CONVENIO SOBRE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA Y EL ACOSO EN EL MUNDO DEL TRAB...
Ley 1801 de 2016
1. Código Nacional de Policía en Colombia (Ley 1801 de 2016)
(Entonces, ¿para qué la Constitución Politica?)
Poco me gusta pedir prestadas frases y/o palabras para denotar el significado de lo que pienso
y digo. Mucho menos, tratàndose de palabras y/o frases patentadas por ostentadores del saber
burgués desmirriado. Como fuera el caso de Darío Echandìa, Tipificado como “maestro”, por la
historiografòa oficial.
Pero es que, cuando contextualizò la frase “país de cafres”; lo hizo en alusión a que quienes
se sintieron aludidos y/o aludidas. Eran y sus pares actuales, siguen siendo eso: como sujetos y
sujetas sin principios vàlidos, sòlidos. Al menos para el consumo en el mismo corpus de
liberales y conservadores. Y, yo agregarìa, sin aparentes nexos precisos partidistas. Pero si,
continuadores y continuadoras del acervo cultural-politico-ideològico que nos ha posicionado
como eso. Como “pias de cafres” Simplemente porque, al menos yo que pienso y actùo de
manera distinta; no he tenido las agallas para construir una opción política pragmática para
arrasarlos y arrasarlas. Es decir a los y las cafres (suertudos, parlanchines y parlanchinas.
Engañadores y engañadoras; soñadores y soñadoras en perversidad y en prostitución de ideas,
utopías y similares).
El ahora, en el contexto que describo, tiene que ver con lo siguiente: se devanan (los y las
cafres) los sesos argumentando en relación con derechos individuales y colectivos, a partir de la
Norma Constitucional de 1991. Què somos Estado Social de Derecho. Què tenemos
garantizado el debido proceso. Què las autoridades civiles, militares, policiales, más un gran
etcétera, están al servicio de la democracia. Què somos país (tal vez “2l mejor de Amèrica
Latina”, como dice el desvergonzado Premio Nobel de Paz, espurio. Y, a este, le siguen en
cantar de corifeos todos los partidos políticos y sus aristas y sus clones. Y los y las dirigentes de
estos y de los clones de sus clones.
Pero no le doy màs vueltas al asunto. Cuando iniciò tràmite el proyecto de ley que
desembocarìa en la Ley º801 de 2016, recién los y las cafres, habían propolada el embuchado o
“el puro cuento malparido acerca de “El Mejor Policìa del Mundo” era un colombiano. A lo bien
y partìcipe de la Cofradìa de Cafres denominados y denominadas, también, “Gentes de Bien”
Para ese entonces, escribì el texto “La mentira”. Veamos:
El del apellido de palo le decían. En ese entorno mafioso del cual fue líder otrora. Y le decían ¡qué
buen hombre es usted! Hasta los presidentes le decían eso. Pero, también, se lo decían los
poderdantes del Imperio. Y los reyes y reinas. Del llamado Reino Unido”. De la rancia España. Y casi
todos los gendarmes de la Unión Europea. Y, él, se la creyó. Más o menos justificaba su condición
de famoso; en eso que llaman la “experiencia en la lucha contra el crimen organizado y la subversión”.
Protegiendo a los “ciudadanos y ciudadanas de bien”. Él y sus mentores, lo dicen así: Somos más de
cuarenta y siete millones de buenos, buenos. Claro que, según la proyección, a partir del censo de
2005, en este país vivimos cuarenta y seis millones y pucho de personas. Es obvio que no dan las
cuentas. Y, si así fuese, parece que los “del otro lado de los buenos y las buenas”, podrían ser tre s o
cuatro personas. Siguen sin cuadrar las cuentas.
Pues sí que estuvo “pacificando” por todo el país. “Un organizador impecable”, le añadieron a sus
virtudes. “Un custodio impoluto”. “Que no se le marea a nadie”. Y, sus tropas, por ahí. Matando.
Delinquiendo en todo el país. Cómplices de cuanto negocio redondo se atravesara. Y, él, diciendo:
“…son ovejas negras (pobrecitas las ovejas, tener que ver con los racistas). Los buenos y buenas
policías son el 99.99999999%”. A mí, tampoco aquí, me dan las cuentas.
2. Pero lo cierto es que el símil de palito siguió en lo suyo. Recibiendo homenajes por doquier. Y la
gente fue creyendo eso de que el muy buen soldado y humanista. Y hacedor de milagros y
conjuros contra los aviesos enemigos de la Patria. Se dimensionó en el Continente. Y se convirtió
en referente e ícono. Y hasta lo postularon como fórmula del caudillo de caudillos. Y le rindieron
pleitesía. Y se lo siguieron creyendo tanto eso. Que hasta se creyeron también eso de que había
que exportarlo. Con sus enseñanzas y todo. Para que todos los policías del mundo y los
gobernantes aprovecharan su talento.
Y, además, lo colocaron como columnista del pasquín de los Santos y de los españoles. Y le
metieron en la cabeza que era lo máximo a la enésima potencia. Y lo llevaron a sesiones de la
opereta en la Habana. Y López Calderón le rogó para que se fuera a vivir allá y a convertir en muy
buenos y humanos a los policías mejicanos. Y lo ratificó Peña Nieto.
Y se cosecharon muy buenos frutos. Los policías del Estado de Guerrero desaparecieron,
torturaron y mataron a cuarenta y tres estudiantes. Las investigaciones y denuncias hablan de
que, prácticamente, toda la policía mejicana actúa en contubernio con las mafias de
narcotraficantes y secuestradores y asesinos. De algo sirvió, pues, la asesoría del “mejor policía
del mundo”. El más “humano”, El más “inteligente”. El más “tenaz defensor de las patrias (la suya
y la de los otros que se creyeron el cuento). Como decían las abuelas “Hágale pies mijo”
Ahora, pasado el tiempo. Corto, brutal, irrefutable. Nos encontramos con la misma trama; pero
distinta. Como diría el coro de los hermanos filosòfos del clan Nule. Esta vez. Siendo ya Ley de
la República. La 1801 de 2016. El Còdigo Nacional de Policía. Ha instaurado una nueva lógica
para hacer de los hechos y acciones simples. De tràmite obvio. En la textura constitucional.
Inherentes a los derechos establecidos. En lo individual y colectivo. Como meras réplicas
operativas consagradas. Vaciadas en lo preciso del Còdigo Penal y de Procedimiento Penal.
Hechos y acciones punibles por vìa directa. A puro pulso de entendimiento y razón de los (as)
sujetos (as)- agentes simples de conocimiento(…que ya, de por si constituye una ofensa al
buen discernir jurídico, vàlido, inteligente). Dirìa alguien, por ejemplo yo, nos volvieron a
sumergir (los y las cafres) en la dinámica jurídica propia del General Ñungo y de los pensantes
y defensores y defensoras del Estatuto de Seguridad.
Esto, con el agregado que convierte al Estatuto Nacional de Policía vigente en algo asì como
nueva reforma tributaria insòlita. Constitutiva de "nueva“ opción para la interpretación de la
macroeconomía. Consolidada al son de tambores de guerra de baja intensidad. Entonces ya, las
variables no son el impuesto a la renta; ni el impuesto a las ganancias ocasionales o
presuntivas. Ahora son los “comparendos inclusivos”. Es decir, a manera de ejemplo, por
“consumir dosis mínima de marihuana en espacio público; por portar una botella de licor
destapada; por insultar o responder a un insulto; por mearse en la calle; por decirle a un
o a una policía que no sea abusivo (a), independientemente de lo que nos digan o si el reclamo
es por el hecho de estar golpeando a un niño, niña, mujer u hombre indefenso(a); minusválido
(a). Esto, hablando de “lo de menos”. Para no hablar de “lo de más”. Es decir de la infamia de
los allanamientos sin orden judicial. Por mera presunción y buen juicio(¿…??) de los sujetos y
sujetas policías. Recuerdo, ahora, una anécdota en el pasado no tan pasado. Un policía (…o
patrullero /a, candidato a “héroe de la patria” se encerró en habitación a observar como dos
sujetos violaban a una joven. Cuando le preguntaron por qué no procedió a evitar la violación y
a detener a los violadores, soltò esta perla “…es que tenía que esperar hasta que se configurara
el ilícito”. Sobra decir que los violadores se escaparon. Es decir “el buen juicio” de “los agentes
del orden”. Es decir del ir y venir de los cafres.
Como diría el gran filòsofo Mr. Watson Santos Calderòn “…vaya, vaya, sí que estamos
progresando en protección de derechos constitucionales. Esta Ley 1801 de 2016 es la
machera…para las gentes de bien” Agregarìa, yo, para los y las cafres
3. Otro dolor. Otra ausencia de pulsión humana. Asociada a hechos de absoluta insania.. En nexo
con la periodista y activista por derechos de gènero. Yo titulé un escrito “Las fotos. Como
contar las desapariones en la Càrcel Modelo en Bogotá D.C., Colombia.
Las fotos
Y escuché decir, que había en la ciudad un sitio en el cual la vida física se estaba
desmembrando Me lo dijeron, en secreto. Dijo Cilantro Balbuena, que estuvo allí y que sintió
frío penetrante. Con su vasija de aluminio, entraba por los desperdicios sobrantes de la
ignominiosa alimentación que allí brindan a esos sujetos envueltos en mallas y alambres
punzantes. Y que, seguía diciendo Balbuena . entraba a los patios habilitados para ver el Sol y
recibir, limpiamente, el viento tempranero. Y sí que vi carne por ahí volando; en lo que yo
creía eran pedazos de carne desechada, al elaborar la comida.
“En ese enhebramiento mío, día a día entraba. En madrugada angosta; por lo mucho que
había de bregar todo el día. Por toda la ciudad. Con ese caballito llevando lo que yo suponía
que eran deshechos vinculados con la satisfacción de la comidita, de esos hombres
encerrados. Cumpliendo la pena dictada por el señor juez…”.
Pacté, con el sujeto aludido, la búsqueda de datos. Y, si fuese posible, fotos de todo el sitio;
incluidos esa inmundicia de baños e inodoros. Para mí era algo así como ejercer de héroe de
las mil caras. En consideración a mi condición de sujeto envuelto en ese aspaviento llamado
historia ajena. Pretendiendo ufanarme por mi condición férrea, penetrante.
Balboa regresó sin las fotos acordadas. Simplemente porque le robaron la camarita con la
cual iba a hacer el enfoque necesario; y rogándole al dios Sol, para que no se dejara tapar
por esas nubes opacas, gruesas. Lo observé (…a Balboa) en una expresión de casi mudez.
Como cuando uno ve a alguien confundido y temeroso. Y, sí que me dijo, de ductos en
putrefacción más de lo normal. Desencajado en todo el cuerpo; incluido el cerebro, que ya le
advertía que estaba en cap acidad de surtir miedo, en su individualidad y en el entorno
secreto Comoquiera que percibió un ultraje a los cuerpos de quienes ahí estaban. En veces
con voces y acciones virulentas. Otras, en una pasividad infinita. Tal vez, por los recuerdos
de lo que hicieron en pasado.
Y me dije, en reflexión mía, íntima; habré de ir más allá. Traspasando ese horizonte casi
perdido. Asfixiado. Busqué, entre esos trebejos que tengo y que llamo valores. Me encontré
con uno que me ha servido, a través del tiempo. La solidaridad y la esperanza. Cuando las
tuve a bien, logré entrar a “esa casa maldita”. Todo alrededor estaba hecho de percepciones
perdidas. De la memoria íngrima. De esa noche ululando, como pájaro agorero. Me fui
deslizando hacia todos los rincones. En ese surtido de vejámenes de los cuales están hechos.
Una sombra perversa empezó a adueñarse de los patios al aire libre, pero sofocados por una
hediondez absoluta. Fui a parar a las letrinas, que eran constantemente utilizados como fuga
por esos huecos infames. Cuadro entré quedé absorto. Había en el piso, tirados al piso.
Cuerpos incompletos. Piernas, brazos. Con los dedos apuntados y las uñas arrancadas. Vi
como se hacía tenebroso el lugar. Corrí hacia la salida. Me detuvieron allí unos hombres
quemados por el Sol y por el frío intenso de las madrugadas. Simplemente me llevaron hasta
el “el cuarto de tormento”. Allí me tiraron al piso. Como duele tanta maldad. Estando en esa
reflexión, sentí mi cabeza volar por todo el ámbito. Y me arrastraron, cabeza y cuerpo hasta
el sitio que vi; no sabiendo que eso no se puede hacer