La placenta previa se clasifica en cuatro tipos dependiendo de su ubicación en el útero, y puede causar hemorragia genital sin contracciones. El diagnóstico clínico incluye examen físico, especuloscopia y ecografía transvaginal, y el tratamiento quirúrgico depende del estado materno y fetal y del tipo de placenta. El manejo hospitalario requiere reposo absoluto, control de signos vitales y perdidas, y evitar tactos vaginales innecesarios.