El pH de la carne está relacionado con su calidad. Un pH ideal entre 5.4-5.6 después de la maduración permite una buena vida comercial al inhibir microorganismos y dar características físico-químicas adecuadas. Sin embargo, situaciones de estrés pueden alterar el pH, resultando en carnes PSE (pH<5.4) o DFD (pH>5.6) con propiedades deterioradas. La medición del pH en la zona lumbar del músculo longissimus dorsi es útil para detectar estas condiciones.