Las tecnologías tienen una doble cara, por un lado, facilitan el trabajo y, por otro, pueden generar efectos psicosociales y emociones negativas provocando altos niveles de activación fisiológica del organismo, y pensamientos negativos sobre sus propias capacidades y competencias en la utilización de las tecnologías. Este fenómeno, conocido como tecnoestrés, puede afectar las actitudes, pensamientos, comportamientos y la salud de quienes trabajan con TIC, provocando una disminución de su productividad, problemas de concentración, baja satisfacción laboral, débil compromiso con la organización, agotamiento y deseo de renunciar o no continuar con el trabajo a distancia.