1. El Romanticismo
La crisis del Absolutismo y la liquidación del Antiguo Régimen son
acontecimientos que sirven de fondo a la revolución estética romántica. La protesta contra el
mundo burgués, aunque con enormes contradicciones, la insatisfacción ante los valores
impuestos y los graves problemas políticos y sociales del siglo son los rasgos definitorios
del carácter romántico. La sensibilidad romántica se inicia en Alemania e Inglaterra a finales
del XVII. Entre sus precursores señalamos al poeta inglés Young y, sobre todo, al alemán
Goethe.
Goethe se rebeló contra las reglas neoclásicas; su novela Werther, que
exalta los sentimientos de su protagonista que acaba suicidándose ante un fracaso amoroso,
supone el inicio del Romanticismo. Su obra maestra, Fausto, desarrolla una leyenda
medieval: el anciano que vende su alma al diablo por recuperar la juventud; en ella examina
las pasiones y anhelos del hombre en su lucha contra el tiempo.
El Romanticismo guarda conexiones claras con los movimientos
anteriores. La Ilustración es el subsuelo sobre el que crece, de ella tomaron el impulso hacia
la modernidad y el progreso. Conectaron con el Barroco en el gusto por la literatura
nacional, la mezcla de géneros y el rechazo a las reglas en el arte. En la utilización del
paisaje como partícipe del estado de ánimo del personaje, se acercaron al Renacimiento y
recogieron muchos de sus temas de la tradición y leyendas medievales.
El Romanticismo es una nueva forma de vivir y crear que se refleja en
nueva actitud ante los problemas del hombre y de la sociedad. Esa nueva actitud se define en
los siguientes rasgos:
Individualismo. El hombre señala sus propios fines. El artista expresa
emociones con un egocentrismo (el hombre es el centro del mundo) relevante en todas sus
acciones y pensamientos.
Culto a la libertad. El individuo proclama su derecho a expresarse, el
derecho del individuo lente a la sociedad, de la mujer frente al hombre, del obrero frente al
patrón. Se rechazan las reglas sociales y artísticas. Pero toda liberación tiene un precio, un
hondo sentimiento de vacío y soledad que lleva al romántico a una continua agitación
interior, al pesimismo y a la insatisfacción que definen lo que se ha llamado "el mal del
siglo".
Rebeldía y contradicciones. El rico mundo interior del romántico en a de
una felicidad casi imposible choca inevitablemente con la realidad exterior burguesa. La
huida es una necesidad romántica que se encamina i mundos pasados y legendarios, hacia
países exóticos y desconocidos o hacia la interiorización de los problemas que conducen, en
ocasiones, al suicidio
Nacionalismo. Frente al universalismo anterior, ahora se proclama el
nacionalismo político. Cada país, región o localidad ensalza sus costumbres y valores
tradicionales.
El Romanticismo no fue un movimiento homogéneo, sus seguidores se
dividieron en torno a dos actitudes ideológicas:
El Romanticismo conservador que pretende restaurar los valores
tradicionales, patrióticos y religiosos, - buscan en la Edad Media el espíritu cristiano y
caballeresco. Sus representantes son: Sebegel, en Alemania; Walter Seott, en Inglaterra;
Chateaubriand, en Francia y el duque de Rivas y Zorrilla, en España.
El Romanticismo liberal que encarna los valores más progresistas y
revolucionarios del momento. Entre sus defensores destacamos a: Lord Byron, en
Inglaterra; Víctor Hugo y Alejandro Dumas, en Francia y Larra y Espronceda, en
España.
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2. El Romanticismo en España
En un contexto de enfrentamiento político entre los liberales, herederos de
las Cortes de Cádiz, y los conservadores, defensores del absolutismo, se desarrolla el
Romanticismo en España.
Los románticos europeos ya habían descubierto que los ideales que ellos
defendían se reflejaban en la historia y en el arte antiguo español; las principales figuras
europeas visitaban con anhelo España y se inspiraron en lo español: el Romancero, El
Quijote, las leyendas medievales, los templos y monasterios, los tópicos y mitos. España se
convirtió en el país romántico por excelencia.
A pesar de todo, el Romanticismo como movimiento renovador entra
tardíamente en España y su triunfo y apogeo son cortos. Dos son los caminos principales por
los que empieza a conocerse esta estética:
a) El periodismo. Durante el primer período absolutista, el cónsul alemán
Nicolás Böhl de Faber publica una serie de artículos atacando la normativa neoclásica
según nuevas corrientes llegadas de Europa. Más tarde, en el Trienio Liberal, se edita un
diario en Barcelona, El Europeo, a través del cual se combate la rigidez neoclásica en
nombre de los principios románticos, y se dan a conocer las grandes figuras.
b) Con la vuelta de los liberales españoles, exiliados en el extranjero
durante la etapa absolutista, penetra el Romanticismo en España. Entre ellos podemos citar a
Martínez de la Rosa, Espronceda o el duque de Rivas que entraron en contacto con las
corrientes románticas europeas, francesas e inglesas sobre todo.
A la muerte de Fernando VII y con el regreso de los exiliados liberales, el
Romanticismo entra definitivamente en España. Hasta ese momento se mantienen los gustos
neoclásicos que incluso conviven durante algunos años con los nuevos principios.
El apogeo romántico coincide con el estreno de la obra del duque de
Rivas Don Alvaro o la fuerza del sino en 1835. En el año anterior ya se habían publicado
obras de corte romántico como El moro expósito, del mismo autor o La conjuración de
Venecia, de Martínez de la Rosa. A partir de ese momento, el Romanticismo español como
estética dominante apenas dura quince años. En 1844 se estrena Don Juan Tenorio y en
1849 la publicación de La Gaviota, de Fernán Caballero, marca el final de la etapa
romántica propiamente dicha y el inicio de una nueva estética. Sin embargo, el fervor
romántico no se apaga totalmente y quedarán epígonos, continuadores del espíritu
romántico, ya en pleno Realismo, corno es el caso de Bécquer y Rosalía de Castro.
La literatura romántica
La literatura es una vía utilizada por el romántico para transformar la
sociedad y plasmar sus ideales y actitudes ante la vida. Son escritores comprometidos que
intervienen activamente en la política y los conflictos sociales, a la vez que se dedican al
periodismo como un medio de llegar a la masa.
Todas las características de la ideología y de la nueva actitud romántica se
traducen en temas literarios que se repiten a través de todos los géneros. Se clasifican en
cuatro apartados:
Temas históricos. La historia nacional o regional se convierte en una de
las principales fuentes de inspiración. La Edad Media con sus castillos, catedrales y
monasterios; el mundo árabe y su exotismo y los personajes literarios creados
principalmente en el Barroco, como don Juan o don Quijote, aparecerán con frecuencia en
la obra romántica. De ahí el apogeo de la novela histórica, los romances y leyendas o el
costumbrismo.
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3. Los sentimientos. El individualismo y egocentrismo románticos se
traducen en una literatura plagada de emociones Y sentimientos subjetivos como:
El amor. Un fenómeno romántico por excelencia que adquiere dos
formas: el amor sentimental al que envuelve una actitud de ensueño y melancolía; y un amor
pasional que rompe fronteras y convencionalismos sociales, reclama la libertad del corazón
y da lugar, a veces, al desengaño y la frustración.
La mujer forma parte de ese sentimiento amoroso e igualmente adquiere
dos papeles: el de ángel de amor, dulce e inocente, hermosa y víctima (doña Inés) o un alma
perversa, vengativa y destructora (Zoraida, en Los amantes de Teruel). Estos dos tipos de
mujer se configuran, incluso, en la misma composición de Espronceda El canto a Teresa.
La vida. El hombre, en su búsqueda de un sueño inalcanzable, no logra
adaptarse a una forma de vida cotidiana y ésta aparece como un problema irresoluble que
conduce a la angustia vital. Ese desprecio conduce a aventuras peligrosas, sueños heroicos o
incluso a desear la muerte como única libertad.
Rebeldía ante el mundo. El descontento romántico aparece en multitud
de obras. Las ansias de libertad no encuentran cauce, las grandes ilusiones desembocan en el
desengaño y todo ello se traduce en una rebeldía política que conlleva el exilio o en una
rebeldía social que conduce al retiro ascético o a la evocación de tiempos y lugares pasados
y legendarios, y en ocasiones también al suicidio literario.
Los conflictos sociales. El artista se hace eco de los conflictos sociales y
políticos del siglo, de las desigualdades y frustraciones, de la conciencia nacionalista y
regionalista, de las teorías del humanitarismo social. Presenta personajes marginados pero
libres: bandoleros, piratas, mendigos y víctimas en general de una sociedad clasista y
opresora.
Estética
Se recrean nuevas técnicas y procedimientos expresivos en una renovación artística basada
en el rechazo de las reglas y la exaltación de la imaginación. Algunos de los
elementos en los que se basa esta renovación artística son:
a) La ambientación. El entorno, el fondo escenográfico y la descripción
detallista adquieren gran relevancia. La naturaleza se convierte en confidente del héroe y
refleja su estado de ánimo. A diferencia del Renacimiento, se trata de una naturaleza salvaje
y turbulenta que coincide con un ánimo inquieto y pesimista. El mar bravío, las tormentas,
los cementerios o la noche son algunos de sus rasgos. Entre las ciudades, se reivindican
aquellas que poseen historia y leyenda como Granada, Toledo o Salamanca: sus catedrales,
mesones y callejuelas circundan al protagonista. Son muy del gusto romántico las ruinas
como símbolo de lo natural frente a la inquietante civilización del siglo XIX.
b) Fantasía. La literatura romántica rompe los límites de la realidad: el
gusto por el misterio y lo sobrenatural llenan las obras; personajes de origen desconocido,
encuentros azarosos, situaciones límite, milagros, voces del más allá, visiones, pesadillas,
alucinaciones conforman un mundo en el que todo es posible.
c) Dramatismo. Se utilizan unas formas distorsionadas; una estética
basada en la intensidad emocional, no en el buen gusto o la elegancia neoclásica. Buscan
despertar en el espectador las mismas emociones y sentimientos que los artistas pretenden
transmitir, por ello utilizan todo tipo de recursos efectistas y provocadores.
d) Libertad creadora. La oposición a la norma es lo más característico
del estilo romántico: se proclama la inspiración y el genio individual por encima de todo, se
rechazan modelos, se mezclan géneros y subgéneros, tonos y estilos, prosa y verso, todo
bajo un prisma subjetivo.
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4. Lenguaje
Todos estos recursos técnicos y estéticos van acompañados de un lenguaje
enfático, exagerado, plagado de signos de interrogación y exclamaciones retóricas, antítesis
violentas, comparaciones, metáforas y todo tipo de figuras retóricas.
Un léxico efectista, con profusión de adjetivos, palabras esdrújulas y
oraciones complejas. Hay algunos vocablos que se convierten en símbolos: ensueño,
maldición, fatalidad, lóbrego.
Son, asimismo, grandes defensores del idioma y gustan de un lenguaje
castizo y localista para algunas escenas costumbristas. En general, es un estilo retórico y
declamatorio, lleno de colorido y expresividad.
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