1. BALMES Y LA AXIOLOGÍA
Ciertamente, el pensamiento balmesiano no ha sido valorado de la
manera que merece en el ámbito de la filosofía. El hecho de que
Balmes muriese en 1848 a los 37 años es un dato que no se debe obviar,
pero que pone más de relieve sus méritos como pensador en su no muy
amplia trayectoria vital. De todos modos, este filósofo destaca por su
interés en la búsqueda de la verdad desde una actitud independiente, y
libre de prejuicios. Sus planteamientos filosóficos parten del estudio de
la tradición escolástica, pero consideran también como justificado el
racionalismo en ciertos aspectos. Balmes intentó en su producción
escrita tender puentes para evitar confrontaciones doctrinales
innecesarias, y buscando una cierta perspectiva neutral.
La dimensión escatológica del ser humano, que también afirma
Balmes, no supone la infravaloración del ámbito mundano propio de la
persona. El «Doctor humanus» muestra de modo claro su deseo de
lograr una existencia más racional y digna para los seres humanos.
Además desde su perspectiva de sacerdote y pensador considera que la
dimensión religiosa supone un camino para la vida supraempírica. En
definitiva, su filosofía y teología son la expresión de un indudable
humanismo, tanto a nivel gnoseológico como axiológico y social. En su
obra El Criterio manifiesta que la certeza absoluta no es lograble de
un modo total, porque intervienen numerosos factores y limitaciones
que afectan al entendimiento humano. A diferencia de lo que pensaba
Descartes, el filósofo español elabora una criteriología ajustada a las
posibilidades epistemológicas y cognoscitivas de los hombres. Ya que el
pensador francés cree alcanzable la certeza plena en el campo del
conocimiento. Balmes respecto al idealismo trascendental de Kant
niega rotundamente la justificación gnoseológica de los juicios
sintéticos a priori.
En el ámbito axiológico o de los valores rechaza cualquier clase de
determinismo, y destaca el gran valor de la libertad como
posibilitadora de otros valores. Como escribe Balmes: «El hombre
nunca es más grande que cuando cumple con su deber, sojuzgando sus
inclinaciones más violentas; y es que en tal caso obra como hombre de
una manera especial, pues que en la competencia entre las pasiones y la
razón abate a las pasiones y saca triunfante a la razón».
Incuestionablemente, el planteamiento general de Balmes en relación
con los valores éticos está en conexión con la racionalidad de las leyes y
las normas, que dan forma a los límites razonables de la libertad
individual. Para este pensador el progreso humano depende
profundamente de los valores, ya que deben estar presentes de modo
activo en la vida social y política. La axiología está determinada por la
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2. naturaleza del psiquismo humano ya que escribe Balmes: «En el
hombre hay entendimiento, cuyo objeto es la verdad; hay voluntad,
cuya regla es la moral; hay necesidades sensibles, cuya satisfacción
constituye el bienestar material». Además, el equilibrio entre los
valores éticos es algo fundamental, porque la interacción e
interdependencia de los mismos es esencial para el desarrollo completo
e integral de cada ser humano.
Los valores intelectuales son también, para Balmes, el fundamento
primordial de una moral sólida y satisfactoria de cara a potenciar,
tanto la supervivencia como el bienestar social. Como señala Roca
Blanco comentando la axiología social balmesiana: «El bienestar del
individuo y de la sociedad es la tercera de las condiciones axiológicas
exigidas por Balmes para poder hablar de auténtico desarrollo de la
civilización, por lo que recalca la necesidad de un más justo reparto de
bienes y servicios entre los hombres». Evidentemente, Balmes no duda
de la necesidad del capitalismo en su época y considera que es
beneficioso un cierto grado de desigualdad, porque promueve el
esfuerzo individual, con la condición de que no suprima unas
condiciones de vida dignas para todos.
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