1. INMUNIDAD HUMORAL
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Autor: Gustavo Martínez Vera
Co- Autor: Dr. Jorge Cañarte Alcívar
Universidad Técnica de Manabí, Facultad de Ciencias de la Salud,
Escuela de Medicina, Programa de: Inmunología
Portoviejo, Manabí, Ecuador
Junio-2017
Resumen
La inmunidad humoral es el principal mecanismo de defensa contra los microorganismos
extracelulares y sus toxinas, en el cual los componentes del sistema inmunitario que atacan
a los antígenos, no son las células directamente, sino los anticuerpos secretados por la
activación antigénica.
En la respuesta específica humoral las células no atacan directamente a los antígenos. Son
las proteínas llamadas anticuerpos, liberadas por las células plasmáticas, las que actúan
contra los antígenos; la respuesta de anticuerpos en contra de los antígenos no proteicos
(lípidos, polisacáridos) no requieren la participación de linfocitos T cooperadores, por lo
que son llamados antígenos T-independientes. Las células que producen los anticuerpos
son las células plasmáticas, un tipo especial de linfocito B que se especializa en la
producción de un anticuerpo particular y específico.
Palabras clave: Anticuerpo, antígenos, anfitrión, epítopos, autoinmunidad,
inmunoglobulina.
2. Introducción
Nuestro organismo en su proceso de evolución se fue enfrentando a diferentes agentes externos,
como son bacterias, virus y otros microorganismos, para los cuales tuvo que desarrollar una manera
para sobrevivir al ataque de estos, formando su sistema inmune, nuestro sistema inmune tiene dos
formas por las cual defenderse, inmunidad celular e inmunidad humoral. La principal diferencia
entre la inmunidad celular y la inmunidad humoral son los efectores que en ella intervienen. En la
inmunidad celular los mediadores son células, principalmente linfocitos T, en cambio, en la
inmunidad humoral son los anticuerpos. Sin embargo cabe destacar que no es posible hablar
de estos dos tipos de respuesta inmunitaria de forma totalmente independiente. Las células
participan en la iniciación delas respuestas con anticuerpos y los anticuerpos constituyen un nexo
imprescindible en algunas reacciones mediadas por células.
A grandes rasgos decimos que la inmunidad celular actúa contra microorganismosintracelulares. Su
proceso de actuación se basa en que las células presentadoras de antígenos procesan y presentan
dichos antígenos en su membrana mediante el Complejo Mayor de Histocompatibilidad (CMH).
Los linfocitos T citotóxicos (CD8+) reaccionan con el CMH I y los linfocitos T colaboradores o
helper (CD4+) con el CMH II que son reconocidos por el receptor T que dichos linfocitos
presentan en su membrana. Será entonces cuando los linfocitos T activarán toda la cascada de
señales y reacciones que harán frente a la infección. En cambio la inmunidad humoral actúa contra
microorganismos extracelulares. En primer lugar las células B reconocen el antígeno y son
activadas por la acción de los linfocitos T. Esto produce la expansión clonal de los linfocitos B
encargados de segregar anticuerpos, principalmente IgM, y dependiendo del estímulo IgG, IgA o
IgE. Los anticuerpos liberados se fijan a los antígenos o microorganismos y los desactivan.
3. MARCO REFERENCIAL:
La inmunidad humoral es la respuesta
específica del sistema inmune en la que
interviene el reconocimiento de antígenos y la
producción de anticuerpos1
. Esta inmunidad
más que todo actúa de manera mucho más
compleja debido a que secretan sustancias
letales para actuar frente a microorganismos
patógenos. A diferencia de la inmunidad
celular, en la que los microorganismos y sus
toxinas son atacados directamente por
células, en la inmunidad humoral el ataque se
produce con anticuerpos que inactivan y
marcan los agentes potencialmente peligrosos
para que sean destruidos.
INMUNIDAD HUMORAL EN UNA
VISTA MOLECULAR
La inmunidad humoral es parte de
la inmunidad adquirida, también llamada
adaptativa, y se activa en respuesta a un
ataque específico. La inmunidad humoral está
conformada por células de ataque lesivo
denominados anticuerpos (Ig) con
capacidades específicas para cualquier
antígeno (microorganismos patógenos,
toxinas, microbios). Los anticuerpos son
proteínas circulantes que se producen en los
vertebrados en respuesta a la exposición a
estructuras extrañas conocidas como
antígenos2
. Es decir, que estas sustancias que
forman parte de las respuestas inmunitarias y
estas circulan por el torrente sanguíneo,
controlando de manera coordinada cuando
exista alguna infección, para reaccionar de
manera favorable en la protección del
anfitrión.
Como ya sabemos, los anticuerpos son los
encargados de defender al organismo, pero
estas sustancias son secretados por los
linfocitos B, que una vez que cumplan la
función de formar anticuerpos, éstos se
denominarán células plasmáticas.
Los antígenos son moléculas, principalmente
de carácter proteico, que se suelen situar en la
superficie de los microorganismos, como
virus y bacterias. Existen diferentes cepas de
linfocitos B, cada una diseñada para
reconocer antígenos específicos3
. Los
isótopos de inmunoglobulina (Ig) que
aparecen en los seres humanos son las Ig A,
D, E, G y M (Figura 1); estos cumplen
diferentes funciones para lograr un afecto de
protección hacia el organismo.
Esta enorme diversidad de anticuerpos
permite al sistema inmune reconocer una
diversidad igualmente elevada de antígenos.
La única parte del antígeno reconocida por el
anticuerpo se denomina epítopo4.
Estos
epítopos se unen con su anticuerpo en una
interacción altamente específica que se
denomina adaptación inducida, que permite a
los anticuerpos identificar y unirse solamente
a su antígeno único en medio de los millones
de moléculas diferentes que componen
un organismo.
El reconocimiento de un antígeno por un
anticuerpo lo marca para ser atacado por otras
partes del sistema inmunitario5
. Los
anticuerpos también pueden neutralizar sus
objetivos directamente, mediante, por
ejemplo, la unión a una porción de
un patógeno necesaria para que éste provoque
una infección.
4. Figura 1. Estructura del anticuerpo.
La extensa población de anticuerpos y su
diversidad se genera por combinaciones al
azar de un juego de segmentos genéticos que
codifican diferentes lugares de unión al
antígeno (o parátopos), que posteriormente
sufren mutaciones aleatorias en esta zona del
gen del anticuerpo, lo cual origina una
diversidad aún mayor6
. Es decir que los genes
de los anticuerpos también se reorganizan, lo
que hace que cambie la base de las cadenas
pesadas por otra, creando un isotipo de
anticuerpo diferente que mantiene la región
variable específica para el antígeno marcado.
(Ver figura 1).
La mayoría de las funciones efectoras de los
anticuerpos están mediadas por las regiones C de
la cadena pesada, es decir que esto hace que los
cambios en su función induce la unión de los
antígenos en la zona de unión variable, en la zona
más alejada del anticuerpo.
ORIGEN DE LA INMUNIDAD
HUMORAL
Las células responsables de la respuesta
inmunitaria humoral son los linfocitos B, que
en los mamíferos maduran en la propia médula
ósea (la “B” es la inicial de bone, hueso en
inglés). Los linfocitos B tienen la capacidad de
sintetizar unas proteínas,
denominadas inmunoglobulinas, que
constituyen la base de la respuesta inmunitaria.
Hay dos tipos principales de
inmunoglobulinas: las inmunoglobulinas de
membrana (mIg) y las inmunoglobulinas
circulantes, también llamadas anticuerpos, que
son los auténticos efectores de la respuesta
inmunitaria humoral
Formando parte de la membrana de los
linfocitos B se encuentran unos complejos
receptores de las células B (BCR), cuya parte
específica es una inmunoglobulina de
membrana. La misión de estos complejos
receptores es reconocer a los antígenos como
etapa inicial de la respuesta inmunitaria.
Existen unos 150.000 moléculas de mIg la
membrana de cada linfocito, siendo todas ellas
específicas del mismo antígeno. Cuando un
antígeno entra en contacto con los complejos
receptores se desencadena una reacción
intracelular que da lugar a la síntesis de
numerosas moléculas de anticuerpos
específicos que son secretados al medio
extracelular, donde pueden ejercer su acción
sobre las moléculas del antígeno.
INMUNIDAD HUMORAL EN LAS
ENFERMEDADES
En la ginecología el sistema inmunitario
comprende un eslabón esencial para la
inmunidad del feto.
El embarazo constituye una paradoja desde
un punto de vista inmunológico ya que los
mecanismos normales de protección contra
las infecciones son potencialmente capaces
de rechazar y destruir al feto debido a que
éste puede ser visto por el sistema inmune
materno como un injerto semialogénico7
.
5. Sin embargo, un amplio repertorio de
estrategias de evasión del sistema inmune
contribuye a la sobrevivencia del feto durante
la gestación; además se considera al útero
gestante como el lugar inmunológico
privilegiado, debido a que es aquí donde el
feto podrá desarrollarse de forma normal, y
por ende estar capacitado para que una vez
fuera del vientre de la madre, poder
defenderse por sí solo de los
microorganismos patógenos.
Entre las 20-30 semanas en la Inmunidad
humoral las células B secretan anticuerpos y
en la Inmunidad celular hay un incremento
gradual de los linfocitos T secretores de
citoquinas; y se incrementa gradualmente el
transporte transplacentario de IgG8
.
Como sabemos este tipo de inmunidad de
madre al feto, se la denomina inmunidad
pasiva, y esto se debe a que la madre en la
etapa de lactancia, le traspasa al niño IgG, la
cual se desintegrara luego de un tiempo por lo
que el neonato comenzara a producir sus
propios Anticuerpos, y por consiguiente su
propio mecanismo de defensa contra
microorganismos patógenos.
La mayor función de la IgG en defensa del
huésped es proporcionar actividad opsónica
para bacterias piógenas y actividad
neutralizante para virus. Los prematuros
nacidos antes de las 32 semanas de gestación
tienen una profunda deficiencia de IgG10
.
En el cáncer, la inmunidad adaptativa es la
más relacionada con la respuesta inmune
contra tumores11
. El cáncer es el nombre
común que recibe un conjunto de
enfermedades relacionadas en las que se
observa un proceso descontrolado en la
división de las células del cuerpo.1
Puede
comenzar de manera localizada y diseminarse
a otros tejidos circundantes9
. En general
conduce a la muerte del paciente si este no
recibe tratamiento adecuado. Se conocen más
de doscientos tipos diferentes de cáncer. Los
más comunes son: de piel, de pulmón, de
mama y colorrectal15
. La inmunidad humoral
se desarrolla después de un primer contacto
con un agente extraño, y es ésta es mediada
por receptores específicos en la membrana de
los linfocitos, lo que se conoce como
memoria inmunológica humoral. Esto quiere
decir que los linfocitos B son los
responsables de la respuesta inmunitaria
antitumoral.
Dentro de la Diabetes mellitus, en Argentina
se realizó un estudio sobre esta enfermedad y
la detección y caracterización de
autoanticuerpos anti-ZnT8. La diabetes
mellitus (DM) es un conjunto de trastornos
metabólicos, cuya característica común
principal es la presencia de concentraciones
elevadas de glucosa en la sangre de manera
persistente o crónica, debido ya sea a un
defecto en la producción de insulina, a una
resistencia a la acción de ella para utilizar la
glucosa, a un aumento en la producción de
glucosa o a una combinación de estas causas.
También se acompaña de anormalidades en el
metabolismo de los lípidos, proteínas, sales
minerales y electrolitos15
. El transportador de
Zn8 (ZnT8), identificado como el cuarto
autoantígeno inmunodominante en la diabetes
mellitus (DM) tipo 1, presenta un
polimorfismo en el residuo 325 (Arg/Trp) 12.
.
En ese contexto, aún no se encuentra definido
el papel de este residuo en la
inmunorreactividad de los autoanticuerpos
anti-Znt8.
El ZnT8 participa en el transporte de Zn2+
desde el citoplasma hacia el interior del
gránulo de secreción de insulina. La
presencia del catión es esencial para el
almacenamiento de la insulina, como
6. hexámero con 2 cationes Zn2+
, y para la
secreción de la hormona frente al estímulo de
glucosa13
. En conclusión Se logró caracterizar
inmunoquímicamente los ZnT8A presentes
en pacientes argentinos con DM tipo 1
empleando diferentes variantes antigénicas de
ZnT8. Se observó que la incorporación de
ZnT8A, en combinación con los marcadores
clásicos, incrementa la sensibilidad
diagnóstica de autoinmunidad.
Otra de las enfermedades en donde actúa la
inmunidad humoral es la Hepatitis. La
hepatitis es una inflamación del hígado. La
afección puede remitir espontáneamente o
evolucionar hacia una fibrosis (cicatrización),
una cirrosis o un cáncer de hígado. Los virus
de la hepatitis son la causa más frecuente de
las hepatitis, que también pueden deberse a
otras infecciones, sustancias tóxicas (por
ejemplo, el alcohol o determinadas drogas) o
enfermedades autoinmunitarias15
. Una de las
investigaciones más exitosas se dio por un
grupo de médicos de la Universidad de
Navarra. El estudio de IgG, IgA e IgM
evidencia un comportamiento
inmunohumoral diferente en cada forma
evolutiva de hepatitis14.
En las formas agudas
de la Hepatitis, tras un aumento inicial
homogéneo, hay una recuperación completa
cuya evolución tiene como indicador más fiel
la tasa de IgM. La evolución persistente está
caracterizada por la falta de regresión del
nivel de IgA. La tendencia agresiva es
correlativa con un incremento prolongado de
IgG.
En este estudio se efectuó el test de rosetas E,
donde se evidenció que todas las hepatitis
estaban una inmunodeficiencia humoral en
las enfermedades hepáticas crónicas.
CONCLUSIONES:
La inmunidad humoral esta mediada por los
linfocitos B, quienes son los encargados de
fabricar anticuerpos que defienden de la
infección de agentes patógenos en ese
momento se transforman en otras células que
son especializadas para generar anticuerpos.
Algunos Linfocitos B se diferencian en
células memoria, y estas permanecerán por
un largo tiempo en el organismo.
Solo sólo si se produce un posterior contacto
con el mismo antígeno tendrán capacidad
para desarrollar una respuesta inmediata
contra el mismo, produciendo anticuerpos de
inmediato.
Tanto los linfocitos T como los B tienen una
enorme cantidad de receptores en sus
membranas que son capaces de reconocer
millones de antígenos. Pero no todos los
linfocitos los presentan todas a la vez, sino
que unos presentan unos receptores y otros
linfocitos otros distintos. Se originan de
manera aleatoria, durante nuestro desarrollo
embrionario. Los linfocitos T y B, con sus
millones de receptores, están en alerta, sin
activarse, hasta que un antígeno se pone en
contacto con su receptor específico y
desencadena una respuesta inmune,
generando más linfocitos del mismo tipo. Es
lo que se conoce como selección clonal.
Los linfocitos B se consideran uno de los
mejores arsenales de defensa del anfitrión,
por ende una buena respuesta inmunitaria
desarrollara de forma eficaz un buen ataque
contra microorganismos patógenos,
microbios, toxinas, etc.
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