La concepción tradicional de la producción se centraba en la eficiencia técnica y los costes, aislando la producción del resto de la empresa. Esta concepción ya no es aceptable debido a que ignora las ventajas competitivas, limita la visión de la fábrica, y los cambios tecnológicos y de globalización requieren que la producción contribuya a las estrategias competitivas de la empresa en el mercado global considerando clientes, proveedores, competidores, costes, calidad, flexibilidad y sostenibilidad.