Sternhell & Sznajder & Asheri. - El nacimiento de la ideología fascista [ocr]...
Analisis
1. Estudia:
Ningún abogado podría decir con seguridad conocer todas las disposiciones, ni
decir que su opinión, tuvo encuentra la plenitud de la normativa. Existen tantas
posibilidades del error, que es por ello que la abogacía como cualquier arte se
aprende con sacrificio y perpetuo aprendizaje.
Piensa:
En el procedimiento escrito el abogado es el medio necesario entre la vida y l libro
en procedimiento oral sucede lo mismo con mayor acento. Cuando los abogados
entregan sus trabajos el juez debe escoger alguna de las dos soluciones
propuestas, o encontrar una tercera mejor. El abogado transforma la vida en
lógica, y el juez la lógica en justicia. Pero su lógica no es pura, su pensar es al
mismo tiempo inteligencia, intuición, sensibilidad y acción. La lógica del derecho
no es lógica formal, sino una lógica viva con todas las sustancias de la experiencia
humana. Por ello, se dice que la jurisprudencia la hacen los abogados, porque el
pensamiento de los jueces es posterior lo primero corresponde al pensamiento del
abogado.
Trabaja:
Respecto a los casos en que trabaja el abogado estos se pueden dividir en
categorías diferentes. La mayoría responde a los no judiciales, sino en dar
consejos, orientaciones e ideas en materia de familia aquí la ciencia cede el paso
a la prudencia. Luego suceden los de rutina, ya sea gestiones, tramites entre
otras. Después, aquellos con mayor demanda, aquellos de trabajo más intenso,
pero que todo hombre inteligente y laborioso está acostumbrado a ellos. Y los
menos frecuentes responden a la esencia de la abogacía, no se caracterizan por
su magnitud económica, sino por el esfuerzo físico e intelectual que demanda
superarlos, son aquellos aparentemente perdidos pero entre sus fisuras se filtra un
hilo de luz por el cual el abogado abre su brecha, situaciones graves que deben
sostenerse por meses o por años.
Lucha:
2. El derecho no es un fin sino un medio. En la escala de valores no se encuentra el
derecho, sino la justicia que es fin en si, y por lo que el derecho es medio de
acceso. Los asuntos no se dividen en chicos o grandes, sino en justos o injustos.
Los incidentes, dilatorias, apelaciones inmotivadas pocas veces son justas y
ayudan a ganar muchas veces batalla, pero lo que cuenta al final es la guerra. El
abogado se pone en día de prueba o muestra su calidad auténtica, el día que
puede decir a ese cliente con dignidad de su investidura y sencillez afectuosa de
su amistad, que la causa es indefendible. Hasta ese día solo es un aprendiz.
Se leal:
Siempre se confunde la abogacía y la defensa. Ella no es dogmática, sino un arte
y como ella, no tiene dogmas. Ella es escéptica e investigativa. El abogado, una
vez investigado los hechos y estudiado el derecho, acepta la causa y entonces se
transformaren abogado defensor. Allí sus argumentos son ad probándome y su
posición es terminante y se hace enérgico e intransigente en sus actitudes. Antes
de aceptar la causa tiene libertad para decidir, pero cuando dice que si su ley no
es más la de la libertad, sino la de la lealtad. La duda es para antes y no después
de aceptar la causa. Tiene como límite el tener la convicción de haberse
equivocado al aceptar. Entonces, renuncia a la causa con la máxima discreción
posible. Pero el mayor día de lealtad es al momento de fijar honorarios, pero esto
es algo que pertenece ya al fuero dela conciencia.
La lealtad:
Respecto al adversario es necesaria, sino la lucha ya no sería de un hombre
honrado con un pillo, sino de dos pillos. Frente al juez, también se debe lealtad,
porque respecto a los hechos, el los ignora, y debe creer de buena fe aquello que
el abogado expone y respecto al derecho, el abogado dispone para estudiar el
derecho aplicable a un caso de todo el tiempo que desea. Pero el juez no lo
dispone. Por ello, se dice que aquel abogado que traiciona a la lealtad, se traiciona
a sí mismo y a su ley.
Tolera:
3. Un abogado debe ser enérgico y cortes; práctico y sutil; eficaz y respetuoso;
combativo y digno. Estas son aptitudes que parecen imposibles poder emplearlas
al mismo tiempo, pero son necesarias para un buen abogado, y el único medio
para llevarlas a cabo, es la tolerancia, ya que en el litigio, nadie tiene la razón
hasta la cosa juzgada. Por ello, la mejor regla del profesional no es aquella que
anticipa la victoria, sino aquella que anuncia al cliente que probablemente podrá
contarse con ella. La tolerancia nos lleva, por respeto al prójimo y por respeto a
nuestra propia debilidad, a proceder con fe en la victoria pero sin desdén
jactancioso en el combate.
Ten paciencia:
Para escuchar, ya que cada cliente cree que su asunto es el más importante. Para
hallar la solución, ya que no siempre aparece a primera vista. Para soportar al
adversario, la cual se logra con lealtad y tolerancia Para esperar la sentencia, en
su transcurso, el abogado debe contener el desfallecimiento del cliente ya que a
veces, lo gana quien consigue durar tan solo un minuto más que el adversario. Y
sobre todo para soportar la sentencia adversa.
Ten fe:
En el derecho, ya que el hombre hasta ahora, no ha encontrado ningún
instrumento que le asegure mejor convivencia. En la justicia, el cual, es el
contenido normal del derecho, y sus soluciones, aun las aparentemente injustas,
son la mayoría de las veces más justas que las contrarias. En la paz, por ser un
valor en el orden humano, que invita a renunciar de tanto en tanto a una parte de
los bienes, para asegurarse aquello que esta prometido en la tierra a los hombres
de buena voluntad. Respecto a la fe en la libertad, ella no necesita explicación en
este mandamiento, sin ella, no existirían ni el derecho, ni la justicia, ni la paz.
Olvida: Los pleitos, se defienden como propios y se pierden como ajenos. Por ello,
el acatamiento respetuoso de las decisiones del árbitro, es parte del fair play de la
abogacía.
Ama a tu profesión:
4. El amor al oficio lo eleva a una jerarquía de arte. En el momento en que el
abogado ha llegado al punto de aconsejar a su hijo, el decirle que siga su propia
profesión, es porque en ella ha hallado algo más que un oficio. Y a pesar de que,
la abogacía no es camino glorioso, ya que contiene penas y exaltaciones,
amarguras y esperanzas, desfallecimientos e ilusiones, sería virtuoso entrever ese
pequeño hilo de oro de la gloria que ansiamos para nuestro hijo. Ya que se tiene
un poco de gloria y mucho de angustia. Pero está en la ley de la vida que es esta
el precio que se paga por aquella.
Análisis: Pedro González C.I 25856544 SAIA