El capítulo resume la situación actual de la enseñanza de lenguas en las escuelas. Señala que es cada vez más difícil motivar a los estudiantes y a los profesores. También discute los desafíos de la formación lingüística y metodológica inadecuada de los maestros, y cómo la lengua a menudo se enseña de forma fragmentada en lugar de como un vehículo para el aprendizaje.