La persona se define como una realidad interna y única que se manifiesta a través de la voz, los gestos y la mirada. Esta realidad interna incluye el carácter, la personalidad y las emociones. Aunque la persona se relaciona con el exterior, modifica el medio ambiente de acuerdo a sus propios intereses e ideales en lugar de adaptarse pasivamente. La persona se caracteriza por la racionalidad, la inteligencia, la voluntad, los sentimientos, la libertad, la responsabilidad, la grandeza y la dignidad.
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Resumen tema 1 La persona
1. LA PERSONA
Cuando definimos Persona nos encontramos que se
trata de un tipo de realidad, de existencia íntima,
única y profunda que resuena a través de nuestra voz,
nuestros gestos, nuestra mirada, nuestros silencios….
La persona se nos aparece, entonces, como algo
interno, interior que se relaciona con el exterior
y encuentra su sentido de vida en esta
experiencia relacional con el otro.
Esta realidad interna o mundo interior acoge nuestro carácter,
nuestra personalidad, nuestra capacidad creativa, nuestra
imaginación, nuestros deseos, nuestros sueños , nuestras recuerdos,
nuestras emociones, nuestra cultura, en definitiva todas nuestras
manifestaciones humanas.
De tal modo es la persona que relacionándose de dentro afuera, el
medio se le aparece como una oportunidad de creación, lejos de
adaptarse a él, el ser humano partiendo de las características
propias del medio que le rodea lo modifica siguiendo su propio
criterio, su diseño particular que responde a sus propios intereses e
ideales.
En la persona reconocemos determinados atributos, es decir las cualidades
que todos compartimos, a saber:
Racionalidad, inteligencia, voluntad y sentimientos, libertad y
responsabilidad, grandeza e indigencia y dignidad.
Racionalidad.
Esta capacidad consiste en valorar, analizar, criticar, juzgar, argumentar,
explicar y lo hacemos respecto a la naturaleza, a nosotros mismos, a los
otros seres vivos, a lo desconocido…
Inteligencia, voluntad y sentimientos.
Estas tres cualidades están relacionadas entre sí de manera directa.
Los sentimientos (estados emocionales, afectivos, es decir, estados de
ánimo) son los que mueven nuestra voluntad y nuestra inteligencia, los
sentimientos son el motor. La voluntad (capacidad de decidir libremente
qué hacer o no hacer, es decir qué queremos y qué no queremos hacer)
será fuerte o débil según sean los sentimientos que le sirvan de motor.
2. La voluntad así alimentada dirigirá nuestra inteligencia (capacidad
de aprender, comprender y resolver los problemas no sólo teóricos sino
principalmente prácticos), y por otro lado es nuestra inteligencia
emocional la que gestionará nuestros sentimientos; una buena
inteligencia emocional nos indicará qué sentimientos son positivos y
participan de una buena manera en nuestro proyecto personal de vida y qué
sentimientos nos causan dolor y entorpecen, por tanto, nuestras relaciones
con el otro y el con-migo.
Libertad y responsabilidad
Ambas son inseparables amigas, más aún, como si fueran siamesas no va
una sin la otra ni otra sin la una.
LA RESPONSABILIDAD
Con este concepto nos referimos a la obligación que tenemos las personas
de responder ante nuestros actos y aceptar las consecuencias que surgen
de ellos.
LA LIBERTAD
El Ser humano posee una voluntad libre, no está sujeto a una conducta
predeterminada o dirigida. El ser humano puede elegir la respuesta que
considere adecuada en cada situación, puede hacer o no hacer; En esto
consiste la libertad.
Es precisamente por el hecho de ser libres y poder elegir entre
diferentes respuestas y actitudes ante la vida que podemos
pedirnos a nosotros mismos y al otro el hacernos cargo, responder
de las acciones que hacemos o no hacemos.
La responsabilidad empieza siendo ante nosotros mismos, desde el
momento en que somos conscientes de nuestra libertad y del hecho de que
nuestro proyecto consiste en VIVIR Y HACERNOS PERSONAS, analizamos
nuestro comportamiento, nuestras elecciones, nuestros compromisos y
respondemos ante ellos en la medida de nuestras capacidades.
La responsabilidad también es ante los demás, todo lo que hacemos o
dejamos de hacer (a veces, incluso lo que pensamos) afecta de algún modo
a las demás personas. La humanidad está en continúa y constante
interrelación.
Tenemos que ser conscientes que compartimos un mismo hogar, una
misma tierra, un mismo aire, un mismo agua y hoy en día una misma
economía, una misma red de comunicaciones,… y, por tanto, para que el
mundo funcione (y, esto, quiere decir que todas las personas puedan
desarrollarse plenamente, que el planeta se conserve para generaciones
posteriores, que todos los seres vivos se respeten, etc.) debemos responder
3. junto con otras personas y saber que si eludimos nuestra parte de
responsabilidad otro tendrá que asumirla, o sufrir los daños o la tarea se
quedará sin realizar…
Uno debe hacer lo que debe hacer, y nadie puede decidirlo por ti, debes
ser capaz de tener tu propio criterio y actuar con tus propios principios
éticos, que pueden o no coincidir con la mayoría. Esto es lo que debería
caracterizar a una persona adulta, su autonomía.
PARA PROFUNDIZAR:
Kant en su ética nos dice que la ley moral debe ser a priori, es decir, anterior a la
experiencia y autónoma, esto es, que la ley le viene dada desde dentro del propio
individuo y no desde fuera. Los imperativos de esta ley deben ser categóricos y no
hipotéticos que son del tipo «Si quieres A, haz B».
El imperativo categórico tiene tres formulaciones:
1. «Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo
que se torne en ley universal».
2. «Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como
en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un
medio».
3. «Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro
legislador en un reino universal de los fines».
Grandeza e indigencia
El ser humano es el único capaz de labrarse su propio destino. El ser
humano responde a necesidades propias, no solo a las naturales sino a
las que él mismo se crea, las que llamamos culturales.
Tenemos la grandeza de nuestro pensamiento, de nuestra mente y en
lugar de amoldarnos a un destino predeterminado podemos (por lo menos
tenemos la capacidad) construirlo.
El ser humano es libre e inteligente, características que en cierto modo, le
obligan a construir su vida.
Sin embargo, el ser humano es de los animales más débiles de la
naturaleza, el más ínfimo microbio puede acabar con nuestra vida; nacemos
en un estado de completa indefensión y dependencia de nuestros padres.
4. Nuestra mente, capaz de construir todo nuestro proyecto de vida, también
es débil y fácilmente influenciable y manipulable, sobre todo en áreas de
intereses ideológicos, económicos, políticos…
El ser humano puede tocar el cielo y el infierno, podemos llegar a alcanzar
el máximo conocimiento sobre nosotros, sobre lo que nos rodea, sobre el
universo o sobre la célula pero también podemos volvernos seres
mezquinos, llenos de prejuicios, vicios y delitos.
Dignidad
La dignidad es una cualidad inseparable del ser humano.
La dignidad consiste en el reconocimiento de que el ser humano es
un fin en sí mismo y nunca puede ser tratado como un medio.
Esta cualidad pertenece a cada individuo, independientemente de su raza,
religión, creencia, edad,…
Este reconocimiento confirma la idea de que las personas no pueden ser
utilizadas como si fueran meros objetos o medios, sino que cada uno de
nosotros es su propio proyecto, su propio objetivo. Esto significa el
reconocer que somos iguales en cuanto derechos y obligaciones y se recoge
en la Declaración Universal de los Derechos Humanos realizada por la
Organización de las Naciones Unidad en 1948