos aportan valiosa información sobre los pro-
cedimientos constructivos empleados y que, además,
nos serán de gran utilidad para acometer los trabajos.
Así pues, sobre los muros de la torre original, pode-
mos decir lo siguiente:
Figura 4. Interior de la torre. Se aprecia el elevado grado de de-
terioro de las tres últimas hiladas.
Se construyeron con tapiales modulares y agujas
pasantes de sección rectangular.
En el interior de los muros se colocaron rollizos
de madera, a modo de zunchado y traba entre la
tapiadas contiguas.
El paramento interior no se realizó calicostrado,
no apreciándose revestimiento alguno.
Los mechinales de las agujas se taparon con ri-
pios y argamasa.
El paramento exterior se decoró con incisiones en
el calicostrado a modo de espiga.
La tierra es de tonalidad oscura, similar a la de la
hoja interior del lienzo que envuelve el recinto
que vemos en la figura 3.
Otras informaciones, particularmente las relativas
a dimensiones, ofrecen resultados imprecisos y por
lo tanto poco concluyentes. Citaremos, no obstante a
titulo de información, que la máxima longitud de ta-
piada observada es de 1,93 m, y que la altura de las
tapiadas oscila entre 75 y 90 cm, siendo la primera
dimensión la que más se repite.
2.3 Muro de tapia de refuerzo de la torre original
El desmontaje parcial del muro de mampostería
nos permitió visualizar una porción del paramento
del muro de refuerzo de la torre de tapia original.
Pese a ser pequeña la superficie la descubierta, del
orden de 1 m2
, aún pudimos obtener algunos datos.
Mostramos los que consideramos de mayor interés:
Este paramento estaba constituido por un calicos-
trado de gran calidad y, a diferencia del de la to-
rre, no presentaba decoración alguna.
Su ancho es de 108 cm, idéntico en sus tres lados.
La tierra que se empleó era de color rojizo.
Pudimos apreciar la altura de una hilada que re-
sulto de 92 cm, y las huellas de las cuatro tablas
que formaban el encofrado, tres de ellas de 22 cm
y de 26 la restante.
Fue construido mediante un encofrado corrido a
una sola cara. Se observaban en el paramento, so-
bre una misma línea horizontal, varias parejas de
orificios de sección circular, a distancias entre el-
las de entre 48 y 57 cm. La separación entre los
orificios oscilaba entre 5 y 10 cm.
Sin duda lo más destacable son los orificios men-
cionados, pues nos ofrecen la posibilidad de indagar
sobre el sistema de sujeción del encofrado empleado
para construir este muro (se encuentran señales simi-
lares en los castillos castellonenses de Azuebar, en el
Castell Vell de Castellón y Onda, entre otros, tanto
en muros encofrados a una como a dos caras), que,
por levantarse contra otro ya realizado, debía de ser
necesariamente a una sola cara. Después de una
atenta observación pensamos que podría ser del si-
guiente modo: Los tapiales se sujetarían en su parte
inferior, con la ayuda de los costeros, a unos tirantes
amarrados a unas estacas situadas en el encuentro de
los dos muros. La diferencia de sección entre los ori-
ficios, que varía entre 1,5 y 2 cm, y los restos de
serrín hallados nos lleva a pensar que los tirantes
eran de madera, ramas de avellano, probablemente,
por la facilidad que ofrece esta madera en convertir-
se, mediante golpes, en un material fibroso y sus-
ceptible de transformarse en sogas. Unos costeros se
encajarían y se sujetarían con cuñas en estas ramas
anudadas en su parte inferior, atirantándose con so-
gas superiormente.
Otro dato de interés por lo que respecta al orden
de construcción de estas estructuras es que este muro
no se trababa con el de tonalidad rojiza del cierre del
recinto, si no que entestaba contra él en toda su altu-
ra. Este se construyó también con encofrado a una
sola cara pero con un sistema de medias agujas de
sección rectangular del orden de 2 x 7 cm y en hila-
das de unos 88 cm de altura (este sistema de agujas
ha sido profusamente empleado en el periodo anda-
lusí en la ejecución de muros de gran ancho o enco-
frados a una sola cara. Font, F 2011). Un nuevo sis-
tema, el tercero que encontramos, para resolver el
ajuste y colocación de los tapiales.
3 INTERVENCIÓN EN LA TORRE NORTE
En el proyecto se contemplaba la reconstrucción
del muro de mampostería derruido y la consolida-
ción de la torre de tapia con la elevación de una nue-
va hilada, dejando un espacio entre las dos fábricas a
modo de pasillo, que permitiera visualizar una parte
de los paramentos originales de la torre. A la vista
del hallazgo del segundo muro de tapia se juzgó
conveniente modificar los planes iniciales para mos-
trar las tres estructuras que componen el elemento,
compatibilizando esto, en la medida de lo posible,
con el mantenimiento de su volumen inicial, el exis-
tente antes del derrumbe.
Para favorecer la lectura del conjunto se levanta-
ron los tres muros a distintos niveles, de forma esca-
lonada los dos exteriores, quedando el de mampos-
tería en la cota más baja. Se completaron las tres
hiladas superiores de la torre elevando una nueva
sobre estas, hasta enrasar con el nivel superior del
muro de tapia del lienzo de lado oeste, con el que se
trabó (Figura 5). Así pues la fábrica de tapia y la de
mampostería, desde distintos niveles crecen escalo-
nadamente desde el lado oeste de la torre hasta el la-
do este, donde alcanzan sus cotas máximas.
Este planteamiento, pese a considerarlo desde el
punto de vista morfológico el más adecuado, presen-
taba dos inconvenientes. Primeramente que buena
parte de la poca superficie calicostrada descubierta
quedaría oculta, y en segundo lugar que la práctica
totalidad de la tapia visible, y sería bastante, seria
obra nueva, con la dificultad de integración por los
acabados lisos y tensos de las tapias calicostradas.
Sobre el primer problema no había más solución que
documentar y dejar una parte como ventana arque-
ológica, respecto del segundo, consideramos que re-
producir las tapias con el aspecto que tendrían en
origen no era en este caso conveniente, por lo que
decidimos adoptar algunas soluciones que seguida-
mente comentaremos.
Figura 5. Levantando la última hilada de la torre original de ta-
pia con los dos restantes muros a distintos niveles.
4 MATERIALES, TAPIALES, PROCESO
CONSTRUCTIVO SEGUIDO Y SOLUCIONES
ADOPTADAS
La construcción de la tapias de tierra se realizó em-
pleando los materiales, medios y procedimientos
propios de esta antigua técnica constructiva.
4.1 Materiales empleados, tapiales y el proceso
seguido.
La tierra empleada fue la procedente de las excava-
ciones. A diferencia de otras ocasiones en las que es-
te equipo ha realizado trabajos similares (en los tra-
bajos realizados en el Castell Vell de Castellón,
además de la caracterizaron de tierras, se estableció
una metodología para el control del grado de com-
pactación alcanzado.), no se realizaron ensayos de
caracterización del material. Por la mínima interven-
ción prevista no se contempló en el proyecto y, aun-
que finalmente el volumen apisonado fue del orden
de 45 m3, consideramos, por el aspecto de las tierras
que íbamos retirando y basándonos en la experiencia
adquirida, que podíamos determinar su idoneidad
con escaso margen de error.
El hormigón para las costras y las uniones entre
las tapiadas se confeccionó con cal, cemento blanco,
árido natural de 20 mm de tamaño máximo y tierra,
en una proporción en volumen de estos componentes
de 2:0,5:5:1, con una consistencia entre seca y
plástica. Se empleó cemento para la estabilización
de la tierra, en una proporción en volumen de una
parte de conglomerante por ocho de tierra.
Por motivos económicos se emplearon para enco-
frados paneles de contrachapado fenólico de pino,
como los que se muestran en la figura 5. Se sujeta-
ron en su parte inferior mediante agujas pasantes de
madera que alojábamos, cuando era posible, en los
mechinales existentes, con un sistema de costales y
agujas superiores similar al empleado tradicional-
mente en la comarca de Els Ports de Castellón (Font,
F & Hidalgo, P. 2009). Cabe decir que la experien-
cia con este tipo de tableros no resultó satisfactoria
pues se deformaban, por lo que tuvimos que incre-
mentar el número de sujeciones y prescindir del api-
sonado mecánico en buena parte del trabajo. Por fa-
cilidad de ejecución se realizó el encofrado de la
torre corrido, elevando el conjunto completo sobre la
hilada ya finalizada.
La tierra humedecida, amontonaba y cubierta con
plásticos, se iba vertiendo en los moldes al ritmo
demandado por los tapiadores. El apisonado se rea-
lizó inicialmente con una bandeja vibrante. La an-
chura total de los dos muros permitió este recurso.
Al alcanzar la cota prevista del muro exterior, ya se
continuó compactando manualmente. Se emplearon
de pisones puntales metálicos a los que se les ator-
nilló en la base una madera de 15 x 15 cm con las
esquinas achaflanadas.
4.2 Soluciones adoptadas
Con la intención de lograr unos acabados que mani-
festaran la técnica y las soluciones originalmente
empleadas en el levantamiento de los muros, al
tiempo que paliar en lo posible el llamativo efecto de
obra nueva favoreciendo su integración con el resto
de fábricas, se adoptaron las soluciones que a conti-
nuación se describen.
Retirados los encofrados se procedió a cepillar las
superficies calicostradas con un cepillo de plásti-
co hasta la aparición en el paramento del árido
grueso.
Se dejaron intencionadamente a la vista, en el
propio paramento, los mampuestos de apoyo de
las losas de piedra que cubrían las agujas. Estas
losas, que tenían por misión facilitar la posterior
retirada de las agujas para su reutilización, tam-
bién se dejaron a la vista (Fig 6).
Figura 6. Paramento calicostrado cepillado con los mampues-
tos vistos y las marcas verticales de las tapiadas.
Los mechinales de las agujas, habitualmente ta-
pados al finalizar los trabajos, los dejamos sin ce-
gar.
En el muro de tierra rojiza se alojaron pequeñas
maderas de sección circular para manifestar el ti-
po de sujeción de los encofrados.
Figura 7. Obsérvense las maderas en el remate en la torre ter-
minada. Compárese esta imagen con la de la figura 4.
En la coronación de la última hilada dejamos alo-
jadas maderas en las posiciones necesarias para
un posible recrecido futuro. De momento sirven
para romper la continuidad de la coronación y
controlar posibles fisuras por dilataciones térmi-
cas (Fig. 7).
En el escalonamiento de los muros, las secciones
transversales se terminaron sin calicostrado. Se
alternaron las tongadas de tierra con lechos de
hormigón, mostrando así la constitución del muro
y la característica solución de lengüetas del cali-
costrado penetrando en la masa de tierra (Fig. 8).
Figura 8. Sección con tierra estabilizada y lechos de hormigón.
Pese al empleo de un encofrado corrido, hemos
logrado que en los paramentos se visualicen jun-
tas verticales, como si de una estructura hecha
con tapial modular se tratara, colocando tablas
allá donde interesaba manifestar la discontinuidad
de la fábrica.
El interior de la torre se dejo, como estaba en ori-
gen, sin revestimiento alguno. Con toda seguridad
el acabado excesivamente liso de los paramentos
pronto cambiará de aspecto, envejeciendo, es-
peremos, saludablemente.
5 CONCLUSIONES
Hemos podido constatar nuevamente lo observado
en numerosos recintos defensivos ocupados por los
musulmanes: Bajo lo que aparentemente son obras
hechas de mampostería, encontramos con frecuencia
estructuras de tapia. Ya sea de hormigón de cal con
mampuestos, que en muchos casos se confunden con
fábricas de mampostería, de tapia valenciana o, co-
mo en este castillo, de tierra calicostrada.
Encontrar vestigios de tapiales en una simple ins-
pección ocular no suele ser labor complicada, lo que,
consecuentemente, nos lleva a deducir la existencia
pasada o presente de muros levantados con esta
técnica. Sin embargo, es mediante las excavaciones
arqueológicas como conocemos de su pervivencia,
sorprendiéndonos en muchos casos observar que las
previsiones iniciales son ampliamente superadas por
la relevancia de las estructuras exhumadas. Que la
tãbiya árabe es el elemento característico de las tra-
diciones constructivas andalusíes es bien conocido,
pero no deja de sorprendernos el absoluto dominio
de la técnica que atesoraban aquellas gentes. Basta
con observar cómo en un espacio tan reducido como
el descrito, encontramos hasta tres sistemas diferen-
tes de tapiales.
Las estructuras de tapia encontradas durante las
excavaciones van más allá de lo descubierto en la to-
rre, extendiéndose muy probablemente a la totalidad
del castillo. Se dispone por lo tanto ahora de valiosa
información para acometer otras actuaciones y
afrontar en mejores condiciones las dificultades que
entraña la actividad restauradora de muros de tapia
de tierra. Ya sea bajo el planteamiento de una inter-
vención mínima, a fin de mantener la materialidad
original de la tapia, o acometiendo restituciones vo-
lumétricas, estas intervenciones son siempre difíci-
les.
En el primer caso, si es la propia tierra por la
pérdida de las costras la que ha de soportar directa-
mente la acción del agua, difícilmente podremos
asegurar plenamente su preservación mediante im-
pregnaciones consolidantes o soluciones similares,
solamente la protección de la intemperie, si es que es
posible, o la calidad de la propia fábrica, pueden
permitirnos conservar la fábrica original asumiendo,
eso sí, determinados niveles de deterioro. Lamenta-
blemente, al igual que ocurre en tantos aspectos re-
lacionados con la construcción con tierra, las conso-
lidaciones del material es todavía un campo a
explorar en profundidad (Castilla, F.J. 2011 Infor-
mes de la Construcción, nº 523: 143-152.). La resti-
tución de volúmenes, como en el caso que nos ocupa
(Fig. 9), conlleva inevitablemente la ejecución de
paramentos lisos, tersos y con aspecto de recién
construidos que, normalmente, atraen en exceso la
atención.
Figura 9. Vista oeste de la torre norte al finalizar los trabajos.
Compárese esta imagen con la de la figura 1.
Está previsto iniciar en breve una nueva interven-
ción en el castillo de Oropesa del Mar, veremos si el
tiempo transcurrido, aunque breve ciertamente, pue-
de aportarnos alguna pista sobre los aciertos o erro-
res de nuestro actuar. En cualquier caso, de estos
últimos, siempre estamos dispuestos a aprender.
REFERENCES
Font, F. 2011. “Una intervención reciente: Consolidación de
muros de tapia del tercer recinto del Castell Vell de Cas-
tellón”.Congresos de Arquitectura de Tierra en Cuenca de
Campos 2010/11: 101-112. Valladolid: Cátedra Juan de Vi-
llanueva. E.T.S. de Arquitectura de Valladolid.
Font, F & Hidalgo, P. 2009. “Arquitecturas de Tapia”. Castelló
de la Plana: Colegio de Aparejadores y AATT de Castellón
López, P. 2002. “Los castillos valencianos en la Edad Media
(Materiales y técnicas constructivas)” Vol. I y II. Valencia:
Direcció General del Llibre i Biblioteques, GV, 2002.
López, F. J. 1999.“Tapias y tapiales”.Valencia: Univ. Politéc-
nica Valencia. Revista Loggia, núm. 8.
V.V.A.A. 2011. “La tierra, material de construcción. Mono-
gráfico”. Informes de la Construcción, nº 523. Madrid: Ins-
tituto Eduardo Torroja.

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Intervention in a rammed earth tower at the castle of Oropesa del Mar (Castellón, Spain)

  • 1. 1 INTRODUCCIÓN A principios de enero del año 2011 se iniciaron los trabajos de consolidación de parte de las estructuras murarías del castillo de la localidad castellonense de Oropesa del Mar, contemplados en el proyecto “Consolidación de lienzos en el Castillo de Oropesa del Mar”, redactado por el arquitecto J. Ignacio Gil- Mascarell. Las obras, financiadas íntegramente por el propio ayuntamiento de la localidad (el presupues- to de ejecución ascendió a la cantidad de 91.043,94 euros), finalizaron a finales del mes de julio de dicho año, participando, además del arquitecto Gil- Mascarell, el arqueólogo Sergi Selma Castell y el autor de este trabajo como director de la ejecución material, siendo Cyrespa Arquitectónico la empresa constructora. El castillo se encuentra sobre una pequeña colina elevada una treintena de metros sobre el terreno cir- cundante, en un enclave que controlaba el acceso norte a la plana litoral de Castellón, allí donde el pa- so se estrechaba, entre las montañas, terrenos pan- tanosos y el mar. Se accede desde la propia pobla- ción, ascendiendo por una escalera que discurre adosada a un depósito de agua municipal, ubicado parcialmente en el propio recinto defensivo. Es de origen incierto pues, sobre estructuras pre- vias se levantó un castillo musulmán. Está documen- tado que en 1379 Fray Pere de Thous, bajo mandato del rey Pere IV el Ceremonioso, realiza obras de for- tificación del castillo y de construcción de las mura- llas urbanas, y también las realizadas en la primera mitad del XVI por Joan de Cervelló. A juzgar por la inscripción realizada en un dintel hallado en los años 70 entre los escombros del casti- llo, la reforma más importante se debió de producir en 1623. En dicha inscripción se dice que “(…) se acaba de edificar esta fortalea any 1623 (…) per a seguritat de aquesta vila de Oropesa…” Durante la guerra de la independencia es atacado y conquistado en octubre de 1811 por las tropas francesas al mando del general Suchet. El historiador Bernardo Mundi- na, en 1873, reseña que la población tenía un fuerte castillo que fue volado por los franceses. En los años ochenta del pasado siglo se acometieron diversas obras de consolidación, adecuándose posteriormente para visitas turísticas. El castillo es de planta poligonal alargada en di- rección este-oeste, conservándose la práctica totali- dad de su trazado perimetral y parte de las estructu- ras que conformaban los distintos recintos y dependencias, destacando entre todos la potente to- rre del homenaje situada en la parte central del con- junto. Diversas dependencias como el cuerpo de guardia, las cocinas o las caballerizas, aunque arra- sadas, se identifican claramente con la ayuda de unos planos datados hacia 1730 que se conservan en el Archivo Cartográfico del Ejército. El aljibe, for- mado por dos espacios abovedados, se ubica en el nivel superior del recinto. Las estructuras visibles son en su mayor parte de mampostería. No obstante, tapiales de mampuestos con hormigón de cal y de tierra calicostrada se ob- servan en la base de los muros perimetrales del casti- llo, los primeros, y dispersos en distintas zonas de la edificación, los segundos. Pero lo que aparentemente Intervention in a rammed earth tower at the castle of Oropesa del Mar (Castellón, Spain) F. Font Mezquita Jaume I University, Castellón, Spain ABSTRACT: During the reconstruction work carried out in 2011 on the tower of the castle in Oropesa del Mar, Castellón, partially ruined in 2008, the collapsed masonry wall was found to contain two rammed earth structures built by the Moors in different periods. Despite their serious level of deterioration, we were able to determine many of the characteristics of these walls and the formwork support systems, once again demon- strating the mastery of the Moors in rammed earth techniques. This discovery called for a modification to the initial project proposal in order to expose the composition of the tower and highlight the lime strata construc- tions. A series of solutions were adapted, which are described in this presentation.
  • 2. es sobre todo una edificación de mampostería, fue, durante buena parte de la vida de esta fortaleza, de tapia, de tierra sobre todo. Así está documentado en los planos antiguos citados en los que puede leerse que algunos de los muros de mampostería son el re- vestimiento de antiguos tapiales. También pudimos corroborarlo durante las excavaciones donde consta- tamos que el muro de mampostería de la torre norte, levantado probablemente en el primer tercio de siglo XVII, envolvía el núcleo de una anterior torre de ta- pia de tierra, circunstancia de la que, por otra parte, ya teníamos conocimiento por los trabajos que re- alizó en los años 80 el arquitecto J.I. Gil-Mascarell. Figura 1. Vista oeste de la torre norte antes de la intervención. En el proyecto se contemplaba como intervención principal la reconstrucción de la torre norte, par- cialmente derruida en el año 2008 (Fig. 1). 2 DESCRIPCIÓN DE LA TORRE NORTE Y DE LOS MUROS DE TIERRA QUE LA CONFORMAN 2.1 Descripción general de la torre Adosada al muro norte del recinto, es de planta próxima al rectángulo, con 8,86 metros en su frente paralelo al muro norte, 4,04 m. en el lado este y 5,26 m. en el oeste, dimensiones que corresponden a las de los paramentos exteriores del muro de mampos- tería. Este muro, de ancho variable, pues oscila entre 1,25 y 1,55 metros, alcanzaba una altura, antes del derrumbe, de entre 6.50 y 4,00 m. Durante los trabajos de desescombro y excava- ción observamos que el muro de mampostería en- volvía no solamente un muro de tapia calicostrada, sino dos muros de tapia. Un primero de unos 90 cm de grosor, que era el que constituía la torre original, mientras que el segundo, de unos 108 cm, se realizó como refuerzo en un momento posterior. La torre original era una construcción hueca con una longitud de 1,91 metros entre los dos muros de la torre perpendiculares al lienzo norte, 3,31 metros en el paramento interior del muro oeste y 2,81 me- tros en el lado opuesto, consecuencia esto de produ- cirse una discontinuidad en el trazado del lienzo nor- te en su encuentro con la torre (Fig. 2). Figura 2. Planta de la torre norte. Asimismo observamos que el lienzo que acomete contra la torre por su flanco oeste está compuesto de dos hojas (Fig. 3). Una interior de tapia de 60 cm de espesor de tres hiladas de 90 cm de altura cada una de ellas, realizada con tierra de color oscuro y traba- da en origen con la torre. Y una segunda también de tierra de una tonalidad rojiza de unos 88 cm de espe- sor. Es esta la que en una época indeterminada se re- viste con mampostería. Figura 3. Las dos hojas en el entronque con la torre de tapia.
  • 3. 2.2 Muro de la torre original Se sacaron a la luz un total de cinco hiladas, todas en mal estado e incompletas, particularmente las tres últimas (Fig. 4). Pese a su grado de deterioro, aún se han podido determinar algunas de sus características, que nos aportan valiosa información sobre los pro- cedimientos constructivos empleados y que, además, nos serán de gran utilidad para acometer los trabajos. Así pues, sobre los muros de la torre original, pode- mos decir lo siguiente: Figura 4. Interior de la torre. Se aprecia el elevado grado de de- terioro de las tres últimas hiladas. Se construyeron con tapiales modulares y agujas pasantes de sección rectangular. En el interior de los muros se colocaron rollizos de madera, a modo de zunchado y traba entre la tapiadas contiguas. El paramento interior no se realizó calicostrado, no apreciándose revestimiento alguno. Los mechinales de las agujas se taparon con ri- pios y argamasa. El paramento exterior se decoró con incisiones en el calicostrado a modo de espiga. La tierra es de tonalidad oscura, similar a la de la hoja interior del lienzo que envuelve el recinto que vemos en la figura 3. Otras informaciones, particularmente las relativas a dimensiones, ofrecen resultados imprecisos y por lo tanto poco concluyentes. Citaremos, no obstante a titulo de información, que la máxima longitud de ta- piada observada es de 1,93 m, y que la altura de las tapiadas oscila entre 75 y 90 cm, siendo la primera dimensión la que más se repite. 2.3 Muro de tapia de refuerzo de la torre original El desmontaje parcial del muro de mampostería nos permitió visualizar una porción del paramento del muro de refuerzo de la torre de tapia original. Pese a ser pequeña la superficie la descubierta, del orden de 1 m2 , aún pudimos obtener algunos datos. Mostramos los que consideramos de mayor interés: Este paramento estaba constituido por un calicos- trado de gran calidad y, a diferencia del de la to- rre, no presentaba decoración alguna. Su ancho es de 108 cm, idéntico en sus tres lados. La tierra que se empleó era de color rojizo. Pudimos apreciar la altura de una hilada que re- sulto de 92 cm, y las huellas de las cuatro tablas que formaban el encofrado, tres de ellas de 22 cm y de 26 la restante. Fue construido mediante un encofrado corrido a una sola cara. Se observaban en el paramento, so- bre una misma línea horizontal, varias parejas de orificios de sección circular, a distancias entre el- las de entre 48 y 57 cm. La separación entre los orificios oscilaba entre 5 y 10 cm. Sin duda lo más destacable son los orificios men- cionados, pues nos ofrecen la posibilidad de indagar sobre el sistema de sujeción del encofrado empleado para construir este muro (se encuentran señales simi- lares en los castillos castellonenses de Azuebar, en el Castell Vell de Castellón y Onda, entre otros, tanto en muros encofrados a una como a dos caras), que, por levantarse contra otro ya realizado, debía de ser necesariamente a una sola cara. Después de una atenta observación pensamos que podría ser del si- guiente modo: Los tapiales se sujetarían en su parte inferior, con la ayuda de los costeros, a unos tirantes amarrados a unas estacas situadas en el encuentro de los dos muros. La diferencia de sección entre los ori- ficios, que varía entre 1,5 y 2 cm, y los restos de serrín hallados nos lleva a pensar que los tirantes eran de madera, ramas de avellano, probablemente, por la facilidad que ofrece esta madera en convertir- se, mediante golpes, en un material fibroso y sus- ceptible de transformarse en sogas. Unos costeros se encajarían y se sujetarían con cuñas en estas ramas anudadas en su parte inferior, atirantándose con so- gas superiormente. Otro dato de interés por lo que respecta al orden de construcción de estas estructuras es que este muro no se trababa con el de tonalidad rojiza del cierre del recinto, si no que entestaba contra él en toda su altu- ra. Este se construyó también con encofrado a una sola cara pero con un sistema de medias agujas de sección rectangular del orden de 2 x 7 cm y en hila- das de unos 88 cm de altura (este sistema de agujas ha sido profusamente empleado en el periodo anda- lusí en la ejecución de muros de gran ancho o enco- frados a una sola cara. Font, F 2011). Un nuevo sis- tema, el tercero que encontramos, para resolver el ajuste y colocación de los tapiales. 3 INTERVENCIÓN EN LA TORRE NORTE En el proyecto se contemplaba la reconstrucción del muro de mampostería derruido y la consolida- ción de la torre de tapia con la elevación de una nue- va hilada, dejando un espacio entre las dos fábricas a
  • 4. modo de pasillo, que permitiera visualizar una parte de los paramentos originales de la torre. A la vista del hallazgo del segundo muro de tapia se juzgó conveniente modificar los planes iniciales para mos- trar las tres estructuras que componen el elemento, compatibilizando esto, en la medida de lo posible, con el mantenimiento de su volumen inicial, el exis- tente antes del derrumbe. Para favorecer la lectura del conjunto se levanta- ron los tres muros a distintos niveles, de forma esca- lonada los dos exteriores, quedando el de mampos- tería en la cota más baja. Se completaron las tres hiladas superiores de la torre elevando una nueva sobre estas, hasta enrasar con el nivel superior del muro de tapia del lienzo de lado oeste, con el que se trabó (Figura 5). Así pues la fábrica de tapia y la de mampostería, desde distintos niveles crecen escalo- nadamente desde el lado oeste de la torre hasta el la- do este, donde alcanzan sus cotas máximas. Este planteamiento, pese a considerarlo desde el punto de vista morfológico el más adecuado, presen- taba dos inconvenientes. Primeramente que buena parte de la poca superficie calicostrada descubierta quedaría oculta, y en segundo lugar que la práctica totalidad de la tapia visible, y sería bastante, seria obra nueva, con la dificultad de integración por los acabados lisos y tensos de las tapias calicostradas. Sobre el primer problema no había más solución que documentar y dejar una parte como ventana arque- ológica, respecto del segundo, consideramos que re- producir las tapias con el aspecto que tendrían en origen no era en este caso conveniente, por lo que decidimos adoptar algunas soluciones que seguida- mente comentaremos. Figura 5. Levantando la última hilada de la torre original de ta- pia con los dos restantes muros a distintos niveles. 4 MATERIALES, TAPIALES, PROCESO CONSTRUCTIVO SEGUIDO Y SOLUCIONES ADOPTADAS La construcción de la tapias de tierra se realizó em- pleando los materiales, medios y procedimientos propios de esta antigua técnica constructiva. 4.1 Materiales empleados, tapiales y el proceso seguido. La tierra empleada fue la procedente de las excava- ciones. A diferencia de otras ocasiones en las que es- te equipo ha realizado trabajos similares (en los tra- bajos realizados en el Castell Vell de Castellón, además de la caracterizaron de tierras, se estableció una metodología para el control del grado de com- pactación alcanzado.), no se realizaron ensayos de caracterización del material. Por la mínima interven- ción prevista no se contempló en el proyecto y, aun- que finalmente el volumen apisonado fue del orden de 45 m3, consideramos, por el aspecto de las tierras que íbamos retirando y basándonos en la experiencia adquirida, que podíamos determinar su idoneidad con escaso margen de error. El hormigón para las costras y las uniones entre las tapiadas se confeccionó con cal, cemento blanco, árido natural de 20 mm de tamaño máximo y tierra, en una proporción en volumen de estos componentes de 2:0,5:5:1, con una consistencia entre seca y plástica. Se empleó cemento para la estabilización de la tierra, en una proporción en volumen de una parte de conglomerante por ocho de tierra. Por motivos económicos se emplearon para enco- frados paneles de contrachapado fenólico de pino, como los que se muestran en la figura 5. Se sujeta- ron en su parte inferior mediante agujas pasantes de madera que alojábamos, cuando era posible, en los mechinales existentes, con un sistema de costales y agujas superiores similar al empleado tradicional- mente en la comarca de Els Ports de Castellón (Font, F & Hidalgo, P. 2009). Cabe decir que la experien- cia con este tipo de tableros no resultó satisfactoria pues se deformaban, por lo que tuvimos que incre- mentar el número de sujeciones y prescindir del api- sonado mecánico en buena parte del trabajo. Por fa- cilidad de ejecución se realizó el encofrado de la torre corrido, elevando el conjunto completo sobre la hilada ya finalizada. La tierra humedecida, amontonaba y cubierta con plásticos, se iba vertiendo en los moldes al ritmo demandado por los tapiadores. El apisonado se rea- lizó inicialmente con una bandeja vibrante. La an- chura total de los dos muros permitió este recurso. Al alcanzar la cota prevista del muro exterior, ya se continuó compactando manualmente. Se emplearon de pisones puntales metálicos a los que se les ator- nilló en la base una madera de 15 x 15 cm con las esquinas achaflanadas. 4.2 Soluciones adoptadas Con la intención de lograr unos acabados que mani- festaran la técnica y las soluciones originalmente empleadas en el levantamiento de los muros, al tiempo que paliar en lo posible el llamativo efecto de obra nueva favoreciendo su integración con el resto
  • 5. de fábricas, se adoptaron las soluciones que a conti- nuación se describen. Retirados los encofrados se procedió a cepillar las superficies calicostradas con un cepillo de plásti- co hasta la aparición en el paramento del árido grueso. Se dejaron intencionadamente a la vista, en el propio paramento, los mampuestos de apoyo de las losas de piedra que cubrían las agujas. Estas losas, que tenían por misión facilitar la posterior retirada de las agujas para su reutilización, tam- bién se dejaron a la vista (Fig 6). Figura 6. Paramento calicostrado cepillado con los mampues- tos vistos y las marcas verticales de las tapiadas. Los mechinales de las agujas, habitualmente ta- pados al finalizar los trabajos, los dejamos sin ce- gar. En el muro de tierra rojiza se alojaron pequeñas maderas de sección circular para manifestar el ti- po de sujeción de los encofrados. Figura 7. Obsérvense las maderas en el remate en la torre ter- minada. Compárese esta imagen con la de la figura 4. En la coronación de la última hilada dejamos alo- jadas maderas en las posiciones necesarias para un posible recrecido futuro. De momento sirven para romper la continuidad de la coronación y controlar posibles fisuras por dilataciones térmi- cas (Fig. 7). En el escalonamiento de los muros, las secciones transversales se terminaron sin calicostrado. Se alternaron las tongadas de tierra con lechos de hormigón, mostrando así la constitución del muro y la característica solución de lengüetas del cali- costrado penetrando en la masa de tierra (Fig. 8). Figura 8. Sección con tierra estabilizada y lechos de hormigón. Pese al empleo de un encofrado corrido, hemos logrado que en los paramentos se visualicen jun- tas verticales, como si de una estructura hecha con tapial modular se tratara, colocando tablas allá donde interesaba manifestar la discontinuidad de la fábrica. El interior de la torre se dejo, como estaba en ori- gen, sin revestimiento alguno. Con toda seguridad el acabado excesivamente liso de los paramentos pronto cambiará de aspecto, envejeciendo, es- peremos, saludablemente. 5 CONCLUSIONES Hemos podido constatar nuevamente lo observado en numerosos recintos defensivos ocupados por los musulmanes: Bajo lo que aparentemente son obras hechas de mampostería, encontramos con frecuencia estructuras de tapia. Ya sea de hormigón de cal con mampuestos, que en muchos casos se confunden con fábricas de mampostería, de tapia valenciana o, co- mo en este castillo, de tierra calicostrada. Encontrar vestigios de tapiales en una simple ins- pección ocular no suele ser labor complicada, lo que, consecuentemente, nos lleva a deducir la existencia
  • 6. pasada o presente de muros levantados con esta técnica. Sin embargo, es mediante las excavaciones arqueológicas como conocemos de su pervivencia, sorprendiéndonos en muchos casos observar que las previsiones iniciales son ampliamente superadas por la relevancia de las estructuras exhumadas. Que la tãbiya árabe es el elemento característico de las tra- diciones constructivas andalusíes es bien conocido, pero no deja de sorprendernos el absoluto dominio de la técnica que atesoraban aquellas gentes. Basta con observar cómo en un espacio tan reducido como el descrito, encontramos hasta tres sistemas diferen- tes de tapiales. Las estructuras de tapia encontradas durante las excavaciones van más allá de lo descubierto en la to- rre, extendiéndose muy probablemente a la totalidad del castillo. Se dispone por lo tanto ahora de valiosa información para acometer otras actuaciones y afrontar en mejores condiciones las dificultades que entraña la actividad restauradora de muros de tapia de tierra. Ya sea bajo el planteamiento de una inter- vención mínima, a fin de mantener la materialidad original de la tapia, o acometiendo restituciones vo- lumétricas, estas intervenciones son siempre difíci- les. En el primer caso, si es la propia tierra por la pérdida de las costras la que ha de soportar directa- mente la acción del agua, difícilmente podremos asegurar plenamente su preservación mediante im- pregnaciones consolidantes o soluciones similares, solamente la protección de la intemperie, si es que es posible, o la calidad de la propia fábrica, pueden permitirnos conservar la fábrica original asumiendo, eso sí, determinados niveles de deterioro. Lamenta- blemente, al igual que ocurre en tantos aspectos re- lacionados con la construcción con tierra, las conso- lidaciones del material es todavía un campo a explorar en profundidad (Castilla, F.J. 2011 Infor- mes de la Construcción, nº 523: 143-152.). La resti- tución de volúmenes, como en el caso que nos ocupa (Fig. 9), conlleva inevitablemente la ejecución de paramentos lisos, tersos y con aspecto de recién construidos que, normalmente, atraen en exceso la atención. Figura 9. Vista oeste de la torre norte al finalizar los trabajos. Compárese esta imagen con la de la figura 1. Está previsto iniciar en breve una nueva interven- ción en el castillo de Oropesa del Mar, veremos si el tiempo transcurrido, aunque breve ciertamente, pue- de aportarnos alguna pista sobre los aciertos o erro- res de nuestro actuar. En cualquier caso, de estos últimos, siempre estamos dispuestos a aprender. REFERENCES Font, F. 2011. “Una intervención reciente: Consolidación de muros de tapia del tercer recinto del Castell Vell de Cas- tellón”.Congresos de Arquitectura de Tierra en Cuenca de Campos 2010/11: 101-112. Valladolid: Cátedra Juan de Vi- llanueva. E.T.S. de Arquitectura de Valladolid. Font, F & Hidalgo, P. 2009. “Arquitecturas de Tapia”. Castelló de la Plana: Colegio de Aparejadores y AATT de Castellón López, P. 2002. “Los castillos valencianos en la Edad Media (Materiales y técnicas constructivas)” Vol. I y II. Valencia: Direcció General del Llibre i Biblioteques, GV, 2002. López, F. J. 1999.“Tapias y tapiales”.Valencia: Univ. Politéc- nica Valencia. Revista Loggia, núm. 8. V.V.A.A. 2011. “La tierra, material de construcción. Mono- gráfico”. Informes de la Construcción, nº 523. Madrid: Ins- tituto Eduardo Torroja.