Para lograr una buena aproximación del examen cardiovascular es conveniente recordar la función del corazón. Este órgano, motor del cuerpo, en estado fisiológico cumple la función de suplir las necesidades de oxígeno (variables en el tiempo) de las células del organismo. Cuando ésta se altera, se manifiestan en una serie de síntomas y signos reconocidos que pueden orientar a la causa precisa. Dentro de las fallas podría ocurrir que él miocardio tuviese una disminución en la sangre que expulsa, debido a problemas de contractibilidad, de alteración de llenado, limitación a la salida, etc. Cualquiera de ellas se traducirá en un paciente que presenta signos de bajo flujo; extremidades frías, llene capilar enlentecido, alteración de la piel (color, turgor, fanéreos, hidratación), colapso de los grandes vasos examinables, alteración de las uñas, palidez de mucosas, entre muchos otras que varían de acuerdo a la cronicidad del cuadro. Por otro lado pudiese ocurrir que la cantidad de sangre que llega a la bomba cardíaca es menor, por ejemplo cuando la sangre se queda acumulada en el intersticio, en el espacio extravasculares del resto de los órganos. En ese caso se apreciará signos de congestión sistémica; edema, ascitis, hepatomegalia, derrames, reflujo hepatoabdominal, ingurgitación yugular, pulso paradójico, etc, en el caso de compromiso cavidades derechas, o a nivel pulmonar, con derrame pleural y pericárdico, en el constexto de falla izquierda. Estas alteraciones de bajo flujo, o de congestión hacia atrás puden expresarse en cualquiera de las cámaras. También pudiesen coexistir ambos mecanismos y alteración bilateral (cavidades derechas e izquierdas). Lo anterior frecuente en alteraciones cardiovasculares de larga data.