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1. La vergüenza
¿Qué hacer con ella?
Pedro Reyes Mispireta
ITRE
Una gran parte de nuestros sufrimientos o problemas ocurren por la peregrina
idea que nuestras emociones incomodas son insoportables, insanas y negativas, es
decir, que son malas y que no deberíamos tenerlas. Si las tenemos , eso dice que
somos raros, débiles o que sufrimos de algún trastorno mental (que estamos
dentro del espectro, dicen)
¿Es realmente así? Analicemos el caso de la vergüenza, esta vez .
¿Cuán presente está la vergüenza en nuestras vidas? ¿Y en su vida?¿ Cuántas cosas
no se atreve a realizar para evitar estar en riesgo de sentirla? ¿Cuánto le ha
marcado una situación embarazosa? ¿Cuánto nos ruboriza el solo recuerdo de
alguna de esas situaciones? ¿Cuánto nos enseñan que es mala y no debemos
sentirla? ¿O hacer algo que nos ponga en riesgo de sufrirla? Acaso la frase : ES UNA
VERGÜENZA !! ¿no es un inmenso y poderoso juicio moral en usted?
Sin embargo , no es la vergüenza lo más temible ni lo más desadaptativo y
perturbador. No siempre la vergüenza es mala ni lo hace a usted malo o indeseable,
o de menor dignidad y valor a los ojos de los demás. Existe vergüenza adaptativa y
constructiva y hasta …popular. Veamos porque.
La vergüenza es esa emoción que viene a nosotros cuando somos descubiertos o
expuestos a los ojos de otros, aunque sea en un sentido figurado o
representacional. Como somos seres cognitivos y representacionales, basta la
imagen o posibilidad de que otros nos observen o que nos estén viendo en ese
momento particular en que fallamos (o simplemente mostramos nuestra
intimidad), para que se active nuestro pudor o incomodidad. Obviamente en ese
segundo caso, nuestra emoción es menos intensa, pero no por ello menos
poderosa, ya que evitamos anticipadamente las situaciones que pueden
generarnos vergüenza. Regresaremos a este punto importante más adelante,
porque esta emoción puede ser un fuerte limitante de nuestras vidas.
Pero cuando la vergüenza se activa en la situación misma es sumamente fuerte e
intensa, imposible de cubrir o disimular. Una serie de mecanismos corporales se
activan sin tener ningún control sobre ello. Nos sonrojamos, bajamos la cabeza, nos
es imposible sostener mirada por ejemplo, entre otras reacciones automáticas. El
hecho es que arrojamos nuestro mensaje emocional al entorno, sin ninguna
voluntad o premeditación. Pero para ello, es necesario la presencia del otro para
que se generen estas reacciones.
Cuando estamos en el baño, solos y asilados, a salvo de las miradas de otros, del
juicio de otros , nos sentimos a nuestras anchas y hacemos cosas que difícilmente
haríamos en público. No actuamos, simplemente somos. Nosotros mismos.
Por lo tanto, la vergüenza es una emoción social y fuertemente cognitiva, depende
de nuestros juicios e interpretaciones de la aprobación ajena, a diferencia de otras
emociones más vinculadas a nuestra salud e integridad, como el miedo que está
asociado a una amenaza física. La vergüenza está asociada al juicio de los demás
sobre nosotros. La sentimos cuando estamos , o suponemos estar, expuestos a la
2. desaprobación, cuando creemos que es evidente nuestra humanidad , fabilidad,
vulnerabilidad e ignorancia .
Por ello , hacemos grandes esfuerzos para evadirla, ocultarla y disfrazarla . Quizás
demasiados, ya que son muchas las cosas que podemos estar evitando , y que
pueden ser muy provechosas y nada avergonzantes realmente. Recuerde que la
vergüenza es muy dependiente de sus juicios e interpretaciones.
Considere qué está evitando hacer y que constituiría algo realmente positivo para
su vida. Por otro lado ¿Cuán positiva sería su vida si su pudor e incomodidad fuera
menos intensa y usted fuera más libre del miedo al juicio de los otros?
Por supuesto el lenguaje social ha hecho grandes perjuicios al respecto: un
sinvergüenza , es una persona de dudosa moral y descaradamente incorrecta. E
inconscientemente tememos estar equiparados a delincuentes cuando tememos
sentir vergüenza. La trampa del lenguaje y de una mala semántica.
Lo malo no es la vergüenza, sino sentir vergüenza de sentirla
Asumimos que sentir vergüenza , pudor o incomodidad social es ponernos en
evidencia de que sentimos…vergüenza , algo así a sentir vergüenza de ser ……los
que somos. Nuestro problema es esta doble vergüenza , la vergüenza a la
vergüenza misma. Que es doblemente incomoda. Asumimos que si es una persona
que siente vergüenza es débil, falsa, incompetente, fracasado, ignorante , en el
fondo del asunto , algo que no deberíamos ser. Esa idea es muy falsa, podemos y
muchas veces debemos aceptar nuestras emociones, antes que juzgarlas como
perturbadoras. Analizaremos porque:
Sentir vergüenza es muestra de confiabilidad
Sólo pueden sentir vergüenza aquellos que poseen un deseo fuerte de hacer bien
las cosas, de encajar, de ser aceptado, hacer algo bueno por los demás y de actuar
correctamente. ¿Tienen algo de malo esos objetivos? Pregunte quién no desea esos
objetivos, quién estaría sospechando de alguien que muestra esa tendencia. Más
bien, sería preocupante que alguien muestre que no quiere actuar correctamente,
o que quiera hacer cosas negativas a los otros. Cuando vemos a una persona capaz
de sentir una vergüenza , un pudor o incomodidad, moderada pero real, vemos a
personas confiables y sensible a los demás. Es cuándo vemos a una persona
demasiado avergonzada , que sentimos pena por ella, pero en ningún caso
pensamos mal de ella o creemos que es menos. Nos sensibiliza, nos hace solidarios
y nos direcciona hacía la empatía, nos brinda confianza. Nos dice, esa persona
quiere actuar correctamente y puede sentirse mal si no lo hiciera. Esa persona
desea nuestra aprobación , realmente desea ser aceptado. Punto a favor de la
vergüenza . No hay porque sentir vergüenza de tenerla. Aceptémosla, que dice
cosas buenas de nosotros. Sólo hay que combatir esa vergüenza excesiva que le
complica la vida. Diferenciemos pues la vergüenza positiva, incomoda pero
adaptativa, de la vergüenza excesiva y obstaculizante. Ya ampliaremos más este
punto.
La vergüenza nos hace más valorados a la vista de otros
Otro error es suponer que sentir vergüenza es generarun juicio negativo en los
demás. Eso es una mentira. La verdad es que la vergüenza puede hacernos más
atractivos a los ojos de los demás. El rubor de la vergüenza es un mecanismo muy
importante, que despierta mucha simpatía, más que antipatía, ternura y
3. sensibilidad. Piénselo, ¿Qué siente cuando ve a una persona del sexo opuesto,
sonrojarse? ¿Rechazo? No verdad. Este mecanismo es tan importante que existe el
rubor artificial que colorea las mejillas para ser más atractivos , las compañías de
maquillaje lo saben bien , y facturan bien por ello. Las personas que son capaces
de ruborizarse por sus sentimientos de vergüenza son más atractivas. Recuerde
ello la próxima vez que se sienta con la tentación de avergonzarse por estar
avergonzado (a)
Acepte sus emociones primarias de vergüenza…sin vergüenza
Es una emoción incomoda, pero se hace más incomodad por sus juicios e ideas
falsas sobre ella. Son sus evaluaciones perturbadoras que generan esa vergüenza
sobre la vergüenza, la vergüenza secundaria o excesiva. Acepte la emoción
primaria de vergüenza , sin vergüenza. Hasta puede sentir un moderado orgullo
por ella. Recuerde que hablan de alguien que desea sentirse aceptado, actuar
correctamente , mostrarse capaz de hacer algo.
Reconozca cuando sus patrones de vergüenza son obstaculizantes
Recuerde que tasas moderadas de vergüenza, aunque sea incomoda, nos ayuda a
ser mejores y más adaptados, y hasta más atractivos a los demás.
¿Cuándo la vergüenza es un problema en nuestras vidas y debemos combatirla?
Fundamentalmente cuando nos impide hacer, intentar, aprender, relacionarnos y
sobretodo , ser nosotros mismos.
Haga una lista de la cantidad de eventos o actividades que usted evita a causa de su
vergüenza, pregúntese cuánto valen la pena para usted, cuánto le gustaría
afrontarlos sin incomodidad . Observe cuánta ansiedad le generan situaciones
sociales, cuánta tensión le hace sentir, cuánto desgaste de energía asociada a la
vergüenza y el posible error y juicio ajeno posee.
Use las tres medidas de una emoción para definir si su vergüenza es tóxica o no,
que son la frecuencia, la intensidad y la persistencia. ¿La siente con frecuencia? ¿la
evita con mucha frecuencia? ¿Evita anticipadamente muchas situaciones por temor
a pasar vergüenza? ¿Con qué frecuencia se siente juzgado por los demás? ¿Con qué
frecuencia teme ser criticado o humillado? ¿Es de los que se ponen tensos ante la
idea de opinar? Eso le puede dar una idea de cuán obstaculizante es su vergüenza
para usted. Sea muy reflexivo al respecto, ya que la mayoría de nosotros se ha
vuelto experto en evadir las situaciones potencialmente riesgosas y negarse a sí
mismas lo que quisieran, es posible que haya gastado bastante tiempo en
argumentarse a sí mismo tratando de convencerse que realmente no le interesa,
digamos, cuando finalmente se convence que las uvas están verdes.
Haga la lista de las situaciones que le resultan muy incomodas y le generan
ansiedad hacía la vergüenza, a pesar de que las realice o llegue a realizarlas
realmente. ¿Cuán tenso (a) está en situaciones de exposición? ¿De exigencia? ¿O
simplemente cuando cree estar observado? ¿Puede admitir su ignorancia sin
sentirse menos? ¿Puede decir no lo sé, sin sentirse menos? ¿Posee una idea muy
fuerte del ridículo? ¿Es uno de sus mayores temores? ¿Se dice con frecuencia que
usted debería ser más…lo que sea?
¿Se queda enganchado a una situación embarazosa por mucho tiempo? ¿Sigue
recreándola en su mente muchas horas después de haberla pasado? ¿No puede
4. hablar de ello con cierta tranquilidad? ¿No se ríe de ello? ¿Son sus vergüenzas
persistentes?
Otra cosa que puede hacer para identificar si sus vergüenzas son excesivas y
tóxicas, es preguntarse con sinceridad ¿cuánto envidia la soltura y asertividad que
otras personas muestran hacía actividades que usted desearía poder realizar?
Acepte sus vergüenzas con sinceridad. Sea honesto y bondadoso consigo mismo.
Ese es el primer paso.
Los deberías que hacen a su vergüenza perturbadora y obstaculizante
¿Es usted perfeccionista? Bien. Es bueno tener una ambición y querer ser muy
competente, social, profesional y personalmente, pero la vergüenza obstaculizante
está asociada a una visión muy poco realista del ser humano, y a menudo las
personas perfeccionistas poseen una cantidad de ideas erróneas sobre la
valoración y capacidad de los seres humanos. No sólo son erróneas sino que son
irrealistas. Lo hermoso de ser , es tener la oportunidad de aprender y
experimentar el aprendizaje. Y aprender implica equivocarse. No podemos llegar a
ser hábiles , social, profesional, familiar y personalmente sin equivocarnos. Pero si
siente vergüenza anticipada y evita exponerse , intentarlo, arriesgarse , su
vergüenza , y perfeccionismo son un gran obstáculo para su desarrollo. Su
vergüenza se ha vuelto tóxica. Un peso muerto. Muy pesado. ¿Vergüenza al posible
error o fracaso? Si no ha fracasado nunca es que nunca no lo intento. El temer
demasiado el juicio de los demás frente a un posible desliz o error y creer que no
debería tenerlos es el real problema.
Cualquier persona que usted admire, posee un historial de errores tan grande que
se sorprendería. Otra cosa es que lo quiera compartir. A menudo la gente con
cierto éxito alienta esa idea falsa pero fantástica de ser naturalmente virtuosos. La
verdad es que hay mucha soberbia e hipocresía en la cultura sobre el éxito. En otro
momento hablaremos de ella.
¿Ha revisado sus juicios y expectativas sobre las personas y sobre usted mismo?
Quizás convenga hacerlo. La mayoría de los medios y la cultura pintan seres
humanos fantásticos que no se equivocan, de verdad, en la vida. Efectivamente
hablan de fracasos en minúsculas y no de los fracasos en mayúsculas , esos que
afectaron fuertemente.
Y esto implica juicios morales, ¿Quién no ha tenido equívocos morales? Acepte ello.
Todos han mentido, traicionado, defraudado alguna vez. Nos avergüenza. Y está
bien que sea así. Pero tenga una visión realista de ello, no es el primer caso ni será
el último. Simplemente corrija y acepte las consecuencias. Nada terrible.
Revise sus deberías, sus perfeccionismos, su visión exigente y extremista. No
renuncie a su superación y ambición, solo extirpe lo extremista e inflexible.
La extrema necesidad de ser aprobado
Muchas veces la vergüenza obstaculizante reside en la necesidad de aprobación de
los demás. Tiene variantes interesantes; de generar una impresión favorable y a
veces , más que favorable. La necesidad de impresionar fuertemente a otros con
sus cualidades sobresalientes. Si es victima de expectativas no realistas su
pensamiento perturbador le dice que una persona realmente valiosa, realmente
destacada, realmente inteligente, realmente lo que sea , no puede simplemente
exponerse social , emocional, profesional y hasta amorosamente , sin lograr un
fuerte, pero realmente fuerte, impacto en otros. Usted DEBE destacar. Otro debería.
5. ¿Qué dice eso realmente de usted si no lo logra? Que es uno más. Y eso es terrible.
Se ha creído ingenuamente toda la filosofía más radicalmente negativa del ser
humano la que asume que realmente hay gente superior e inferior . La realidad es
que puede ser muy positivo intentar destacar e impresionar a otros, pero es muy
poco realista asumir que siempre lo hará. Todos tenemos algunos momentos
brillantes o lo llegaremos a tener si acepta equivocarse, intentar relacionarse,
atreverse a ser. Pero la realidad es que la mayoría de los momentos no serán así. Y
está bien. De otra manera se hace victima a sí mismo de una permanente ansiedad
y desgaste de energías, tratando de ser lo que otros quieren y no lo que usted
realmente quiere ser.
El miedo ridículo, al ridículo mismo
Otra fuente de ansiedad y vergüenza anticipada es la idea que sería terrible hacer
el ridículo. Es decir, la idea que no sólo sería terrible no poder ganar una gran
aprobación de los otros, sino que además sería catastrófico perderla del todo. El
temor al ridículo posee una tremenda fuerza en la mayoría de las personas. Es el
mayor obstáculo para sentirnos tranquilos, alegres, espontáneos y hasta creativos .
Cuando nos aterramos ante la idea de hacer el ridículo, nos volvemos tensos,
cuidadosos en extremo y sobretodo, extremadamente conscientes de nosotros
mismos: ¿Luzco bien? ¿Hablo correcto? ¿bailo mal? ¿Me expreso apropiadamente?
La idea del ridículo nos quita naturalidad, espontaneidad y frescura, nuestra mente
está en la evasión, no en el goce, está en la censura no en la apertura.
¿Y qué es, exactamente, hacer el ridículo? Esa respuesta merece un artículo en sí
mismo, pero por ahora podemos resumir que está más en la mente del temeroso
que del público que lo observa. Piense en los comediantes que usan el ridículo , y
no se sienten mal sino triunfantes, festivos y graciosos, los comediantes sacan muy
buen provecho de nuestro temor al ridículo, sencillamente porque nos lo refriegan
en la cara. Ridículo es sencillamente tomarse demasiado en serio. Hacemos el
ridículo cuando nos empeñamos en aparentar lo que no somos, saber lo que no
sabemos, pero sobretodo, cuando huimos del ridículo mismo. ¿Se tropezó y cayó
de espaldas? ¿se le rompió la costura del pantalón? ¿canta haciendo gallos en el
karaoke? ¿Dijo algo que causo la hilaridad de su entorno? ¿Se están riendo de su
error? Ríase usted también de sí mismo y acabe con su vergüenza. El temor a hacer
el ridículo nos aleja de la maravillosa actividad que es reírnos de nosotros mismos,
que significa la aceptación sincera de nuestra humanidad y fabilidad.
Muchas ideas perturbadoras que generan vergüenzas obstaculizantes, son
creencias que rechazan lo más esencial del ser humano y lo más cotidiano y real de
él. Llegamos a sentir vergüenza de ser quienes somos. De nuestros cuerpos, de
nuestros pensamientos, de nuestras emociones, de nuestros orígenes, de nuestros
malestares o enfermedades, de nuestras dudas e ignorancias, de nuestras
carencias, de nuestros deseos. Nos hemos llenado de deberías. Acabe con eso
dando el ejemplo de aceptación incondicional y supere la vergüenza
obstaculizante, y abrace su vergüenza adaptativa. Empiece con usted mismo. Y
desarrolle todo su potencial con ello.
Desarrolle una filosofía sensata sobre el valor personal y sobre la vida
misma
¿Cómo tener más vergüenza adaptativa y menos vergüenza perturbadora? La
clave está en nuestra aceptación de nosotros mismos. Una creencia falsa sobre la
6. estima es suponer que para ser valiosos debemos destacar en algún aspecto
importante o sentirnos menos si no es así. Está tan difundida esta idea que es
reforzada continuamente por la sociedad. Tenemos que ser especiales. Eso no es
realista ni positivo. Si todos somos especiales ¿qué es lo común entonces? Es
necesario desarrollar una filosofía realista de la vida y del valor personal. Eso
significa aceptar que somos seres falibles e imperfectos, cotidianos y ordinarios. Y
está bien que sea así. Eso no quiere decir que no podamos hacer cosas notables y
destacadas, pero eso no quita que sigamos siendo imperfectos y falibles. Un
fenómeno que hace esto más evidente es el trato que da la media a las personas
famosas. Estas personas destacadas, por la razones que sean, sus logros, su belleza,
su poder, su inteligencia, sus amores, etc. Son elevadas por la media a un status de
estrellas, y con ello las expectativas de los demás sobre ellos (y de ellos mismos
sobre ellos mismos) generando una suerte de percepción distorsionada.
Pronto es fácil ver a estos ídolos caer de esas expectativas y ser literalmente
embarrados en el lodo de la crítica social. ¿Por qué? porque resultaron ser seres
humanos falibles después de todo. El hecho es que siempre lo fueron. Porque todos
somos humanos falibles. La filosofía de la falsa estima y del exitismo nos convence
que hay personas extraordinarias, y eso nos fuerza a suponer que debemos poseer
una valía especial , nadie quiere ser menos que nadie. Eso nos lleva generar
muchas ideas falsas en consecuencia, el culto hacia la personalidad, a la soberbia ,
al exhibicionismo de los medios , al afán o ansiedad por status, a aparentar y dejar
de ser auténticos, y por supuesto, a sentir una gran vergüenza por el hecho de ser ,
seres comunes.
No hay personas extraordinarias. Eso no es cierto, las cosas más extraordinarias
son hechas por personas ordinarias, como usted o como yo. Acepte ese hecho y
acéptese a sí mismo.