El documento define la virtud como un hábito operativo bueno que ayuda a cada persona a servir mejor a los demás. Explica que existen cuatro virtudes cardinales (prudencia, templanza, justicia y fortaleza) y tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) que mejoran a la persona. Además, señala que los valores y virtudes están interrelacionados y que desarrollar las virtudes conduce a la madurez personal.