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Mentalidad positiva y responsabilidad [ética y sociedad]
1. Mentalidad positiva y responsabilidad
Ética y sociedad by Juan Carlos Oyuela, 2014-11-10
El post Oportunidades por montones del el blog de Camille Schmitd me da ocasión
de comentar algunas ideas sobre la mentalidad positiva y el efecto Pigmalión, tan
utilizado en la literatura de superación personal. Copio de Wikipedia la siguiente
descripción: “El efecto Pigmalión tiene su origen en un mito griego, en el que un
escultor llamado Pigmalión (Πυγμαλίων en griego antiguo) se enamoró de una de
sus creaciones: Galatea. A tal punto llegó su pasión por la escultura que la trataba
como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. El mito continúa cuando la
escultura cobra vida después de un sueño de Pigmalión, por obra de Afrodita, al ver
el amor que éste sentía por la estatua, que representaba a la mujer de sus sueños.
Este suceso fue nombrado como el efecto Pigmalión
ya que superó lo que esperaba de sí mismo y al creer
que la estatua estaba viva esta llegó efectivamente a
estarlo. Igualmente el término también encuentra su
origen en la obra de teatro Pigmalión de George
Bernard Shaw.”
Recuerdo un curso sobre ventas al que asistí hace
algunos años en el que se “vendía” la idea de que si
lográbamos convencernos de que éramos unos
grandes vendedores, tarde o temprano terminaríamos
por llegar a serlo. Esta expresión es similar a una atribuida a William James, filósofo
pragmático estadounidense que decía: “Si quieres ser feliz actúa como si la lo
fueras”.
Es indudable la importancia de la motivación y las expectativas positivas respecto a
nosotros y a las demás personas. Alfonso Aguíló lo describe estupendamente en su
artículo La fuerza de la expectativa en donde se cuenta el siguiente experimento
realizado con un grupo de estudiantes:
Corría el curso 1968-69, en un colegio de California. El Doctor Robert Rosenthal
cerró su portafolios y se dirigió a un grupo de profesores que le escuchaba con
atención: “Los resultados de las pruebas realizadas no dejan lugar a dudas. Estoy
en condiciones de asegurarles que este 20 por 100 de alumnos que les he señalado
2. tiene unas capacidades intelectuales superiores a lo normal”. Los profesores
tomaron buena nota de todo aquello y regresaron a su trabajo habitual. Ocho meses
más tarde, las calificaciones finales arrojaban un resultado contundente: el
rendimiento de ese grupo de alumnos teóricamente más inteligente era notoriamente
superior al del resto.
La anécdota, y su conclusión, parecen obvias. Pero hay un pequeño detalle:
Rosenthal había elegido ese 20 por 100 de alumnos al azar.
El experimento de este profesor de Harvard es bastante conocido en el mundo de la
educación. Lo que había mejorado el rendimiento de esos alumnos no eran sus
aptitudes naturales, sino las altas expectativas de sus profesores y la mayor
atención que –quizá inconscientemente– todos les habían dedicado. A su vez, los
propios alumnos, conscientes de que se esperaba más de ellos, también se habían
esforzado más.
Lo anterior me recuerda las palabras del escritor alemán Goethe:
Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y
debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser.
Es importante cultivar el pensamiento positivo en nuestras vidas. Todos sabemos la
necesidad de confiar en poder alcanzar una meta para lograrla. El pensamiento
positivo es el inicio pero no basta, hace falta un complemento. De lo contrario se cae
en una postura que en lugar de cultivar un sano optimismo nos puede conducir a la
más profunda de las frustraciones. Tarde o temprano, la vida misma nos coloca ante
la realidad y si esta realidad no concuerda con la imagen mental que nos hemos
forjado iremos de decepción en decepción.
La vida es un don, un gran regalo que nosotros no nos hemos dado a nosotros
mismos. Nuestras cualidades y talentos, pocos o muchos, los hemos recibido. Los
podemos cultivar y desarrollar solamente si los valoramos y aprendemos a ser
agradecidos y responsables. El optimismo es la postura natural del hombre que se
da cuenta que no ha pagado ni merece lo más valioso que posee. Ante estas
cualidades y oportunidades que nos brinda Dios la postura adecuada es el
agradecimiento pero también la responsabilidad.
Existen personas que tienen miedo a recibir dones: una familia, un nuevo hijo…
3. porque detrás de cada nueva oportunidad o regalo que se nos brinda existe la
responsabilidad de custodiarla, de hacerla crecer y rendir en bien propio y en bien
de los demás. Y esto exige esfuerzo, complicarse la vida, entregarse, en una palabra
amar.
Pensamiento positivo, si de acuerdo. Pero también el humilde realismo de conocer
nuestras limitaciones. Reconocer esas limitaciones es el primer paso para trabajar
con ellas y en convertirlas en oportunidades de crecimiento personal. En mi caso
personal, mis amigos podrían decir claramente que no basta mentalizarme que
juego al fútbol como Messi o Cristiano Ronaldo para comenzar a hacerlo. Hace falta
ver mis condiciones actuales y aplicarme con esfuerzo para ir mejorando poco a
poco. Por mis aptitudes físicas y de talento es posible que mejore con un esforzado
entrenamiento pero posiblemente nunca llegue a superar a estas dos superestrellas.
Hemos de adquirir la sabiduría de proyectar el futuro. El futuro puede presentarse
como un campo abierto a las realizaciones o como un terreno minado de peligros,
como un camino claro rumbo a la felicidad, o como una tortuosa senda en la obscura
y pavorosa selva. Hay quien se aventura por su futuro con espíritu de conquista, y
hay también quien se adentra en él con ánimo acobardado. Mentalidad positiva,
pero también trabajo duro y esforzado. Aplicarnos a desarrollar las virtudes que
serán el sustento real para alcanzar las más altas metas que nos propongamos.
@jcoyuela
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