Este documento discute las nociones ingenuas y mitos transmitidos a través de la enseñanza de las ciencias sobre la naturaleza de las ciencias. Argumenta que estas concepciones deformadas se originan en una transmisión dogmática del positivismo lógico, pero que en realidad este no promovía una visión tan rígida. Propone que la educación científica debe fomentar una comprensión más pluralista y humana de las ciencias.