Este documento ofrece consejos para que los maestros ejerzan autocontrol en el aula. Recomienda que los maestros hablen en voz baja y pidan silencio de forma paciente. Además, sugiere que los maestros den atención sólo a conductas deseables de los estudiantes y ignoren las no deseables, y que revisen el trabajo de los estudiantes de forma esporádica para fomentar un sentido de valoración.
1. AUTOCONTROL DEL MAESTRO/A
(Autor: Francisco Alonso M. --Orientador Psicopedagógico)
Conviene que el maestro/a adopte y se habitúe a un estilo de
AUTOCONTROL y de control del grupo clase.
1º.- En lo que respecta a la COMUNICACIÓN ORAL:
A) No levantar la voz. Hablar en tono normal, más bien bajo. No
importa que no le oigan.
B) Cuando muchos alumnos hablan, no mandar nunca a callar.
Solamente pedir silencio por favor.
C) Cuando hay mucho vocerío (al entrar en clase, ... al comenzar la
clase, ...), podemos utilizar dos estrategias para ir consiguiendo el
silencio, que nos permita decir algo.
a) Sonar con una moneda o con una llave (chin, chin, chin...) en
un cristal u objeto metálico. Hacerlo dos o tres veces, si es
necesario, aumentando la fuerza del toque. Cuando ya te
puedan oir, y el vocerío haya descendido significativamente,
pedir SILENCIO POR FAVOR, e IR PASEANDO LA
MIRADA AFABLE (no airada, ni en tensión) Y SERENA por
los que aún no se han callado, o siguen distraídos, esperando
tranquilamente a que estén todos atentos y puedas comenzar a
decir lo que tengas que decir.
b) El otro método para conseguir silencio es ponerse delante de la
clase y comenzar a leerles cualquier cosa en voz normal, sin
gritar, más bien en voz baja, que no puedan entender nada. En
este momento habrán alumnos que se den cuenta de que no
oyen nada y te pedirán que grites (no les hagas caso) y
mandarán a callar a los demás, de mala manera, con gritos, y
seseos o silbidos. Parece como si el vocerío aumentara.
Cuando el vocerío descienda que te permita decir algo, pídeles
SILENCIO POR FAVOR como en la estrategia anterior y
pasea la miranda por los rezagados, déjeles seguir que
terminen sus conversaciones, y casi, casi solicite permiso para
comenzar usted a hablar. NUNCA SE MUESTRE AIRADO.
Puede aprovechar la ocasión para advertir en general que no se
manden a callar con malos modos. Diga brevemente lo que
tenga que decir o explicar. No divague. Ni se repita mucho.
Cada vez que note a algún alumno hablando o distraido, pare la
comunicación “en seco” y con serenidad, paseando la mirada
2. por el sitio del distraido, continúe inmediatamente cuando
retome la atención, retomando usted lo último que haya dicho,
y siempre SIEMPRE, CON ASPECTO SERENO. Todo lo
demás sobra: ni reproches, ni ironías, ni amenazas, ni
menciones a la falta de atención. MENEJE LA SITUACIÓN
CON LA MIRADA SERENA. SI PIDE PERMISO PARA
REEMPRENDER LA CONTINUACIÓN DE SU
EXPLICACIÓN, MEJOR QUE MEJOR, PERO SIN
SEGUNDAS INTENCIONES, SIN IRONÍA.
2º.- En lo que respecta al uso de la ATENCIÓN:
Consideremos la ATENCIÓN (= refuerzo social positivo) del
maestro/a como un río de energía que estimula el comportamiento
de los alumnos. Que este comportamiento sea de un tipo u otro,
depende del uso que nosotros hagamos de esa fuente de energía
(LA ATENCIÓN).
Aún más, consideremos la atención como un medicamento, abono o
alimento, que según como la utilicemos o la dispensemos, puede ser
beneficiosa, perjudicial, o derrochada inútilmente.
Pues bien, después de la anterior consideración, establezcamos el
siguiente principio “terapéutico”: DEBEMOS PRESTAR
ATENCIÓN SÓLO A CONDUCTAS DESEABLES Y NO A
LAS NO DESEABLES.
Si profundizamos mínimamente en esta cuestión, las funciones de
muchos maestros/as cambiarían radicalmente de sentido.
Todos los alumnos no necesitan las mismas dosis de atención, ni
con la misma periodicidad, ni para todos los comportamientos
exhibidos. Además la atención puede recibirse de forma directa o
indirecta; a nivel individual o grupal.
Después del anterior principio y conocimiento de que prestar
atención de forma provechosa es algo que hay que experimentar y
aprender mucho, dejamos de lado las consideraciones teóricas y
pasamos a cuestiones de situación real..
1º) Unos alumnos trabajan en silencio y otros están distraídos y
hablando unos con otros, es decir : UNOS CUMPLEN Y OTROS
NO. La maestra vuelca la atención verbal sobre algunos niños que
cumplen, y pasea la mirada sobre el que no (fíjese que he dicho
sobre el que no en singular. No debemos difuminar la mirada sobre
3. varios que no cumplen. Hay que ir despacio....). Ejemplo de
ATENCIÓN VERBAL: “Muy bien, me gusta como están
trabajando estos niños de aquí, así se hace en silencio y
consultando el libro...”.
2º) El maestro vigila disimuladamente a los que no comienzan el
trabajo y “ACECHA” para pillarles aunque sea en el intento de
hacer algo bueno. No perdamos la ocasión de pasearnos junto al
alumno y reforzar ese intento. Este alumno es el que necesita un
tipo de atención (refuerzo) por cada intento.
3º) La atención a los niños que van bien, debe ser cada vez más
esporádica y aleatoria.
4º) Hagamos lo posible por ignorar los comportamientos
indeseables. La intervención dictatorial del maestro debe darse sólo
cuando vea peligro para la integridad física de los alumnos.
5º) No conviene que el maestro prodigue su atención en la
resolución de conflictos sociales entre los alumnos. Debe invitar a
los propios alumnos a que los resuelven negociadamente, o
mediante el uso de las estructuras de gobierno de la clase
(Delegado y subdelegados).
6º) No es necesario que el maestro/a revise todos los trabajos
escolares de los alumnos ni de un alumno siquiera, si no tiene
tiempo. Esto no sería necesario en la mayoría de los casos, para el
aprendizaje de los alumnos. Lo que sí hay que procurar es que el
alumno tenga la sensación de que sus tareas son escrupulosamente
tenidas en cuenta por su maestra, respetadas y elogiadas.
Podríamos seguir reflexionando sobre el autocontrol de la atención
que dispensa el maestro a los alumnos. Esto es muy largo. Tal vez
lo mejor sería que a situaciones concretas, ocurridas en el aula y
aportadas por la maestra, se le dieran respuestas reflexivas
concretas también.
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