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QUISTE NASOLABIAL: REPORTE DE CASO Y REVISIÓN DE LAS
OPCIONES DE MANEJO
Abdulhakeem Almutairi, Abber Alaglan, Mayzyad Alenezi, Sultan Alanazy & Osama Al-Wutay
BMC Surgery volumen 20, Articulo numero: 10 (2020) Cite this article
3569 Accesses Metrics
Resumen
Antecedentes
Los quistes nasolabiales son lesiones quísticas raras de tejidos blandos, no
odontogénicos, que se desarrollan entre el labio superior y el vestíbulo nasal con una
incidencia global del 0,7% de todos los quistes maxilofaciales. La presentación
predominante de un quiste nasolabial es una tumefacción localizada indolora con
grados variables de obstrucción nasal. Se han descrito varias modalidades de
tratamiento en el manejo del quiste nasolabial. En este artículo, presentamos un caso
en un hombre de 44 años y discusiones sobre las modalidades de tratamiento a la luz
de la literatura.
Presentación del caso
Este artículo muestra el caso de un quiste nasolabial en un varón de 44 años que
aumentó lentamente de tamaño durante un período de 3 años, asociado con leve
dolor y obstrucción nasal. Había causado un efecto de masa sobre el maxilar, lo que
resultó en festoneado del mismo. El quiste se extirpó por completo sin evidencia de
recurrencia en dos meses de seguimiento.
Conclusiones
El quiste nasolabial es una lesión de tejidos blandos poco común. La escisión
quirúrgica completa mediante abordaje abierto realizado, en nuestro caso, y la
marsupializacion endoscópica transnasal son considerados como los mejores
tratamientos para estas ocasiones con una tasa de recurrencia poco frecuente.
Antecedentes
Los quistes nasolabiales son lesiones quísticas de tejidos blandos raros no
odontogénicos que ocupan la fosa canina, el ala nasal o el vestíbulo nasal (entre el
vestíbulo nasal y el labio superior) [1]. La incidencia de quistes nasolabiales es del
0,7% de todos los quistes maxilofaciales. El tamaño mide de 1 a 5 cm de diámetro [2].
Estos quistes en el 90% de los casos son unilaterales y en el 10% son bilaterales, se
ven comúnmente en las mujeres negras en la 4ª a 5ª décadas de la vida [3].
Zuckerkandl fue el primero en describir el quiste en 1882. No es poco frecuente
diagnosticar erróneamente los quistes nasolabiales y no tratarlos de forma adecuada
debido a su rareza [4]. La patogenia es incierta con múltiples teorías. En 1920,
Bruggemann propuso la teoría más aceptable. Esta sugiere que el quiste nasolabial
surge de los restos del epitelioen la parte anteroinferior del conducto nasolacrimal [5].
El origen del quiste es de desarrollo, aunque no se manifiesta hasta la edad adulta, y
su presentación típica es una tumefacción localizada indolora con grados variables
de obstrucción nasal [6]. Su localización y presentación hace que su diagnóstico sea
casi exclusivamente clínico. Las pruebas de diagnóstico incluyen endoscopia nasal,
TC y RMI. Tanto la TC como la RMI son valiosas para revelar el origen de los quistes
y evitan la aspiración con aguja innecesaria o la cirugía dental [7,8]. La cirugía es
igualmente diagnóstica y curativa al permitir el examen histológico [9]. En este artículo
presentamos un caso de quiste nasolabial en un hombre de 44 años.
Presentación del caso
Un hombre de 44 años comenzó a quejarse de una tumefacción nasal derecha hace
tres años. Ha fluctuado de tamaño en los tres años anteriores. Recientemente,
comenzó a aumentar lentamente de tamaño asociado con leve dolor y obstrucción
nasal. El paciente negó antecedentes de enfermedad médica, antecedentes de
traumatismo o cirugía.
En el examen: había una masa nasolabial derecha de 3 cm × 4 cm, circular fluctuante,
sin secreción o alteración cutánea suprayacente (Fig. 1).
Fig. 1. En el examen inicial, el paciente tenía una masa en el área nasolabial derecha con asimetría
facial asociada. No hubo secreción ni cambios en la piel suprayacente.
Hubo leve dolor a la palpación. El examen endoscópico mostró una masa que obstruía
la mayor parte de la abertura nasal derecha (Fig. 2).
Fig. 2. La endoscopia reveló una masa que obstruía la mayor parte de la abertura nasal derecha.
La TC con contraste realizada mostró una lesión que ocupa espacio en la región alar
nasal inferior derecha, de 3,2cm×2,2 cm×2,5 cm, que presenta una textura isodensa
a hipodensa. No hubo realce ni destrucción ósea. Estaba provocando un efecto de
masa sobre el maxilar, provocando un festoneado del mismo (Fig. 3).
Fig. 3. a,b: TC sin contraste que muestra una masa en la región alar nasal inferior derecha de 3,2 cm.
x 2,2 cm. x 2,5 cm. de textura isodensa a hipodensa. Hay un efecto de masa sobre el maxilar que
causa festoneado del mismo. No hay destrucción ósea. c,d: TC con contraste no muestra realce
significativo dentro de la masa
Se realizó un diagnóstico final de quiste nasolabial unilateral basado en los hallazgos
clínicos y en la TC. No se realizó más estudios. El quiste es extirpado por vía sublabial
(Fig. 4).
Fig. 4. Abordaje intraoral para extirpar el quiste nasolabial a través de una incisión sublabial en el surco
bucal superior.
Se comenzó por una incisión en el surco gingivolabial superior por debajo de las
aberturas piriformes. Se aprecia una tumefacion quística extraósea, redonda, lisa,
superficial a la pared anterior del maxilar. El quiste se extirpo por completo sin fijación
ósea subyacente y estaban firmemente adheridos al piso de la cavidad nasal en la
región de unión mucocutánea. Fue extirpada parte de piel y mucosa de la cavidad
nasal derecha, ya que formaba parte de la pared del quiste. El “espacio muerto” se
rellenó con gasa yodada y se retiró a las 24 h. La herida se cerró con Vicryl 3/0. El
examen histopatológico informo epitelio respiratorio (pseudoestratificado cilíndrico
ciliado) con células caliciformes compatible con quiste nasolabial. En el posoperatorio,
el paciente presentó un leve edema facial con adormecimiento del labio superior
derecho y de los dientes. Fue visto después de dos semanas para retirar los puntos
y la herida de la cavidad intranasal se resolvió satisfactoriamente. Para entonces, el
edema había disminuido, y el paciente aún informaba entumecimiento en el labio
superior derecho y los dientes. Dos meses después de la cirugía, ha visto una mejoría
del entumecimiento informado anteriormente y un seguimiento de catorce meses no
mostró recurrencia de la masa (Fig. 5).
Fig. 5. Dos meses después de la operación, no hay edema facial ni signos de recurrencia del quiste.
No hubo indicación de examen radiológico ya que no hubo complicaciones ni recidiva
de la lesión.
Discusiones y conclusiones
El quiste nasolabial es una enfermedad rara y representa aproximadamente el 0,7%
de todos los casos de quistes maxilofaciales y sólo el 2,5% de los quistes
maxilofaciales no odontogénicos [4]. Se cree que su ocurrencia es mayor que la
reportada en la literatura; sin embargo, los índices son limitados debido a las altas
tasas de diagnóstico erróneo [6]. Estos quistes son unilaterales en el 90% de los casos
y en el 10% son bilaterales. A diferencia de nuestro caso, se ven comúnmente en
mujeres negras en la 4ª a 5ª décadas de la vida [3]. Su origen y localización extraósea
reconocen los quistes nasolabiales debajo de las alas nasales [10]. Desde entonces,
se le ha dado varios nombres, incluidos los de quiste nasoalveolar y de Klestadt.
Posteriormente, en 1951, Rao introdujo el término quiste nasolabial [10]. Este término
se ha considerado más exacto ya que los quistes están situados totalmente dentro de
los tejidos blandos, a diferencia de los quistes nasoalveolares, que suelen causar un
defecto del hueso maxilar [3,8]. Se ha reconocido debido a las complejas discusiones
de su patogenia, así como a su característica presentación clínica [11].
El origen de los quistes nasolabiales es controversial. Las teorías más aceptadas son
que los quistes derivan de restos epiteliales en la parte anteroinferior del conducto
nasolacrimal (Bruggemann en 1920) [5] o de inclusiones quísticas de células
mesenquimales durante la fusión de las prominencias nasales laterales y mediales al
maxilar en el proceso de formación esquelética facial.
Aunque el quiste tiene un origen en el desarrollo, normalmente no se manifiesta hasta
la edad adulta, como fue el caso de nuestro paciente [6]. De manera característica,
un paciente presenta una tumefacción indolora, principalmente en el lado izquierdo
del labio superior adyacente a las alas nasales y de crecimiento muy lento [12]. Estos
quistes varían en tamaño de 1 cm a 5 cm, y con poca frecuencia erosionan el hueso
subyacente si crecen hasta un tamaño grande [8]. La ubicación submucosa de los
quistes nasolabiales en el piso nasal anterior es distintiva y constante. Fue descrito
por Bull et al. en 1967 como esencialmente patognomónico [13]. A partir de esta
ubicación, el crecimiento de los quistes puede ser posible en tres direcciones: hacia
el pliegue nasolabial, el vestíbulo de la boca o el vestíbulo nasal [13]. Los pacientes
con quistes nasolabiales pueden estar asintomáticos; sin embargo, la mayoría tiene
al menos uno de los tres síntomas clave: obstrucción nasal parcial o completa,
tumefacción bien circunscrita o dolor localizado [4]. Cada uno de los síntomas clave
fueron encontrados en nuestro paciente. Los signos de los quistes son bastante
específicos [7]. Consiste en una tumefacción fluctuante del pliegue labial maxilar y el
piso del vestíbulo nasal, obliteración del pliegue nasolabial y elevación de las alas
nasales [6,7]. Graamans et al. lo presentan como una tumefacción fluctuante bien
localizada con una consistencia quística en el surco nasolabial como un signo
definitivo de un quiste nasolabial [8]. En casi el 30% de los pacientes, la presentación
inicial es una infección. En una serie realizada por Kuriloff, la mitad de los pacientes
desarrollaron una infección [13]. Una vez infectado, el quiste se vuelve doloroso y
podría romperse espontáneamente para drenar hacia la cavidad oral o la nariz [14].
La presentación de los quistes nasolabiales es variable, los pacientes son tratados
por varios médicos, incluidos cirujanos plásticos, otorrinolaringólogos y otros [13]. El
diagnóstico diferencial de los quistes nasolabiales se hace sencillo por su ubicación
extraósea. El absceso dentoalveolar es el diferencial más relevante, que se puede
descartar fácilmente evaluando la vitalidad de los dientes afectados [4,14]. También
incluye los quistes oronasales, especialmente la lesión quística maxilar no
odontogénica más común, el quiste del conducto nasopalatino [8]. Dado que, el quiste
nasolabial es una masa de tejido blando extraóseo, y se puede diferenciar fácilmente
del quiste del conducto nasopalatino con la ayuda de RMI, ya que este último es un
quiste intraóseo [15]. El quiste nasolabial debe diferenciarse de los quistes dermoides
y epidermoides, ya que el color de la mucosa es una decoloración amarilla, mientras
que en los quistes nasolabiales, el color de la mucosa es un tono rosado natural o
similar al azul. Además, los quistes epidermoides y dermoides se encuentran
típicamente en la infancia, mientras que los quistes nasolabiales se observan con más
frecuencia en un adulto [7]. Otros diagnósticos diferenciales incluyen quistes
sebáceos, así como tumores de glándulas salivales benignos o malignos [4]. En
menor grado, la diseminación de la infección desde los quistes puede simular sinusitis
maxilar aguda, absceso periodontal, forunculosis nasal o celulitis facial [13]. Las
pruebas para el diagnóstico incluyen endoscopio nasal, TC y RMI [8]. Tanto la TC
como la RMI son valiosas para revelar el origen de los quistes y evitan la aspiración
con aguja o la cirugía dental injustificadas [3, 7].
La ecografía podría utilizarse como una herramienta de diagnóstico en el consultorio
para el quiste nasolabial [16]. La TC es de gran importancia y de costo relativamente
bajo. Se describe como la modalidad de imagen de elección para la evaluación de los
bordes de la lesión. Por esta razón, la TC se considera esencial para la estimación
preoperatoria de la extensión y limitación de la lesión [17]. Los quistes se localizan
generalmente por delante de la apertura piriforme [13]. Sin embargo, se debe llegar a
un diagnóstico definitivo mediante un examen histológico [4,7,13]. Por tanto, la
resección del quiste es tanto diagnóstica como curativa al permitir el examen
histológico [9]. Varias modalidades en el manejo de quistes nasolabiales incluyen
marsupialización endoscópica, escisión quirúrgica, incisión y drenaje, inyección de
agentes esclerosantes, aspiración simple y cauterización. Excluyendo la escisión
quirúrgica completa y la marsupializaciónendoscópica, todas las demás modalidades
tienen una alta tasa de recurrencia [8,13]. Sheikh et al. revisaron 79 artículos donde
se presentaba 311 pacientes con quiste nasolabial y no reportaron una tasa de
recurrencia significativa entre la escisión de marsupialización sublabial y transnasal
[18,19]. Casi en toda la literatura publicada, la escisión quirúrgica completa se
describe como el mejor tratamiento para el quiste nasolabial [6,13]. Este tiene éxito
con una rara recurrencia del quiste [20]. Las indicaciones de la cirugía son establecer
un diagnóstico, prevenir la infección del quiste y mejorar cualquier deformidad
cosmética [13]. El abordaje implementado más regularmente es la enucleación
intraoral mediante anestesia local mediante una incisión sublabial en el surco bucal
superior, lo que permite que el campo quirúrgico sea más amplio y más garantía de
una escisión completa sin desgarrar la mucosa nasal o entrar en el seno maxilar
[5,8,9,13]. Como los quistes nasolabiales están situados cerca del piso de la cavidad
nasal, puede ocurrir una perforación de la mucosa durante la escisión. Esta
complicación no es poco frecuente y, una vez que ocurre, debe cerrarse con suturas
para evitar la formación de fístulas oronasales [7]. Algunos autores defienden que
cuando se producen pequeñas perforaciones, se pueden dejar sin tratar con un
taponamiento suave en el vestíbulo; sin embargo, las perforaciones grandes deben
suturarse [6,13]. Existen otras complicaciones como infección de la herida,
tumefacción de los tejidos blandos y hematoma [21].
CONCLUSIÓN
Su et al describieron en 1999 el uso del abordaje transnasal endoscópico para la
marsupialización de los quistes nasolabiales, que es eficaz y sencilla, como
alternativa a la técnica sublabial clásica [5]. Se supone que es un abordaje más fácil
para lesiones grandes. El uso de este abordaje es especialmente ventajoso cuando
el quiste se extiende hasta el piso de la nariz, lo que aumentaría el riesgo de
perforación y los defectos con el abordaje sublabial convencional [22]. La
marsupialización endoscópica, en comparación con la incisión convencional, es
rápida y se puede realizar de forma ambulatoria, con un tiempo operatorio de
aproximadamente 15 minutos para completar cada procedimiento [23, 24]. Además,
el sangrado intraoperatorio fue mínimo y no se reportó dolor o edema posoperatorio
[24]. Dado que el quiste nasolabial está revestido con epitelio respiratorio ciliado, se
convierte por marsupialización en un seno en el suelo nasal anterolateral [22]. Está
diseñado para convertirse en un seno paranasal sano con un buen drenaje y las
mejores funciones de ventilación, sin la posterior acumulación de moco [23]. Sin
embargo, si la ventana creada durante la marsupialización es demasiado pequeña,
conduce a la reducción de la cicatriz anular alrededor del ostium y seguida por la
acumulación de moco en el seno recién creado o la recurrencia del quiste [23]. Por lo
tanto, la recurrencia reportada siguiendo esta modalidad en informes recientes [5, 17].
Otro método para extirpar quirúrgicamente el quiste nasolabial es la incisión de
Neumann [25,26]. Es más comúnmente utilizado por endodoncistas para realizar
alveoloplastias en lugar de extirpar quistes nasolabiales [25]. Aún así, este abordaje
toma en consideración la compleja anatomía de los nervios y vasos sanguíneos de la
región; por lo tanto, las alteraciones pueden ser locales y observarse con el abordaje
sublabial descrito anteriormente, como sangrado y entumecimiento de los dientes,
son mínimas [25]. La incisión de Neumann es particularmente útil cuando se trata de
un quiste grande como una escisión completa del quiste y el mejor acceso a la
apertura piriforme [25, 26].
En conclusión, los quistes nasolabiales son quistes raros de tejidos blandos. Se cree
que su aparición es mayor que la reportada en la literatura. La escisión quirúrgica
completa mediante un abordaje abierto realizado al paciente y que permitió el examen
histológico, se consideró el mejor tratamiento para los quistes nasolabiales. Además,
excluyendo la extirpación quirúrgica completa y la marsupialización endoscópica,
todas las demás modalidades están asociadas con una alta tasa de recurrencia.
Disponibilidad de datos y materiales
Todos los datos generados o analizados durante este estudio incluidos en este
artículo publicado y sus archivos de información complementaria.
Abreviaturas
CT: Tomografía computarizada
RMI: Imagen de resonancia magnética
Referencias
Fuente: https://bmcsurg.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12893-
020-0677-3?fbclid=IwAR3qNLNpkTqg2ASSFTst-
yx4u0Oj7p1qXL3xLGjgfM77eODa8Ai8B1L7_Es

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QUISTE NASOLABIAL: REPORTE DE CASO Y REVISIÓN DE LAS OPCIONES DE MANEJOQuiste nasolabial

  • 1. QUISTE NASOLABIAL: REPORTE DE CASO Y REVISIÓN DE LAS OPCIONES DE MANEJO Abdulhakeem Almutairi, Abber Alaglan, Mayzyad Alenezi, Sultan Alanazy & Osama Al-Wutay BMC Surgery volumen 20, Articulo numero: 10 (2020) Cite this article 3569 Accesses Metrics Resumen Antecedentes Los quistes nasolabiales son lesiones quísticas raras de tejidos blandos, no odontogénicos, que se desarrollan entre el labio superior y el vestíbulo nasal con una incidencia global del 0,7% de todos los quistes maxilofaciales. La presentación predominante de un quiste nasolabial es una tumefacción localizada indolora con grados variables de obstrucción nasal. Se han descrito varias modalidades de tratamiento en el manejo del quiste nasolabial. En este artículo, presentamos un caso en un hombre de 44 años y discusiones sobre las modalidades de tratamiento a la luz de la literatura. Presentación del caso Este artículo muestra el caso de un quiste nasolabial en un varón de 44 años que aumentó lentamente de tamaño durante un período de 3 años, asociado con leve dolor y obstrucción nasal. Había causado un efecto de masa sobre el maxilar, lo que resultó en festoneado del mismo. El quiste se extirpó por completo sin evidencia de recurrencia en dos meses de seguimiento. Conclusiones El quiste nasolabial es una lesión de tejidos blandos poco común. La escisión quirúrgica completa mediante abordaje abierto realizado, en nuestro caso, y la marsupializacion endoscópica transnasal son considerados como los mejores tratamientos para estas ocasiones con una tasa de recurrencia poco frecuente. Antecedentes Los quistes nasolabiales son lesiones quísticas de tejidos blandos raros no odontogénicos que ocupan la fosa canina, el ala nasal o el vestíbulo nasal (entre el vestíbulo nasal y el labio superior) [1]. La incidencia de quistes nasolabiales es del 0,7% de todos los quistes maxilofaciales. El tamaño mide de 1 a 5 cm de diámetro [2]. Estos quistes en el 90% de los casos son unilaterales y en el 10% son bilaterales, se ven comúnmente en las mujeres negras en la 4ª a 5ª décadas de la vida [3]. Zuckerkandl fue el primero en describir el quiste en 1882. No es poco frecuente diagnosticar erróneamente los quistes nasolabiales y no tratarlos de forma adecuada
  • 2. debido a su rareza [4]. La patogenia es incierta con múltiples teorías. En 1920, Bruggemann propuso la teoría más aceptable. Esta sugiere que el quiste nasolabial surge de los restos del epitelioen la parte anteroinferior del conducto nasolacrimal [5]. El origen del quiste es de desarrollo, aunque no se manifiesta hasta la edad adulta, y su presentación típica es una tumefacción localizada indolora con grados variables de obstrucción nasal [6]. Su localización y presentación hace que su diagnóstico sea casi exclusivamente clínico. Las pruebas de diagnóstico incluyen endoscopia nasal, TC y RMI. Tanto la TC como la RMI son valiosas para revelar el origen de los quistes y evitan la aspiración con aguja innecesaria o la cirugía dental [7,8]. La cirugía es igualmente diagnóstica y curativa al permitir el examen histológico [9]. En este artículo presentamos un caso de quiste nasolabial en un hombre de 44 años. Presentación del caso Un hombre de 44 años comenzó a quejarse de una tumefacción nasal derecha hace tres años. Ha fluctuado de tamaño en los tres años anteriores. Recientemente, comenzó a aumentar lentamente de tamaño asociado con leve dolor y obstrucción nasal. El paciente negó antecedentes de enfermedad médica, antecedentes de traumatismo o cirugía. En el examen: había una masa nasolabial derecha de 3 cm × 4 cm, circular fluctuante, sin secreción o alteración cutánea suprayacente (Fig. 1). Fig. 1. En el examen inicial, el paciente tenía una masa en el área nasolabial derecha con asimetría facial asociada. No hubo secreción ni cambios en la piel suprayacente. Hubo leve dolor a la palpación. El examen endoscópico mostró una masa que obstruía la mayor parte de la abertura nasal derecha (Fig. 2).
  • 3. Fig. 2. La endoscopia reveló una masa que obstruía la mayor parte de la abertura nasal derecha. La TC con contraste realizada mostró una lesión que ocupa espacio en la región alar nasal inferior derecha, de 3,2cm×2,2 cm×2,5 cm, que presenta una textura isodensa a hipodensa. No hubo realce ni destrucción ósea. Estaba provocando un efecto de masa sobre el maxilar, provocando un festoneado del mismo (Fig. 3). Fig. 3. a,b: TC sin contraste que muestra una masa en la región alar nasal inferior derecha de 3,2 cm. x 2,2 cm. x 2,5 cm. de textura isodensa a hipodensa. Hay un efecto de masa sobre el maxilar que causa festoneado del mismo. No hay destrucción ósea. c,d: TC con contraste no muestra realce significativo dentro de la masa Se realizó un diagnóstico final de quiste nasolabial unilateral basado en los hallazgos clínicos y en la TC. No se realizó más estudios. El quiste es extirpado por vía sublabial (Fig. 4).
  • 4. Fig. 4. Abordaje intraoral para extirpar el quiste nasolabial a través de una incisión sublabial en el surco bucal superior. Se comenzó por una incisión en el surco gingivolabial superior por debajo de las aberturas piriformes. Se aprecia una tumefacion quística extraósea, redonda, lisa, superficial a la pared anterior del maxilar. El quiste se extirpo por completo sin fijación ósea subyacente y estaban firmemente adheridos al piso de la cavidad nasal en la región de unión mucocutánea. Fue extirpada parte de piel y mucosa de la cavidad nasal derecha, ya que formaba parte de la pared del quiste. El “espacio muerto” se rellenó con gasa yodada y se retiró a las 24 h. La herida se cerró con Vicryl 3/0. El examen histopatológico informo epitelio respiratorio (pseudoestratificado cilíndrico ciliado) con células caliciformes compatible con quiste nasolabial. En el posoperatorio, el paciente presentó un leve edema facial con adormecimiento del labio superior derecho y de los dientes. Fue visto después de dos semanas para retirar los puntos y la herida de la cavidad intranasal se resolvió satisfactoriamente. Para entonces, el edema había disminuido, y el paciente aún informaba entumecimiento en el labio superior derecho y los dientes. Dos meses después de la cirugía, ha visto una mejoría del entumecimiento informado anteriormente y un seguimiento de catorce meses no mostró recurrencia de la masa (Fig. 5). Fig. 5. Dos meses después de la operación, no hay edema facial ni signos de recurrencia del quiste. No hubo indicación de examen radiológico ya que no hubo complicaciones ni recidiva de la lesión.
  • 5. Discusiones y conclusiones El quiste nasolabial es una enfermedad rara y representa aproximadamente el 0,7% de todos los casos de quistes maxilofaciales y sólo el 2,5% de los quistes maxilofaciales no odontogénicos [4]. Se cree que su ocurrencia es mayor que la reportada en la literatura; sin embargo, los índices son limitados debido a las altas tasas de diagnóstico erróneo [6]. Estos quistes son unilaterales en el 90% de los casos y en el 10% son bilaterales. A diferencia de nuestro caso, se ven comúnmente en mujeres negras en la 4ª a 5ª décadas de la vida [3]. Su origen y localización extraósea reconocen los quistes nasolabiales debajo de las alas nasales [10]. Desde entonces, se le ha dado varios nombres, incluidos los de quiste nasoalveolar y de Klestadt. Posteriormente, en 1951, Rao introdujo el término quiste nasolabial [10]. Este término se ha considerado más exacto ya que los quistes están situados totalmente dentro de los tejidos blandos, a diferencia de los quistes nasoalveolares, que suelen causar un defecto del hueso maxilar [3,8]. Se ha reconocido debido a las complejas discusiones de su patogenia, así como a su característica presentación clínica [11]. El origen de los quistes nasolabiales es controversial. Las teorías más aceptadas son que los quistes derivan de restos epiteliales en la parte anteroinferior del conducto nasolacrimal (Bruggemann en 1920) [5] o de inclusiones quísticas de células mesenquimales durante la fusión de las prominencias nasales laterales y mediales al maxilar en el proceso de formación esquelética facial. Aunque el quiste tiene un origen en el desarrollo, normalmente no se manifiesta hasta la edad adulta, como fue el caso de nuestro paciente [6]. De manera característica, un paciente presenta una tumefacción indolora, principalmente en el lado izquierdo del labio superior adyacente a las alas nasales y de crecimiento muy lento [12]. Estos quistes varían en tamaño de 1 cm a 5 cm, y con poca frecuencia erosionan el hueso subyacente si crecen hasta un tamaño grande [8]. La ubicación submucosa de los quistes nasolabiales en el piso nasal anterior es distintiva y constante. Fue descrito por Bull et al. en 1967 como esencialmente patognomónico [13]. A partir de esta ubicación, el crecimiento de los quistes puede ser posible en tres direcciones: hacia el pliegue nasolabial, el vestíbulo de la boca o el vestíbulo nasal [13]. Los pacientes con quistes nasolabiales pueden estar asintomáticos; sin embargo, la mayoría tiene al menos uno de los tres síntomas clave: obstrucción nasal parcial o completa, tumefacción bien circunscrita o dolor localizado [4]. Cada uno de los síntomas clave fueron encontrados en nuestro paciente. Los signos de los quistes son bastante específicos [7]. Consiste en una tumefacción fluctuante del pliegue labial maxilar y el piso del vestíbulo nasal, obliteración del pliegue nasolabial y elevación de las alas nasales [6,7]. Graamans et al. lo presentan como una tumefacción fluctuante bien localizada con una consistencia quística en el surco nasolabial como un signo definitivo de un quiste nasolabial [8]. En casi el 30% de los pacientes, la presentación inicial es una infección. En una serie realizada por Kuriloff, la mitad de los pacientes desarrollaron una infección [13]. Una vez infectado, el quiste se vuelve doloroso y podría romperse espontáneamente para drenar hacia la cavidad oral o la nariz [14]. La presentación de los quistes nasolabiales es variable, los pacientes son tratados por varios médicos, incluidos cirujanos plásticos, otorrinolaringólogos y otros [13]. El diagnóstico diferencial de los quistes nasolabiales se hace sencillo por su ubicación extraósea. El absceso dentoalveolar es el diferencial más relevante, que se puede descartar fácilmente evaluando la vitalidad de los dientes afectados [4,14]. También incluye los quistes oronasales, especialmente la lesión quística maxilar no odontogénica más común, el quiste del conducto nasopalatino [8]. Dado que, el quiste nasolabial es una masa de tejido blando extraóseo, y se puede diferenciar fácilmente
  • 6. del quiste del conducto nasopalatino con la ayuda de RMI, ya que este último es un quiste intraóseo [15]. El quiste nasolabial debe diferenciarse de los quistes dermoides y epidermoides, ya que el color de la mucosa es una decoloración amarilla, mientras que en los quistes nasolabiales, el color de la mucosa es un tono rosado natural o similar al azul. Además, los quistes epidermoides y dermoides se encuentran típicamente en la infancia, mientras que los quistes nasolabiales se observan con más frecuencia en un adulto [7]. Otros diagnósticos diferenciales incluyen quistes sebáceos, así como tumores de glándulas salivales benignos o malignos [4]. En menor grado, la diseminación de la infección desde los quistes puede simular sinusitis maxilar aguda, absceso periodontal, forunculosis nasal o celulitis facial [13]. Las pruebas para el diagnóstico incluyen endoscopio nasal, TC y RMI [8]. Tanto la TC como la RMI son valiosas para revelar el origen de los quistes y evitan la aspiración con aguja o la cirugía dental injustificadas [3, 7]. La ecografía podría utilizarse como una herramienta de diagnóstico en el consultorio para el quiste nasolabial [16]. La TC es de gran importancia y de costo relativamente bajo. Se describe como la modalidad de imagen de elección para la evaluación de los bordes de la lesión. Por esta razón, la TC se considera esencial para la estimación preoperatoria de la extensión y limitación de la lesión [17]. Los quistes se localizan generalmente por delante de la apertura piriforme [13]. Sin embargo, se debe llegar a un diagnóstico definitivo mediante un examen histológico [4,7,13]. Por tanto, la resección del quiste es tanto diagnóstica como curativa al permitir el examen histológico [9]. Varias modalidades en el manejo de quistes nasolabiales incluyen marsupialización endoscópica, escisión quirúrgica, incisión y drenaje, inyección de agentes esclerosantes, aspiración simple y cauterización. Excluyendo la escisión quirúrgica completa y la marsupializaciónendoscópica, todas las demás modalidades tienen una alta tasa de recurrencia [8,13]. Sheikh et al. revisaron 79 artículos donde se presentaba 311 pacientes con quiste nasolabial y no reportaron una tasa de recurrencia significativa entre la escisión de marsupialización sublabial y transnasal [18,19]. Casi en toda la literatura publicada, la escisión quirúrgica completa se describe como el mejor tratamiento para el quiste nasolabial [6,13]. Este tiene éxito con una rara recurrencia del quiste [20]. Las indicaciones de la cirugía son establecer un diagnóstico, prevenir la infección del quiste y mejorar cualquier deformidad cosmética [13]. El abordaje implementado más regularmente es la enucleación intraoral mediante anestesia local mediante una incisión sublabial en el surco bucal superior, lo que permite que el campo quirúrgico sea más amplio y más garantía de una escisión completa sin desgarrar la mucosa nasal o entrar en el seno maxilar [5,8,9,13]. Como los quistes nasolabiales están situados cerca del piso de la cavidad nasal, puede ocurrir una perforación de la mucosa durante la escisión. Esta complicación no es poco frecuente y, una vez que ocurre, debe cerrarse con suturas para evitar la formación de fístulas oronasales [7]. Algunos autores defienden que cuando se producen pequeñas perforaciones, se pueden dejar sin tratar con un taponamiento suave en el vestíbulo; sin embargo, las perforaciones grandes deben suturarse [6,13]. Existen otras complicaciones como infección de la herida, tumefacción de los tejidos blandos y hematoma [21]. CONCLUSIÓN Su et al describieron en 1999 el uso del abordaje transnasal endoscópico para la marsupialización de los quistes nasolabiales, que es eficaz y sencilla, como
  • 7. alternativa a la técnica sublabial clásica [5]. Se supone que es un abordaje más fácil para lesiones grandes. El uso de este abordaje es especialmente ventajoso cuando el quiste se extiende hasta el piso de la nariz, lo que aumentaría el riesgo de perforación y los defectos con el abordaje sublabial convencional [22]. La marsupialización endoscópica, en comparación con la incisión convencional, es rápida y se puede realizar de forma ambulatoria, con un tiempo operatorio de aproximadamente 15 minutos para completar cada procedimiento [23, 24]. Además, el sangrado intraoperatorio fue mínimo y no se reportó dolor o edema posoperatorio [24]. Dado que el quiste nasolabial está revestido con epitelio respiratorio ciliado, se convierte por marsupialización en un seno en el suelo nasal anterolateral [22]. Está diseñado para convertirse en un seno paranasal sano con un buen drenaje y las mejores funciones de ventilación, sin la posterior acumulación de moco [23]. Sin embargo, si la ventana creada durante la marsupialización es demasiado pequeña, conduce a la reducción de la cicatriz anular alrededor del ostium y seguida por la acumulación de moco en el seno recién creado o la recurrencia del quiste [23]. Por lo tanto, la recurrencia reportada siguiendo esta modalidad en informes recientes [5, 17]. Otro método para extirpar quirúrgicamente el quiste nasolabial es la incisión de Neumann [25,26]. Es más comúnmente utilizado por endodoncistas para realizar alveoloplastias en lugar de extirpar quistes nasolabiales [25]. Aún así, este abordaje toma en consideración la compleja anatomía de los nervios y vasos sanguíneos de la región; por lo tanto, las alteraciones pueden ser locales y observarse con el abordaje sublabial descrito anteriormente, como sangrado y entumecimiento de los dientes, son mínimas [25]. La incisión de Neumann es particularmente útil cuando se trata de un quiste grande como una escisión completa del quiste y el mejor acceso a la apertura piriforme [25, 26]. En conclusión, los quistes nasolabiales son quistes raros de tejidos blandos. Se cree que su aparición es mayor que la reportada en la literatura. La escisión quirúrgica completa mediante un abordaje abierto realizado al paciente y que permitió el examen histológico, se consideró el mejor tratamiento para los quistes nasolabiales. Además, excluyendo la extirpación quirúrgica completa y la marsupialización endoscópica, todas las demás modalidades están asociadas con una alta tasa de recurrencia. Disponibilidad de datos y materiales Todos los datos generados o analizados durante este estudio incluidos en este artículo publicado y sus archivos de información complementaria. Abreviaturas CT: Tomografía computarizada RMI: Imagen de resonancia magnética Referencias Fuente: https://bmcsurg.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12893- 020-0677-3?fbclid=IwAR3qNLNpkTqg2ASSFTst- yx4u0Oj7p1qXL3xLGjgfM77eODa8Ai8B1L7_Es