Sartre propone que sin Dios, el hombre está condenado a la libertad total y la responsabilidad de elegir su propia existencia. Según Sartre, la existencia precede a la esencia, por lo que el hombre no tiene una naturaleza predefinida y debe crear su propia esencia a través de sus acciones y elecciones libres. Además, el sujeto solo puede conocerse a sí mismo a través de la mirada del otro, ya que depende de la aceptación o rechazo de los demás para reconocerse.