El documento resume los principios pedagógicos de Jean-Jacques Rousseau expuestos en su obra "El Emilio". Rousseau proponía seguir los procesos naturales del desarrollo infantil sin alterarlos, y dividía la educación en cinco etapas descritas en los libros de "El Emilio". Rousseau abogaba por una educación basada en la experiencia y los sentidos antes que en la instrucción, y por dejar que los niños se desarrollen siguiendo su propia naturaleza.
El pensamiento pedagógico de Rousseau según los principios de El Emilio
1. EL PENSAMIENTO
PEDAGÓGICO DE ROUSSEAU
TRABAJO REALIZADO POR:
María Margarita Del Pozuelo Rojo
Miriam Gutiérrez Cuesta
Paloma Ocaña Aranda
María Guadalupe Plaza Pérez
CURSO: 2º A Ed. Primaria
ASIGNATURA: Tendencias contemporáneas de educación
2. ÍNDICE DE CONTENIDOS
Pequeña alusión biográfica de Rousseau
Principios roussonianos referidos a la educación en su obra “El
Emilio”
- Libros en “El Emilio”
Pedagogos influidos por las ideas de Rousseau
3. Principios educativos roussonianos en
“El Emilio”
Rousseau comenzó a redactar el Emilio en la primavera de 1758. La ocasión que le movió a ello fue la
petición de la señora De Chenonceaux de un escrito para la educación de sus hijos.
“El Emilio” consta de cinco tomos, divisiones hechas conforme la educación que se le debe dar al
hombre según su edad:
Libro I: trata del período de lactancia.
Libro II: de la edad infantil, hasta los 12 años, etapa de la vida que debe dedicarse a la educación de
los sentidos.
Libro III: del período comprendido entre los 12 y los 15 años, para Rousseau una segunda infancia
anterior al comienzo de la pubertad, que se dedicará al afinamiento de la capacidad de juzgar y a la
adquisición del sentido de lo útil.
Libro IV: la adolescencia, en donde se habla de educación moral y religiosa
Libro V: trata de otorgar una formación adecuada para el matrimonio y la educación de las mujeres.
Este libro hace un análisis de la educación analizando los procesos mediante los cuales el niño se
sociabiliza y pierde su bondad e inocencia natural, conforme al pensamiento de su autor.
También atiende al hombre considerado como ser individual con el fin de proporcionarle todo aquello
que necesitará al llegar a la madurez y entrar a formar parte del tejido social.
El principio educativo esencial para Rousseau se expresa en las palabras iniciales del Emilio: "Todo
lo que procede del Hacedor de las cosas es bueno, pero todo degenera en las manos del hombre"
En la obra se muestra la idea de que la tarea educativa consiste en seguir los dictados de la naturaleza,
(naturalismo pedagógico), frente a la cultura racionalista propone una educación que siga los procesos
naturales humanos sin alterarlos, basado en los sentimientos del amor a sí mismo y al prójimo.
La esencia del pensamiento de Rousseau es que para educar al hombre se debe seguir una secuencia
correcta: de acuerdo con las etapas naturales del crecimiento.
La educación comprende tres ámbitos principales que aparecen en la obra según el siguiente orden:
formación física, formación moral y formación política o civil.
4. Libros en “El Emilio”
Los principios generales de Rousseau tienen su aplicación práctica en la educación de Emilio, por ello
vamos a dividirlos conforme a sus libros:
Libro I:
El niño nace ignorante, privado hasta del sentido de su existencia, pero capaz de aprender. Con el
nacimiento comienza la educación. Esta se realiza mediante la experiencia del mundo ligada al uso de
las funciones y de los sentidos. La actividad es la primera escuela del niño
Al niño se le debe conceder toda la libertad de movimientos de que es capaz. ¡Fuera las fajas, las
ataduras y vestidos que le oprimen! El niño no se hará daño con sus propios movimientos naturales
En la educación de los niños hay que seguir en todo a la naturaleza. Se evitarán por eso los cuidados
demasiado solícitos y las comodidades excesivas: la naturaleza educa a través del dolor.
Rousseau explica que la primera educación del infante tiene lugar por las sensaciones. “En el
principio de la vida, cuando la memoria y la imaginación están todavía inactivas, el niño sólo atiende a
lo que impresiona realmente sus sentidos
Es importante evitar dos extremos en el trato con los niños: imponerles nuestra voluntad y que ellos
nos impongan la suya con sus lloros, para que no formen ni la idea de esclavitud ni la de mando, sino
la de libertad. Menos mandatos y más autonomía de movimientos, que obren por sí mismos, y se darán
cuenta de lo que pueden y de lo que no pueden.
Por último, se ocupa del aprendizaje de la lengua. Los niños al principio se limitan a llorar, después
oyen hablar a los mayores, y van aprendiendo. No hay que forzarlos ni marearlos con prematuras
lecciones de fonología; basta con hablar en su presencia de modo claro e inteligible, articulando bien.
5. Libro II
La mayor parte del libro II se articula en torno a tres ideas fundamentales: la reivindicación
de un estatuto y unos derechos propios de la infancia, el concepto de educación
negativa y la educación de los sentidos como principal tarea educativa.
La infancia tiene su propia razón de ser, se justifica por sí, tiene su propia madurez y sus
propias leyes, distintas a las de la edad adulta. Querer entender al niño con los moldes del
adulto sería atentar contra el orden de la naturaleza.
Educar a un niño pensando en la edad adulta es sacrificar la felicidad presente a un futuro
que quizá no llegue nunca
Los niños no están en edad de razonar; si pudieran, no tendrían necesidad de ser
educados. Basta con que sean conscientes de sus limitaciones naturales y de su
dependencia respecto al educador, pero sin hacérsela notar directamente con mandatos y
prohibiciones.
A la confianza de Rousseau en la bondad de la naturaleza humana, de su actividad y
desarrollo espontáneos, está estrechamente vinculado el concepto de educación negativa “La
primera educación debe ser puramente negativa, consiste no en enseñar la virtud y la verdad,
sino en preservar el corazón del vicio y el espíritu del error. Rousseau entiende la educación
negativa como una educación indirecta más que como la completa inactividad del
educador. No se trata de que el alumno haga lo que quiera de modo absoluto, sino de
controlar indirectamente su ambiente, sus experiencias, sus compañías, sus juegos, sin
pretender llevar a cabo una instrucción de la que no podría beneficiarse.
Importancia de la educación instrumental: enseñarle a valerse de los sentidos que
utilizará durante toda la vida como los mejores instrumentos a su servicio.
6. Libro III
La inteligencia humana tiene límites, y un hombre no puede saberlo todo.
Hay que hacer una elección entre las cosas que deben enseñarse y ver en qué tiempo
conviene aprenderlas.
No se trata de saberlo todo, sino solamente lo útil.
Acuérdate, acuérdate siempre de que la ignorancia jamás fue perniciosa, que sólo el error
es funesto y que no nos extraviamos por no saber, sino por creer que sabemos.
Al principio los niños son revoltosos, después son curiosos, y esta curiosidad bien dirigida
es el móvil de la edad a que hemos llegado.
Rechacemos, pues, de nuestros primeros estudios los conocimientos que no son del agrado
natural del hombre y limitémonos a los que nos hace desear el instinto.”
El niño que lee no piensa, no hace más que leer; no se instruye, pues sólo aprende
palabras.
No expliquéis a un niño nada que sea incapaz de entender; apartad las descripciones, la
elocuencia, las figuras y la poesía.
7. Libro IV
El estudio conveniente para el hombre es el de sus relaciones; mientras
sólo es conocido por su ser físico, se debe estudiar en sus relaciones con
las cosas
Es mucho menos peligroso satisfacer la curiosidad del niño que incitarla.
Vuestras contestaciones deben ser siempre graves, cortas, resueltas, y
que no parezca nunca que vaciláis.
En ciertas materias, lo que más convendría a los niños sería una absoluta
ignorancia, pero deben saber pronto lo que no es posible esconderle
siempre.
Vuestros niños leen, y en sus lecturas aprenden conocimientos que si no
leyesen no aprenderían.
Si estudian, se inflama y aguza la imaginación con el silencio de su
cuarto de estudio.
8. Libro V
Las mujeres no dejan de clamar que las educamos para la vanidad y la
coquetería, que las divertimos continuamente con niñerías para ser los amos con
más facilidad, y se duelen de los defectos que les reprochamos.
Justificad siempre las tareas que impongáis a las niñas, pero imponérselas
continuamente.
Impedid que se aburran las niñas en sus ocupaciones y que se apasionen por sus
diversiones, como sucede siempre en la educación vulgar, en que, como dice
Fenelón, «todo el fastidio está de una parte y todo el contento de otra.
Existen dudas sobre si las niñas deben tener maestros o maestras. No sé; yo bien
quisiera que no precisasen ni de unos ni de otras, que aprendiesen con libertad lo
que tanta inclinación tienen a aprender, y que no viéramos vagabundear por
nuestras ciudades tanto saltarín.
Ante todo, para enseñar la religión a las muchachas no se la presentéis como una
obligación o un trabajo, y no debéis hacerles aprender de memoria nada, ni
siquiera las preces