Este documento presenta varias provocaciones para la evaluación educativa en tiempos de contingencia como el aislamiento social. Propone que la evaluación debe ser un proceso colectivo, reflexivo y basado en la responsabilidad social para debatir sobre el tipo de escuela que se quiere. También enfatiza la importancia de fortalecer los vínculos entre la escuela y la familia, así como fomentar la creatividad e imaginación de estudiantes y profesores.