Francisco Ferrer fundó la escuela moderna en España a principios del siglo XX basada en los principios de la pedagogía racionalista. La escuela moderna promovía una enseñanza laica, sin autoritarismo ni castigos, que fomentaba la participación activa y la libertad de pensamiento del alumno. Aunque la escuela de Ferrer fue truncada por su condena injusta, sus ideas sobre una educación emancipadora e integral influyeron en los movimientos de renovación pedagógica posteriores en España.