1. HACIA UNA VELOCIDAD SEGURA
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HACIA UNA VELOCIDAD SEGURA
Por Juan M.MENÉNDEZ y Carlos NICOLÁS
Fija un límite de 90 km/h en unos 10.000 km de caminos convencionales
Antes de la primavera europea, entre febrero y marzo de 2019, entrará en vigor una modificación
de los límites de velocidad en los caminos españoles.
Un Real Decreto modificará el Reglamento General de Circulación (artículo 48) y fijará un cuadro
más simplificado de velocidades máximas.
En los caminos convencionales los límites serán 90 km/h (turismos, motos y ómnibus) y 80
km/h (resto de vehículos); en autovía y autopista habrá tres límites: para turismos y motos (120
km/h), camiones y furgonetas (90 km/h) y el resto de vehículos, incluidos ómnibus (100 km/h).
Como excepción, en vías convencionales con separación física de los dos sentidos de circu-
lación, el titular podrá fijar un límite máximo de 100 km/h para turismos y motos.
Las autocaravanas tendrán un límite de velocidad en función de su masa máxima autorizada y
los automóviles con remolque, vehículos de transporte escolar y de menores o mercancías pe-
ligrosas seguirán teniendo un límite de 10 km/h inferior a los citados. Y se añade un límite má-
ximo de 30 km/h en las vías sin pavimentar.
La razón de esta medida es que, a nivel internacional, se estima que reducir la velocidad en las
vías convencionales es clave para contener la siniestralidad.
Según el informe del Observatorio de la Seguridad Vial de la DGT, esta norma reducirá "un 10%
los muertos en estas vías". "Pequeñas variaciones de velocidad de circulación
suponen grandes beneficios en términos de seguridad", señala Álvaro Gómez, director
del Observatorio. Varios datos apoyan esa idea: en los caminos convencionales -que soportan el
77% de las muertes en siniestros en vías interurbanas- se produce el 75% de los siniestros con
víctimas y la velocidad inadecuada es la causa concurrente en el 20% de ellos (sube al 37% de
los siniestros mortales en vías interurbanas).
En 2017, de los 1.321 muertos en vías interurbanas, 1.013 fueron en vías convencionales,
"porcentaje que osciló durante los últimos diez años en el rango 76-80%", confirma
un informe del Observatorio de Seguridad Vial y la Subdirección General de Movilidad de la
Dirección General de Tránsito (DGT).
La velocidad inadecuada estuvo presente en 400 de esas muertes. Solo en los despistes desde
la calzada de un solo vehículo se produjeron 367 y en la mitad de los casos hubo velocidad
inadecuada. El índice de letalidad -número de muertos por cada cien víctimas de siniestro- de las
vías convencionales es de 2,7, casi el doble al de autovías y autopistas.
MENOS VELOCIDAD, MENOS SINIESTROS. "La velocidad influye directamente en la
frecuencia y gravedad de los siniestros viales", señala el informe "Velocidad y Riesgo
de Siniestro" de 2018 realizado por la OCDE y el Forum Internacional del Transporte (ITF), el
cual recuerda que "con más altas velocidades de conducción, el número de siniestros
y su gravedad crecen desproporcionadamente" y confirma que reducir la velocidad media
5 km/h en vías interurbanas reduce un 28% los siniestros mortales. (*)
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Por ejemplo, según el modelo Nilsson -comúnmente aceptado- un aumento del 1% en la velo-
cidad media aumenta 2% la frecuencia de accidentes con víctimas, 3% en la frecuencia de ac-
cidentes graves y 4% de accidentes mortales.
(*) Goo.gl/8RqDn2
El estudio de OCDE e ITF concluye que "el diseño de las vías y de los límites de ve-
locidad deben tener en cuenta las fuerzas que el cuerpo humano puede tolerar y
sobrevivir" y recomienda, calificándolo de razonable, un límite de 30 km/h "en todas las
áreas donde vehículos motorizados y usuarios vulnerables compartan el mismo
espacio" (zonas residenciales, áreas edificadas...); en áreas con intersecciones y alto riesgo de
choques laterales recomienda 50 km/h y en caminos sin separación física de sentidos, para
reducir el riesgo en choque frontal, 70 km/h.
Para la Comisión Europea (CE) la velocidad es determinante en el 30% de los siniestros mor-
tales, y destaca que su exceso aumenta el riesgo de sufrir siniestros y la probabilidad de lesiones
graves o de muerte.
"La velocidad es clave en la siniestralidad", resume Peter Broertjers, experto en segu-
ridad de la CE. Y Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de la Fundación
Mapfre, opina que "la reducción de la velocidad es una de las medidas más efecti vas
contra los siniestros de tránsito".
Según el Observatorio de Seguridad Vial, "la velocidad desempeña un papel fundamental
en el tipo de siniestro mortal más frecuente en camino convencional: el despiste
desde la calzada. Según su director, Álvaro Gómez, "el 36% de los muertos en caminos
convencionales en 2017 se implicó en despistes, de los cuales 1 de cada 2 estuvo
relacionada con la velocidad". Recientemente Hungría y Suecia redujeron temporalmente
sus límites de velocidad en los caminos. En el país nórdico, la reducción de 90 a 80 km/h en sus
vías redujo un 41% el número de muertos.
VELOCIDAD JUSTA, VELOCIDAD SEGURA. En 1984, la DGT lanzó su primera campaña de
concienciación sobre la velocidad bajo el lema "¿Velocidad? La justa. Ni más ni me-
nos". Treinta y cinco años después, la velocidad sigue siendo el caballo de batalla contra la
siniestralidad.
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Pero la velocidad justa no siempre es la que marcan las señales de limitación del camino, y que
constituye la velocidad legal, ni siquiera la aconsejada, también marcada en señales verticales
(S-7), sino la de un nuevo concepto que va imponiéndose –velocidad segura– y que apela a la
responsabilidad de cada conductor. ¿Qué es la velocidad segura? Es la que, en caso de si-
niestro, asegura que la probabilidad de lesiones a las personas implicadas no supera un de-
terminado umbral. Así: 30 km/h en zonas de convivencia con vulnerables, 50 km/h en caminos
con intersecciones, y 70 km/h en caminos con riesgo de choque frontal, son “velocidades se-
guras”.
Cada conductor debe tener en cuenta su capacidad y aptitud psicofísica, el estado del vehículo,
del camino y las condiciones climatológicas, para circular por debajo de los límites, a una velo-
cidad que le permita frenar, tomar las curvas, adelantarse… en definitiva, con tiempo y espacio
suficiente para no sufrir un siniestro, ni dejar nada al azar. Las organizaciones internacionales
más representativas en seguridad vial defienden la aplicación de los principios del “sistema
seguro”, lo cual supone pasar de un escenario en el que los límites de velocidad se movían en
equilibrio entre las necesidades de movilidad y la seguridad, a otro en el que la seguridad es el
requisito básico y los demás elementos se supeditan a ella. Este sistema, mediante un límite de
velocidad seguro, trata de minimizar las consecuencias negativas de un potencial siniestro.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la OCDE recomiendan un límite de 70 km/h
para las vías interurbanas sin separación de sentidos.
EN LÍNEA CON EUROPA. La reducción de la velocidad en las vías convencionales
españolas sigue la tendencia europea. España estaba en el reducido grupo de
países (Austria, Alemania, Irlanda, Polonia y Rumanía) que mantenía n un límite de
100 km/h en vías convencionales, a los que hay que sumar el Reino Unido, con 96
km/h. Ejemplo de este cambio es Francia, que, el pasado 1º de julio, para reducir
la siniestralidad, bajó de 90 a 80 km/h el límite de velocidad en sus convencionales
sin separador central -400.000 kilómetros y 55% de sus accidentes-. En la misma
línea está Suecia -puntera en seguridad vial- quien fijó su límite en 70 km/h.
Más metros, más fuerza, más riesgo
La velocidad influye en forma decisiva en la frecuencia y gravedad de los siniestros. Por
ejemplo, un frenazo instantáneo causaría graves lesiones a los ocupantes, y la distancia de
frenado depende del cuadrado de la velocidad a la que se circula (al duplicarla se cuadruplica
la energía cinética a disipar), a mayor velocidad, mayor distancia para detenerse. A mayor
velocidad, más metros se recorren sin frenar en el tiempo de reacción –en el que el conductor
se da cuenta de la situación y pisa el freno– que se sitúa, como media, en 1 segundo (2, si está
cansado). En 1 segundo, a 50 km/h se recorren 14 metros y a 90 km/h, 25. El riesgo de morir
en un choque o vuelco también crece con la velocidad. Un estudio del departamento de
Transportes del Reino Unido sobre siniestros reales halló que a 48 km/h existe un 3% de
posibilidad de morir; a 64 km/h, un 19%; a 80 km/h, un 65% y a 96 km/h el riesgo es del 92%.
Al duplicar la velocidad el riesgo de morir en choque frontal se multiplica por 30.
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La medida española también reduce el diferencial de velocidad entre vehículos ligeros (90 km/h)
y pesados (80 km/h), una demanda de los sectores profesionales y que es común en el resto de
países europeos y que los expertos aseguran que reduce el riesgo de siniestros.
HACIA LA VELOCIDAD SEGURA. En los límites marcados, la velocidad es elección del con-
ductor. La teoría en torno de la velocidad segura es conocida: el conductor debe adaptar su
marcha a las condiciones atmosféricas (lluvia, hielo...), a sus propias limitaciones o experiencia.
Aunque la mayoría de los conductores se muestran de acuerdo con este principio, las
encuestas indican que en la práctica no lo cumplen.
El asunto es complejo, pero la velocidad segura es la misma para todos: la que
protege a todos los usuarios, dentro y fuera del vehículo.
Tecnologías antivelocidad
Las asistencias electrónicas a la conducción, como el Indicador de límite de velocidad (SLI) o
el Control de Crucero Adaptativo (ACC) evitan siniestros o mitigan sus consecuencias. Según
un estudio de la DGT, la implantación general de estos sistemas reduciría la gravedad de los
siniestros un 57% y evitaría 51.000. Según el Consejo Europeo de la Seguridad en el
Transporte, el Asistente Inteligente de Velocidad (ISA) en todos los vehículos reduciría un
20% el número de muertos y un 30% los choques y vuelcos. “Las ayudas electrónicas podrían
salvar 25.000 vidas entre 2022 y 2037”, apunta Graziella Jost, investigadora del ETSC.
Jesús Monclús (Fundación MAPFRE) explicó que “si todos los vehículos tuvieran instalado un
control inteligente de la velocidad, habría 400 víctimas menos al año en España”. Los ISA se
basan en el reconocimiento de señales a través de videocámaras y un GPS con acceso a una
base de datos con los límites de velocidad vial. Si se supera la velocidad máxima, el sistema
alerta a través de una pantalla y una señal sonora, pero el conductor siempre puede desac-
tivarlo con el acelerador. Los ISA están disponibles para ser introducidas en los automóviles.