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TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES POCO COMUNES
43 Gastroenterol Hepatol. 2006;29(1):29-33 29
INTRODUCCIÓN
Aproximadamente el 50% del cobre de la dieta (1,5 a 5
mg/día) es absorbido en el intestino delgado y transporta-
do hasta el hígado con la albúmina. El cobre es extraído
del plasma por los hepatocitos; el que no es utilizado en
el metabolismo celular, en parte, es exportado de nuevo a
la sangre en forma de ceruloplasmina y el resto se excreta
en la bilis. La enfermedad de Wilson (EW) es una enfer-
medad congénita que se caracteriza por la acumulación
de cobre en el hígado primero y más tarde en el cerebro,
donde ejerce un efecto tóxico, causada por una reducción
de la excreción biliar de cobre1
.
La enfermedad se debe a un déficit de la proteína que in-
terviene en el transporte intrahepatocitario del cobre, he-
cho que impide que el cobre sea excretado al canalículo
biliar, y en un 90% de los casos también impide la incor-
poración del cobre a la apoceruloplasmina, por lo que la
concentración plasmática de ceruloplasmina está reduci-
da. El gen ATP7B, que codifica la proteína intracelular
transportadora del cobre, está localizado en el cromosoma
13. Se han identificado más de 200 mutaciones del gen
asociadas a la aparición de EW, que se transmite por he-
rencia autosómica recesiva. La mayoría de los pacientes
son heterocigotos compuestos, es decir que tienen una
mutación distinta en cada alelo2
.
CLÍNICA
La enfermedad puede presentarse como una afección he-
pática o neurológica, generalmente después de los 5 años.
La enfermedad hepática tiene un espectro amplio de ex-
presión que va desde una elevación asintomática de las
transaminasas hasta una cirrosis hepática descompensada
o una insuficiencia hepática aguda grave. La enfermedad
neurológica generalmente se manifiesta en pacientes con
hepatopatía histológicamente avanzada, aunque a veces
sin síntomas, y se caracteriza por trastornos del movi-
miento, disartria, disfagia, temblor y distonía en varias
combinaciones. A menudo existe una alteración de la
conducta antes de la aparición de los síntomas neurológi-
cos, como depresión, pérdida del control emocional, de-
sinhibición o mal rendimiento escolar. Los pacientes con
EW pueden presentar otros síntomas y signos como con-
secuencia de la alteración de otros órganos (tabla I)3-5
.
La mayoría de los pacientes tiene entre 5 y 25 años en el
momento del diagnóstico, pero la enfermedad se puede
reconocer en edades más avanzadas, incluso en la quinta
década de la vida o más tarde6
. Sin tratamiento la enfer-
medad tiene una evolución fatal, generalmente por fallo
hepático, pero los pacientes tratados tienen una expectati-
va igual a la de las personas sanas de su edad.
¿CUÁNDO SOSPECHAR UNA ENFERMEDAD
DE WILSON?
En las siguientes circunstancias:
— Niños, jóvenes y adultos con elevación de las transa-
minasas, sin ninguna otra anomalía bioquímica que per-
mita reconocer la causa de esta alteración enzimática.
— Cirrosis hepática criptogenética a cualquier edad.
— Pacientes jóvenes con temblor o trastornos del movi-
miento, disartria o disfagia de causa no aclarada.
— Adolescentes con trastornos del comportamiento o con
problemas escolares que presenten una elevación de las
transaminasas.
— Hepatitis fulminante sin causa aparente, especialmente
si se asocia con hemólisis.
DIAGNÓSTICO
En los pacientes con clínica neurológica es suficiente
para el diagnóstico de EW constatar la presencia de anillo
de Kayser-Fleischer en el examen ocular con lámpara de
Correspondencia: Dr. M. Bruguera.
Servicio de Hepatología. Hospital Clínic.
Villarroel, 170. 08036 Barcelona. España.
Correo electrónico: bruguera@clinic.ub.es
Recibido el 24-5-2005; aceptado para su publicación el 24-5-2005.
Enfermedad deWilson
M. Bruguera
Servicio de Hepatología. Hospital Clínic. Departamento de Medicina. Universidad de Barcelona. Barcelona. España.
117.215
hendidura7
. Este anillo casi invariablemente está presente
en los enfermos con clínica neurológica, pero en menos
del 50% de los que tienen sólo clínica de enfermedad he-
pática8
.
En los pacientes hepáticos, el diagnóstico se puede esta-
blecer sin recurrir a otras pruebas si se detecta anillo de
Kayser-Fleischer y ceruloplasmina sérica baja (< 20
mg/dl). Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que en más
del 50% de los pacientes no hay anillo y que la cerulo-
plasmina es normal en el 10-20% de los pacientes con
EW5
.
Cuando falla uno o los dos criterios mencionados en un
caso con sospecha de EW, presencia de anillo de Kayser-
Fleische y ceruloplasmina baja, se debe recurrir a otras
pruebas, como la excreción urinaria de cobre en 24 h, que
es superior a 100 µg/24 h en la mayoría de los pacientes9
.
Si la cupruria es normal, pero la sospecha de enfermedad
de Wilson está bien fundamentada y no existe un diag-
nóstico alternativo a la alteración de las pruebas hepáti-
cas, se debe hacer la prueba de excreción urinaria de co-
bre, después de administrar 1.000 mg de D penicilamina
(500 mg antes del desayuno y antes de la cena) el mismo
día en que se hace la recogida de la orina. En los pacien-
tes con EW suele ser superior a 1.000 µg/24 h.
La prueba más específica es la determinación de la concen-
tración de cobre en tejido hepático seco mediante espectro-
fotometría de absorción atómica10
. En la EW es superior a
250 µg/g de tejido seco, mientras que en las personas sin
esta enfermedad es inferior a 50 µg/g. Algunos pacientes
con EW y cirrosis pueden tener valores entre 50 y 250 µg/g
ya que el tejido conectivo no contiene cobre. Un falso posi-
tivo de esta prueba son las colestasis crónicas, ya que en
estas condiciones se acumula cobre en los hepatocitos
como consecuencia de la obstrucción biliar.
El estudio genético todavía no es utilizable debido a las
dificultades que supone la existencia de un número tan
elevado de mutaciones.
TRATAMIENTO
Pretende eliminar el cobre retenido (con quelantes del co-
bre) o reducir los efectos tóxicos de la acumulación del
cobre impidiendo su absorción, mediante la administra-
ción de cinc.
Medicamentos quelantes del cobre
Son la D penicilamina y la trientina11
. Ambos se combi-
nan con el cobre y se eliminan por la orina, generando un
balance negativo de cobre. La excreción urinaria de cobre
aumenta mucho en los pacientes tratados, lo que permite
comprobar el cumplimiento del tratamiento. La D penici-
lamina (Cupripen) se administra a dosis de 1.000 mg/día
en 2 o 4 tomas 1 h antes de las comidas. Es muy efectiva,
pero adolece del inconveniente de causar efectos secun-
darios en al menos el 20% de los pacientes tratados12
(ta-
bla II). Es especialmente preocupante el empeoramiento
de los síntomas neurológicos, a menudo irreversible, que
afecta al 50% de los pacientes con clínica neurológica, y
que se atribuye a la movilización del cobre intrahepático,
que accede al tejido cerebral13
.
En los casos en que no es necesario sustituir el tratamien-
to con D penicilamina por otro fármaco debido a su bue-
na tolerancia, puede reducirse la dosis de D penicilamina
a 0,5 mg/día cuando han desaparecido los síntomas o sig-
nos de la EW, lo que suele ocurrir después de un año de
tratamiento. Cuando se administra D penicilamina con-
viene prescribir 50 mg/semana de piridoxina para evitar
un déficit de esta vitamina.
Con la trientina, que se administra a la misma dosis y de
la misma manera que la D penicilamina, y que es igual-
mente potente que la D penicilamina, sólo el 20% de los
pacientes neurológicos empeoran11
. La trientina no está
comercializada en España, pero puede conseguirse como
tratamiento de uso compasivo para los que intoleran la D
penicilamina. En EE.UU. está registrada con el nombre
de Syprine.
Se puede utilizar como medicamento de primera línea
para los enfermos neurológicos, para reducir el riesgo de
empeoramiento. Debe monitorizarse el tratamiento con
trientina ya que puede causar iguales efectos secundarios
que la D penicilamina, es decir daño renal, inhibición de
la médula ósea y trastornos inmunológicos (tabla II), aun-
que con menor frecuencia.
Cualquiera de los dos fármacos es útil para tratar la EW
con expresividad hepática. Con ellos la normalización de
la elevación de las enzimas séricas se observa a los 6-12
meses de iniciado el tratamiento, aunque en algunos pa-
cientes tarda más meses, y en otros las enzimas no llegan a
normalizarse nunca14
. El tratamiento debe seguirse de por
vida. Su interrupción puede seguirse, al cabo de un tiempo
variable, de un empeoramiento súbito de la enfermedad
hepática, generalmente en forma de hepatitis fulminante15
,
que se atribuye a la rotura de los complejos cobre-metalo-
tioneína inducidos por el tratamiento, con aparición de
grandes cantidades de cobre tóxico en el citoplasma de los
hepatocitos, que causa destrucción de las células hepáticas
30 Gastroenterol Hepatol. 2006;29(1):29-33 44
BRUGUERA M. ENFERMEDAD DE WILSON
TABLA I. Manifestaciones clínicas de la enfermedad
de Wilson
Hepáticas Esteatosis, hepatitis, cirrosis, fallo hepático
agudo
Neurológicas Disartria, temblor, discinesia, rigidez, ataxia
Psiquiátricas Irritabilidad, depresión, déficit cognitivo
Oculares Anillo de Kayser-Fleischer, cataratas en girasol
Renales Acidosis tubular renal, nefrolitiasis
Hematológicas Hemólisis
Osteoarticulares Osteomalacia, osteoporosis, artralgias
TABLA II. Efectos secundarios de la D penicilamina
Directos (dependientes de la dosis)
Déficit de piridoxina
Interferencia con la formación de elastina y colágena (cutis laxa,
elastosis perforans serpiginosa)
Inmunológicos
Reacción de hipersensibilidad
Síndrome nefrótico
Miastenia gravis
Síndrome de Goodpasture
Neuritis óptica
Lupus sistémico
Pénfigo
y paso de cobre a la sangre, causante de la hemólisis. Los
pacientes en tratamiento deben ser visitados periódicamen-
te para comprobar que hay una excreción urinaria de cobre
elevada, lo que indica buen cumplimiento del tratamiento,
y para examinar periódicamente si aparecen efectos adver-
sos, como proteinuria, que traduciría un daño renal, o re-
ducción de alguna de las series hemáticas en el hemogra-
ma. El más común es una reacción de hipersensibilidad,
que aparece en los primeros días de iniciado el tratamien-
to, en forma de fiebre, rash cutáneo y adenopatías. Debe
suprimirse la penicilamina y administrar corticoides.
Cuando han desaparecido los síntomas, se puede reintro-
ducir la penicilamina (250 mg/día los primeros 10 días y
luego aumentar 250 mg/día cada 10 días hasta alcanzar la
dosis de 1 g/día), con cobertura de corticoides.
Cinc
Los preparados de acetato o sulfato de cinc, tomados por
vía oral, aumentan la síntesis de proteínas endógenas in-
tracelulares, como la metalotioneína, que tienen la propie-
dad de fijar el cobre en posición atóxica. Así el cobre de
la dieta se retiene en las células intestinales, lo que impi-
de su absorción, y se elimina por las heces cuando se des-
caman las células que lo contienen. El cobre presente en
las células hepáticas también se combina con la metalo-
tioneína, cuya síntesis ha sido estimulada por el cinc, que-
dando en una forma no tóxica. Los preparados de acetato
tienen una mejor tolerancia gástrica que los de sulfato,
pero ambos son igualmente eficaces16
.
Es un medicamento desprovisto de efectos secundarios, que
se administra a la dosis de 150 mg/día en 3 dosis, media
hora antes de las comidas y durante toda la vida. En niños
menores de 16 años, la dosis es de 25 mg de cinc cada 8 h.
La excreción urinaria de cobre no aumenta en los pacien-
tes que toman cinc, ya que el cinc no actúa como un que-
lante. El cobre presente en la orina es un reflejo del cobre
acumulado en el organismo. Cuando los pacientes que te-
nían la cupruria basal elevada llevan tiempo en tratamien-
to, presentan una cupruria normal, es decir por debajo de
70 µg/24 h, lo cual traduciría un efecto beneficioso del
tratamiento. Si la cupruria se eleva nuevamente, debe
pensarse en un fallo en el cumplimiento. Las transamina-
sas tardan mucho más tiempo en normalizarse con el cinc
que con el tratamiento con D penicilamina17
.
Puede medirse la excreción urinaria de cinc para compro-
bar el cumplimiento terapéutico del paciente. La excre-
ción urinaria de cinc de los pacientes que no toman este
metal es de 0,3 a 0,5 mg/24 h. Los pacientes tratados de-
ben excretar más de 2 mg. Si excretan menos significa
que no hacen bien el tratamiento.
En EE.UU. se autorizó inicialmente el cinc como trata-
miento de mantenimiento de la EW, después de un perío-
do de tratamiento con agentes quelantes17
. Para pasar de
un tratamiento a otro, basta interrumpir los quelantes un
día y empezar al otro día con cinc. Actualmente también
se utiliza como primer tratamiento en los pacientes asin-
tomáticos. En España está disponible sólo en forma de
preparado galénico.
Combinación de cinc y trientina
En los pacientes con enfermedad hepática descompensa-
da o con enfermedad neurológica se ha ensayado con éxi-
to la administración de cinc con trientina, de forma que
no coincidan las horas de la toma de cada producto, evi-
tando de esta manera tener que recurrir al trasplante hepá-
tico en los primeros y reduciendo el riesgo de empeora-
miento de los síntomas en los segundos, en comparación
con el riesgo de la D penicilamina18
.
Cirugía
La terapia quirúrgica incluye los procedimientos derivati-
vos en caso de hipertensión portal descompensada, por
ejemplo en caso de varices esofágicas sangrantes, y el
trasplante hepático. Este último está justificado en los pa-
cientes que inician con un cuadro de insuficiencia hepáti-
ca aguda grave y en los que presentan alguna complica-
ción de su cirrosis, como ascitis o hemorragia digestiva,
después de haber iniciado el tratamiento con algún agente
quelante, y cuando la enfermedad progresa por mal cum-
plimiento terapéutico19-21
. No está justificado en los pa-
cientes neurológicos, a pesar de que algunos han mejora-
do después del trasplante22
.
El trasplante hepático da un resultado excelente, con su-
pervivencias al año del 79%. La supervivencia al año es
más elevada en los pacientes trasplantados por una cirro-
sis avanzada (90%) que en los que lo fueron por una fallo
hepático fulminante (60%). Los pacientes trasplantados
no precisan seguir el tratamiento de la EW, ya que el tras-
plante permite corregir el fenotipo de la EW.
Dieta
No es necesaria, únicamente debe recomendarse que los
pacientes no coman hígado crudo, cocido o en forma de
paté, ni crustáceos, que son los alimentos con contenido
en cobre más elevado12
.
TRATAMIENTO EN DIVERSAS SITUACIONES
CLÍNICAS
Pacientes asintomáticos
Incluye a pacientes en quienes la primera manifestación
fue el hallazgo de una elevación de las transaminasas y
los que se han descubierto en un examen de familiares de
pacientes ya diagnosticados. Es preferible utilizar cinc, 50
mg 1 h antes de desayunar, comer y cenar, ya que el ries-
go de complicaciones de la penicilamina no justifica su
empleo en estos pacientes.
Hepatopatía avanzada
En los pacientes con hepatopatía avanzada, por ejemplo
una cirrosis hepática que no presente ningún signo de
descompensación se recomienda la D penicilamina, por
su capacidad de eliminar cobre23
, pero otros autores su-
45 Gastroenterol Hepatol. 2006;29(1):29-33 31
BRUGUERA M. ENFERMEDAD DE WILSON
gieren la utilización simultánea de trientina con cinc11
.
Los pacientes con una cirrosis descompensada, por ejem-
plo ascitis y hemorragia digestiva, deben incluirse en lista
de espera de trasplante hepático, pero al mismo tiempo
deben aplicarse los tratamientos sintomáticos que se con-
sidere necesario, como diuréticos o propranolol, e iniciar
lo antes posible tratamiento quelante con D penicilamina
o trientina. Es recomendable que los pacientes eviten fac-
tores que puedan dañar al hígado, como es el consumo de
alcohol, incluso en cantidades moderadas.
Insuficiencia hepática aguda
Si el paciente presenta encefalopatía, existe indicación de
trasplante hepático urgente. Si no existe encefalopatía he-
pática, se puede ensayar un tratamiento farmacológico
con dosis crecientes de D penicilamina, que fueron efica-
ces en algunos de los pacientes atendidos en el hospital
Beaujon de París24
, o con sesiones de diálisis de albúmina
(MARS)25
.
Pacientes con clínica neuropsiquiátrica
En los pacientes con clínica neurológica, la administra-
ción de D penicilamina comporta un elevado riesgo de
empeorar la enfermedad y la de cinc quizá requiera dema-
siado tiempo para que sea beneficiosa, de modo que la
enfermedad podría empeorar a pesar del tratamiento. Una
opción sería dar de entrada trientina, que tiene mucho
menor riesgo que la D penicilamina de agravar el cuadro
clínico, posiblemente asociada a cinc, con objeto de blo-
quear la llegada de más cobre en el organismo26
. Si no se
dispone de trientina y sólo de D penicilamina, ésta se
debe administrar, aumentando de modo lento la dosis ad-
ministrada, en 250 mg/día cada semana, de modo que se
tarde 1 mes para alcanzar la dosis adecuada. Conviene
asociar el tratamiento farmacológico a medidas de rehabi-
litación.
La mejoría de los pacientes tratados se observa a partir
del sexto mes, y prosigue en los 18 meses siguientes. Las
alteraciones que quedan a los 2 años de iniciado el trata-
miento deben considerase permanentes27
.
Se está ensayando el tetratiomolibdato, producto utilizado
en veterinaria para tratar la intoxicación por cobre, en los
pacientes con EW y síntomas neurológicos, pero todavía
este fármaco no está disponible fuera de ensayos clíni-
cos27
. El tetratiomolibdato forma complejos con el cobre
en el tracto gastrointestinal y evita la absorción de cobre.
El fármaco absorbido se une al cobre de la sangre e impi-
de su penetración en las células.
Embarazadas
Las enfermas de EW con una hepatopatía poco avanzada
no presentan ninguna deficiencia en su fertilidad, por lo
que pueden quedar embarazadas. Es preferible que susti-
tuyan la D penicilamina, si estaban tomando este fárma-
co, por un preparado de cinc, a las mismas dosis que en
las pacientes no embarazadas, con objeto de evitar por
una parte que una terapéutica demasiado agresiva pueda
causar una deficiencia de cobre en el feto, y por otra que
la D penicilamina cause un cuadro de hiperlaxitud de la
piel en el recién nacido28
. No debe suprimirse el trata-
miento después del parto si desean seguir lactancia mater-
na, ya que la presencia de cinc en la leche es muy escasa.
Las pacientes embarazadas con una EW deben estar aten-
tas a no tomar suplementos vitamínicos con minerales
que puedan contener cobre.
El riesgo de que una gestante con EW tenga un hijo con
la misma enfermedad, cuando no existe consanguinidad
con el padre, es de 1 por 200.
BIBLIOGRAFÍA
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BRUGUERA M. ENFERMEDAD DE WILSON
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47 Gastroenterol Hepatol. 2006;29(1):29-33 33
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  • 1. TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES POCO COMUNES 43 Gastroenterol Hepatol. 2006;29(1):29-33 29 INTRODUCCIÓN Aproximadamente el 50% del cobre de la dieta (1,5 a 5 mg/día) es absorbido en el intestino delgado y transporta- do hasta el hígado con la albúmina. El cobre es extraído del plasma por los hepatocitos; el que no es utilizado en el metabolismo celular, en parte, es exportado de nuevo a la sangre en forma de ceruloplasmina y el resto se excreta en la bilis. La enfermedad de Wilson (EW) es una enfer- medad congénita que se caracteriza por la acumulación de cobre en el hígado primero y más tarde en el cerebro, donde ejerce un efecto tóxico, causada por una reducción de la excreción biliar de cobre1 . La enfermedad se debe a un déficit de la proteína que in- terviene en el transporte intrahepatocitario del cobre, he- cho que impide que el cobre sea excretado al canalículo biliar, y en un 90% de los casos también impide la incor- poración del cobre a la apoceruloplasmina, por lo que la concentración plasmática de ceruloplasmina está reduci- da. El gen ATP7B, que codifica la proteína intracelular transportadora del cobre, está localizado en el cromosoma 13. Se han identificado más de 200 mutaciones del gen asociadas a la aparición de EW, que se transmite por he- rencia autosómica recesiva. La mayoría de los pacientes son heterocigotos compuestos, es decir que tienen una mutación distinta en cada alelo2 . CLÍNICA La enfermedad puede presentarse como una afección he- pática o neurológica, generalmente después de los 5 años. La enfermedad hepática tiene un espectro amplio de ex- presión que va desde una elevación asintomática de las transaminasas hasta una cirrosis hepática descompensada o una insuficiencia hepática aguda grave. La enfermedad neurológica generalmente se manifiesta en pacientes con hepatopatía histológicamente avanzada, aunque a veces sin síntomas, y se caracteriza por trastornos del movi- miento, disartria, disfagia, temblor y distonía en varias combinaciones. A menudo existe una alteración de la conducta antes de la aparición de los síntomas neurológi- cos, como depresión, pérdida del control emocional, de- sinhibición o mal rendimiento escolar. Los pacientes con EW pueden presentar otros síntomas y signos como con- secuencia de la alteración de otros órganos (tabla I)3-5 . La mayoría de los pacientes tiene entre 5 y 25 años en el momento del diagnóstico, pero la enfermedad se puede reconocer en edades más avanzadas, incluso en la quinta década de la vida o más tarde6 . Sin tratamiento la enfer- medad tiene una evolución fatal, generalmente por fallo hepático, pero los pacientes tratados tienen una expectati- va igual a la de las personas sanas de su edad. ¿CUÁNDO SOSPECHAR UNA ENFERMEDAD DE WILSON? En las siguientes circunstancias: — Niños, jóvenes y adultos con elevación de las transa- minasas, sin ninguna otra anomalía bioquímica que per- mita reconocer la causa de esta alteración enzimática. — Cirrosis hepática criptogenética a cualquier edad. — Pacientes jóvenes con temblor o trastornos del movi- miento, disartria o disfagia de causa no aclarada. — Adolescentes con trastornos del comportamiento o con problemas escolares que presenten una elevación de las transaminasas. — Hepatitis fulminante sin causa aparente, especialmente si se asocia con hemólisis. DIAGNÓSTICO En los pacientes con clínica neurológica es suficiente para el diagnóstico de EW constatar la presencia de anillo de Kayser-Fleischer en el examen ocular con lámpara de Correspondencia: Dr. M. Bruguera. Servicio de Hepatología. Hospital Clínic. Villarroel, 170. 08036 Barcelona. España. Correo electrónico: bruguera@clinic.ub.es Recibido el 24-5-2005; aceptado para su publicación el 24-5-2005. Enfermedad deWilson M. Bruguera Servicio de Hepatología. Hospital Clínic. Departamento de Medicina. Universidad de Barcelona. Barcelona. España. 117.215
  • 2. hendidura7 . Este anillo casi invariablemente está presente en los enfermos con clínica neurológica, pero en menos del 50% de los que tienen sólo clínica de enfermedad he- pática8 . En los pacientes hepáticos, el diagnóstico se puede esta- blecer sin recurrir a otras pruebas si se detecta anillo de Kayser-Fleischer y ceruloplasmina sérica baja (< 20 mg/dl). Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que en más del 50% de los pacientes no hay anillo y que la cerulo- plasmina es normal en el 10-20% de los pacientes con EW5 . Cuando falla uno o los dos criterios mencionados en un caso con sospecha de EW, presencia de anillo de Kayser- Fleische y ceruloplasmina baja, se debe recurrir a otras pruebas, como la excreción urinaria de cobre en 24 h, que es superior a 100 µg/24 h en la mayoría de los pacientes9 . Si la cupruria es normal, pero la sospecha de enfermedad de Wilson está bien fundamentada y no existe un diag- nóstico alternativo a la alteración de las pruebas hepáti- cas, se debe hacer la prueba de excreción urinaria de co- bre, después de administrar 1.000 mg de D penicilamina (500 mg antes del desayuno y antes de la cena) el mismo día en que se hace la recogida de la orina. En los pacien- tes con EW suele ser superior a 1.000 µg/24 h. La prueba más específica es la determinación de la concen- tración de cobre en tejido hepático seco mediante espectro- fotometría de absorción atómica10 . En la EW es superior a 250 µg/g de tejido seco, mientras que en las personas sin esta enfermedad es inferior a 50 µg/g. Algunos pacientes con EW y cirrosis pueden tener valores entre 50 y 250 µg/g ya que el tejido conectivo no contiene cobre. Un falso posi- tivo de esta prueba son las colestasis crónicas, ya que en estas condiciones se acumula cobre en los hepatocitos como consecuencia de la obstrucción biliar. El estudio genético todavía no es utilizable debido a las dificultades que supone la existencia de un número tan elevado de mutaciones. TRATAMIENTO Pretende eliminar el cobre retenido (con quelantes del co- bre) o reducir los efectos tóxicos de la acumulación del cobre impidiendo su absorción, mediante la administra- ción de cinc. Medicamentos quelantes del cobre Son la D penicilamina y la trientina11 . Ambos se combi- nan con el cobre y se eliminan por la orina, generando un balance negativo de cobre. La excreción urinaria de cobre aumenta mucho en los pacientes tratados, lo que permite comprobar el cumplimiento del tratamiento. La D penici- lamina (Cupripen) se administra a dosis de 1.000 mg/día en 2 o 4 tomas 1 h antes de las comidas. Es muy efectiva, pero adolece del inconveniente de causar efectos secun- darios en al menos el 20% de los pacientes tratados12 (ta- bla II). Es especialmente preocupante el empeoramiento de los síntomas neurológicos, a menudo irreversible, que afecta al 50% de los pacientes con clínica neurológica, y que se atribuye a la movilización del cobre intrahepático, que accede al tejido cerebral13 . En los casos en que no es necesario sustituir el tratamien- to con D penicilamina por otro fármaco debido a su bue- na tolerancia, puede reducirse la dosis de D penicilamina a 0,5 mg/día cuando han desaparecido los síntomas o sig- nos de la EW, lo que suele ocurrir después de un año de tratamiento. Cuando se administra D penicilamina con- viene prescribir 50 mg/semana de piridoxina para evitar un déficit de esta vitamina. Con la trientina, que se administra a la misma dosis y de la misma manera que la D penicilamina, y que es igual- mente potente que la D penicilamina, sólo el 20% de los pacientes neurológicos empeoran11 . La trientina no está comercializada en España, pero puede conseguirse como tratamiento de uso compasivo para los que intoleran la D penicilamina. En EE.UU. está registrada con el nombre de Syprine. Se puede utilizar como medicamento de primera línea para los enfermos neurológicos, para reducir el riesgo de empeoramiento. Debe monitorizarse el tratamiento con trientina ya que puede causar iguales efectos secundarios que la D penicilamina, es decir daño renal, inhibición de la médula ósea y trastornos inmunológicos (tabla II), aun- que con menor frecuencia. Cualquiera de los dos fármacos es útil para tratar la EW con expresividad hepática. Con ellos la normalización de la elevación de las enzimas séricas se observa a los 6-12 meses de iniciado el tratamiento, aunque en algunos pa- cientes tarda más meses, y en otros las enzimas no llegan a normalizarse nunca14 . El tratamiento debe seguirse de por vida. Su interrupción puede seguirse, al cabo de un tiempo variable, de un empeoramiento súbito de la enfermedad hepática, generalmente en forma de hepatitis fulminante15 , que se atribuye a la rotura de los complejos cobre-metalo- tioneína inducidos por el tratamiento, con aparición de grandes cantidades de cobre tóxico en el citoplasma de los hepatocitos, que causa destrucción de las células hepáticas 30 Gastroenterol Hepatol. 2006;29(1):29-33 44 BRUGUERA M. ENFERMEDAD DE WILSON TABLA I. Manifestaciones clínicas de la enfermedad de Wilson Hepáticas Esteatosis, hepatitis, cirrosis, fallo hepático agudo Neurológicas Disartria, temblor, discinesia, rigidez, ataxia Psiquiátricas Irritabilidad, depresión, déficit cognitivo Oculares Anillo de Kayser-Fleischer, cataratas en girasol Renales Acidosis tubular renal, nefrolitiasis Hematológicas Hemólisis Osteoarticulares Osteomalacia, osteoporosis, artralgias TABLA II. Efectos secundarios de la D penicilamina Directos (dependientes de la dosis) Déficit de piridoxina Interferencia con la formación de elastina y colágena (cutis laxa, elastosis perforans serpiginosa) Inmunológicos Reacción de hipersensibilidad Síndrome nefrótico Miastenia gravis Síndrome de Goodpasture Neuritis óptica Lupus sistémico Pénfigo
  • 3. y paso de cobre a la sangre, causante de la hemólisis. Los pacientes en tratamiento deben ser visitados periódicamen- te para comprobar que hay una excreción urinaria de cobre elevada, lo que indica buen cumplimiento del tratamiento, y para examinar periódicamente si aparecen efectos adver- sos, como proteinuria, que traduciría un daño renal, o re- ducción de alguna de las series hemáticas en el hemogra- ma. El más común es una reacción de hipersensibilidad, que aparece en los primeros días de iniciado el tratamien- to, en forma de fiebre, rash cutáneo y adenopatías. Debe suprimirse la penicilamina y administrar corticoides. Cuando han desaparecido los síntomas, se puede reintro- ducir la penicilamina (250 mg/día los primeros 10 días y luego aumentar 250 mg/día cada 10 días hasta alcanzar la dosis de 1 g/día), con cobertura de corticoides. Cinc Los preparados de acetato o sulfato de cinc, tomados por vía oral, aumentan la síntesis de proteínas endógenas in- tracelulares, como la metalotioneína, que tienen la propie- dad de fijar el cobre en posición atóxica. Así el cobre de la dieta se retiene en las células intestinales, lo que impi- de su absorción, y se elimina por las heces cuando se des- caman las células que lo contienen. El cobre presente en las células hepáticas también se combina con la metalo- tioneína, cuya síntesis ha sido estimulada por el cinc, que- dando en una forma no tóxica. Los preparados de acetato tienen una mejor tolerancia gástrica que los de sulfato, pero ambos son igualmente eficaces16 . Es un medicamento desprovisto de efectos secundarios, que se administra a la dosis de 150 mg/día en 3 dosis, media hora antes de las comidas y durante toda la vida. En niños menores de 16 años, la dosis es de 25 mg de cinc cada 8 h. La excreción urinaria de cobre no aumenta en los pacien- tes que toman cinc, ya que el cinc no actúa como un que- lante. El cobre presente en la orina es un reflejo del cobre acumulado en el organismo. Cuando los pacientes que te- nían la cupruria basal elevada llevan tiempo en tratamien- to, presentan una cupruria normal, es decir por debajo de 70 µg/24 h, lo cual traduciría un efecto beneficioso del tratamiento. Si la cupruria se eleva nuevamente, debe pensarse en un fallo en el cumplimiento. Las transamina- sas tardan mucho más tiempo en normalizarse con el cinc que con el tratamiento con D penicilamina17 . Puede medirse la excreción urinaria de cinc para compro- bar el cumplimiento terapéutico del paciente. La excre- ción urinaria de cinc de los pacientes que no toman este metal es de 0,3 a 0,5 mg/24 h. Los pacientes tratados de- ben excretar más de 2 mg. Si excretan menos significa que no hacen bien el tratamiento. En EE.UU. se autorizó inicialmente el cinc como trata- miento de mantenimiento de la EW, después de un perío- do de tratamiento con agentes quelantes17 . Para pasar de un tratamiento a otro, basta interrumpir los quelantes un día y empezar al otro día con cinc. Actualmente también se utiliza como primer tratamiento en los pacientes asin- tomáticos. En España está disponible sólo en forma de preparado galénico. Combinación de cinc y trientina En los pacientes con enfermedad hepática descompensa- da o con enfermedad neurológica se ha ensayado con éxi- to la administración de cinc con trientina, de forma que no coincidan las horas de la toma de cada producto, evi- tando de esta manera tener que recurrir al trasplante hepá- tico en los primeros y reduciendo el riesgo de empeora- miento de los síntomas en los segundos, en comparación con el riesgo de la D penicilamina18 . Cirugía La terapia quirúrgica incluye los procedimientos derivati- vos en caso de hipertensión portal descompensada, por ejemplo en caso de varices esofágicas sangrantes, y el trasplante hepático. Este último está justificado en los pa- cientes que inician con un cuadro de insuficiencia hepáti- ca aguda grave y en los que presentan alguna complica- ción de su cirrosis, como ascitis o hemorragia digestiva, después de haber iniciado el tratamiento con algún agente quelante, y cuando la enfermedad progresa por mal cum- plimiento terapéutico19-21 . No está justificado en los pa- cientes neurológicos, a pesar de que algunos han mejora- do después del trasplante22 . El trasplante hepático da un resultado excelente, con su- pervivencias al año del 79%. La supervivencia al año es más elevada en los pacientes trasplantados por una cirro- sis avanzada (90%) que en los que lo fueron por una fallo hepático fulminante (60%). Los pacientes trasplantados no precisan seguir el tratamiento de la EW, ya que el tras- plante permite corregir el fenotipo de la EW. Dieta No es necesaria, únicamente debe recomendarse que los pacientes no coman hígado crudo, cocido o en forma de paté, ni crustáceos, que son los alimentos con contenido en cobre más elevado12 . TRATAMIENTO EN DIVERSAS SITUACIONES CLÍNICAS Pacientes asintomáticos Incluye a pacientes en quienes la primera manifestación fue el hallazgo de una elevación de las transaminasas y los que se han descubierto en un examen de familiares de pacientes ya diagnosticados. Es preferible utilizar cinc, 50 mg 1 h antes de desayunar, comer y cenar, ya que el ries- go de complicaciones de la penicilamina no justifica su empleo en estos pacientes. Hepatopatía avanzada En los pacientes con hepatopatía avanzada, por ejemplo una cirrosis hepática que no presente ningún signo de descompensación se recomienda la D penicilamina, por su capacidad de eliminar cobre23 , pero otros autores su- 45 Gastroenterol Hepatol. 2006;29(1):29-33 31 BRUGUERA M. ENFERMEDAD DE WILSON
  • 4. gieren la utilización simultánea de trientina con cinc11 . Los pacientes con una cirrosis descompensada, por ejem- plo ascitis y hemorragia digestiva, deben incluirse en lista de espera de trasplante hepático, pero al mismo tiempo deben aplicarse los tratamientos sintomáticos que se con- sidere necesario, como diuréticos o propranolol, e iniciar lo antes posible tratamiento quelante con D penicilamina o trientina. Es recomendable que los pacientes eviten fac- tores que puedan dañar al hígado, como es el consumo de alcohol, incluso en cantidades moderadas. Insuficiencia hepática aguda Si el paciente presenta encefalopatía, existe indicación de trasplante hepático urgente. Si no existe encefalopatía he- pática, se puede ensayar un tratamiento farmacológico con dosis crecientes de D penicilamina, que fueron efica- ces en algunos de los pacientes atendidos en el hospital Beaujon de París24 , o con sesiones de diálisis de albúmina (MARS)25 . Pacientes con clínica neuropsiquiátrica En los pacientes con clínica neurológica, la administra- ción de D penicilamina comporta un elevado riesgo de empeorar la enfermedad y la de cinc quizá requiera dema- siado tiempo para que sea beneficiosa, de modo que la enfermedad podría empeorar a pesar del tratamiento. Una opción sería dar de entrada trientina, que tiene mucho menor riesgo que la D penicilamina de agravar el cuadro clínico, posiblemente asociada a cinc, con objeto de blo- quear la llegada de más cobre en el organismo26 . Si no se dispone de trientina y sólo de D penicilamina, ésta se debe administrar, aumentando de modo lento la dosis ad- ministrada, en 250 mg/día cada semana, de modo que se tarde 1 mes para alcanzar la dosis adecuada. Conviene asociar el tratamiento farmacológico a medidas de rehabi- litación. La mejoría de los pacientes tratados se observa a partir del sexto mes, y prosigue en los 18 meses siguientes. Las alteraciones que quedan a los 2 años de iniciado el trata- miento deben considerase permanentes27 . Se está ensayando el tetratiomolibdato, producto utilizado en veterinaria para tratar la intoxicación por cobre, en los pacientes con EW y síntomas neurológicos, pero todavía este fármaco no está disponible fuera de ensayos clíni- cos27 . El tetratiomolibdato forma complejos con el cobre en el tracto gastrointestinal y evita la absorción de cobre. El fármaco absorbido se une al cobre de la sangre e impi- de su penetración en las células. Embarazadas Las enfermas de EW con una hepatopatía poco avanzada no presentan ninguna deficiencia en su fertilidad, por lo que pueden quedar embarazadas. Es preferible que susti- tuyan la D penicilamina, si estaban tomando este fárma- co, por un preparado de cinc, a las mismas dosis que en las pacientes no embarazadas, con objeto de evitar por una parte que una terapéutica demasiado agresiva pueda causar una deficiencia de cobre en el feto, y por otra que la D penicilamina cause un cuadro de hiperlaxitud de la piel en el recién nacido28 . No debe suprimirse el trata- miento después del parto si desean seguir lactancia mater- na, ya que la presencia de cinc en la leche es muy escasa. Las pacientes embarazadas con una EW deben estar aten- tas a no tomar suplementos vitamínicos con minerales que puedan contener cobre. El riesgo de que una gestante con EW tenga un hijo con la misma enfermedad, cuando no existe consanguinidad con el padre, es de 1 por 200. BIBLIOGRAFÍA 1. El-Youssef M. Wilson disease. Mayo Clin Proc. 2003;78:1126- 36. 2. Riordan SM, Williams R. The Wilson’s disease gene and phe- notypic diversity. 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  • 5. neficial effects of early administration of D-penicillamine. Gut. 2001;48:849-52. 25. Sen S, Felldin M, Steiner C, Larsson B, Gillett GT, Olausson M, et al. Albumin dialysis and molecular adsorbents recirculating system (MARS) for acute Wilson’s disease. Liver Transpl. 2002;8:962-7. 26. Brewer GJ, Hedera P, Kluin KJ, Carlson M, Askari F, Dick RB, et al. Treatment of Wilson disease with ammonium tetrathiomolybda- te. III. Initial therapy in a total of 55 neurologically affected patients and follow-up with cinc therapy. Arch Neurol. 2003;60:379-85. 27. Brewer GJ, Johnson VD, Dick RD, Fink JK, Kluin KJ, Hedera P. Treatment of Wilson’s disease with cinc XVII. Treatment during pregnancy. Hepatology. 2000;31:364-70. 28. Solomon L, Abrams G, Dinner M, Berman JL. Neonatal abnor- malities associated with D-penicillamine treatment during preg- nancy. N Engl J Med. 1977;296:54-5. 20. Emre S, Atillasoy EO, Ozdemir S, et al. Orthotopic liver trans- plantation for Wilson’s disease: a single centre experience. Li- ver Transpl. 2001;72:1232-6. 21. Sutclffe RP, Maguire DD, Muiesan P, Dhawan A, Mieli-Verga- ni G, O’Grady JG, et al. Liver transplantation for Wilson’s di- sease: long term results and quality-of-life assessment. Trans- plantation. 2003;75:1003-6. 22. Bax RT, Hassler A, Luck W, et al. Cerebral manifestations of Wilson’s disease successfully treated with liver transplantation. Neurology. 1998;51:863-5. 23. Ferenci P. Wilson’s disease. En: Bacon BR, Di Bisceglie AM, editors. Liver Disease. Diagnosis and management. Philadelp- hia: Churchill Livingstone; 2000. 24. Durand F, Bernuau J, Giostra E, Mentha G, Shouval D, Degott C, et al. Wilson’s disease with severe hepatic insufficiency: be- 47 Gastroenterol Hepatol. 2006;29(1):29-33 33 BRUGUERA M. ENFERMEDAD DE WILSON