El documento discute el tema de la deuda pública y el espacio fiscal en las economías desarrolladas después de la crisis financiera global. Explica que la deuda pública ha crecido notablemente en la mayoría de los países para financiar los déficits presupuestarios resultantes de los estímulos implementados durante la crisis. Analiza un estudio del FMI que clasifica a los países en cuatro categorías según su nivel de deuda y espacio fiscal, colocando a España en la zona amarilla de riesgo moderado. Concluye que aunque los países con suficiente
Deuda pública y espacio fiscal: España en zona amarilla de riesgo
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DEUDA PUBLICA Y ESPACIO FISCAL.
Manfred Nolte
Las economías desarrolladas, y con ellas España, van saliendo de la cris is.
Algunas como Estados Unidos, Alemania o el Reino Unido han recuperado sus
niveles de producción y empleo anteriores a la misma. Pero en la práctica
totalidad de países, los rescates de los sistemas bancarios, los estímulos
presupuestarios aplicados a la necesaria protección social y los recortes de
ingresos fiscales derivados de la caída drástica de la actividad durante la gran
recesión han supuesto notables déficits presupuestarios financiados con deuda
pública. Los gobiernos de las economías avanzadas han cubierto en los
mercados internacionales las necesidades provocadas en los últimos siete años
por la brutal caída de la demanda, y la deuda de las empresas y las familias, en
general, continua creciendo. Déficit fiscal y deuda pública son algunos de los
indeseados legados de la crisis.
En realidad las tasas de crecimiento de la deuda total, y de la pública en
particular, son sencillamente espectaculares. Entre 2007 y 2014, la deuda
planetaria se incrementó en 57 billones de dólares, elevando un 17% el ratio
global de deuda a PIB y representando el 286% de esta última variable. En el
periodo citado, la deuda gubernamental pasó de 33 a 55 billones a una tasa
acumulativa del 10% anual. En España, la crisis que ha azotado a nuestra
economía con especial virulencia ha llevado el déficit presupuestario hasta el
11% en 2009, situándose a finales del 2014 en el 5,7% (excluyendo las ayudas a
la banca). La deuda pública española, fruto de los factores antes citados, ha
progresado desde el 35,5% a finales de 2007 hasta el 130% del PIB, aunque a
efectos computables en el procedimiento de déficit excesivo acordado con
Bruselas ‘solamente’ haya alcanzado el 99,8% del PIB.
Las expectativas de crecimientos moderados en el futuro para la generalidad de
países desarrollados no hace prever que esa tendencia se ralentice o se revierta
(desapalancamiento). En consecuencia surge el debate del ritmo deseable de
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contención en el crecimiento de la deuda, un ritmo congruente con la gestión de
los presupuestos públicos, la incidencia del servicio de la deuda en la salud de la
economía y finalmente la salvaguarda ante posibles burbujas y nuevas crisis
sistémicas.
En este estado de la cuestión, los economistas del FMI, Jonathan D. Ostry, Atish
R. Ghosh y Raphael A. Espinoza1 se interrogan sobre el ritmo de corrección de
los stocks de deuda pública y de si, en determinados casos, los niveles de deuda
deben reducirse o mantenerse tal como están. Según los relatores de la ‘nota
para la discusión’ del Organismo Multilateral habría que distinguir entre países.
Mientras unos carecen de espacio fiscal, pagan intereses astronómicos y sufren
la exigencia de devolución por parte de los mercados, otros discurren por una
situación más confortable, refinanciándose, como es el caso de la eurozona a
unos tipos excepcionalmente bajos. Para este tipo de países se abre una
posibilidad real de convivir con altos niveles de deuda dejando que su ratio
respecto del PIB disminuya orgánicamente a través del crecimiento de la
economía o de oportunidades favorables extraordinarias(‘windfall revenues’) en
lugar de reducir aceleradamente la carga del servicio de la deuda.
El estudio citado abstrae de consideraciones cíclicas del corto plazo y también
de la capacidad de refinanciación de los mercados, supuestos que no dejan de
ser heroicos, para referirse sobre todo más a aquellos países que discurren
cercanos al pleno empleo y disponen de un considerable espacio fiscal.
Desafortunadamente, según los autores, qué constituye un nivel de deuda
seguro o en qué consiste la amplitud del espacio fiscal, es muy difícil de
concretar en la práctica y no puede nunca remitirse al establecimiento de una
regla mecánica, a un umbral o a un porcentaje del PIB. Kenneth Rogoff osó
situar ese umbral crítico en el 90% del PIB pero fue seriamente vapuleado por la
oposición académica y por un buen número de la industria política. Otros
autores han estimado el ‘espacio fiscal de facto’ de un país como la inversa de los
años-impuestos necesarios para repagar la deuda pública viva. En el sentido
más amplio, el espacio fiscal puede ser definido como ‘la distancia entre el nivel
actual de deuda y el nivel máximo compatible con la solvencia fiscal (Ghosh) o
también como ‘el espacio disponible en un presupuesto gubernamental que
permita la provisión de recursos sin poner en peligro la sostenibilidad de la
posición financiera y económica del país’ (Heller).
En un intento de acercamiento didáctico al tema, Ostry y sus colegas ofrecen en
su estudio una tabla de cuatro colores que segmenta a los países desde aquellos
que sufren un endeudamiento intolerable careciendo en consecuencia de
espacio fiscal (color rojo) hasta el otro extremo de los ‘países seguros’ que
navegan por el mar de la deuda con relativa o gran comodidad (color verde).
1 Jonathan David Ostry ;Atish R. Ghosh ; Raphael A. Espinoza (2015):When should Public Debt
be reduced? IMF Discussion Note.Junio 2015.
http://www.imf.org/external/pubs/cat/longres.aspx?sk=42931.0
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Japón, Italia, Grecia y Chipre se hallan en la zona roja de riesgo grave y carecen
de espacio fiscal. La zona verde está liderada por Noruega, Corea del Sur, Nueva
Zelanda, Hong-Kong seguida de una larga lista de países, que con amplias
diferencias entre ellas, comparten su inclusión en la zona positiva de Espacio
fiscal. En el espacio amarillo de riesgo relativo aparece España junto a Irlanda,
Francia y Bélgica. O sea, que los analistas de Washington nos ven regular, con
solo 6 de los 30 países desarrollados analizados en peor posición.
La disciplina fiscal no está en cuestión. Y los relatores del informe no ponen en
duda que una deuda pública excesiva es mala para la economía. Incluso los
países que militan en la zona verde, deben aprovechar las fases de bonanza
económica para crear un colchón fiscal de cara a crisis futuras.
Lo novedoso del estudio reside en el consejo formulado a que aquellos países
que gozan de espacio fiscal suficiente de no realizar ajustes innecesarias vía
impuestos ya que el coste de oportunidad en forma de inversiones públicas no
acometidas puede amenazar o recortar su crecimiento económico y de rebote el
de aquellos países exportadores dependientes de sus compras. Es admitido que
la inversión publica siempre estará mejor financiada con deuda que con
impuestos, dejando que estos varíen poco y se apliquen a los gastos
presupuestarios estructurales. Determinados medios han sacado de contexto
estas propuestas anunciando una rectificación en las políticas tradicionales
propuestas por el FMI. Pero el informe es extremadamente ponderado y no
demonizar la deuda no significa abandonar toda prevención en la senda de su
acumulación a largo plazo incluso por parte de los países pudientes.
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Para países como España, al borde de la quiebra soberana en 2012,
parcialmente rescatado, con un calendario de reducciones del déficit
presupuestario convenido con Bruselas y situado en la zona amarilla del riesgo
soberano estimado por el Informe del FMI, será muy conveniente hacer oídos
sordos a los cantos de aquellas sirenas recién accedidas en nuestras aguas
políticas, absteniéndose de falsas aventuras y tentaciones relajadoras
recordando el consejo de Benjamín Franklin, según el cual “es mejor acostarse
sin cenar que levantarse con pesadas deudas”. En otras palabras, someter
nuestro déficit y contener nuestro nivel de deuda para reducir el riesgo
potencial de otra crisis soberana el día de mañana.