1. La dictadura civil, al mando.
De las cosas que van pasando, en este tiempo en que se universaliza, la angustia entendida
casi como pulsión del nervio humano. Tiempo que pasa en pura lentitud aviesa. Y que somos
sujetos y sujetas adheridos(as), de manera forzada, a la convocatoria oficial, bajo el amparo del
artículo 215 de la Constitución Política, cifrando el Decreto Ley 417 de 2020. Y después, en
plena seguidilla de interpretaciones afanadas por parte del petimetre presidente y su equipo de
gobierno. Y que han dado rienda suelta a imposiciones que vulneran derechos mínimos y
máximos de la población entendida como trabajadores(as), campesinos(as); indígenas y
personas que han perdido toda posibilidad de subsistencia. De quienes hemos sido colocados
en posición de sujetos que vemos, en el medio y largo plazo, como se van perdiendo las
opciones de vida digna. El primer brochazo gubernamental, tratando de embadurnar la
situación con pachuli ordinario, consistió en la motivación dada al Decreto 417 de 2020. Porque
no solo fue la cita textual del artículo 215 de la Constitución Política. Se instaló una
interpretación sesgada. Se instauró la versión màs hostigante de las consecuencias de la
pandemia. Algo asì como abrogarse el entendido actual de la crisis económica mundial, a partir
de obligar al paro forzado de la economía; desconociendo la posibilidades qué otorga el mismo
capitalismo en su versión neoliberal. La concertación es un mecanismo propio en el contexto del
desarrollo económico y politico. Por algo, algunos avances de reciprocidad entre patronos,
trabajadores y el Estado han permitido concretar reivindicaciones. Y no estoy hablando del tipo
de concertación burlesca que se produce todos los años alrededor del aumento del salario
mínimo. Lo que quiero resaltar es la posibilidad de avanzar en lo que tiene que ver con
establecer un correlato laboral y jurídico dentro de la estructura misma del Estado Burgués.
Supone, entonces que los sindicatos, como una expresión del movimiento obrero, validen una
visión de amplio espectro. Màs allá de simples pleitos domésticos. De lo que se trata es de
posicionar una visión de largo plazo, a partir de expresiones puntuales.
Pero, en Colombia, no se puede hablar de movimiento obrero. Al menos en lo que éste tiene de
motor revolucionario. Lo que pasa es que, se han traspapelado los principios. Y, por lo mismo,
lo que se ha venido expresando no es otra cosa que sindicatos medrosos, mojigatos. Dirigentes
insulsos que han llegado a posiciones de liderazgo a partir de señuelos burocráticos.
Desafortunadamente, asistimos a una versión vergonzosa del movimiento sindical. Van y vienen
con declaraciones ambiguas acerca de su rol. Expresiones imbuidas de simple recetario de
palabras. Y construyen frases afines a los saltimbanquis del medioevo. Inclusive, su
participación en las movilizaciones, denominadas ampulosamente como paros (2019); siempre
fueron detrás de los acontecimientos. Repudiados por otras organizaciones populares (como el
movimiento estudiantil universitario, por ejemplo). Porque nunca se les ocurriera algo diferente
a consignas empalagosas. Declaraciones sin el nervio punzante que deben tener las
organizaciones obreras, centradas en ideales de lucha de clases. Como debiera ser.
Ahora bien, decía que lo que precedió a la expedición del Decreto Ley 417 de 2020; fue la
interpretación de los hechos, realizadas por el enjuto presidente Iván Duque Márquez. Visión
propia de su partido politico Centro Democrático. Una avidez de presentarse como orientador
de un proceso inédito en la vida social y política de nuestro país. Y, en general, de todos los
países agobiados por la expansión del COVID-19. Le sirviera, entre otras cosas, para desviar la
atención de asuntos como el narco laboratorio del embajador en Uruguay; de la investigación
relacionada con la compra de votos (lo que se ha dado en llamar ñeñe política). De los
señalamientos de Amnistía Internacional y de la Comisionada para Derechos Humanos de la
ONU, a propósito de la matanza de líderes y lideresas sociales; de la campaña de exterminio en
contra de las etnias. Particularmente de indígenas en Cauca y Nariño-
Y, entonces, llegarían sucesivos decretos leyes. Interpretaciones pretendidamente científicas
acerca de la expansión de la pandemia. De un ciclo de televisión, programado a la manera del
embuchado conocido como “caso juzgado”. Pero, a decir verdad, la actitud de los dirigentes
sindicales no ha sido la única. Ni Colombia Humana, cuyo líder viniera con el cuento de que
“nos pusimos de acuerdo el Senador Uribe y yo (Gustavo Petro) para enfrentar juntos la crisis”.
2. Ni Polo Democrático; ya que Iván Cepeda y Jorge Robledo, siguieron enganchados a la misma
cuerda llamada “causa común” con Iván Duque Márquez.
Mientras tanto, el imbécil presidente, iría dando cuenta de todo el arsenal disponible, por la vìa
del Decreto Ley 417 de 2020. Magnificando el riesgo real de contagios. Manipulando
estadísticas. Estableciendo el paro de la economía real. La de la producción efectiva de bienes
mercancías. Como siempre, dándole cuerda a los bancos y las corporaciones financieras.
Metiéndole la mano al bolsillo de las alcaldías y gobernaciones, por la vìa de las regalías.
Además del Fondo Pensional Territorial. Creando impuestos obligatorios a los trabajadores y
trabajadoras que ganen màs de diez millones de pesos en el sector público. Asfixiando a
medianas y pequeñas empresas (que, registran el mayor número de trabajadores y
trabajadoras. Llevando a la pobreza extrema a personas que viven del día a día con sus ventas
callejeras (también que, entre otras cosas, reúnen a màs del 15% de quienes son registrados y
registradas por el DANE como pertenecientes a la economía informal. Es decir desempleados
que los disfrazan de empleados para ajustar las cuentas al momento de cuantificar las cifras del
desempleo real); cargándole a Colpensiones a quienes están pensionados y pensionadas a
través de la figura de “retiro programado. Es decir subvencionando a los Fondos Privados de
Pensiones y Cesantías que hicieron feria de mercados financieros. En otras palabras
“socializando las pérdidas”. Además, amasando la idea de autorizar rebaja en salarios para
trabajadores y trabajadoras de las pequeñas y medianas empresas.
En resumen: el truhan presidente ha utilizado la emergencia derivada del COVID-19 para
ejercer como vulgar dictador civil; para entronizar la miseria y el total desarreglo de la
economía real. Sin ningún tipo de concertación previa con empresarios y trabajadores. Està
llevando al país a una crisis económica colosal. Sin antecedentes…y es a este cretino a quien el
denominado movimiento sindical, Polo Democrático, Unión Patriótica y Colombia Humana le han
cedido todo protagonismo al idiota presidente y a su equipo de gobierno (Consejo de
ministros).
Caso aparte merece la alcaldesa Claudia Nayibe López Hernández. Ha desgastado todo su
capital politico en una pelea impertinente con Iván Duque Márquez. En un lenguaje ampuloso y
hasta demagógico. La puja alrededor de la flexibilización de la cuarentena relacionada con la
activación de la economía, de conformidad con el Decreto 593 de 2020 de la presidencia de la
República; ha colmado la copa. Inusitadas expresiones que, al menos yo, no esperaba de ella.
Es decir màs retardataria que el mismo presidente. En verdad no sé quién o quienes han estado
asesorándola en política económica. Pero quien quiera que sea sabe menos de economía que
un estudiante de grado once.
Yo parto de una tipificación inédita de la crisis económica mundial. Algo asì como referirla en
cotejación con las crisis de 1929-1932; además con la crisis de 2008-2009. Estas, a pesar de
algunas diferencias no fundamentales, al momento de analizar la expresión de esta última. Las
dos refieren una pérdida de la capacidad de maniobra de los capitalistas y de los gobiernos.
Una crisis en el modelo aplicado por el capital financiero; de tal manera que produjera índices
altos de la inflación e, inopinadamente, con expresiones de deflación y estanflación. Un modelo
que casi quiebra la ortodoxia económica de la Unión Europea.
Entonces, como lo he sostenido en otros escritos, lo inédito cifra una crisis producida por el
decrecimiento del empleo y, por lo mismo, una caída vertical de la producción. Casi todos los
sectores del capitalismo, en su versión neoliberal, afectados. Y, siendo el origen de la crisis la
pandemia y su expansión a casi todos los países de la Tierra; las medidas para tratar de
recuperar el ritmo del mercado, han estado (y tiene que ser asì) de parte de los Estados.
Agotando la reservas acumuladas para el pago de subsidios de desempleo (…obviamente en los
países de la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá). Para los países periféricos el impacto es
mucho màs letal. Habida cuenta que los Estados nunca han acumulado para el pago de los
subsidios de desempleo. Además que la mayor parte de las personas empleadas, están del lado
de las pequeñas y medianas empresas y el empleo informal.
Lo que la doctora Claudia Nayibe López Hernández y sus asesores(as) no han podido entender
es que la dinámica propia del capitalismo obliga a mantener el ritmo de la producción; asì este
3. ya estuviera afectado antes de la crisis por el COVID-19. Es decir que, esta crisis està pegando
duro. Ahora bien, observado ejemplos como los de Alemania, Bélgica, Suecia; la flexibilización
es posible de manera gradual. Si esta reactivación no se hiciera, el colapso y la desvertebración
económica será mucho màs profunda. La posición de la alcaldesa es, a todas luces, insostenible
en la línea de acción de recuperación. Inclusive, la línea de mando (asì no queramos) està en el
enjuto presidente. Lo de la doctora Claudia, no deja de ser una opción que, en el mediano y
largo plazo, está en contravía de la recuperación económica. El hambre acosa a inmensos
sectores de la población. La alcaldesa parece como promocionando un discurso eufónico que es
màs un saludo a la bandera que una opción acertada, en la perspectiva del combate al COVID-
19. Es, precisamente en este punto que he reivindicado la necesidad de una concertación entre
trabajadores(as), empresarios(as) y el gobierno. Lo que existe, hoy por hoy, es un proceso
protocolario, sinuoso que exacerba el galimatías pernicioso instaurado por el gran barón Uribe
Vélez, a través de su marioneta Duque Márquez.