El documento plantea que los espacios privados de intimidad pueden ser el germen del sujeto totalitario que anula la diferencia al imponer su voluntad sobre los demás. Propone una "estética de la ternura" basada en el tacto, el olfato y el gusto en lugar de la agresión, y una perspectiva que analice problemas como la violencia desde lo afectivo en vez de sólo lo intelectual.