2. Más que en la búsqueda del momento
concreto en que terminó la revelación, el
concilio saca las consecuencias de su propia
enseñanza sobre la naturaleza de la
revelación divina. Utiliza la enseñanza de los
Padres sobre el final de la revelación, pero no
la terminología teológica tradicional. Evita el
término «clausura» y acude, en cambio, a los
verbos «complere» (llenar por completo),
«consummare» (completar), «perficere»
3. En la Constitución Dei Verbum, el
final de la revelación se relaciona no
tanto con los Apóstoles como con
Cristo: «La economía cristiana, por
ser la alianza nueva y definitiva,
nunca pasará; ni hay que esperar
otra revelación pública, antes de la
gloriosa manifestación de Jesucristo
nuestro Señor (cfr. 1 Tim 6, 14; Tit 2,
4. El criterio cristológico y el apostólico no se
oponen, pero tampoco tienen la misma
importancia. El fundamento del final de la
revelación está en la historicidad de Cristo y
de los Apóstoles. Una vez terminada la vida
de Jesús en este mundo, todo está dado y,
en cierto modo, no hay nada más que
esperar. La Iglesia vivirá siempre de Cristo
en el Espíritu. La razón de ser del criterio
apostólico para la clausura de la revelación
viene de Cristo: ser Apóstol significa haber
5. Por haber sido elegidos y enviados por Cristo y
por haber recibido la enseñanza del Espíritu Santo,
el testimonio y la predicación apostólica se
extienden tanto cuanto la vida de los Apóstoles.
Mientras ellos vivían en este mundo, el tiempo de
la revelación permanecía abierto porque podían
seguir dando su palabra y mostrando la vida de
testigos únicos —en el sentido ya señalado— de
Cristo. Por tanto, la afirmación de que la revelación
está completa con los Apóstoles deriva, más allá
de toda interpretación meramente jurídica, de su
estrecha unión con Cristo y del carácter definitivo
6. ¿Qué significa exactamente que la revelación
cristiana no pasará, o que «está completa»?
Significa que la fase constitutiva de la revelación ha
terminado, que la economía cristiana es definitiva
e irrebasable, y que todo progreso en la
comprensión debe remitirse a Cristo mismo tal
como lo han entregado los Apóstoles. A partir de
los Apóstoles, la fe en Cristo pasa esencialmente por
la mediación apostólica.
7. La revelación de Dios, que es ¡mensaje y
acontecimiento, es recibida en su genuinidad sólo
a través de lo que los Apóstoles han entregado a
la Iglesia. Se ha podido hablar por eso de una
transmisión vertical de la revelación (de Cristo y
del Espíritu Santo a los Apóstoles) y de una
transmisión horizontal (de los Apóstoles a la
Iglesia). El punto de articulación entre esos dos
momentos —esencialmente distintos— lo
constituyen los Apóstoles. La traditio apostólica,