Este documento discute cómo la teoría de la inteligencia emocional puede integrarse en la enseñanza de la flauta travesera para mejorar el proceso de aprendizaje. Explica conceptos como la automotivación, la práctica efectiva, la enseñanza expresiva y el desarrollo de habilidades sociales a través de clases grupales. El objetivo es ayudar a los estudiantes a dominar aspectos técnicos y musicales, pero también fomentar su bienestar emocional y confianza para que puedan expresarse pl

1. Implicaciones educativas de la teoría de la
Inteligencia Emocional
en el aula de Flauta Travesera
Alumna: Luciana Fernunson
Tutor: Francisco José Balsera Gómez
Curso on-line Inteligencia Emocional y enseñanza de la música
Diciembre 2018

2. 1. INTRODUCCIÓN
Mediante este ensayo pretendo explicar cómo los conceptos de la inteligencia emocional pueden
integrarse en el aula de flauta travesera incidiendo positivamente en el proceso de enseñanza-
aprendizaje.
Como instrumentistas solemos dedicar mucha atención a cuestiones técnico-musicales,
dedicamos horas al estudio cotidiano, sin detenernos a pensar en aspectos relacionados con el
factor emocional. Lo mismo hacemos con nuestros alumnos, sin darnos cuenta de que la falta de
estos conceptos muchas veces detiene el crecimiento del alumno o no lo potencia lo suficiente. En
ocasiones oímos de nuestros alumnos que se han preparado muy bien para un concierto o
concurso y que producto de los nervios se han bloqueado y no han podido demostrar sus
habilidades. Otras veces notamos falta de interés y motivación del alumno, no dedica tiempo al
estudio cotidiano y nos cuesta revertir la situación. Existen infinidad de situaciones que podemos
mejorar teniendo en cuenta todo lo que implica la inteligencia emocional.
El concepto de inteligencia emocional amplía la noción de inteligencia incorporando una serie de
habilidades emocionales (Goleman, 1996):
• La autoconciencia: reconocimiento de las propias emociones para manejarlas de forma
consciente.
• El autocontrol: habilidad para controlar las emociones y manejarlas de manera
inteligente.
• La automotivación: capacidad para motivarse a uno mismo. El éxito en nuestra vida
depende de cualidades como la perseverancia y la autoconfianza.
• La empatía: capacidad de reconocer las emociones en los demás, entendiendo lo que
otras personas piensan y sienten.
• Las habilidades sociales: capacidad de mantener relaciones y empatizar con los demás,
así como resolver con acierto los conflictos que surjan.
Considero fundamental incluir dentro de la enseñanza estas destrezas, no sólo desde el punto de
vista musical sino también desde el punto de vista humano, ya que redundará en un mayor
bienestar del alumno. En este ensayo explicaré la aplicación de estos conceptos en la enseñanza
de la flauta travesera.

3. 2. DESARROLLO
La automotivación
Cabe resaltar que conseguir autonomía como músico y alumno es un largo proceso que involucra
a partes iguales tanto al profesor como al alumno. Debemos proporcionarle herramientas para que
paulatinamente vaya ganando independencia. De esta manera, el alumno reforzará su confianza y
autoestima ya que notará que las decisiones que toma en su estudio cotidiano le reportarán
beneficios y se sentirá más motivado. La clase de flauta suele de ser una vez a la semana,
necesitamos que el alumno perdure en la motivación que le inyectamos en clase, es decir que
pueda automotivarse.
Una buena estrategia es presentarle un abanico de posibilidades para que pueda encontrar por sí
mismo soluciones a cualquier tipo de problema técnico-musical. Para ello le introduciremos en lo
que denomino “la práctica efectiva”.
La práctica efectiva
Estrategias para solucionar problemas técnicos
1. Tocar de atrás hacia adelante lentamente. No sólo se crea una melodía diferente, sino que
brinda la posibilidad de escuchar progresiones armónicas que antes no se apreciaban.
2. Ritmos. Crea reflejos en los dedos y hace que trabajen de manera regular.
3. Legato si es staccato. Staccato si es legato. Si el pasaje es articulado, tocar legato hará que
mantengamos la sonoridad. Si el pasaje es legato, el tocar articulado hará que los dedos no
corran.
4. Binario/Ternario. Si el pasaje es ternario, tócalo en binario y viceversa. Conseguirás cambiar
los acentos y por lo tanto mayor igualdad en la técnica.
5. Agrupamientos y trabajo con fermatas. Divide un pasaje técnico en segmentos, poniendo
una fermata en la última nota de cada segmento. Poco a poco disminuye la duración de la fermata
hasta que la nota vuelva a su valor original.
6. Regla de los siete. Tócalo correctamente siete veces seguidas o vuelve a uno. Hará que el
pasaje se asiente y nos dará más confianza.
7. Intervalos difíciles de ligar con armónicos. El trabajo con armónicos en legato nos permite
aumentar la precisión en embocadura y presión de aire. Se puede tocar todo un pasaje con
armónicos, no sólo un intervalo en concreto.
8. Memorización del pasaje.
9. Tocar y cantar a la vez. Para pasajes líricos, este ejercicio hará que no utilicemos más aire del
necesario y también nos ayudará a mantener la garganta abierta.
10. Frulato. Tocar con frulato un pasaje, tanto lento como rápido, hace que relajemos los labios y
centremos nuestra atención en el aire y el apoyo. Redundará en un sonido más rico y estable.
11. Tocar lento. Es el consejo más repetido por los maestros y muchas veces el más obviado.
Tocar lento nos sirve para monitorear cada detalle y se conscientes de nuestro uso corporal. En
artes marciales los golpes rápidos son practicados a cámara lenta para lograr la mayor precisión
posible.
Herramientas para interpretar
1. Análisis de la partitura. Nos permitirá explorar todos los elementos que configuran un texto
musical. El desarrollo de la capacidad analítica incrementa la autonomía del alumno pues le
permite abordar el estudio de cualquier partitura interpretándola correctamente. Dentro de este
apartado es muy útil saber un poco acerca de la vida personal del compositor, si en el momento

4. de componer la obra estaba atravesando por alguna situación difícil, o en qué país se encontraba.
También es importante saber en qué condiciones estaba el instrumento se escribió.
2. Imaginación. Acompañar un pasaje determinado con una palabra que evoque tanto una
emoción, como un paisaje, un sabor, un color, etc.
3. Cantar. Cuando no sabemos exactamente cómo frasear un pasaje, cantar ayudará a hacerlo de
manera natural.
4. Dentro del sonido. Es importante explorar en nuestro estudio nuevos sonidos. Podemos
inspirarnos en otros instrumentos, por ejemplo para el grave podemos pensar en la sonoridad del
clarinete, o en la flauta en sol; si tocamos una obra barroca es útil tener como referencia la
sonoridad de un traverso, etc...
Es de vital importancia dominar los crescendo y diminuendos, para poder expresar y llegar al
climax de una frase.
Para lograr un sonido deseado se puede acompañar la partitura con palabras que hagan
referencia a color, paisajes, sabores...(ejemplo: azul, amarillo, vainilla, etc). Es más fácil reproducir
con la flauta un sonido que existe previamente en nuestra imaginación.
Este proceso de aprendizaje debe ser monitoreado por el profesor, quien además de verificar el
progreso técnico-interpretativo observará con atención la actitud y comportamiento emocional del
alumno. Según Gallego “la emoción puede convertirse en sí misma en un tipo de motivación, y la
conciencia emocional nos informa sobre cómo sentimos la evolución de nuestras motivaciones”.
En el día a día, en nuestras clases, es necesario mantener un diálogo fluido con el alumno.
Debemos cuidar nuestras expresiones, la manera en la que emitimos nuestra opinión acerca de lo
que el alumno está tocando, evitar utilizar palabras negativas, hirientes. Debemos transmitir
positividad y posibilidad de mejora en todo momento. Para Gallego las personas optimistas
perseveran e insisten para alcanzar los objetivos, y son capaces de rescatar lo positivo de
cualquier situación. No tienen miedo al fracaso.
La enseñanza expresiva
En la vida de cualquier músico, la relación que éste tiene o ha tenido con su maestro es
fundamental y se hará visible a lo largo de toda su carrera. Es importante que el alumno se sienta
respaldado y cómodo en clase, para que el docente pueda explotar toda su potencialidad.
La música es un arte comunicativo, pero para poder llevarlo a cabo, el profesor tendrá que ayudar
a conseguir las herramientas técnicas y musicales necesarias para liberar esa expresión. El
objetivo final que todo profesor debe tener para con su alumno es que éste encuentre su propia
voz. Es un camino largo y no siempre fácil, donde se pueden atravesar "crisis" flautísticas, en las
cuales el profesor intentará hacer ver al alumno que éstas son oportunidades de crecimiento y de
búsqueda.
Hay una serie de pautas que según mi criterio un buen profesor debería cumplir:
• Hincapie en el bienestar del alumno: a nivel físico y sensorial es importante ayudar al
alumno a observar su propio cuerpo. Frente a un pasaje técnico o un ejercicio de
sonoridad, es fundamental tomarse unos segundos para observar nuestro cuerpo y buscar
comodidad: buen apoyo de nuestros pies, torso flexible y no rígido, hombros relajados,
apertura de pecho, etc.
• Generar autonomía y confianza en el alumno:. el profesor debe proporcionar las
herramientas necesarias para que el alumno pueda resolver por sí mismo las dificultades
con las cuales se puede encontrar. Esto redundará en una mayor confianza ya que el
alumno se verá capaz de resolver sus problemas y no buscará siempre las soluciones
fuera.
• Proporcionar estrategias de estudio, rutinas: todo lo que contribuya a mejorar la
técnica, actuará como un elemento liberador para la expresividad. Existen tantas maneras
y ejercicios para estudiar como estudiantes hay. Es por ello que la rutina y el plan de
estudios debe ser elaborado en conjunto, para que sea lo más personalizado posible. Para
mantener este estudio es necesaria una gran motivación y confianza personal, ya que
muchas veces los frutos del estudio aparecen tarde.
• Diagnóstico y planteamiento de metas a corto y largo plazo: este punto es

5. indispensable y requiere de un gran compromiso por ambas partes (profesor y alumno). El
dialogo y la observación es fundamental, como también lo es el conformar un equipo: de
esta manera el alumno se sentirá respaldado y con tranquilidad para afrontar todos los
retos. Significa ser consciente de lo que se sabe y de lo que se necesita aprender,
cumpliendo así con una de las ocho competencias básicas establecidas por la ley
educativa: "aprender a aprender". Por otra parte, esta competencia requiere plantearse
metas alcanzables a corto, medio y largo plazo y cumplirlas, elevando los objetivos de
aprendizaje de forma progresiva y realista.
• El profesor debe inyectar curiosidad, ya que ésta la llave que abre la atención, puerta
de todo conocimiento. Implica asimismo la curiosidad de plantearse preguntas, identificar y
manejar la diversidad de respuestas posibles ante una misma situación o problema
utilizando diversas estrategias y metodologías que permitan afrontar la toma de decisiones,
racional y críticamente, con la información disponible.
• Fomentar el trabajo en equipo y la colaboración con los compañeros: las clases
colectivas son un excelente medio para desarrollar la colaboración y espíritu crítico
constructivo entre los alumnos. También el trabajo en trios, cuartetos, etc, hará que el
alumno se desarrolle como un músico de equipo, sabiendo en todo momento cuál es su rol
y aprendiendo a comunicar sus ideas para contribuir a la mejora del grupo.
• Incentivar al alumno a tocar en público: la música es un arte comunicativo. Muchas
veces el alumno no se siente listo y por eso no quiere presentarse ante el público. Se debe
educar a prepararse al máximo y salir a tocar, ya que la mayoría de las veces no nos
sentimos listos. Se debe motivar al alumno e informarle de otras oportunidades para tocar,
no sólo las convencionales, sino también en lugares y formatos poco frecuentes. La
creatividad es clave para mantener la motivación tanto del intérprete como del oyente.
• Análisis musical: permite explorar todos los elementos que configuran el texto musical,
incluso ir más allá, investigando biográficamente al compositor durante la época en la que
compuso la pieza y el contexto histórico. El conocer en profundidad la obra permite tomar
decisiones siguiendo un criterio y un razonamiento, redundando en una mayor autonomía y
personalidad por parte del alumno. A su vez desarrolla el criterio estilístico propio de cada
época, aspecto hoy en día muy desarrollado y esencial a la hora de interpretar.
• Lectura a primera vista: es importante trabajarla en clase y fuera de ella, ya que con la
lectura a vista el alumno desarrollará los reflejos necesario para decodificar rápidamente
una partitura. Suele pasar sobre todo en prácticas de conjunto, cuando muchas veces no
es posible estudiar la partitura con antelación. Esta capacidad genera una gran dosis de
autonomía y permite la integración con éxito de numerosas formaciones musicales.
La clase colectiva y de música de cámara
La clase colectiva y de música de cámara, constituyen una excelente oportunidad para desarrollar
lo que Daniel Goleman define como empatía y habilidades sociales. Según Goleman la empatía
está directamente relacionada con el autoconocimiento, puesto que cuanto mejor nos
conozcamos a nosotros mismos más podremos conectar con los demás, captando las
necesidades del otro y los mensajes de la comunicación no verbal.
Estos factores son indispensables para el buen funcionamiento de estas clases grupales. En la
música de cámara a nivel interpretativo debemos enseñar a los alumnos determinados gestos que
anticipen y también que acompañen el momento musical en el que se encuentren. En los ensayos
es fundamental el intercambio de ideas y el poder elaborar críticas constructivas que no se
centren en las personas sino en acciones concretas. En el trabajo en equipo es importante
mantener un objetivo común, dejando de lado problemas personales o egos innecesarios. Con la
legislación actual, los profesores de especialidad instrumental podemos tener a nuestro cargo
clases de música de cámara, para lo cual debemos estar preparados, no sólo en cuanto a
repertorio, técnica grupal, etc, sino también en desarrollar estrategias para moderar el grupo.
Como he dicho anteriormente, la clave de la empatía se halla en el autoconocimiento. Desde la
clase individual de flauta potenciaré el trato amable no sólo de profesor/alumno sino también del
alumno consigo mismo. En ocasiones el propio alumno se convierte en su “peor enemigo”,

6. boicoteando todo intento de mejora con mentalidad negativa y frustración. Cuando una persona se
trata a sí misma de esta manera, es muy probable que, aunque no de manera consciente, lo haga
también con los demás.
En las clases colectivas procuro reforzar el sentido de unión del grupo y de compañerismo. La
frase popular “la unión hace la fuerza”, es clave ya que los alumnos pueden identificarse con los
problemas de los demás, ayudarse mutuamente y salir reforzados tanto en el aspecto instrumental
como humano. Me gusta propiciar la coevaluación, es decir la evaluación entre compañeros,
siempre desde el respeto y la intención de ayudar en el crecimiento del grupo. Esto se puede
organizar, por ejemplo, proponiendo un tema común: “las fantasías de Telemann para flauta sola”,
organizando una especie de masterclass en el aula de flauta, moderándola para que se convierta
en algo así como “enseñar a enseñar”. La idea es que los alumnos desarrollen el sentido asertivo
a la hora de expresar sus opiniones. Las personas que utilizan este estilo se caracterizan por
utilizar una expresión de sus emociones pero sin ofender a los demás, siendo respetuosos con
otros puntos de vista o formas de pensar.
El miedo escénico
En la situación de concierto son muchos los músicos que sufren nervios y ansiedad. En algunos
casos estos síntomas son controlados y no interfieren significativamente en el proceder musical,
pero hay muchos otros en los cuales la persona no puede controlarlos y se producen situaciones
de sufrimiento que deterioran la ejecución musical.
Hace algunos años hablar de miedo escénico era un tema tabú, no nos imaginábamos que
grandes intérpretes podían sufrirlo...creíamos que el confesar cierta ansiedad al tocar nos hacía
peores músicos. Afortunadamente este enfoque ha cambiado, existe mucha bibliografía al
respecto, además de talleres y conferencias.
Los síntomas más comunes del miedo escénico son angustia, ansiedad, intentos de control, que
se transforman en descontrol, caos interno, desorganización, parálisis, etc, en la mayoría de los
casos combinadas con sensaciones físicas tales como temblor en la parte del cuerpo que más
afecte a nuestro instrumento (embocadura), sensación de falta de apoyo, respiración agitada,
corazón que tiende a acelerar los latidos, garganta cerrada, tensión corporal, sudoración excesiva,
etc. El sentimiento que más miedo produce a nuestro estudiantes cuando van a actuar en público
es el miedo al fracaso, al qué dirán, a no estar a la altura de las circunstancias.
Como profesora siento la necesidad de trabajar junto al alumno no sólo los recursos técnico-
musicales para aportarle seguridad en la ejecución, sino también el aspecto emocional para poder
reconducir emociones tales como miedo, vergüenza, ansiedad.
En primer lugar, creo que muchas veces quitamos a la música todo el aspecto humano, nos
centramos en no cometer errores y eso lo único que hace es generar más bloqueo. Debemos
proporcionar al alumno numerosas estrategias y puntos de vista para mejorar los obstáculos
técnicos, pero una vez hecho el trabajo, se debe hacer hincapié en una interpretación fluida que
tenga como principal objetivo la comunicación del arte.
En el momento del concierto es indispensable vivir el momento presente, fomentar la escucha
activa para realizar cualquier tipo de corrección teniendo en cuenta el resultado sonoro del
momento. Es muy útil tener un plan musical, saber a dónde queremos ir con una frase, qué
sentimiento queremos transmitir. Se pueden escribir adjetivos, colores, etc en la partitura para
ayudar al alumno a conseguir el fraseo o color de sonido deseado.
La sensación de nervios en un concierto es absolutamente normal, sólo debemos generar
mecanismos de autocontrol para que los nervios no colapsen la ejecución. Para trabajar este
aspecto, propongo al alumno un ejercicio llamado “visualización”. Consiste en tocar la obra
imaginándose que se halla enfrente a un jurado, o una audiencia. Automáticamente las
pulsaciones se aceleran y el alumno aprende a autocontrolarse para realizar la interpretación pese
a estos síntomas. Incluso puede disminuir la aceleración cardíaca con ejercicios de respiración y
relajación. Recuerdo que cuando iba a dar mi recital fin de Master, lógicamente estaba ansiosa al
respecto, y mi profesor me dio un valioso consejo: “el trabajo está hecho, céntrate en la
respiración y en la música”. La respiración hacía que mi cuerpo se relajara y el centrarme en la
música me hacía disfrutar. Para generar este autoconocimiento, el vivenciar la música, es
fundamental propiciar situaciones de exposición, las cuales pueden ser muy variadas: audiciones,
clases colectivas, miniconciertos en lugares poco frecuentes (centros de día, hall del

7. conservatorio, cafetería, etc). El tocar en tríos, cuartetos, y el generar proyectos comunes hará
que la atención se centre en el acto comunicativo de la música y dejará menos espacio para el
miedo y excesiva responsabilidad personal.
Considero que el miedo escénico parte de que no sabemos administrar las emociones negativas.
La sociedad actual, apoyada por redes sociales (facebook, instagram, etc) nos dicen que sólo
importa la felicidad, que todo sea bonito, y no nos damos cuenta que la tristeza, el miedo, son
también emociones válidas y que transformar el conflicto que generan es indispensable para el
crecimiento personal. Por eso quiero mostrar mi total rechazo a frases que escuchado de
profesores cuando el alumno se mostraba nervioso antes del concierto, frases tales como: “¿Por
qué te pones nervioso?, “No pasa nada, es sólo tocar”...estas frases lo único que hacen es
ningunear las emociones del alumno, generar culpabilidad, y en definitiva, no aportan
absolutamente nada bueno.
Después del concierto o actuación, es importante dialogar con el alumno, hablar de los aspectos
positivos y de mejora, pero también es fundamental hablar del aspecto emocional, cómo se sintió,
qué experimentó, etc. Durante años la enseñanza se ha centrado en dar órdenes al alumno,
convirtiéndose éste en un sujeto pasivo. En la actualidad hay que tener en cuenta sus
sensaciones, esto le dará más confianza y subirá su autoestima.
3. CONCLUSIÓN
La inteligencia emocional es algo que se aprende y es un proceso que dura toda la vida. Cuanto
antes empecemos a educar a los alumnos en la inteligencia emocional, más fácil adquirirán los
mecanismos de la misma. No podemos dejar estas cuestiones libradas al azar, es decir, si
tenemos un alumno que va bien, perfecto, pero, ¿qúe pasa cuando los alumnos caen en la
desmotivación, o ven mermada su autoestima, o se bloquean en conciertos? Como profesionales
de la educación debemos responder también a estas situaciones utilizando todo lo que tenemos al
alcance para sacarlo adelante.
Y por último, no se trata sólo de enseñar flauta. Debemos enseñar a ser curiosos, a analizar, a
descubrir, a ser conscientes, a autoconocernos, a ser valientes, a animarse, a ser sinceros,
respetuosos, generosos. El resultado puede ser un gran flautista, pero en realidad la flauta es el
elemento de menos importancia en la ecuación. Enseñar en valores es el privilegio más grande
que tenemos, porque de esta manera contribuiremos a una sociedad mejor.
4. BIBLIOGRAFÍA
• D. Goleman: “Inteligencia emocional”, Editorial Kairós, 1996.
• M. Weintraub: “¿Por qué no disfruto en el escenario?, boletín electrónico Claves Musicales.
• G. Conti: “Afinando las emociones”, Editorial Dunken, 2007.
• F. Balsera: “Inteligencia emocional y enseñanza de la música”, IFIDMA, 2007-2009.