Cuando los medios se interrogan una y otra vez acerca de como será el mundo posterior a la pandemia, lo razonable es hacer inventario de lo que la crisis nos está enseñando.
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FOTOGRAFIA: PROJECT SYNDICATE
CONCLUSIONES PROVISIONALES DE LA PANDEMIA
Manfred Nolte
En su discurso de recepción del nobel de economía en 1974, Friedrich von Hayek
defendió el siguiente principio: “prefieroel conocimiento parcial pero probado, a
un diagnóstico general que es probablemente falso.” El juicio del economista
austriaco cobra nueva vigencia en la actualidad.
Y esque, aun cuando la mayor partedel planeta, incluida la ciudadanía de nuestro
país, se halla aun soportando el azote de la doble crisis económica y sanitaria los
titulares de los medios lanzan una y otra vez el inoportuno interrogante de cómo
será el mundo una vez superada la pandemia del coronavirus. Aun no ha llegado
el futuro, mientras la contabilidad de los números en los centros de salud, y
también en el balance de las empresasy en el peculio de los individuos nos somete
a un presente que desborda en intensidad a cualquier crisis desde el fin de la
segunda guerra mundial y con el a un buen número de problemas sistémicos.
Nuestra circunstancia actual puede calificarse de ‘vigilancia en las trincheras’
porque ignoramos aun a que distancia se halla el enemigo y cuando lanzará su
ataque más letal, o por el contrario opte por batirse en retirada. Sabemos que
Covid-19 ha provocado una recesión mundial sin precedentes, de distinta
intensidad según países, con particular incidencia en los jóvenes, los segmentos
trabajadores poco calificadas y las minorías vulnerables.
Discurrir acerca del futuro que se esconde tras el terrible ataque del Covid19
constituye un ejercicio de divagación, de discutible alcance y probabilidad. Pero,
a su vez, la tentativa es procedente si queremos despojarnos del llamado ‘sesgo
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de normalidad’. Nuestro cerebro está configurado para instar a que las cosas
vuelvan a ser ‘como antes’. Y eso, aparte de constituir un peligro, no va a ser así.
La consecuencia más inmediata de lo señalado y recogiendo el sentir citado de
Ludwig von Mises sería recoger y enfatizar lo que estamos sufriendo y sus
consecuencias en lugar de establecer augurios dudosamente probables. No puede
ocultarse que en el dictamen de la situación presente y de sus más señaladas
carencias o mutaciones, se halla la semilla de lo que haya de evolucionar y
cambiar en el futuro. Perosi lo primero, el presente, es incontestable, lo segundo,
el rostro del futuro deberá describirse con cautela, y dejarse al arbitrio de cada
cual. Conserva su total actualidad aquel cínico dicho que sostiene que las
previsiones son extremadamente difíciles, sobre todo cuando se refieren al
futuro.
¿Cuáles son las conclusiones a los que nos conduce en el día de hoy la plaga vírica?
Enumeremos algunas de las más destacadas.
La primera, la evidencia de que el mundo no estaba preparado para hacer frente
a la pandemia. Una inesperada infección en cadena que ha causado ya 50
millones de contagios y 1,2 millones de muertes a lo largo y ancho del planeta, de
forma preferente entre los ancianos y personas de distinto riesgo. Algunas
consecuencias se remiten al plano médico. La primera se refiere a la admisión
inevitable de que habrá más virus que ataquen al hombre en el futuro próximo, y
que las administraciones deberán haber aprendido la lección y dispondrán de
sistemas eficientes para la detección y aislamiento de nuevos brotes. España
mantiene un modelo sanitario de alcance universal, pero ya nos hemos
convencido de que, ni con diferencia, es, como profesábamos, el mejor del
mundo. Deberemos aprovechar los fondos del Plan europeo de Reconstrucción.
El futuro de la pandemia está asociado a la aparición y socialización masiva de
vacunas de alta efectividad. La resultante es que tenemos frente a nosotros un
dilatado lapso de permanente amenaza sanitaria.
La segunda se traduce en el relieve sistémico que cobra el cuestionamiento de
nuestro modelo lúdico de vida social y la constatación de que el distanciamiento
social, que ha dañado buena parte de nuestro entramado de servicios -
restauración, viajes, hostelería, turismo- reclama sus virtudes profilácticas, y que
algunas industrias crecen bajo las coordenadas de la doble reclusión domiciliaria
-dictada y voluntaria- y las nuevas demandas que ello acarrea. Se inicia ya un
cambio de modelo presencial/remoto. Hay que destacar que el recorte en la
movilidad ha llegado a alcanzar al 70% o más de la ciudadanía, mientras que el
PIBha caído entreun 10y un 20% máximoen tasa anual. Con ser graveslas cifras,
la conclusión de la que somos testigos es que la diferencia entre el decrecimiento
en la movilidad y el del PIB es notable. La economía puede funcionar en buena
medida con mucho menos movilidad. La irrupción del modelo económico virtual
está siendo notable. Todo apunte a una fase de inicio que no está llamada a
retroceder sino a consolidarse y aumentar en un futuro próximo.
Con el cambio de modelo económico el modelo tecnológico que se está
vislumbrando: tercera conclusión. La tecnología no solo revoluciona el modo de
producción laboral presente. El avance de la fiscalidad internacional frente a las
grandes plataformas tecnológicas está proporcionando mayor equidad al sistema
y nuevas fuentes de ingresos; la coordinación digital avanza hacia un conjunto de
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nuevas estructuras legales, regulatorias y éticas, una nueva gobernanza digital
que resuelva los conflictos derivados de la privacidad de los datos y acometa la
integridad de nuestro ecosistema de información, la Inteligencia artificial, la
propiedad intelectual, la computación cuántica, el control de los datos integrando
los regímenes de derechos de datos y la política de competencia. Los grandes
bloques económicos mundiales tienen normas e intereses distintos y hasta
incompatibles. Todo ello se resume, según algunos, en la llamada a un nuevo
Bretton Woods para regular la nueva era de la economía intangible posiblemente
diseñado por el G20 dados sus atributos de inclusividad y representatividad.
La cuarta evidencia es la de una redoblada presencia del Estado y de las
Instituciones públicas multilaterales en la vida económica cotidiana. La crisis
Covid se ha asimilado a una situación de guerra y todo el arco ideológico de la
economía ha apoyado el protagonismo de las administraciones publicas como
corresponde a un ataque bélico. Ello no debe hacer olvidar que solamente la
economía de mercado -a pesar de sus limitaciones- es capaz de asignar
eficientemente los recursos productivos y que la irrupción de lo publico no debe
ir en detrimento de los valores democráticos y de la libertad de los individuos.
La quinta se refiere a la regresión sufrida desde 2008 y durante la pandemia por
el concepto de la globalización y del empuje acometido por el proteccionismo, el
unilateralismo, el aislacionismo y demás ‘ismos’ perversos para la cooperación
internacional. Empezando por la revitalización de la Organización Mundial de la
Salud y siguiendo por la Organización Mundial del Comercio, el concepto de la
globalización debe adaptarse a los nuevos estándares, con la primacía de los
grandes objetivos orientados al bien común -la casa de todos- recogidos en la
transición ecológica y la preservación de los bienes públicos globales. También la
educación. Nuevamente Europa financia estos proyectos.
Tras la crisis del COVID19 emerge la quinta revolución industrial, la de la
sostenibilidad. Unida a los ingredientes de la vigente era digital, el progreso
carece de una definición nítida y previsible. Solo intuimos que nada será ya igual.