La economía de la Nueva España giraba en torno a las industrias extractivas como la minería. Esto impulsó otros sectores como la agricultura y el comercio para abastecer a las ciudades mineras. Los españoles sometieron a los indígenas y esclavos africanos a diversas formas de trabajo forzado como la encomienda y el repartimiento. Con el tiempo, surgieron también trabajadores libres remunerados en las haciendas, minas y ciudades.