Cuidados de enfermeria en RN con bajo peso y prematuro.pdf
Abordaje-SN
1. 570 FMC. 2010;17(9):570-7
Actualizaciones
La sudoración nocturna se define como la presencia reite-
rada de sudoración durante el sueño que obliga a cam-
biar la ropa de la cama, siempre que la temperatura de la ha-
bitación sea agradable y no se tenga excesiva ropa.
La sudoración nocturna se encuadra dentro de las hiperhi-
drosis generalizadas, es decir de la producción excesiva de
sudor en respuesta al calor o a estímulos emocionales que
superan los estímulos fisiológicos. En ocasiones resulta difí-
cil distinguirla de otros trastornos del sudor. Así, por ejem-
plo, la sudoración nocturna debe diferenciarse de los sofocos
de la menopausia. Los sofocos comienzan como un malestar
opresivo en el pecho o el abdomen, acompañado de una sen-
sación de calor en la cara, el cuello y el tórax. Con frecuen-
cia se presentan acompañados de rubor y sudoración en las
mismas áreas, seguidos de un escalofrío debido al descenso
de la temperatura corporal central.
Los sudores nocturnos son un síntoma relativamente fre-
cuente en las consultas de atención primaria y en ocasiones
su causa resulta evidente después de realizar una historia clí-
nica completa. Pero las causas de la sudoración nocturna son
múltiples y lo habitual es que inicialmente no se identifique
una causa responsable, por lo que cada paciente se convierte
en un desafío diagnóstico.
El abordaje propuesto en esta actualización tiene en cuen-
ta la prevalencia de ciertas condiciones en el ámbito de la
asistencia primaria, el valor diagnóstico de los síntomas aso-
Abordaje de la sudoración nocturna
Francisco Buitrago Ramírez, Javier Alejandre Carmona y José Marroyo Laso
Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud Universitario La Paz. Unidad Docente de Medicina Familiar y Comunitaria. Badajoz. España.
Puntos clave
● Los sudores nocturnos consisten en una sudoración excesiva
durante la noche que obliga al cambio de ropa de cama.
● La presencia de sudores nocturnos es relativamente
frecuente en el ámbito de la atención primaria y su origen
puede deberse a una amplia variedad de causas, tanto
benignas como graves.
● Una historia clínica detallada es el elemento más
importante para la evaluación diagnóstica de un paciente
con sudores nocturnos y siempre debería excluir la fiebre
como causa.
● Una exploración física completa también es importante y
debería incluir la toma de temperatura, frecuencia cardiaca,
presión arterial, peso, auscultación cardiorrespiratoria y
examen de la piel, cadenas ganglionares, bazo y tiroides.
● La petición de pruebas diagnósticas debería orientarse en
función de las claves diagnósticas obtenidas en la historia
clínica y la exploración física.
● Se debe suspender, cuando sea posible, la toma de
aquellos medicamentos sospechosos de estar implicados en
el origen de la sudoración.
● Si la historia es la de episodios ligeros y focales de
sudoración podría asumirse la hipótesis diagnóstica
de una hiperhidrosis idiopática, manejando
sintomáticamente esta entidad y aconsejando posteriores
consultas solo si hay cambios o aparición de nuevos
síntomas.
● Si la historia de sudoración nocturna persiste puede
avanzarse en una petición escalonada de pruebas
(hemograma, bioquímica sérica, tirotropina, hormona
estimulante del folículo, radiografía de tórax, prueba de la
tuberculina, serología de infección por el virus de la
inmunodeficiencia humana, recolección de orina de 24
horas para cuantificación de ácido vanilmandélico,
metanefrinas y catecolaminas, etc.), según las hipótesis
diagnósticas más plausibles.
● No se recomienda la realización de un tratamiento empírico
de los sudores nocturnos.
● La etiología de los sudores nocturnos es de origen
desconocido en muchos casos.
Sudoración nocturna • Hiperhidrosis • Atención primaria.Palabras clave:
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FMC. 2010;17(9):570-7 571
ciados, el rendimiento del examen físico para sugerir un
diagnóstico y el equilibrio entre el riesgo del retraso diag-
nóstico que puede ocurrir con una aproximación conserva-
dora, y el riesgo y coste de unas evaluaciones diagnósticas
prematuras y excesivas.
Epidemiología
Hasta el momento no se dispone de grandes estudios de pre-
valencia e incidencia de este trastorno1, y menos aún en el
ámbito de la atención primaria. Sin embargo, la sudoración
nocturna es una entidad relativamente frecuente en la pobla-
ción general si nos atenemos a los pequeños estudios que
analizan su prevalencia.
En 1989 la presencia en el último año de episodios de su-
doración nocturna sin fiebre fue referida por el 40% de los
pacientes atendidos en una consulta de Digestivo, encontrán-
dose que el 44% de ellos presentaba reflujo gastroesofágico
y que el 80% de este grupo respondía satisfactoriamente al
tratamiento antirreflujo2.
En un estudio posterior, en el que participaron 2.267 pa-
cientes adultos atendidos en dos centros de salud, un 23%
refería haber experimentado episodios de sudoración noctur-
na durante el último mes, encontrándose las mayores cifras
de prevalencia en el grupo de 41 a 55 años, tanto en varones
como en mujeres3. En el análisis multivariante se objetivó
que la sudoración nocturna se asoció con la presencia de so-
focos y ataques de pánico en las mujeres y con trastornos del
sueño en los varones. Los mismos autores encontraron una
prevalencia de sudores nocturnos del 10% en pacientes ma-
yores de 64 años procedentes de las consultas de 23 médicos
de familia4. Entre los factores asociados con sudoración noc-
turna en el análisis multivariante destacaron la edad, la pre-
sencia de fiebre, los calambres musculares, el entumeci-
miento de las manos, el deterioro de la visión y la pérdida de
audición. En otro estudio sobre 363 pacientes seleccionados
de manera consecutiva, un 34% refirió algún episodio de su-
doración nocturna durante el último mes y la mitad de ellos
necesitó cambiar la ropa de cama5. En el análisis multiva-
riante, la sudoración se asoció con despertares nocturnos por
piernas inquietas o por cuadros dolorosos, así como con can-
sancio diurno y despertar con mal sabor de boca5.
En mujeres ingresadas en un hospital universitario, la pre-
valencia de sudores nocturnos en los últimos tres meses fue
del 33% en las pacientes no obstétricas y del 60% en las mu-
jeres embarazadas, siendo en el 11% de los casos episodios
importantes que obligaron al cambio de la ropa de cama6. En
mujeres menopáusicas una revisión sistemática7 confirmó
que los sofocos y los sudores nocturnos son muy prevalentes
en la mayoría de países, aunque la intensidad de estos sínto-
mas varía ampliamente y puede estar influenciada por un
importante abanico de factores, como clima, dieta, estilos de
vida, roles desempeñados por las mujeres y actitudes frente
al final de la vida reproductiva y el envejecimiento. Por últi-
mo, la prevalencia de sudoración nocturna en pacientes con
cáncer oscila entre el 10 y el 50%, sin que se haya encontra-
do relación con el tipo de cáncer, la presencia de dolor o la
medicación prescrita8.
Fisiopatología
La mayoría de las glándulas sudoríparas son glándulas ecri-
nas distribuidas principalmente por las palmas de las manos,
la región maxilar y las plantas de los pies. Estas glándulas
son reguladas por la acetilcolina e inhibidas por la atropina o
sustancias similares. Las glándulas apocrinas son menos nu-
merosas, son estimuladas por fibras adrenérgicas y se locali-
zan fundamentalmente en las axilas y la región urogenital.
El sudor que producen estas glándulas es de tipo viscoso y
maloliente frente al de las glándulas ecrinas, que suele ser un
líquido de aspecto más seroso9.
La fisiopatología de la hiperhidrosis focal primaria sigue
siendo en gran medida desconocida, pero podría estar rela-
cionada con una sobreestimulación y producción excesiva de
sudor en las glándulas ecrinas en respuesta a diversos estí-
mulos que actuarían sobre el hipotálamo, elevando el nivel
basal de la secreción de sudor. En las hiperhidrosis generali-
zadas, como es el caso de los sudores nocturnos, la produc-
ción de sudor estaría bajo control exclusivo de la corteza ce-
rebral.
Etiología
La lista de posibles causas de sudoración nocturna es muy
amplia, incluyendo tumores, infecciones, fármacos, endocri-
nopatías, enfermedades neurológicas, menopausia e hiperhi-
drosis idiopática. Por ejemplo, la tuberculosis y los linfomas
son enfermedades en las que los sudores nocturnos son un
síntoma dominante, pero estas enfermedades son relativa-
mente infrecuentes en determinados contextos socioeconó-
micos de la práctica asistencial1. Por lo tanto, el desafío para
el médico general/de familia será identificar correctamente a
los pacientes con una causa grave, evitando las evaluaciones
diagnósticas innecesarias por el coste y el riesgo de iatroge-
nia que conllevan para el paciente10.
Los episodios de sudoración nocturna pueden ser un sín-
toma temprano de muchos tumores y por lo tanto la presen-
cia de una enfermedad maligna ha de tenerse siempre en
cuenta en la evaluación del paciente. El linfoma es el tumor
más común. Los sudores nocturnos están presentes en el
25% de los pacientes con linfoma de Hodgkin, acompañan-
do con frecuencia a la aparición de adenopatías cervicales
indoloras. También los pacientes con linfoma no Hodgkin
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pueden presentar sudoración nocturna como un síntoma
constitucional temprano, al igual que ocurre con otros tumo-
res no hematológicos (tabla 1).
Las infecciones, sobre todo las crónicas (tabla 2), pueden
acompañarse de sudoración nocturna. La tuberculosis es la
enfermedad más comúnmente asociada con sudores noctur-
nos en el razonamiento médico. Hasta el 48% de los pacien-
tes con tuberculosis refiere sudores nocturnos, siendo éstos
más frecuentes en la tuberculosis extrapulmonar que en la
enfermedad pulmonar (54% frente a 46%)11. La presencia
de tos, fiebre y astenia es más común que los sudores noc-
turnos en pacientes con tuberculosis. Sin embargo, los sudo-
res nocturnos son más frecuentes que otros síntomas asocia-
dos a la tuberculosis, como pérdida de peso, hemoptisis,
anorexia o dolor torácico, sobre todo en pacientes menores
de 60 años12,13.
La brucelosis es una zoonosis que afecta principalmente
a personas que trabajan con animales domésticos o produc-
tos de animales, o a personas que ingieren leche o produc-
tos lácteos no higienizados, o carne cruda. Está causada por
cuatro especies de bacterias aerobias gramnegativas: Bruce-
lla melitensis, la causa más frecuente, que se contagia a
partir de cabras, ovejas y camellos; Brucella suis, que se
adquiere al ingerir productos de los cerdos; Brucella abor-
tus, a partir del ganado vacuno, y Brucella canis, de los
perros. La brucelosis es una causa bien documentada de fie-
bre de origen desconocido con una variedad de síntomas
inespecíficos. Los síntomas más comunes incluyen fiebre,
escalofríos, cansancio, anorexia, pérdida de peso y sudores
nocturnos14. Otros síntomas incluyen dolores articulares,
cefaleas, estreñimiento, tos seca, transpiración maloliente y
depresión.
Las infecciones bacterianas subagudas (endocarditis, os-
teomielitis, abscesos piógenos pulmonares o abdominales)
son otra posible causa de sudores nocturnos. También la mo-
nonucleosis, la histoplasmosis y la coccidioidomicosis pue-
den cursar con episodios de sudoración nocturna.
Los pacientes con infección sintomática por el virus de la
inmunodeficiencia humana (VIH) a menudo experimentan
sudores nocturnos, presentes hasta en el 70% de aquellos
con fiebre, diarrea o pérdida de peso, aunque la fiebre, las
adenopatías y los dolores articulares son síntomas más fre-
cuentes en estos pacientes15.
Los medicamentos son una causa frecuente de sudores
nocturnos y siempre habrá que excluir su implicación cuan-
do en la evaluación clínica no se haya encontrado otra causa
más evidente de la sudoración. Aunque se carece de estu-
dios epidemiológicos, se sabe que la lista de medicamentos
asociados con episodios de sudoración nocturna es amplísi-
ma (tabla 3). De hecho, la evaluación de un paciente con su-
dores nocturnos, sofocos o hiperhidrosis no se considera
completa hasta que no se haya realizado una historia cuida-
dosa de todos los fármacos prescritos o de libre dispensa-
ción consumidos por el paciente, teniendo en cuenta que
tanto el consumo como la abstinencia pueden causar sudo-
ración10.
Los antidepresivos son los fármacos más frecuentemente
asociados con episodios de sudoración excesiva (hasta en el
8-22% de los pacientes que los consumen). Todos los antide-
presivos han sido implicados: antidepresivos tricíclicos, inhi-
bidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS),
venlafaxina, fluvoxamina, bupropion, etc.
Los antipiréticos (paracetamol, ácido acetilsalicílico, anti-
inflamatorios no esteroideos) disminuyen la temperatura
corporal y pueden provocar sudoración.
Los agonistas colinérgicos (pilocarpina, betanecol) tam-
bién pueden originar sudoración a través de la estimulación
directa de los receptores muscarínicos de las glándulas sudo-
ríparas.
Los hipoglucemiantes (sulfonilureas, insulina) pueden ser
los responsables de la sudoración excesiva que puede apare-
cer en pacientes diabéticos como manifestación clínica de
una hipoglucemia.
TABLA 1. Tumores que pueden cursar con episodios
de sudoración nocturna
Linfoma de Hodgkin
Linfoma no Hodgkin
Cáncer de próstata
Carcinoma medular de tiroides
Carcinoma renal
Insulinoma
Carcinoma de células germinales
TABLA 2. Infecciones causantes de sudoración nocturna
Micobacterianas
Tuberculosis
Micobacterias atípicas
Bacterianas
Brucelosis
Endocarditis
Osteomielitis
Abscesos piógenos
Fúngicas
Histoplasmosis
Coccidioidomicosis
Víricas
Infección por el VIH
Infección por el virus de la hepatitis C
Infección por el virus de Epstein-Barr (mononucleosis)
VIH: virus de la inmunodeficiencia humana.
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FMC. 2010;17(9):570-7 573
Los agentes hormonales que modulan los niveles de estró-
genos o andrógenos o la unión a sus receptores pueden pro-
ducir sudoración. Los análogos de la hormona liberadora de
gonadotropinas (buserelina, goserelina, leuprorelina, nafare-
lina, triptorelina) actúan inhibiendo la liberación de las go-
nadotropinas (hormona luteinizante [LH] y hormona estimu-
lante del folículo [FSH]) y bloquean la síntesis de hormonas
sexuales. De este modo inducen un estado de castración quí-
mica que suele cursar con sofocos, tanto en el hombre (por
ejemplo tras su uso en el tratamiento del cáncer de próstata)
como en la mujer. Los inhibidores de la aromatasa (amino-
glutetimida, formestano, exemestano, anastrazol, letrozol)
pueden ocasionar sofocos al disminuir la conversión de la
androstendiona en estrógenos, con una caída en los niveles
circulantes de estrógenos. Los antiestrógenos (fulvestrant)
actúan como antagonistas competitivos de los receptores es-
trogénicos, mientras que los moduladores selectivos de los
receptores estrogénicos (SERM), como el tamoxifeno y el
raloxifeno, se unen a los receptores estrogénicos producien-
do acción agonista en unos tejidos (hueso) y antagonista en
otros (mama y útero). Finalmente, los antiandrógenos (bica-
lutamida, flutamida) inhiben la recaptación y la unión de
testosterona y dihidrotestosterona a sus receptores específi-
cos, impidiendo los efectos estimulantes de los andrógenos
sobre las células neoplásicas prostáticas. Todos estos fárma-
cos pueden originar sofocos hasta en un 10-25% de los pa-
cientes que los consumen10.
También otros muchos fármacos, tan diferentes como el
ácido nicotínico, sildenafilo, hidralacina, nitroglicerina, bro-
mocriptina, triptanes, bloqueadores beta, calcioantagonistas,
ciclosporina, omeprazol, agentes simpaticomiméticos, teofi-
lina o el tramadol, pueden ocasionar episodios de sudora-
ción.
Las causas de origen endocrinológico también constituyen
un grupo importante como otra posible etiología de la sudo-
ración nocturna (tabla 4). Dentro de las causas endocrinoló-
gicas, los sofocos son uno de los diagnósticos diferenciales
más importantes por su frecuencia en las mujeres, desde la
perimenopausia en adelante7. Los sofocos suelen aparecer
3-4 años antes de la retirada del ciclo menstrual y general-
mente preceden a los cambios menstruales. Se estima que
más del 85% de las mujeres de raza blanca los presenta al
menos durante el primer año de perimenopausia y hasta un
50% los continúa sufriendo durante los 3-5 años posterio-
res16,17. Los sofocos aparecen como una sensación de pre-
sión en la cabeza, cuello y parte superior del tórax o abdo-
men, seguida de un intenso calor en las mismas zonas, con
sudoración posterior y, en ocasiones, también escalofríos.
Estos sofocos suelen ser el primer síntoma de la menopausia
y cuando se presentan durante el sueño la mujer suele ser in-
capaz de describir con precisión sus sensaciones, haciendo
hincapié solo en la sudoración. Por lo tanto, en mujeres con
edades próximas a la menopausia debe interrogarse acerca
TABLA 3. Fármacos causantes de sudoración nocturna
Antidepresivos
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
Antidepresivos tricíclicos
Inhibidores de la recaptación de noradrenalina
Bupropion
Antipiréticos
Paracetamol
Ácido acetilsalicílico
Antiinflamatorios no esteroideos
Antimigrañosos
Agonistas de los receptores serotoninérgicos 5-HT (“triptanes”)
Agonistas colinérgicos
Betanecol
Pilocarpina
Hipoglucemiantes
Sulfonilureas
Insulina
Simpaticomiméticos
Beta-agonistas
Fenilefrina
Agentes hormonales
Agonistas de la hormona liberadora de gonadotropinas
Buserelina
Goserelina
Leuprorelina
Nafarelina
Triptorelina
Inhibidores de la aromatasa
Aminoglutetimida
Formestano
Exemestano
Anastrazol
Letrozol
Antiestrógenos
Fulvestrant
Moduladores selectivos de los receptores estrogénicos
Tamoxifeno
Raloxifeno
Antiandrógenos
Bicalutamida
Flutamida
Miscelánea
Antirretrovirales (indinavir, saquinavir)
Bloqueadores beta
Bromocriptina
Calcioantagonistas
Clozapina
Ciclosporina
Donepezilo
Sildenafilo
Hidralacina
Interferón alfa-2b
Ácido nicotínico
Nitroglicerina
Ropirinol
Opioides (tramadol, meperidina)
Omeprazol
Teofilina
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5. Buitrago Ramírez F et al. Abordaje de la sudoración nocturna
574 FMC. 2010;17(9):570-7
cas por encima de la octava vértebra dorsal. El factor preci-
pitante más frecuente es la distensión de la vejiga o el recto,
los procedimientos urológicos o rectales o cualquier otro es-
tímulo doloroso. Entre los síntomas más comunes destacan
los sudores generalizados, cefaleas y vasodilatación cutánea.
La hiperhidrosis idiopática es un proceso benigno caracte-
rizado por un incremento en la sudoración de las glándulas
ecrinas sin causa patológica subyacente, aunque la ansiedad
puede precipitar los episodios. Un 1% de la población expe-
rimenta sudoración excesiva más allá de la necesaria para
enfriar la temperatura corporal20. Datos recientes sugieren la
existencia de un componente familiar en la hiperhidrosis,
hasta en un 50% de los casos, con clara vinculación genéti-
ca21. La hiperhidrosis puede ser localizada o generalizada,
siendo más frecuente la primera, limitándose la sudoración a
axilas, palmas, plantas, zona craneofacial y otras regiones
específicas.
El reflujo gastroesofágico es otra causa frecuentemente
asociada con episodios de sudoración nocturna1,22. Otras en-
fermedades menos comunes implicadas en los sudores noc-
turnos son la arteritis temporal y la diabetes insípida23; tam-
de estos síntomas, debido a que las mujeres con fracaso ová-
rico pueden presentar sofocos y algunas pueden experimen-
tar un mayor predominio de estos durante el sueño7,10. Una
FSH elevada ayudará al diagnóstico cuando la historia sea
desconocida. También debería considerarse la posibilidad de
sofocos en mujeres sometidas a ooforectomía bilateral o con
amenorrea inducida por quimioterapia. El consumo de alco-
hol incrementa el riesgo de sofocos y sudores nocturnos en
mujeres perimenopáusicas18.
La sudoración y el enrojecimiento son síntomas típicos en
el feocromocitoma, el síndrome carcinoide y el hipertiroi-
dismo.
La tríada sintomática clásica del feocromocitoma incluye
episodios paroxísticos de cefalea, sudoración y taquicardia
en un paciente con hipertensión sostenida o intermitente. La
cefalea, la hipertensión y las palpitaciones son más frecuen-
tes (87%) que los episodios de sudores (37%)19. En el sín-
drome carcinoide la rubefacción cutánea es el síntoma típi-
co y aparece en el 84% de los pacientes. Otros síntomas co-
munes son la diarrea acuosa y los sibilantes. La rubefacción
raramente aparece aislada y por lo tanto la hipótesis diag-
nóstica de un síndrome carcinoide puede diferirse si la
rubefacción se presenta aislada. En el hipertiroidismo una
sudoración excesiva con intolerancia al calor puede apare-
cer hasta en el 90% de los pacientes tratándose, general-
mente, de una sudoración persistente y no paroxística10.
Los pacientes con diabetes tipo 2 e hipoglucemias noctur-
nas pueden presentar sudores nocturnos sin otros síntomas
de hipoglucemia. Los factores de riesgo de hipoglucemia in-
cluyen el tratamiento intensivo de la diabetes, la coexistencia
de insuficiencia renal, la polimedicación, las altas dosis de
insulina o de sulfonilureas y la edad avanzada.
Algunas enfermedades neurológicas (tabla 5) pueden oca-
sionar una sudoración excesiva y potencialmente sudoración
nocturna. Entre ellas se incluyen la disreflexia autonómica,
la siringomielia postraumática, los accidentes cerebrovascu-
lares y la neuropatía autonómica. La disreflexia autonómica
es un síndrome de inestabilidad autonómica aguda que ocu-
rre en pacientes con lesiones medulares cervicales o toráci-
TABLA 4. Causas endocrinológicas de sudoración nocturna
sin fiebre
Menopausia
Feocromocitoma
Síndrome carcinoide
Hipertiroidismo
Diabetes
Carcinoma medular de tiroides
Síndrome serotoninérgico
Diabetes insípida
Post-orquiectomía
TABLA 5. Otras causas de sudores nocturnos
Enfermedades neurológicas
Disreflexia autonómica
Siringomielia postraumática
Accidente cerebrovascular
Neuropatía autonómica
Trastornos del sueño
Síndrome de apneas e hipopneas del sueño
Síndrome de piernas inquietas
Despertares por cuadros dolorosos
Pesadillas nocturnas
Síndrome de abstinencia
Alcohol
Cocaína
Heroína
Opioides
Miscelánea
Hiperhidrosis idiopática
Reflujo gastroesofágico
Síndrome de fatiga crónica
Mastocitosis
Trastorno de ansiedad generalizada
Arteritis temporal
Arteritis de Takayasu
Angina de Prinzmetal
Rosácea
Aditivos alimentarios
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6. Buitrago Ramírez F et al. Abordaje de la sudoración nocturna
FMC. 2010;17(9):570-7 575
interrogar sobre viajes a áreas endémicas de enfermedades
granulomatosas o parasitarias, factores de riesgo para tuber-
culosis, enfermedades de transmisión sexual, síndrome de in-
munodeficiencia humana adquirida y consumo pormenoriza-
do de medicamentos. La anamnesis hacia el consumo de me-
dicamentos debe dirigirse tanto a los prescritos por médicos
como a los de libre dispensación, haciendo especial énfasis
en la búsqueda de aquellos asociados con sudores (tabla 3),
aunque la implicación de fármacos en los sudores nocturnos
suele hacerse como diagnóstico de exclusión.
Deberían buscarse los síntomas más frecuentemente aso-
ciados a determinadas causas. Por ejemplo, la pérdida de
peso, astenia y el prurito pueden sugerir la presencia de un
linfoma. Un dolor localizado puede sugerir cáncer, absceso
u osteomielitis. El dolor de espalda y la fiebre sugieren en-
docarditis o infección localizada en espacio epidural o en
cuerpos vertebrales. Los escalofríos pueden orientar hacia
una infección bacteriana. La tuberculosis pulmonar sue-
le presentarse con tos, síndrome constitucional con pérdida
de peso y febrícula, sobre todo en pacientes con factores de
riesgo (pacientes con prueba de la tuberculina positiva, in-
fección por VIH, hemodiálisis, gastrectomía, trasplantados,
indigentes, inmigrantes de áreas endémicas, en contacto con
enfermos con tuberculosis o trabajadores sanitarios). Tam-
bién la histoplasmosis puede presentarse con una sintoma-
tología similar a la tuberculosis. La coexistencia de rubefac-
ción, diarrea, sibilantes, palpitaciones, cefalea, intolerancia
al calor, cambios en la piel y temblor pueden sugerir una
causa endocrina.
Examen físico
El examen físico debería ser completo a menos que la causa
resulte clara después de realizar la historia clínica. Deberían
medirse la temperatura, la frecuencia cardiaca (feocromoci-
toma, hipertiroidismo), la presión arterial (feocromocitoma)
y el peso (hipertiroidismo, diabetes, tumores). El examen de
la piel debería prestar atención al patrón de sudoración,
rubefacción, estigmas periféricos de endocarditis y a los
cambios sugerentes de hipertiroidismo. La auscultación car-
diorrespiratoria, el examen de la tiroides y la palpación del
abdomen en busca de esplenomegalia también deberían rea-
lizarse. Las cadenas ganglionares deberían explorarse y
biopsiar todo ganglio anormal.
La caída de párpados o el exoftalmos pueden orientar ha-
cia el hipertiroidismo y un nuevo soplo o el cambio de uno
previo puede orientar hacia las endocarditis. El abdomen de-
be explorarse en busca de esplenomegalia, que puede sugerir
linfoma, y debe buscarse la existencia de mielopatía o anor-
malidades de sensibilidad si una causa neurológica es suge-
rida por la historia.
Con la historia clínica y el examen físico puede llegarse al
diagnóstico etiológico en el 80% de los casos de sudoración
nocturna sin fiebre22.
bién el síndrome de fatiga crónica, el ataque de pánico, el
síndrome de estrés postraumático24, la arteritis de Takayasu
y las apneas obstructivas del sueño16. Los sudores nocturnos
se asocian con una amplia variedad de síntomas relacionados
con el sueño, habiéndose relacionado con el síndrome de ap-
neas e hipopneas del sueño (SAHS), pero no existe una evi-
dencia clara de asociación entre sudores nocturnos y trastor-
nos específicos del sueño25. La arteritis de Takayasu es una
enfermedad inflamatoria crónica de origen desconocido que
afecta a la aorta y sus ramas. Los pacientes pueden presen-
tarse con malestar, fiebre, sudores nocturnos, artralgias y
pérdida de peso meses antes de que aparezca disminución de
pulsos en las extremidades superiores.
Finalmente, también la abstinencia de alcohol, opioides y
cocaína puede originar episodios de sudoración nocturna.
Evaluación clínica del
paciente con sudores
nocturnos
Dada la extensa lista de posibles causas de sudores noctur-
nos, el primer desafío al que se enfrenta el médico de familia
es identificar correctamente a los pacientes con una causa
grave, evitando las evaluaciones diagnósticas innecesarias
por el coste y riesgo que conllevan para el paciente, máxime
teniendo en cuenta que en muchas ocasiones la etiología de
los episodios de sudoración nocturna continuará siendo des-
conocida y que la persistencia de esta sintomatología no pa-
rece conllevar mayor riesgo de muerte en cohortes de pacien-
tes ancianos seguidos durante más de siete años26.
Sin embargo, no es posible construir una aproximación
basada en la evidencia con la bibliografía disponible y todas
las recomendaciones se basan en experiencias personales y
en la opinión de expertos1,10.
Historia clínica
Es el elemento más importante en la evaluación de un pa-
ciente con sudoración nocturna. Es poco probable que una
evaluación posterior resulte fructífera si no hay ninguna cau-
sa aparente después de haber realizado una historia clínica
exhaustiva, orientada hacia los principales diagnósticos re-
cogidos en las tablas 1-5. La primera consideración que sur-
ge a la hora de evaluar a los pacientes con sudoración noc-
turna es la presencia o no de fiebre10,22. Ésta nos obliga a
considerar como primera hipótesis diagnóstica las infeccio-
nes, seguida de cerca por los tumores del sistema hematopo-
yético. Si existen dudas sobre la presencia o no de fiebre de-
be animarse al paciente a que registre su temperatura duran-
te y después de los sudores.
En la anamnesis se debería investigar sobre la existencia
de síntomas tales como tos, expectoración, disnea, pérdida de
peso, fatiga, adenopatías, dolor, diarrea o prurito, así como
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7. Buitrago Ramírez F et al. Abordaje de la sudoración nocturna
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guiente depende de las características de los episodios de su-
doración. Si la historia es la de episodios ligeros y focales de
sudoración podría asumirse una hipótesis diagnóstica de hi-
perhidrosis idiopática. A estos pacientes se les puede reco-
mendar tratamiento sintomático y deben ser animados a con-
sultar si aparecen fiebre, cambios en su patrón de sudoración
o nuevos síntomas que puedan sugerir un nuevo diagnóstico.
En el tratamiento sintomático de la hiperhidrosis se pueden
utilizar los anticolinérgicos sistémicos como bromuro de gli-
copirrolato, oxibutinina, atropina y bromuro de propantelina,
aunque su uso está limitado por los efectos adversos asocia-
dos a su empleo9.
La petición de pruebas posteriores debería orientarse en
función de las claves diagnósticas obtenidas en la historia
clínica y en la exploración física, en una estrategia escalona-
da, avanzando en ella cuando no se encuentra un diagnóstico
y realizando siempre una completa historia clínica. Así, por
ejemplo, si la historia es la de una sudoración nocturna per-
Estrategia diagnóstica y terapéutica
El tratamiento deberá dirigirse a la probable causa si ésta re-
sulta evidente después de la historia clínica y la exploración
física. Por ejemplo, si la causa de los episodios de sudora-
ción es la presencia de una neoplasia los pacientes pueden
beneficiarse del tratamiento con nabilona, un cannabinoide
sintético de administración oral8. Si se sospecha que la toma
de un medicamento es la posible causa de la sudoración noc-
turna podría realizarse un tratamiento ex juvantibus retirando
si es posible esa medicación como ensayo diagnóstico. Si la
retirada no es posible puede intentarse disminuir la dosis o
cambiar a presentaciones de liberación sostenida o a otro
fármaco menos probablemente relacionado con los sudores
nocturnos.
Si no se ha encontrado una causa debería animarse al pa-
ciente a llevar un registro aleatorio de temperatura durante el
día y siempre durante y después de los episodios de sudora-
ción. Si se excluye la presencia de fiebre la estrategia si-
Si la historia es de episodios ligeros
considerar la hipótesis de hiperhidrosis
idiopática, realizar tratamiento sintomático
y aconsejar consultar si aparecen nuevos
síntomas
Valorar la realización de una tomografía
toracoabdominal, y/o derivación
a nivel especializado para hemocultivos
y/o biopsia de médula ósea
Serología VIH, catecolaminas y derivados en orina de 24 horas
No respuesta
Ensayo terapéutico con medidas y/o medicación antirreflujo
Resultados negativos
Resultados negativos
Hemograma, bioquímica, FSH, TSH, Mantoux y/o radiografía de tórax
Presencia de síntomas y/o signos asociados
Sí No
No respuesta
Petición de pruebas en función de las
hipótesis diagnósticas más plausibles
Suspender, si es posible, la toma de
medicamentos con sospecha de estar implicados
en el origen de los sudores nocturnos
Paciente con sudores nocturnos
Historia clínica detallada y exploración física completa
Figura 1. Algoritmo práctico de abordaje diagnóstico ante un paciente con sudoración nocturna. FSH: hormona estimulante del folículo; TSH:
tirotropina; VIH: virus de la inmunodeficiencia humana.
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sistente que obliga al cambio de sábanas, entonces podría
solicitarse una radiografía de tórax, prueba de la tuberculina,
hemograma, tirotropina (TSH), serología de VIH, FSH,
cuantificación de catecolaminas, metanefrinas y ácido vanil-
mandélico en orina de 24 horas, según las hipótesis diagnós-
ticas más plausibles.
En cada uno de estos procesos evaluativos es preciso re-
petir una cuidadosa historia clínica, puesto que a menudo
aparecerán nuevos síntomas diagnósticos con el paso del
tiempo.
En todo caso, no se recomienda realizar un tratamiento
empírico de los sudores nocturnos10, aunque algunos autores
sugieren que si las pruebas básicas son normales (hemogra-
ma, prueba de la tuberculina, TSH, VIH, velocidad de sedi-
mentación), ante la posibilidad de presentar reflujo gas-
troesofágico podría considerarse un ensayo terapéutico con
medidas antirreflujo e inhibidores de la bomba de protones1.
Una propuesta de algoritmo diagnóstico se presenta en la
figura 1.
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