Todas las grandes civilizaciones han adoptado diversos métodos, utilizando el curso de los cuerpos celestes, para medir el tiempo. El mayor o menor acierto de esta operación ha dependido del mayor o menor adelanto del pueblo respectivo en los conocimientos astronómicos. También han influido en el cómputo de los días, meses y años, la religión, los historiadores y hasta los hábitos políticos y civiles de los pueblos. No es de extrañar que hayan resultado métodos tan diferentes.