La carta expresa el deseo de Einstein de haber tenido una educación menos rígida y sin maltratos, con disciplina pero sin agresión, y llena de alegría en lugar de tristeza. Relata cómo se sintió mal cuando su maestra lo describió de forma negativa y cuando fue expulsado de la escuela politécnica de Zúrich. Concluye diciendo que para educar se necesita amor y respeto, no competición, y que se debe educar para vivir.