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Extractos de párrafos seleccionados Antología sobre personalismo Emanuel Mounier
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Extractos de párrafos seleccionados
Antología sobre personalismo
Emanuel Mounier
La definición que sigue es de Emmanuel Mounier, reconoce a la vez lo fenomenológico (acción-
interrelación) y lo ontológico (estatuto permanente y esencial) de la condición personal:
“Una persona es un ser espiritual constituido como tal por una manera de subsistencia y de
independencia en su ser, ella mantiene esta subsistencia por su adhesión a una jerarquía de
valores libremente adoptados, asimilados y vividos por un compromiso responsable y una
constante conversión; ella unifica así toda su actividad en la libertad y desarrolla por añadidura
a golpe de actos creadores la singularidad de su vocación» (Manifiesto al servicio del
personalismo).
«La persona es una tensión entre sus tres dimensiones espirituales: la que sale de lo bajo y se
encarna en un cuerpo; la que se dirige hacia lo alto y lo lleva a lo universal; la que se dirige hacia
lo extenso y la lleva hacia una comunión. Vocación, encarnación, comunión son las tres
dimensiones de la persona»
Dada la riqueza de esta definición, que exigiría un amplísimo comentario, basten solamente
cinco sugerencias para entender más plenamente su sentido:
1.-) Individuo es a egoísmo como persona es a comunidad. Se contrapone aquí individuo a
persona pero no en sentido ontológico (pues la persona sigue siendo subsistente e
independiente), sino ético: el individuo, el individualismo, es auto-céntrico, pero la persona
está abierta al mundo y a los demás.
2.-) Se habla de condición humana: realidad flexible (libertad que se adhiere a una jerarquía
de valores) dentro de una permanencia (la esencia)
3.-) Más que identificar como cualidad distintiva la fría racionalidad, se prefiere la razón
cálida, de compromiso responsable y respuesta axiológica.
4.-) Se establece un orden y una jerarquía de valores, que no existen si la persona no los
realiza desde su vocación.
5.-) Se mantiene la realidad ontológica de la persona. Sin embargo, existe cierta autonomía
que se vive en relación con las personas y con los valores personales, somos quienes somos
porque desarrollamos una escala de valores libremente adoptada. Esa adhesión a la jerarquía de
valores la asumimos en un compromiso responsable con los demás: terminamos siendo lo que
hacemos o dejamos de hacer. Por eso, aunque para hacer o dejar de hacer hay que ser, debería
hablarse no sólo de naturaleza humana, sino también de condición humana.
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Tenemos mucho que hacer, el com-pro-miso es una vivencia comunitaria (con), en favor de un
mundo nuevo (pro), hacia el que nos sentimos enviados (missio). Es sólo palabra si no responde a
las exigencias reales de un tú. Al hacerme respuesta para el otro, me convierto en un mismo
movimiento intencional en respuesta intencional para mí, unificando así toda mi actividad en
libertad y desarrollando a impulsos de actos creadores la singularidad de mi vocación (por los otros
me autorrealizo yo mismo)
El individualismo al ser egoísta y reivindicativo no nos ofrece más que una caricatura de la persona.
«No es posible estar cerca más que de dos personas o de un pequeño número de ellas: amor,
amistad, pequeño grupo de camaradas, de fieles, de militantes. Este agotamiento rápido del
impulso comunitario amenaza a las mejores comunidades con degradarse en sociedades cerradas.
No siguen siendo elementos de un universo personal más que si cada uno se mantiene virtualmente
abierto a la universalidad de las personas» (El Personalismo).
«En una organización personalista hay responsabilidad por todas partes, creación en todas partes,
colaboración en todo: no hay gentes pagadas para pensar y otras para ejecutar, y las más
favorecidas para no hacer nada. Pero esta organización no excluye la verdadera autoridad, es decir,
el orden a la vez jerárquico y viviente, en que el mando nace del mérito personal, sino que es sobre
todo una vocación de suscitar personalidades, y aporta a su titular, no un suplemento de honores o
de riqueza, o de aislamiento, sino un cúmulo de responsabilidades» (Manifiesto al servicio del
personalismo).
Fundamentación de la absoluta dignidad personal
La persona disminuida
¿Cómo fundamentar el valor y la dignidad absoluta del ser humano? Esta persona ante mí no
conoce a sus padres, ni a nadie; padece ataques y convulsiones periódicas; ni siquiera sabe regular
sus esfínteres. ¿Alguna habilidad? Da vueltas y vueltas de día y de noche en torno a una estufa de
carbón a buen ritmo y sin tropezar con ella. Tal persona podría ser considerado por algunos como
un ser inferior a otros animales más inteligentes. Sin embargo, desde la perspectiva del amor que
le profesa su padre y cuidador, es la persona más digna, la persona más «persona» del universo.
¿Por qué? Sencillamente porque a su hijo totalmente desvalido le ama totalmente, es decir, como
un padre amoroso. He aquí una verdad básica en la vida humana: quien nos ama nos reconoce
como personas, seamos quien seamos y estemos como estemos. El amor dignifica y rescata del
olvido y de la muerte. Da más fuerza sentirse amado que creerse fuerte. Así de sencillo, pero así
de verdadero.
La incorrecta fundamentación de la dignidad personal en la Naturaleza
Atendiendo al comportamiento de los seres vivos, en la Naturaleza lo más «natural» es que el
pez gordo se trague al chico, que el lobo devore al cordero, y desde esa perspectiva -meramente
naturalista, o, si se prefiere, «ecologista»- lo anormal sería pretender que el cordero devorase al
lobo, o que el pez chico tragase al grande; sólo a un niño se le ocurre indignarse con el «lobo
malo» para defender al «corderito bueno». En efecto:
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a). Quien, limitándose al mero naturalismo defendiese que el hombre es un mero animal más
sobre la superficie de este planeta Tierra, no podría protestar porque razas o individuos animales
más fuertes exterminasen sistemáticamente a los más débiles.
b). Por otra parte, si no existiese ninguna diferencia cualitativa (atención, decimos cualitativa)
entre el ser humano y el animal; si nuestro sentido en el mundo fuera el de limitarnos a reproducir
el código genético en la estrecha capa de la biosfera, ¿entonces por qué escandalizarse de que a
ciertos perros se les trate como a personas, y a tantas personas se las trate peor que a perros?
c). ¿Podrá entonces esperarse de la persona el fundamento de su propia dignidad, podrá una
perspectiva exclusivamente antropocéntrica dar razón de la persona como fin en sí misma?
Desde el Amor quedaría absolutamente fundada la dignidad de la persona
Sin el menor ánimo de excluir a nadie, llegamos a la conclusión de que sólo desde un Amor
incondicional e imperecedero queda absolutamente fundada la dignidad del ser humano. Si amar
a otro es -como recuerda Gabriel Marcel- decirle mientras yo viva tú no morirás, qué suerte tienen
además quienes creen que, mientras exista un Ser tal cuya naturaleza consiste en amarnos desde
siempre y para siempre incondicionalmente, mientras Él viva nosotros no moriremos.
Jean Lacroix
*Selección de Textos 1992
LA PERSONA.
Individualidad y Sociabilidad: Principio de individuación | Principio de comunión
“…En su unidad indivisa (…) la persona es tensión entre lo individual y lo social: el individuo y la
comunidad son dos términos antitéticos y complementarios que la persona utiliza necesariamente
para existir y realizarse”
“Singularidad-Racionalidad-Vocación (respuesta a una llamada en el encuentro con la necesidad
del otro) son tres conceptos fundamentales en la noción de persona (…). Devenir sí mismo y
personalización son dos términos que definen aspectos diferentes del mismo proceso.
La individualidad es un hecho metafísico que hace que yo soy tal y no tal otro. La persona no
puede desarrollarse sin recibir fundamentalmente lo que le da el individuo…Pero en el plano
existencial hay una bipolaridad esencial de la persona. Esta se expresa y se realiza, primeramente, por la
correlaciónde la acción y el pensamiento, que han de vivificarse mutuamente, pues en caso contrario, el
hombre de puro pensamientose convierte en un intelectual impotente, y el hombre de pura acción es un
bandido irresponsable. En ambos casos supone una degradación de la misma persona. Pertenecerse y
darse es comoel ritmode lavida personal.Laindividualidadde lapersonaesloque asegurasu dominio, su
sociabilidad lo que realiza su expansión”. Jean Lacroix
¿Cuál es la esencia del pensamiento de Jean Lacroix? Parte de un concepto de la persona como
dádiva, entrega a los otros. Afirma que se es persona por el simple y natural hecho de abrirse, de
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ex-ponerse a los otros. La experiencia real de la persona piensa que es la del Otro, "mi ser es con",
Milsein o ser hacia los demás, y sólo nos hacemos personas al convivir con ellos. A esta actitud
denominaba "revolución personalista", pues cada ser es capaz de desprenderse de sí mismo,
haciéndose disponible a los otros. Para el personalismo, los actos de desposesión son la ascesis de
la vida personal. Pero, como no es fácil renunciar a uno mismo, es necesario un ejercicio de la
voluntad, una praxis que libere al Yo de sus egoísmos, una desencarnación de la individualidad
posesiva.
El personalismo continúa la tradición más profunda del cristianismo: luchar contra el amor propio,
el egocentrismo, el narcisismo. Se sitúa en el punto de vista del Otro, que no significa abdicación
de la realidad del Yo. Lacroix, en su obra El sentido del realismo, explica que esta apertura total no
implicaba dejar de ser, pues existe una forma de comprender todo que equivale a no amar a
nadie, no ser nada, disolverse en otro y no querer su comprensión. Lacroix insiste en que la
donación de sí, en que radica la esencia de la persona, no significa suicidio ni generosidad gratuita.
Este don de sí mismo constituye una reafirmación de la existencia personal. "El hombre se toma
un Yo a través del Tú", sentencia de Martin Raber, el filósofo judío germano, que podría servir de
divisa al personalismo cristiano.
Según Lacroix, el Tú y el Nosotros preceden al Yo, o al menos lo acompañan. El personalismo es, a
la vez, comunitario, pues solamente podemos realizarnos como personas en el seno de una
comunicación real permanente, libre, es decir, sin coacciones exteriores, pero también sin
egoísmos posesivos individuales. No es extraño que la filosofía de Jean Lacroix y de Enmanuel
Mounier culmine en una teoría del Amor.
Ser y amar
Lacroix afirma la realidad del Amor, debido a que el Yo sólo puede existir en la medida que existe
para Otro. Ser es, pues, amar. Así de radical y sencilla es esta filosofía del Amor. Ahora bien, el
amor por sí mismo no crea identificación, y los amantes pueden ignorarse, arrebatados por su
pasión ofuscadora. También la simpatía descubre afinidades que se juzga amor espontáneo. Por el
contrario, para el personalismo, no es posible el amor sin conocimiento, es decir, sin la conciencia
de la presencia de otra persona diferente. "El amor es ciego", dice Lacroix, "pero es un ciego
perfectamente lúcido".