1. Austeridad a secas: una virtud letal.
Manfred Nolte
La combinación de dos vocablos de significado opuesto , por ejemplo ‘un
silencio atronador’ recibe en castellano un nombre impenetrable e inquietante,
‘oxímoron’, uno entre los múltiples préstamos del idioma helénico suscritos por
la academia de la lengua.
‘Austeridad virtuosa’, una propuesta indiscutible para casi todas las
espiritualidades del planeta, se torna un oxímoron de connotaciones nefastas
cuando se traslada al terreno económico. El FMI y sus políticas liberalizadoras,
privatizadoras y espartanas sobre todo en la esfera pública, en 75 años de
historia, no ha logrado superar la reválida conceptual de sus recetas –las
recogidas en el ‘Consenso de Washington’- y ha abierto, por el contrario,
amplios frentes de contestación, sobre todo en los países en desarrollo
sometidos a la tiránica condicionalidad de sus programas de ayuda.
No es que la austeridad no sea seña de virtud, como su opuesta, el despilfarro,
es signo de desatino. Las sociedades deben responder periódicamente con
medidas de austeridad cuando reconocen que su conducta ha sido equivocada y
sobre todo cuando a ello les compele una fuerza exterior –llámese ‘mercado’ o
de cualquier otro modo- con la aplastante evidencia de los hechos.
Pero cuando se trata de superar una crisis inmobiliaria y financiera que ha dado
al traste con los equilibrios fiscales previos a la misma, lo que se aviene muy mal
con la evidencia estadística es que políticas radicales de recorte y austeridad
presupuestaria acometidas conlleven la virtud de hacer recobrar de forma
automática la confianza de los mercados en el país que los practica. Los recortes
no atraen credibilidad. Y desde luego no crean empleo.
Por todo lo anterior, la trayectoria diseñada por el ejecutivo español, de carácter
más compulsivo que voluntario, precisa de dos importantes puntualizaciones.
La primera viene promovida, paradójicamente, por el FMI. La segunda obedece
a la invocación del principio de lealtad entre partes.
Comencemos por la primera. Cuando se trata de ajustar el gasto público, el
equilibrio se constituye en un criterio insustituible. Recortar los déficits
desmesurados es de obligada ortodoxia. Pero golpearlos abruptamente puede
impedir la recuperación económica. Y si la recuperación se detiene, la deuda y el
déficit reiniciarán su ascenso, de la misma manera que el desempleo. “De
acuerdo con nuestro análisis”, señala el FMI, lo que se requiere es “un ajuste
continuado pero gradual. No demasiado rápido, no demasiado lento, sino el
adecuado”(FMI, Fiscal Monitor). El Organismo multilateral reconoce que
retrotraer la deuda pública a niveles previos a la crisis es una tarea
prácticamente imposible, pero que en presencia de un determinado nivel de
crecimiento las cosas se facilitan considerablemente. Un crecimiento sostenido
a largo plazo de un cuarto de punto reduce el ratio de deuda/PIB en seis puntos
porcentuales. El mini-órdago de Rajoy al renegar del objetivo del 4,4 de déficit
para finales de 2012, va en línea de audacia con estos postulados y ha supuesto
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2. una colchón de 9.000 millones de euros de menor austeridad en el ejercicio.
Casi nada.
El segundo trazo corrector del rumbo del ejecutivo- mejor sería decir garante de
su éxito estructural- viene dado por un factor exógeno como es el de la
implicación de las Instituciones europeas en el proceso de ajuste de los países
implicados, en este caso de España.
De acuerdo con que los mercados no recompensen a España por su austeridad
ni sus reformas estructurales. El titular de Economía y Competitividad
confesaba sustentar un programa perdedor/perdedor, donde los inversores
castigan simultáneamente el excesivo déficit incurrido por el país y la falta de
crecimiento que acarrean las medidas para corregir aquel. Lo que no es de
recibo que Bruselas y Frankfurt no apoyen los esfuerzos hercúleos de la
ciudadanía española para cumplir con unas reglas hiperrigurosas. Como fue el
caso en Agosto de 2011, cuando el BCE comenzó su programa de compra de
bonos, dicha práctica debe mantenerse para garantizar unos costes de
refinanciación de la deuda exterior congruentes con los sacrificios internos
abordados. Tampoco debería producir un rubor excesivo la activación del
articulo 15 del Mecanismo de Estabilidad Europea, para reflotar de una vez por
todas al esclerótico sistema financiero español. O como ha propuesto Hollande
que el BCE financie directa e incondicionalmente al Mecanismo europeo
provisto de licencia bancaria. Después de todo, en los tiempos de corren, no
pueden invocarse razones de peso para no actuar con las mismas armas que la
FED estadounidense, el Banco de Inglaterra o el Banco de Japón.
Lo que Frank Sinatra entonó acerca del amor, el matrimonio y el sacrificio tiene
su aplicación en la austeridad, el crecimiento y el apoyo institucional europeo.
“This I tell ya, brother, you can’t have one without the others”: no puedes,
hermano, tener una cosa sin las otras.
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