3. Antecedentes
• Hasta hace poco se consideraba que los trastornos
del sueño y la vigilia constituían un problema sobre
todo para los sectores de más edad de nuestra
población. Fue a partir de los años 80 cuando una
serie de investigaciones sugirieron la alta prevalencia
de estos trastornos. Sin embargo, el dato más
revelador fue que estos pacientes manifestaron que el
origen de su problema se remontaba a cuando tenían
10 o menos años.
Inmediatamente surgió la idea de que si sería posible
prevenir el desarrollo de muchas de las alteraciones
más crónicas del sueño en adultos mediante una
mejor evaluación y tratamiento dirigido a este objetivo
en los más jóvenes.
Hoy en día, no tan sólo se reconoce la importancia de
la intervención temprana en estos trastornos, sino que
se considera esencial su tratamiento a fin de reducir la
considerable disfunción social y escolar que puede
ocasionar en los niños y adolescentes que lo padecen.
5. Sueño del niño
En la evolución asociada a la edad aparecen diferencias
cuantitativas y cualitativas. Un niño recién nacido duerme
entre 16 y 20 horas; tiene de 5 a 6 periodos de vigilia-
sueño y fracciones de sueño de 3 horas de duración. A los
3 meses el número de horas dedicadas a dormir se reduce
a 14-15 horas aproximadamente.
El bebé cada vez duerme más por las noches aumentando
de esta forma la vigilia durante el día. A los 6 meses
duerme unas 14 horas, la mayor parte por la noche,
aunque todavía sigue haciendo dos periodos de sueño al
día.
A medida que el niño crece el número de horas que
necesita dormir se va reduciendo y, la mayoría, no precisa
dormir durante el día y si lo hacen es con siestas de poca
duración.
6. Diferencia con el sueño
del adulto
Otra diferencia destacable con el sueño del adulto es que
las fases son diferentes. En los bebés el sueño
paradójico (fase del sueño en el que se está más relajado
y los ojos se mueven rápidamente por lo que se
denomina también sueño REM “Rapid Eye Movement”)
ocupa un 50% del total del sueño.
En la edad adulta este porcentaje se reduce al 20%.
Esta fase, según la mayoría de expertos, tiene una
función de maduración, siendo la razón por la que los
bebés pasan en ella más tiempo. La explicación, pues, es
meramente biológica.
En cuanto a la proporción de sueño profundo y sueño
ligero, se sabe que el sueño profundo de un adulto ocupa
el 80% del tiempo y el sueño ligero un 20%, mientras que
en un niño el sueño ligero ocupa la mitad del tiempo que
pasa durmiendo.
7. Clasificación Trastornos
Sueño DSM-IV
A- Trastornos primarios del sueño:
Aquellos que no se deben a enfermedad
médica, a otra enfermedad mental o a la
ingesta de sustancias. Estos trastornos
son consecuencia de alteraciones
endógenas en los mecanismos del ciclo
vigilia-sueño, que con frecuencia se ven
agravadas por factores de
condicionamiento. Dentro de este
apartado se incluyen:
8. B- Trastornos del sueño debido a
enfermedad médica: Alteraciones del sueño
como consecuencia de los efectos
fisiológicos directos de una enfermedad
médica sobre el sistema sueño-vigilia.
C- Trastornos del sueño relacionados con
otro trastorno mental: Alteraciones del
sueño debidas a un trastorno mental
diagnosticable, que es de suficiente
gravedad como para merecer atención
clínica independiente.
9. Disomnias: Parasomnias:
Caracterizadas por trastornos de
la cantidad, calidad y horario del
sueño
Caracterizadas por
acontecimientos o conductas
anormales asociadas al sueño, a
sus fases específicas o a los
momentos de transición sueño-
vigilia.
a) Insomnio a) Pesadillas
Insomnio psicofisiológico
Insomnio ideopático
Insomnio debido a hábitos
incorrectos
b) Hipersomnia b) Terrores Nocturnos
c) Narcolepsia c) Sonambulismo
d) Trastornos del sueño
relacionados con la respiración
d) Otros Trastornos:
e) Trastornos del ciclo circadiano Bruxismo
Somniloquia
Jactatio capitis nocturno
11. Disomnias
Las disomnias
pueden definirse
como trastornos
primarios del inicio o
mantenimiento del
sueño o de excesiva
somnolencia. Se
caracterizan por
alterar
significativamente la
cantidad, calidad u
horario del sueño. A
continuación se
exponen algunas de
13. El insomnio constituye una de las quejas más frecuentes en las
consultas pediátricas y de psicología infantil.
Según algunos autores, a partir de los 6 meses, se considera que un
niño sufre insomnio si al menos dos veces por semana necesita más de
45 minutos para quedarse dormido, o si se despierta totalmente al
menos una vez por semana, durante la noche, sin poder dormirse de
nuevo.
Se trata de una de una dificultad manifiesta en el niño, para el inicio o
mantenimiento del sueño. Así, se puede manifestar como dificultad para
conciliar el sueño una vez acostado (insomnio de inicio) o como un
despertar temprano con incapacidad para volverse a dormir (insomnio
avanzado).
Si el despertar o despertares tienen lugar cuando se ha dormido al
menos durante 6,5 horas seguidas no se suelen considerar patológicos.
Como se expone más adelante hay diferentes tipos y las causas del
mismo pueden ser muy variadas. Desde malos hábitos adquiridos a
problemas de tipo orgánico.
El insomnio infantil
14. Tipos de insomnio
a) Insomnio debido a hábitos
incorrectos
b) Insomnio por causas
psicológicas
c) Insomnio psicofisiológico
d) Insomnio producido por alergia
a los alimentos
e) Insomnio ideopático
16. Hipersomnia
• Se trata de un trastorno del sueño que consiste en
una excesiva cantidad de sueño con incremento de la
somnolencia diurna. El sueño puede prolongarse más
de ocho horas llegando hasta 12 con dificultad para
levantarse. Pese a ello, puede haber necesidad de
volver con frecuencia durante el día a la cama.
Para realizar el diagnóstico de hipersomnia primaria
es necesario descartar antes que ésta sea debida a
enfermedad médica o esté relacionado con abuso de
sustancias.
Es poco frecuente en población infantil y no se
dispone de datos exactos de su prevalencia.
Su etiología no está muy clara y frecuentemente la
encontramos como síntoma de otros trastornos.
El tratamiento consiste básicamente en la
administración de fármacos estimulantes por la
mañana o la noche.
17. Narcolepsia
La Narcolepsia es un trastorno que
se caracteriza por la presencia de
cuatro síntomas que representan la
denominada “tétrada narcoléptica”
(APA, 2.000):
1. Somnolencia diurna
2. Cataplexia
3. Alucinaciones
4. Parálisis del sueño
18. Somnolencia diurna
• Se acompaña de ataques
repentinos de sueño. Estos
episodios pueden durar en torno a
15 o 20 minutos, aunque pueden
llegar hasta una hora. Se suelen
describir como imprevisibles e
incontrolables por lo que pueden
tener lugar en las situaciones
menos apropiadas (trabajo,
conduciendo...). Los individuos que
padecen el trastorno pueden tener
de 2 a 6 episodios diarios de
ataques de sueño.
19. Cataplexia
• Se trata de una pérdida de tono
muscular, ocurre en el 70% de los
individuos con narcolepsia y puede
manifestarse con síntomas como
pesadez de los parpados o de los
brazos. En algunos casos la pérdida
de tono muscular es total y se
produce el desplome del cuerpo. El
fenómeno suele durar poco tiempo
y el sujeto se mantiene consciente.
La cataplexia suele producirse por
estímulos emocionales potentes.
20. Alucinaciones
• Entre el 20 y 40% de los
individuos con narcolepsia sufren
también alucinaciones en forma
de imágenes intensas de
ensoñación antes de dormirse o
también justo al despertarse,
pudiendo ser también auditivas o
cinestésicas.
21. Parálisis del sueño
• Lo pueden padecer entre el 30 y el 50%
de los individuos con el trastorno.
La parálisis del sueño consiste en un
periodo de inhabilidad para realizar
movimientos voluntarios al inicio del
sueño o al despertarse ya sea durante
la noche o la mañana.
-La Narcolepsia, es muy poco frecuente
durante la infancia y suele establecerse
durante la adolescencia y la juventud.
Lo más característico es que en primer
lugar aparezcan los síntomas de
hipersomnia diurna, adquiriendo
relevancia clínica durante la
adolescencia.
22. Trastornos relacionados
con la respiración
El Síndrome de apnea del sueño infantil se
caracteriza por la presencia de episodios de
obstrucción parcial o total de la vía aérea
superior que aparecen durante el sueño. 7
Ello produce despertares frecuentes,
rompiendo el ciclo del sueño y provocando
somnolencia diurna.
23. Trastornos relacionados
con la respiración
Se han descrito tres tipos diferenciados
• Obstructiva: Ausencia de la señal respiratoria
en presencia de esfuerzo respiratorio.
(movimientos toracoabdominales).
• Central: Ausencia de señal respiratoria y
ausencia de esfuerzo respiratorio (no se
detectan movimientos toracoabdominales).
• Mixta: Apnea que habitualmente comienza
como central y termina con un componente
obstructivo.
24. Trastornos del ciclo
circadiano
Aquí se incluyen los trastornos del sueño
debidos a una mala sincronización entre el
horario de sueño deseado (el establecido
conforme a la normativa social) y el real. Se trata
de un desajuste por el que la persona no puede
dormir cuando lo desea. El resultado es que se
producen episodios de sueño en horas
inadecuadas y somnolencia durante los
momentos de actividad diurna.
Una causa bien conocida de las alteraciones del
ciclo circadiano es el conocido Jet Lag o cambio
de horario que sufren las personas cuando
efectúan un viaje a un país con distinto horario al
de origen.
25. En niños y adolescentes, es más
habitual la alteración del ciclo debido a
la denominada fase de sueño retrasada.
Se caracteriza por una dificultad inicial
de conciliación del sueño pero con
mantenimiento del mismo una vez
iniciado. El resultado es que hay gran
dificultad para levantarse al inicio de la
mañana y se tiende a prolongar la
estancia en cama, lo que a su vez,
repercute negativamente con la
necesidad de dormir antes por la noche.
27. Parasomnias
Se denominan parasomnias a aquellos
trastornos del sueño caracterizados por
acontecimientos o conductas anormales
asociadas al sueño, a sus fases específicas o
a los momentos de transición sueño-vigilia.
Por regla general, no son excesivamente
graves en la infancia.
El diagnóstico se fundamenta en una historia
clínica detallada y sólo en escasas situaciones
es necesario recurrir a la polisomnografía para
efectuar un diagnóstico diferencial.
28. Parasomnias
Las parasomnias más habituales son:
• Pesadillas
• Terrores Nocturnos
• El Sonambulismo
• Bruxismo
• Somniloquia
• Jactatio capitis nocturno
30. Pesadillas
Se trata de uno de los trastornos más frecuentes en la
infancia. Podemos definirlo como un sueño largo muy
elaborado, con riqueza de detalles y que provoca en el
niño una fuerte sensación de ansiedad, miedo o terror.
El contenido de los mismos es muy variado pero
siempre existe un componente de peligro para la
integridad física del niño. Por lo general no hacen
referencia a situaciones reales (salvo en aquellos niños
que han sufrido situaciones traumáticas).
El episodio suele terminar con el despertar del niño,
volviendo éste a un estado de plena alerta y con la
sensación de miedo o ansiedad todavía presente.
A diferencia de lo que ocurre con los terrores
nocturnos, el niño, normalmente, es capaz de relatar
con todo detalle el sueño, sus personajes,
circunstancias y hechos que se han ido sucediendo.
31. Pesadillas
Para algunos autores las pesadillas constituyen una
expresión del proceso evolutivo de maduración del sistema
psíquico y la puesta en marcha de mecanismos
defensivos.
Cuando son muy frecuentes, sí que se ha asociado a niños
con un perfil de inseguridad por algún motivo familiar,
escolar u otro.
Son también habituales en niños que han estado
separados de sus madres durante un largo periodo de
tiempo o si son hospitalizados.
Según el DSM-IV, la prevalencia oscila entre un 10-50% en
niños de 3 a 5 años. El primer episodio suele aparecer por
primera vez entre los 3 y 6 años. Normalmente estos
episodios se superan con la edad y no necesitan ningún
32. PESADILLAS TERRORES NOCTURNOS
Normalmente el niño se despierta durante el episodio y
recuerda el contenido del sueño.
A pesar de que puede incorporarse de la cama e incluso
llorar o gritar, resulta muy difícil despertarle. No recordará
nada.
Los contenidos del sueño recordados son muy
elaborados.
Contenidos inexistentes o muy vagos del episodio.
Durante los episodios no suelen aparecer movimientos
ni vocalizaciones ya que no existe tono muscular. En el
caso de que aparezca alguna palabra o grito indica el
final de la pesadilla.
Pueden aparecer verbalizaciones y/o vocalizaciones por la
presencia de tono muscular.
Al despertarse: sensación de miedo y ansiedad
asociadas al recuerdo de las imagenes oníricas.
Se experimenta una intensa ansiedad con gran activación
autonómica.
Aparecen en la fase de sueño REM. Aparecen en el sueño No REM.
Suelen darse en la segunda mitad de la noche. Se dan en la primera mitad de la noche.
Inicio entre los 3 y 6 años. Inicio entre los 4 y 12 años.
Suelen remitir a medida que el niño se hace mayor. Suelen desaparecer con el tiempo y normalmente no
precisan tratamiento farmacológico.
34. Los Terrores Nocturnos
Los denominados Terrores Nocturnos son menos frecuentes
que las pesadillas, no obstante, tienen también una alta
incidencia en la población infantil.
Durante el episodio es habitual que el niño se siente
bruscamente en la cama y comience a gritar y llorar con una
expresión facial de terror y signos de intensa ansiedad. A
diferencia de lo que sucede en las pesadillas, no suele
despertarse fácilmente a pesar de los esfuerzos de otras
personas que tratan de sacarlo del trance desagradable. Si
finalmente se consigue, el niño se muestra confuso,
desorientado durante unos minutos y con una cierta sensación
de temor pero no tan acusado como en el caso de las
pesadillas. No hay recuerdo del sueño y si no se ha
despertado totalmente vuelve a dormir inmediatamente sin
recuerdo de lo sucedido al día siguiente.
Según DSM-IV, la prevalencia de los terrores nocturnos en
población infantil es de 1-6%, siendo más frecuente en niños.
Normalmente se inicia en niños de edades comprendidas
entre 4 y 12 años, remitiendo espontáneamente durante la
adolescencia.
35. Terrores nocturnos
Los terrores nocturnos suelen aparecer en las fases 3 y 4 del
sueño No REM, normalmente en la primera mitad de la noche.
Los niños con terrores nocturnos no presentan una mayor
incidencia de trastornos mentales o psicopatológicos que la
población general a diferencia de lo que se suele observar con
población adulta. La tensión emocional y la fatiga parecen
incrementar la aparición de estos episodios. Hechos
traumáticos recientes (hospitalizaciones, separación de la
madre, muerte ser querido, etc.) son factores de riesgo que
pueden desencadenar y mantener los episodios.
Algunos autores defienden un componente hereditario en los
terrores nocturnos e incluso se apuntan factores genéticos (el
96% de los sujetos de un estudio con terrores nocturnos
tenían familiares en primer, segundo o tercer grado con el
trastorno). Sin embargo, esto no debe minimizar la influencia
de los factores externos o ambientales como el estrés, cuya
presencia se asocia de forma muy evidente con algunos de
estos episodios.
37. El sonambulismo
La característica esencial del sonambulismo es la
existencia de episodios en los que el niño se incorpora
de forma brusca de la cama e incluso puede levantarse
y comenzar a deambular. Los ojos se mantienen
abiertos y la mirada fija. El niño puede pronunciar una o
algunas palabras normalmente sin coherencia. También
puede llevar a cabo conductas más complejas como
andar por la habitación o estancia, abrir o cerrar puertas
, ventanas y otras, menos frecuentes, como lavarse o
comer. Todo ello sucede con total indiferencia hacia las
personas u objetos que puedan estar en su entorno
inmediato.
Estos episodios suelen durar unos minutos y tienen
lugar en el primer tercio de la noche (sueño de ondas
lentas) y a menos que se le despierte mientras sucede,
no recordará nada al día siguiente.
38.
39. El episodio de sonambulismo puede terminar de diferentes formas.
Normalmente el sujeto, tras realizar la actividad, vuelve a la cama y
sigue durmiendo, produciéndose el olvido a la mañana siguiente. En
otros casos, el sujeto puede despertarse durante el mismo y presentar
gran desorientación. Otra posibilidad es que acabe acostándose en
otro lugar diferente.
Las causas del sonambulismo no están todavía muy claras y se
apuntan, entre otros, causas psicológicas, genéticas y también de
déficits en el desarrollo madurativo. No obstante, sí se conocen
algunos factores que pueden aumentar la frecuencia de los mismos.
Así, los estados febriles, la deprivación del sueño, sueño irregular,
abuso de alcohol, ruidos externos y fármacos o trastornos que
produzcan una desestructuración del sueño de ondas lentas, son
factores de riesgo.
Respecto a la edad de inicio del trastorno tampoco hay unanimidad en
los diferentes estudios. Algunos autores lo sitúan entre los 4 y 8 años,
mientras otros apuntan el intervalo de 10 a 14. A este respecto hay
que añadir que por experiencia propia y casos suficientemente
documentados, el sonambulismo está presente, en algunos casos, a
edades anteriores a los 7 u 8 años de edad, alcanzando su máxima
frecuencia a los 11/12 años y desapareciendo progresivamente a
partir de los 15/16 años.
41. Bruxismo
Se trata del “chirriar de dientes” que se produce por la contracción
excesiva de los maxilares produciendo un ruido característico y, a
veces, molesto aunque raramente despierta al niño. En los casos más
severos puede producir el desgaste en dientes y encías.
A pesar de que puede aparecer a cualquier edad es fenómeno
particularmente frecuente en la infancia. Se cree que entre el 3 y el
12% de los niños de edades comprendidas entre los 3 y 7 años
podrían sufrirlo.
Estos episodios pueden aparecer en cualquier momento del sueño y
el niño no suele ser consciente de esta conducta por lo que su queja
principal está más relacionada con dolor en la mandíbula y
sensibilidad en los dientes durante el día que con problemas
asociados al sueño.
Respecto a las causas se apuntan factores de carácter físico,
psicológico y neurofisiológico pero todavía sin concretar. Algunos
estudios apuntan un aumento de estas manifestaciones en niños con
estados de ansiedad y en aquellos que presentan malformaciones
maxilo-faciales.
43. Somniloquia
Es un fenómeno inocuo, que suele llamar mucho la
atención de los padres y que, en ocasiones, produce
preocupación. Consiste en episodios de hablar durante el
sueño. Se trata normalmente de la emisión de palabras
ininteligibles o conjunto de ellas formando frases cortas.
Pueden acompañarse de risas, gritos o llantos. No suelen
despertar al niño pero pueden resultar molesto para otros.
Estas manifestaciones son muy frecuentes en la población
infantil. Alrededor del 50% de la población de niños de 3 a
10 años presenta somniloquios al menos una vez al año.
Puede aparecer durante el sueño de ondas lentas y en el
paradójico. En el primer caso el contenido es más
elaborado, en el segundo el contenido es más pobre y
suele estar relacionado con hechos recientes.
45. Jactatio capitis nocturno
Este trastorno consiste en efectuar golpes rítmicos de la cabeza
contra la almohada o movimientos de balanceo de todo el
cuerpo al intentar conciliar el sueño.
Estos episodios generalmente se consideran inofensivos y no
dejan secuelas. No obstante hay que tener la suficiente
precaución para que en la cama del niño no haya superficies
duras sobre las que el niño pueda golpearse. Suele comenzar a
los 9 meses y no suele persiste más allá de los 4 años. Suele
remitir progresiva y espontáneamente.
Hay discrepancias entorno a su origen y función. Para algunos
autores se trataría de una conducta ritual del adormecimiento;
para otros un trastorno de conducta aprendida que reproduce
los movimientos que los padres realizan al acunar al niño.
Finalmente hay hipótesis que apuntan la posibilidad de un
retraso madurativo del Sistema Nervioso Central.