2. Un día le pidieron los discípulos a Jesús que les enseñase
a orar, como Juan el Bautista enseñaba a sus discípulos.
Estaban
pensando
en una
oración
concreta.
3. Pero orar no es sólo
recitar una oración por
muy sublime que sea.
Cuando los apóstoles le
pidieron a Jesús que les
enseñase a orar, era
porque le veían en un
diálogo íntimo con su
Padre Dios.
4. Orar es sobre todo
ponerse en
comunicación
reverente y filial con
Dios, es establecer
un diálogo amoroso
con Él. Es, como
decía santa Teresa,
tratar de amor con
Quien sabemos que
nos ama.
5. Orar no es sólo
hablar a Dios,
sino hablar con
Dios. Por lo
tanto algo
importante, y
más difícil, es
saber escuchar
en la oración.
8. Rezar no es
otra cosa
que mirar
alrededor y
escuchar.
Hacer CLICK
9. Por lo tanto lo
primero que debe
haber en una
verdadera oración
es el amor. Porque
donde no hay amor,
no puede haber una
verdadera
conversación.
Como sucede entre
dos esposos o entre
dos amigos.
10. Pero, como ante
Dios somos
criaturas y débiles,
debemos tener
oraciones de
petición. Jesús nos
fue diciendo
diversas cualidades
para una recta
oración. Hoy en el
evangelio nos habla
de la perseverancia.
Lucas 18, 1-8
11. En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos
cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les
propuso esta parábola: "Había un juez en una ciudad
que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a
decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario."
Por algún tiempo se negó, pero después se dijo:
"Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres,
como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no
vaya a acabar pegándome en la cara."
Y el Señor añadió: "Fijaos en lo que dice el juez injusto;
pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan
día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará
justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del
hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?"
12. Hay personas que
se desaniman
enseguida, si no
consiguen pronto
de Dios lo que
piden. Hoy Jesús
nos enseña a ser
perseverantes, a
insistir ante Dios,
como la viuda de
la parábola ante el
juez injusto.
13. Como decía san Agustín: A veces Dios parece
que no nos escucha: “O porque somos malos, o
pedimos mal o pedimos cosas malas”.
Viene la
dificultad y la
pregunta:
¿Hasta cuánto
hay que
perseverar?
Depende de lo
que se pida y
la manera con
que se pida.
14. El pedir cosas malas quiere decir cosas que no
nos convienen para la salvación eterna, o cosas
imposibles, como el pedir que toque un número
de la lotería, cuando otros están pidiendo por
otros números.
15. Mucho peor es cuando pedimos cosas que son en contra
de otros, como el pedir en un deporte el que un equipo
gane, cuando otros están pidiendo que gane el equipo
contrario. O el hecho de un estudiante que pide salir bien
en un examen, cuando en realidad no ha estudiado lo
conveniente. Eso no debe entrar en asuntos de oración.
16. Lo que sí debemos pedir es la justicia, como pedía aquella
viuda.
Y más, si la justicia es con
mentalidad bíblica, que es la
santidad, que nos llevará al
Reino definitivo de Dios.
17. A veces se piden
cosas difíciles,
como puede ser la
conversión de una
persona. Depende
de la disposición
de éste; pero se
necesita tiempo y
quizá lágrimas,
como santa
Mónica pidiendo
por la conversión
de su hijo Agustín.
18. Parece que
tomamos a Dios
como algo
mecánico sin
buscar el
verdadero
provecho
espiritual y la
presencia de Dios
en nuestro ser.
A veces creemos que hemos pedido con
perseverancia, pero nos hemos cansado
enseguida.
19. Lo importante es que la
oración debe estar unida
a la fe. Seguimos orando
porque debemos seguir
aumentando la fe y la
confianza. Si Dios fuese
como algo mecánico que
da favores fáciles – y
normalmente materiales-
el amor y la verdadera
entrega filial podría faltar
en muchos. Por eso
necesitamos perseverar:
no tanto para que Dios se
acuerde de nosotros, sino
para que nosotros no nos
olvidemos de Él.
20. La perseverancia
suele estar en
relación con la
fe. La virgen
María no
necesitó
perseverancia
sino sólo
presentación de
una necesidad
ante Jesús: “No
tienen vino”.
21. Éxodo 17,8-13
Hoy en la 1ª
lectura se nos
expone un
ejemplo de
oración, que
consigue el fruto
inmediato ante
Dios. Los
israelitas luchan,
la oración de
Moisés les
sostiene. Cuando
baja los brazos,
signo de no
oración, pierden.
22. En aquellos días, Amalec vino y atacó a los israelitas
en Rafidín. Moisés dijo a Josué: "Escoge unos
cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec.
Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el
bastón maravilloso de Dios en la mano”. Hizo Josué
lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; mientras
Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte.
Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel;
mientras la tenía baja, vencía Amalec. Y, como le
pesaban las manos, sus compañeros cogieron una
piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase;
mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a
cada lado. Así sostuvo en alto las manos hasta la
puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a
filo de espada.
23. Dios quiere que
levantemos el
corazón hacia Dios
en muchos
momentos de
nuestra vida y
pongamos en Él
nuestros ojos y
pensamientos,
como en un monte
de auxilio. Así nos
lo dice hoy el salmo
responsorial.
28. La oración es una
actitud fundamental del
creyente. Para quien no
cree, la oración no tiene
sentido, porque sería
absurdo hablar ante la
nada. Pero para el
creyente la oración es el
sustento, el alimento de
la vida divina, vida que
brota del encuentro del
ser humano con el ser
divino.
29. Pero, como dice Jesús al final: “¿Encontrará Dios esta fe
en la tierra?”
Rezar es sobre todo amar,
porque al mismo tiempo que
le pedimos, debemos estar
agradecidos por tanto que
nos ha dado. Necesitamos
perseverar para aumentar
nuestra actitud de humildad
y confianza y de escucha
sobre su voluntad. Si así lo
hacemos, ya hemos
conseguido algo valioso,
quizá más que lo que
estamos pidiendo.
30. Estas oraciones a veces pueden ser de una forma
ostensible y en grupo, porque ahí está Jesús, como Él
nos dijo: “Donde dos o tres están reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
31. Pero otras muchas
veces será muy
conveniente y
provechoso orar en
particular y quizá
donde no nos vean,
según aquello que
dijo Jesús:
42. plena
confianza y sin
necesidad de
perseverancia.
La perseverancia en la oración está muy relacionada
con la confianza; pero, si usamos las matemáticas,
podemos decir que en sentido inverso: a más confianza
necesitamos menos perseverancia, hasta llegar a lo de
la Virgen:
43. Nosotros nos sentimos
débiles, quizá como
aquella viuda del
evangelio. Si nuestra
confianza con Dios es
pequeña, pongamos
mucha perseverancia
precisamente para que
se aumente la
confianza. También con
la perseverancia
demostramos a Dios y
a los demás que
buscamos seriamente
el Reino de Dios.
44. porque,
como nos
dijo Jesús no
sería una
verdadera
oración si no
estamos en
paz con los
hermanos.
Así que el orar con perseverancia es un gran bien para
nosotros, porque ese esfuerzo nos ayuda a acercarnos
más a Dios. Pero también es una ayuda para nuestros
hermanos, no ya por lo que podemos pedir por ellos,
sino simplemente por la necesidad de estar en paz con
los hermanos;
45. Estando en paz con los hermanos, podemos en verdad
hablar con Dios, que es el Padre de todos. Muchas
veces, al comenzar una especial oración, tendremos que
mostrar la humildad porque nos falta mucha fe, nos falta
paz con los hermanos, nos falta confianza en Dios..
46. Terminamos
manifestando
de verdad
que el poder
del cristiano
está en la
oración.
Cuando uno se acostumbra a hablar a Dios de esta
manera, la oración llega a ser permanente, está dentro
de nuestra alma, y la perseverancia está mezclada con
un continuo acto de amor.