El documento resume los 10 principios supremos de la buena enseñanza según Richard Leblanc. Estos incluyen que la buena enseñanza requiere tanto pasión como razón, considerar a los estudiantes como consumidores de conocimiento, y escuchar y ser sensible a las necesidades individuales de cada estudiante. También requiere flexibilidad, buen humor, dedicación a cada estudiante, liderazgo institucional, y disfrutar verdaderamente de la enseñanza.
En el presente PDF, encontrara los elementos minimos para realizar de manera optima la planeación didáctica requerida en el proyecto de enseñanza del proceso evaluación del desempeño docente
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(184) Responsabilidad en la educación de CyborgsCITE 2011
A partir de los múltiples cambios por los que ha transitado el ser humano, la globalización parece ser la que más fuertemente ha afectado, entre otras cosas, la conformación de su identidad.
Desde el mito de los cyborgs de Donna Haraway, señalados como íconos de la postmodernidad, híbridos conformados por máquinas y organismo; presentamos esta reflexión centrada en la responsabilidad que recae sobre la educación en la conformación de la identidad de seres que se encuentran cada vez mas bombardeados por la tecnología.
Nos preguntamos, cómo educar sujetos autónomos cuando los seres humanos dependemos cada vez más de la tecnología? Cómo aprenderán los niños sobre responsabilidad y ciudadanía cuando están cada vez más lejos de otros seres humanos y más cerca de las máquinas?
En estas líneas intentaremos reflexionar, siguiendo a Haraway, sobre el cambio identitario que se ha producido desde el individuo de la modernidad, hasta el actual cyborgs de la postmodernidad, y cómo la educación ha participado y debería seguir participando en este proceso, atendiendo principalmente a aspectos éticos como el respeto a las identidades particulares, así como también al alejamiento del ejercicio de la violencia simbólica.
Ponencia de D. Ismael Sanz, director del INEE en el Seminario "Financiación, evaluación y desempeño del Sistema Educativo Español". Fundación Europea Sociedad y Educación. Instituto de Estudios Educativos y Sociales. Madrid, 26 de junio de 2013
(164) Educación para la Responsabilidad y la Autonomía, una propuesta desde l...CITE 2011
¿Puede enseñarse /aprenderse la responsabilidad? ¿Una educación para (en) la responsabilidad engloba (supera) la educación para la autonomía en el ámbito de la educación moral?
Buscamos respuesta para estas cuestiones a partir de Hans Jonas y de su formulación del principio de responsabilidad como nuevo imperativo categórico para la sociedad tecnológica actual.
De modo particular, intentamos verificar qué exigencias tiene el respeto por el principio de la responsabilidad
cuanto a los contenidos de la educación escolar;
cuanto a una ética de la educación (desde la perspectiva de los docentes, de los alumnos, de las familias, del Estado y de los gobernantes).
En relación a esta última, desde la perspectiva jonasiana parece ser exigencia de una ética docente, entre otras, el reconocimiento de:
la irreversibilidad y la imprevisibilidad del progreso tecnológico;
la educación científica y tecnológica como condición de la educación moral de todos los ciudadanos/as;
la preservación de lo humano en la humanidad futura;
la mutua implicación y la necesaria distinción de las esferas pública y privada.
Los diez principios supremos de la buena enseñanza
1. Lectura Nº 1
Los diez principios supremos de la buena
enseñanza
Richard Leblanc, York University, Ontario
LOS DIEZ PRINCIPIOS SUPREMOS DE LA BUENA ENSEÑANZA
Fuente: Richard Leblanc, York University, Ontario.
Este artículo apareció en la revista The Teaching Professor,
después de que el Profesor Leblanc ganara el premio Seymous Schulich
para la excelencia en la enseñanza. Se publicó en
http://www.hcc.hawaii.edu/intranet/committees/FacDEvCom/guidebk/teachtip/topten.htm
con permiso del profesor Leblanc
Primero. La buena enseñanza tiene que ver tanto con la pasión como con la razón. No se
trata solamente de motivar a los estudiantes a que aprendan, sino de enseñarles cómo
aprender, y hacerlo de manera que sea relevante, llena de significado y memorable para ellos.
Consiste en saber cuidar el arte de enseñar, en apasionarse por él y en transmitir esa pasión a
los demás, sobre todo a los alumnos.
Segundo. La buena enseñanza es considerar a los estudiantes consumidores de conocimiento.
Consiste en hacer el mayor esfuerzo por mantenerse actualizado en su campo, leyendo las
fuentes directa e indirectamente relevantes, y frecuentando el grupo líder tan a menudo como
sea posible. Pero el conocimiento no se circunscribe a las revistas especializadas. La buena
enseñanza consiste en saber tender puentes entre la teoría y la práctica. Consiste en dejar la
torre de marfil y sumergirse en el campo de trabajo, conversando con la gente que pone en
práctica la teoría, consultándoles y asistiéndoles, y también establecer relaciones con sus
comunidades.
Tercero. La buena enseñanza consiste en escuchar, preguntar, ser sensible, y recordar que
cada estudiante es diferente. Consiste en provocar las respuestas y en desarrollar las
habilidades de comunicación de los estudiantes. Consiste en alentarlos a excederse, y al mismo
tiempo, consiste en ser humano, respetuoso de los demás, y en ser un profesional todo el
tiempo.
Cuarto. La buena enseñanza no consiste en tener siempre una agenda fija y en ser rígido,
sino en ser flexible, de ánimo experimentador, y en tener la confianza necesaria para reaccionar
y ajustarse a las circunstancias. Consiste en obtener sólo diez por ciento de lo que esperaba
alcanzar en clase y aún así sentirse satisfecho. Consiste en saber desviarse del programa de
clase o de la lección programada cuando hay mejores oportunidades de aprendizaje en otra
parte. La buena enseñanza consiste en el balance creativo entre ser un dictador y ser un
condescendiente.
2. Quinto. La buena enseñanza es cuestión de estilo. ¿Debería ser divertido enseñar? Seguro que
sí. ¿significa esto que carezca de sustancia? De ninguna manera. La enseñanza efectiva no
consiste en clavar las manos en el podio, o en tener los ojos fijos en lo que proyecta a la
pantalla o al pizarrón. Los buenos maestros trabajan el espacio en el aula y saben dónde está
cada estudiante. Se dan cuenta de que ellos son los directores y los alumnos la orquesta.
Cada estudiante toca un instrumento diferente y con diferentes grados de habilidad.
Sexto. Esto es muy importante: la buena enseñanza es asunto de buen humor. Consiste en no
tomarse a usted mismo demasiado en serio. A menudo consiste en hacer bromas inocuas, la
mayoría sobre usted mismo, de manera que el hielo se rompa y los estudiantes aprendan en
una atmósfera relajada donde usted, como ellos, se vean como seres humanos con debilidades
y carencias .
Séptimo. La buena enseñanza consiste en cuidar, nutrir y desarrollar mentes y talentos.
Consiste en dedicar tiempo a cada alumno, a menudo sin que el interesado se dé cuenta.
Consiste también en aquellas horas desagradecidas que dedicamos a calificar, a diseñar o
rediseñar cursos y a preparar materiales para mejorar la enseñanza.
Octavo. La buena enseñanza se apoya en un liderazgo fuerte y visionario, y en un soporte
institucional muy tangible (recursos, personal y fondos). La buena enseñanza se refuerza
continuamente con una visión global que trasciende toda la organización, desde los profesores
hasta los auxiliares, la cual queda reflejada en lo que se dice, pero más importante, en lo que
se hace.
Noveno. La buena enseñanza consiste en ser intermediarios entre los profesores antiguos y los
nuevos, entre los compañeros de trabajo, y en ser reconocido y promocionado por los colegas.
La enseñanza eficaz debiera ser recompensada, y la enseñanza pobre debiera ser mejorada a
través de programas de capacitación.
Décimo. Al final, la buena enseñanza consiste en saber divertirse, en saber experimentar las
recompensas propias de la profesión, como cuando uno fija la mirada en un estudiante al final
de la fila y puede ver cómo funcionan sus neuronas, cómo se forman sus pensamientos, y cómo
ese alumno se convierte en una mejor persona. Los buenos maestros practican su arte no por
amor al dinero o porque tienen que hacerlo, sino porque verdaderamente disfrutan haciéndolo
y quieren hacerlo. Los buenos profesores no se pueden imaginar haciendo otra cosa.
Traducido por Moris Polanco, Facultad de Ciencias Económicas, UFM, 23 de junio de 1999.
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