La bacteria Escherichia coli puede causar diarrea, especialmente en niños y ancianos, que se vuelve hemorrágica en pocos días. Provoca dolores abdominales fuertes y la toxina puede inducir anemia e insuficiencia renal. Se diagnostica encontrando la bacteria en una muestra fecal y se trata con antibióticos y líquidos para prevenir deshidratación.