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Tema 64
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TEMA 64. LA NOVELA ESPAÑOLA EN LA PRIMERA
MITAD DEL XX
1. INTRODUCCIÓN
El público lector finisecular viene ya creado por la
literatura realista, de tal forma que se benefician de su
existencia las corrientes marginales de la época. Los autores
se benefician de las oportunidades que los periódicos les
brindan, pero aun así existe un freno a la difusión provocado
por el alto índice de analfabetismo (un 55% de los hombres y
un 72% de las mujeres). Sí que tienen gran difusión las
colecciones populares fruto de la costumbre de las lecturas
recreativas familiares que habían iniciado las entregas. Son
ejemplos de ello El cuento semanal, creado y dirigido por
Eduardo Zamacois en 1907, Los contemporáneos (1909-1926)
o El libro popular (1912-1914), los tres de bajo precio, con gran
variedad de obras, alcanzaron a un amplio público.
En 1930 el número de analfabetos era del 45% y en 1940,
tras las campañas educativas de la república el porcentaje
desciende al 33%, lo que supone un aumento considerable de
público lector, a pesar de que muchos solamente sabían leer
para realizar operaciones básicas. El género predilecto por las
masas en esta época es el erótico de Felipe Trigo, mientras
que los novecentistas se encargan de separar en dos
conjuntos a los lectores de muy desigual cuantía con una
literatura de élite reservada a unos pocos.
Tras la revolución rusa (1917), la concienciación política y
obra del campesinado se encauza a través de la pasión de leer
y aprender, como medio de lucha para erradicar las injusticias
(Fuentes). En ese momento, y coincidiendo con el desarrollo
de otras editoriales como Calpe (pionera en el libro de bolsillo)
que se fusionó pronto con Espasa, o la Revista de Occidente,
se crean también editoriales de izquierdas que tratan de abrir
una brecha en la coraza en la hegemonía ideológica de la
burguesía.
Aunque con la censura durante la dictadura esta literatura
se estanca y la que sale adelante es la de Vanguardia, más
tarde vuelve el signo progresista en colecciones de novelas
cortas como La novela social, La novela política, La novela roja
o La novela proletaria (Santoya).
La situación de la literatura inmediatamente después de
la guerra civil es desoladora. En palabas de Luis Abellán, se
trata de un “páramo intelectual”. Por un lado, hay autores
exiliados, y los que se quedan pierden la palabra por medio a
represalias, hostigamiento o por cansancio. En los años
cuarenta el Estado aspira a crear una cultura dirigida y señala
cómo han de ser los libros. Una fuerte censura desde la ley del
22 de abril del 38 da pie a que el censor pueda prohibir
cualquier obra de discrepara mínimamente con la doctrina
oficial o que fuera escrita por un “autor hostil al régimen”. A
ello se le unió la penuria generalizada, la falta de papel y el
bajísimo consumo. Para desmentir propagandísticamente su
inquina a la literatura se promovieron diversas iniciativas
mediante un sector falangista, entre cuyos novelistas destaca
Agustín de Foxá. Con la entrevista de Garcilaso de Juan
1
Estudiada por García Lara, F. (1986), El lugar de la novela erótica
española, Exma. Diputación Provincial de Granada.
Aparicio se publicaron a los poetas neoclásicos, autores afines
al régimen (como Manuel Machado) y se alentó la novela
tremendista. También se crearon premios literarios, de entre
los cuales el que sigue en nuestros días es el Nadal (1944). Al
lado de esta literatura se desarrolló otra que pobló de fantasía
a las masas: tebeos, novelas del oeste, novelas rosa,
fotonovelas, seriales radiofónicos… La literatura mayor era un
producto para las minorías, tanto por el tratamiento de temas
poco agradables como por las técnicas y el lenguaje
empleados. Incluso fue así con la novela de intención social.
2. LA NOVELA A PRINCIPIOS DEL S. XX
A. CORRIENTES DE LA NOVELA EN LA ÉPOCA.
EPÍGONOS DE LA NOVELA REALISTA-NATURALISTA:
• Senda del naturalismo aplicado a temas eróticos y con
decadentismo modernista à Alejandro Sawa.
• Realismo desusado à Ricardo León, Concha Espina.
• Narrativa de testimonio y denuncia à Ciro Bayo, Manuel
Ciges Aparicio, José López Pinillos.
• Vicente Blasco Ibáñez, que acaban con el movimiento
realista-naturalista. Comienzos folletinescos a novelas
sociales (La bodega), psicológicas (Sangre y arena), y de
aventuras e históricas (El Papa del mar), tras haber
encontrado su verdadero puesto en los relatos de
ambiente valenciano (La Barraca, 1898).
• Novela erótica
1
: Se las llamaba eufemísticamente “novelas
galantes” y “sicalípticas”. Aunque se le adelantó en el
tiempo Eduardo Zamacois, el que pasa por creador y
superior en esta modalidad es Felipe Trigo. Sus obras
tienen episodios truculentos, broncas, violencias y reflejan
las inquietudes sociales. La pieza de mayor éxito es
Jarrapellejos (1914). El novelista adopta una actitud
combativa por la libertad sexual y aspira a transformar el
comportamiento de la sociedad.
LA NUEVA FORMA DE NOVELAR
La novela cobra caracteres líricos, se hace más subjetiva e
impresionista. Se interesa más por el mundo interior de los
personajes y sus sensaciones. G. Gullón
2
apunta que la
narrativa moderna nacerá cuando los autores se vayan
distanciando de la representación literal de lo real, cuando el
ímpetu mimético “sea sustituido por el interés en lo formal […]
y vayan convirtiéndose en textos autosuficientes”.
La narrativa incorpora elementos propios del ensayo, la lírica
y el drama:
- Divagación intelectual.
- Emociones personales
- Acción descompuesta en escenas sueltas.
- El paisaje como símbolo, no marco.
- La voz de los protagonistas en largos monólogos o
monodiálogos.
Cada creador busca un sello personal, pero hay rasgos que
constituyen una divisa de la época, como la reducción de los
periodos. La frase simple y la oración nominal predominan. En
algunos, como Valle-Inclán o Azorín, el ritmo de la prosa y la
imagen lírica hacen de cada página un poema (Rodríguez y
Jiménez).
LA NOVELA REGENERACIONISTA:
2
Gullón, G. (1992), La novela moderna en España (1885-1902). Los
albores de la modernidad, Madrid: Taurus.
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A través de textos de estructura poco trabada tienen vehículo
de expresión inquietudes regeneracionistas que conforman el
panorama finisecular. Abundan en excursos y disquisiciones
ideológicas según conviene a la intención de los autores.
Vienen a ser ensayos novelados. Son relevantes las obras de
Ángel Ganivet (La conquista del reino Maya por el último
conquistador español Pío Cid, Los trabajos del infatigable
creador Pío Cid) y Silverio Lanza (La rendición de Santiago).
Joaquín Costa también dejó una serie de proyectos narrativos
inacabados en torno al tema de España: Justo de Valdediós,
Último día del paganismo y primero de… lo mismo.
Los cambios narrativos a comienzos del XX tienen una nueva
voluntad de estilo que contribuye a la depuración lingüística,
a lo que contribuye una conciencia estética exacerbada.
Dentro de las corrientes que hemos visto y del estilo personal
de algunos autores que vamos a tratar a continuación, hay
otras tendencias unitarias:
- Tendencia satírico-filosófica: Amor y Pedagogía de Unamuno,
Paradox rey de Baroja.
- Decadentismo: Sonatas de Valle.
- Erotismo con elementos regionales: F. Trigo y Blasco Ibáñez.
- Influencia del cine en la novela: Chaplin, Keaton y Lloyd atraían
con su silencio elocuente por su crítica de la sociedad y su
reflejo del absurdo de la vida moderna que llega al esperpento
valleinclanesco, y provocan la admiración de Fco. Ayala, Lorca
o Alberti. La narrativa convertida en cuestión de perspectiva.
- Rechazo de lo humano-sentimental y actitudes elitistas de
estirpe nietzscheana en los vanguardismos.
- Respeto por la literatura pasada e interés por la europea, en la
francesa por parte de Azorín, en inglés de Pérez de Ayala o
Cernuda o la germanofilia de Unamuno.
B. LA NOVELA DE UNAMUNO3
Las novelas de Unamuno han sido menos valoradas por la
irrupción del autor en la función de los narradores, la
arbitrariedad de desenlaces o la exploración del agonismo
existencial, no típicas del género. Sin embargo, él la
consideraba como el cauce más idóneo para sus reflexiones
sobre la vida y la muerte al no tener que seguir la técnica de
argumentación propia del tratado, lo que le daba mayor
libertad de fantasía. Para evitar que le reprocharan que sus
relatos no se atenían a las características del género, acuñó el
término “nivola”. Suele considerarse Amor y pedagogía (1902)
como el punto de transición hacia la nueva estética, que está
definitivamente madura en Niebla (1914).
Confluyen en Unamuno novela y filosofía, de forma que
la obra adquiere trascendencia. Pasa a ser una forma de
conocimiento e indagación en lo más íntimo del individuo. La
acción se concentra y se prescinde de la pintura del entorno
para ceñirse a los conflictos existenciales y de personalidad.
Hay un tiempo íntimo que vive el personaje en el ámbito de su
consciencia, de forma que más que la trama lo que interesa es
la acción interior que se nos revela a través de la técnica del
monodiálogo. Es una novela subjetiva y lírica.
!Paz en la guerra (1897): Escrita con moldes clásicos, sobre
recuerdos infantiles de la última guerra carlista.
Representa la intrahistoria de la colectividad.
3
A finales del XX, Günter Grass dijo de él que “Los europeos necesitan a
escritores como Unamuno, dotados de una gran intensidad reflexiva, no
desprovista a la vez de ironía y poseedores de una veta filosófica desde la que
! Niebla (1914): Transcribe a relato la temática filosófica de
Del sentimiento trágico de la vida. Augusto Pérez vive en el
plano superficial una historia de amor y en el plano
profundo se reflexiona sobre la autonomía del personaje
respecto a su autor, como metáfora dramática del
problema de la libertad del hombre frente al designio de la
Divinidad. Augusto visita a su creador, D. Miguel de
Unamuno, y pretende suicidarse, pero descubre que no es
real, sino ficción, y en dependencia de un autor que tiene
derecho a vida y muerte sobre él. Técnicamente propone
duplicaciones y sustituciones según el modelo cervantino.
Carlos Clavería ha visto un influjo de Carlyle en su técnica
de mezclarse el autor en la acción. Los personajes de esta
nivola son “una ausencia en espera del lector que le dará
presencia al leer el texto”, lo que sitúa a Unamuno cerca
de la fenomenología de Husserl y a la moderna estética de
la recepción. Estas tesis se tratan en su autobiografía
novelesca Cómo se hace una novela.
! San Manuel Bueno, mártir (1931): plantea el problema
de la duda religiosa y la necesidad de salvar la ingenua fe
de los demás para no aumentar su desolación interior.
C. PÍO BAROJA
San Sebastían (1872-1956), médico, pero es el narrador
por excelencia de su generación. Escribió sesenta novelas,
cuentos, ensayos, versos y memorias. Rompe con los moldes
tradicionales y disgrega el relato en escenas o cuadros sueltos
que tienen como hilo conductor un personaje que protagoniza
acciones diversas o que, simplemente, va entrando en
contacto con distintos ambientes e individuos. Sus obras son
fragmentos de vida en los que, con técnica impresionista,
selecciona los detalles que considera más significativos de la
realidad que nos muestra.
Parte de la observación de la realidad, pero lo más
importante para él son las sensaciones y reflexiones que esa
percepción suscita. Proyecta en sus ficciones sus vivencias y
recuerdos, ansias, frustraciones íntimas, pensamiento e
inquietudes intelectuales. Son muchas las obras
protagonizadas por un álter ego que es trasunto de su
creador: Fernando Ossorio de Camino de perfección (1902),
Andrés Hurtado de El árbol de la ciencia (1911), Luis Murguía
de La sensualidad pervertida (1920), José Larrañaga de la
trilogía Agonías de nuestro tiempo (1926-1927…).
Formación y concepción del mundo: científica + lectura
de Kant, Schopenhauer o Nietzsche. El mundo en torno al
dolor y al pecado, la voluntad de dominio y pesimismo
escéptico en materia religiosa o política. Sentía desconfianza
hacia la democracia y era anticlerical, pero también
antisocialista. Sus ideas raciales provienen en parte de Taine.
A pesar de todo, tenía fe en la dimensión moral. Sobejano lo
sitúa en el nihilismo finisecular. Tiene un perfil de descreído
contra todo pensamiento dominante. Se planteó la salvación
individual como tema novelesco. Su gran tema es la acción “La
vida es una sucesión de aventuras cuyo sentido se nos
escapa”.
Héroe barojiano: antisocial. Tiene los estigmas
románticos del desencanto ante el mundo y del culto a la
es posible afrontar las lacras y los desvelos humanos. Unamuno invita a
pensar, es un ilustrado en cuanto a la necesidad de clarificar ideas e introduce
—al igual que Lessing— elementos de amplitud didáctica en la literatura”.
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libertad. Las criaturas novelescas se muestran inquietas,
andariegas, deambulatorias, sin más justificación que el
desasosiego. No solo interesa el personaje central, sino
también los individuos que pululan a su alrededor. Presenta
sus vivencias como manifestaciones de su temperamento.
Estilo: directo y expresivo. Intenta liberar la lengua
literaria de la tradición decimonónica. Para él, lo esencial es la
precisión y la llaneza. Ortega le criticó la apariencia desaliñada
de su relato, pero consideró que era ideal para que fluyera la
sinceridad. Azorín comparó su estilo “claridad, precisión y
rapidez” con el de cervantes. A pesar de que dijo que no
escribía con plan previo, su novela nace conforme a reglas.
Obras: él mismo sistematizó su obra en trilogías.
!La vida fantástica: Aventuras, inventos y mixtificaciones de
Silvestre Paradox, con caricatura expresionista,
regeneracionismo en Camino de perfección (presenta un
protagonista anulado entre su enfermiza sexualidad y sus
impulsos místicos, con el viaje al interior lírico de Castilla).
!La lucha por la vida: La busca (1904), Mala hierba (1904),
Aurora roja (1905). Presenta un Madrid marginal con un
aventurero arrabalero, Manuel Alcázar, que se inclina a la vida
del orden, mientras que su hermano Juan se convierte en un
iluminado anarquista, héroe de Aurora roja, novela
revolucionaria. El anarquismo se presenta ahí como un ideal
para el individuo, pero no para la masa.
!El pasado: Evocación histórica. La feria de los discretos
(1905), con andaluz estereotipado, Las tragedias grotescas
(1907), París del II Imperio y una familia española.
!Tierra vasca: relato de aventuras de Zalacaín el aventurero
(1909), entre épico y fundamental, con el decidido Zalacaín en
la frontera vasca durante la guerra carlista.
!La raza: La dama errante (1908), La ciudad de la niebla
(1909), pero sobre todo El árbol de la ciencia
4
(1911).
!Las ciudades: César o nada (1910), novela política con César
Moncada, trasunto de César Borgia. Cuando vuelve a España
se convierte en líder regeneracionista y los conservadores lo
asesinan a tiros. El mundo es ansí (1912).
!El mar: Las inquietudes de Shanti Andía (1911), al modo de
Stevenson.
En 2005, la editorial Caro Raggio ha publicado un inédito de
Baroja, La guerra civil en la frontera, donde se trata el conflicto
del 36-39 en tono memorialista. En 2006 se publica Miserias
de la guerra, en su día rechazado por la censura franquista,
que trata la Guerra Civil desde su exilio parisino. Es un libro
despiadado con la brutalidad de unos y otros, con excepcional
altura narrativa.
D. JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, AZORÍN
Como los demás miembros de su generación, se aparta
de los esquemas narrativos convencionales. Considera
4
Presenta a Andrés Hurtado como álter ego del autor. Es un médico sin
vocación, con un sentido crítico que le hace desdeñar la vida académica, el
ambiente intelectual o la mezquindad moral del pueblo. La ciencia es la “única
construcción fuerte de la humanidad”, pero el joven es destinado a Alcolea
del Campo, donde se tropieza con un absurdo orden social, fanatismo
religioso, egoísmo insolidario de los caciques y la incapacidad ignorante del a
gente común. Su felicidad dura poco, pues su esposa muere tras el parto y él
acaba suicidándose.
5
Presenta al personaje Azorín en una Yecla estancada. El sacerdote
Puche conversa con la joven Justina sobre el sinsentido de la vida. Yuste,
esencial la observación puntual de la realidad, pero trata de
plasmar un punto solo de detalles y apuntes significativos à
relato de estructura fragmentaria y discontinua, propugna una
“antinovela” que no presenta los caracteres del género.
Su labor como ensayista difumina su dimensión como
novelista de forma injusta. Para él, “la vida no tiene fábula: es
diversa, multiforme, ondulante, contradictoria” y por ello
condensa la vida de sus personajes en las encrucijadas de sus
vidas.
La escasa acción se ve interrumpida por digresiones y
descripciones. La atención se dispersa hacia multitud de
objetos, de forma que lo que se nos brinda no es la realidad
misma, sino la impresión que produce. El diálogo entre los
personajes en realidad son largos monólogos dedicados a la
exposición de ideas, en los que uno de los interlocutores
adopta una actitud pasiva, receptiva.
Temas dominantes: meditación sobre la existencia, la
muerte, el paso del tiempo, la antítesis entre vida activa/vida
contemplativa, la disolución de la voluntad, la descripción de
los pueblos españoles…
Son novelas poemáticas, con intenso lirismo y recursos
estilísticos, así como elementos rítmicos. Es modelo de
concisión y economía expresiva.
En 1900 prepara con Baroja el homenaje a Larra, y
empieza La Voluntad
5
, con la que se acerca a la prosa
impresionista europea. Antonio Azorín se convierte en
síntoma social del “estar ante el mundo”. Anticipa la novela
lírica y vanguardista. Junto con ella, constituyen una trilogía
autobiográfica Antonio Azorín (1903), donde domina el
desengaño y la tristeza, y Las confesiones de un pequeño
filósofo (1904), que evoca la infancia de Azorín.
Más tarde se dedica a reflexionar sobre mitos literarios:
Tomás Rueda (1915), Don Juan (1922), Doña Inés (1925),
donde el sociólogo se hace lírico y se sume en el ensueño.
Coincidiendo con el triunfo de las Vanguardias, escribe obras
experimentales: El caballero inactual (1928), El libro de
Levante (1929) y Pueblo (1930).
E. VALLE-INCLÁN
Villanueva de Arosa, 1866-1936, hijo de labradores
acomodados, es la “vocación literaria más pura”
6
. Es rey de las
tertulias bohemias madrileñas, donde conoció a Alejandro
Sawa (su Max Estrella) y a R. Darío. Quiso ser actor, pero una
herida que se hizo en una pelea con el periodista Manuel
Bueno se gangrenó y le amputaron el antebrazo izquierdo.
Se inicia en el ámbito del decadentismo
modernista/prerrafaelita, que llega a su plenitud en la prosa
impresionista de las Sonatas (1902-1905). Son alarde de
esteticismo y sensualidad que, al describir los interiores
lujosos y jardines en los que se desarrollan las aventuras
eróticas del marqués de Bradomín, transmiten la belleza de la
forma. Hay ecos parnasianos. La naturaleza aparece recreada
escritor de ideas anarquistas, lanza acusaciones contra la propiedad privada,
y define los males de España: escepticismo, perversidad, incultura, miseria,
falta de voluntad, pero elogiando a los campesinos, únicos portadores de “la
fe de los antiguos míticos”, “la vieja España legendaria, heroica”, con lo que
se acerca al concepto de intrahistoria de Unamuno. Otra escena presenta a
Azorín en la corte, donde su desencanto se acrecienta Madrid está
culturalmente muerta.
6
Fernández Almagro, M (1996), Vida y literatura de Valle-Inclán,
Madrid, Taurus.
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con preciosismo. Valle se deja llevar por el culto a la sensación.
La presencia del marqués de Bradomín en otras de sus obras
lo convierte en “personaje-emblema” de su universo
narrativo.
En los primeros tiempos de su andadura literaria publica
varias colecciones de cuentos que se inscriben también en la
estética modernista. Unos son lascivos y galantes (Femeninas.
Seis historias amorosas, 1895) y otros de terror y misterio
(Jardín umbrío, 1903).
En la evolución hacia la novela histórico-esperpéntica
tiene un lugar fundamental la trilogía La guerra carlista (1908-
1909), mezcla de personajes reales y ficticios sobre un
cañamazo histórico. Se sitúa en una perspectiva intrahistórica
en la que lo que interesa son los aconteceres de la vida diaria.
La guerra civil entre carlistas y liberales tiene los ingredientes
de una epopeya y, aunque se desarrolla en un pasado
inmediato, parece transportarnos a un mundo remoto y
heroico. Recurre a una prosa grave que en determinadas
escenas es desgarrada y bronca. El protagonismo se ha
desplazado en esta cruzada a los ambientes campesinos.
El ciclo esperpéntico que ya se había abierto en su teatro,
culmina en el campo de la narrativa con Tirano Banderas
(1926), espeluznante retablo grotesco de una dictadura
hispanoamericana. El estado de violencia que preside la
acción se ofrece a nuestros ojos de forma cruel y despiadada.
El estilo oscila entre las hipérboles macabras del
expresionismo y las imágenes que descomponen la realidad
con técnica cubista. Culmina esta evolución con El ruedo
ibérico, un proyecto inconcluso del que solo aparecieron tres
novelas: La corte de los milagros (1927), Viva mi dueño (1928)
y Baza de espadas (1932). Se parodia el reinado de Isabel II. El
fragmentarismo llega a un punto extremo en que cada libro es
una cadena de breves cuadros tan autosuficientes e
independientes que el lector no siempre encuentra el hilo que
los ensarta. Son escenas broncas y ridículas con un lenguaje
que pone la técnica de la selección impresionista al servicio de
una sátira corrosiva. Pone en evidencia los graves problemas
que atravesaba la España de la época.
Estilo y crítica: vivía la hegemonía burguesa como
nostalgia, ya aristocratizante, ya revolucionaria. Su moral
estaba escindida entre la voluntad de poder nietzscheana y la
sensación de fracaso, lo que potenciaba la ironía. Incorpora el
plagio como material estético y la búsqueda obsesiva de la
perfección
7
. Su estilo se basa en lo que Valle llamó en La
lámpara maravillosa “El milagro musical” à Para que el
escritor pueda comunicar lo fatalmente hermético, en su
interior debe conceder a las palabras un valor emotivo sobre
el significado, para alzarse a alusiones eternas.
Valle une todos los elementos recolectados y crea un tipo
de “supraespañol”, un diasistema donde cabe la
intertextualidad, la mezcla de lo sublime con lo vulgar, los
clásicos con el lumpen, para terminar con una enérgica
desautomatización del código literario que en su tiempo
concebía como aletargado.
8
3. LA NOVELA NOVECENTISTA
7
Zamora Vicente, A. Fragmento de Rico en Hª y crítica vol. 6.
8
Estrella Montolío Durán, “La conciencia lingüística de Valle Inclán: la
voluntad de renovar la lengua literaria”. Actas del II Congreso Internacional de
La novela cede durante esta época el protagonismo al
ensayo, pero no por ello deja de tener enorme importancia.
A. Novela intelectual
Ramón Pérez de Ayala.
Ramón Pérez de Ayala (1880-1962), el hecho de declarar
sus novelas como intelectuales es una manera de declararlo
escritor consciente de sus propósitos y de la técnica
empleada: aspiración clásica, debilidad ante las tentaciones
del barroco e inevitable contagio romántico.
Este tipo de novela se caracteriza por fundir la acción
novelesca con reflexiones ensayísticas de signo filosófico o
estético, de forma que el producto pasa a ser culturalista y
destinado a la élite. Esta evolución se origina por el desgaste
paulatino de la novela impresionista y naturalista. A Pérez de
Ayala lo caracterizan el gusto por el perspectivismo, el
contraste y la doble visión de la realidad: Troteras y
danzaderas (1913), Belarmino y Apolonio (1921)…
Gabriel Miró
Uno de los esfuerzos para superar el relato impresionista
consistió en intensificar sus rasgos, acentuar su lirismo y
exacerbar las percepciones sensoriales subjetivas. En esa línea
se mueve la obra de Gabriel Miró. Sus historias se narran por
medio de estampas líricas, con morosidad cercana al tempo
lento que proponía Ortega para la novela, y una complejidad
léxica que dificultaba la lectura a cualquiera. La narración
Nómada, premiada en el concurso de “El cuento Semanal”
que dirigía Zamacois le dio a conocer. El tema narrativo de
Miró es el hallazgo de la felicidad. Sus personajes la buscan en
su miseria, y el autor a través de sus personajes. También
critica el caciquismo eclesiástico, pero domina la proyección
estético-afectiva y la tensión del ser.
Son obras suyas Nuestro padre san Daniel y El obispo
leproso, en Oleza (trasunto de Orihuela). Sigüenza es su alter
ego en El libro de Sigüenza y Años y leguas (1928).
Las cerezas del cementerio culmina la etapa
sentimentalista y de suaves tonos eróticos y místicos cercanos
a Valle-Inclán. Figuras de la pasión del Señor (1916) son glosas
del N. T.
Ramón Gómez de la Serna
En sus relatos cobran un relieve inusitado las imágenes
lírico-humorísticas que bautizó con el nombre de greguerías.
Los demás elementos ocupan un segundo plano, a veces como
mera excusa para ensartar estos rasgos de ingenio. Algunos
Historia de la Lengua Española. Tomo II, Madrid, Pabellón de España, 1992,
pp. 777-786
Obra:
A) Ciclo autobiográfico y lírico: Tinieblas en las cumbres, A.M.D.G., La pata
de la raposa, Troteras y danzaderas à giran en torno a Alberto Díaz de
Guzmán, alter ego del autor.
B) “Novelas poemáticas de la vida española”: novelas cortas Prometeo, La
caída de los limones, Luz de domingo, con denuncia paralela a la del 98
pero equilibrio clásico y depuración estilística. Suponen la cumbre del
autor.
C) “Novelas intelectuales”: el humor devuelve el tono creador en
Berlarmino y Apolonio, obra cumbre, con despliegue de ideas a dos
voces: desapasionada del narrador; comprometida, la del
protagonista.
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rozan el absurdo (El incongruente), pero con frecuencia se
mezclan la pirueta verbal y el análisis de psicologías
extravagantes (La quinta de Palmyra, La Nardo) o del proceso
de creación literaria (El novelista, 1923).
Corpus Bargas
A medio camino entre la corriente novecentista y la
renovación estética de las Vanguardias. Sus relatos (La vida
rota, reelaborada en 1973 en Los galgos verdugos) son de gran
originalidad. La voz narradora interpela a sus personajes,
utiliza la enumeración caótica, imágenes de filiación
vanguardista, ingeniosas descripciones cubistas…
B. HUMORISMO TRADICIONAL
Corrientes más apegadas a las convenciones establecidas,
aunque no carente de originalidad. Wenceslao Fernández
Flórez crea una novela humorística escéptica, caricaturesca,
que, pese a no ser formalmente revolucionaria, sorprende al
lector por su juego irónico, unas veces tiernas y otras
sarcástico. Volvoreta, El secreto de Barba Azul, El hombre que
compró un automóvil. Tras la guerra, escribió El bosque
animado (1944), llevada al cine por J.L. Cuerda en el 87. Se
refugia en un realismo simbolista y estetizante.
4. NOVELA ERÓTICA, ROSA, COSTUMBRISMO Y
NOVELA REGENERACIONISTA.
NOVELA ERÓTICA à Se sigue desarrollando con enorme
éxito popular. Los nuevos autores rebajan el áspero tono
naturalista. Buscan complacer a un amplio público al que solo
interesa la insinuación libidinosa (muy tenue y morigerada, no
nos llamemos a engaño) o el retrato de un irreal ambiente
cosmopolita y despreocupado. Es comercial y de escaso vuelo
artístico, pero interesante fenómeno social. Sus cultivadores
más destacados son: Pedro Mata, Rafael López de Haro,
Alberto Insúa, Antonio de Hoyos y Vinent…). En los años 20 se
inicia una decadencia del género.
NOVELA ROSA à Escalón más bajo en la capacidad
expresiva. Es insulsa, pero con gran aceptación entre el
público femenino. Nora
9
dice que se caracteriza por “una
constante deformación de la realidad hacia lo agradable”. Son
por lo general superficiales, maniqueas, sentimentaloides,
falsamente idealizadoras y llenas de tópicos.
NOVELA COSTUMBRISTA à Relatos de intenso sabor
local aplicados a la contemplación de lo vulgar y cotidiano,
pero ajenos a los aspectos desagradables y conflictivos de la
realidad. Conformistas. Son autores destacados Francisco
Camba o Luis Antón del Olmet.
NOVELA REGENERACIONISTA à Félix de Urabayen
(Toledo, la despojada, 1923; Don Amor volvió a Toledo, 1936),
cultiva un relato de inspiración galdosiana y barojiana a medio
camino entre la descripción realista y el simbolismo. Eugenio
Noel (Las siete Cucas, 1927) tiene un estilo casticista y
arcaizante con aplomo en las reflexiones moralizantes. José
9
Nora, E. de (1971), La novela española contemporánea (1898-1967),
Madrid: Gredos.
10
McDonald, E.C. «La novela moderna vista por Ortega», en Darío
Villanueva, La novela lírica, II. Ramón Pérez de Ayala, Benjamín Jarnés,
Madrid:Taurus. 1983.
11
Bosveuil, S. “Proust y la novela española de los años 30. Ensayo de
interpretación”, en Darío Villanueva, La novela lírica, II. Ramón Pérez de Ayala,
Benjamín Jarnés, Madrid:Taurus. 1983.
Gutiérrez Solana (La España negra, 1920), crea un
costumbrismo expresionista, caricatura fúnebre y violenta de
la realidad de su tiempo.
5. LA NOVELA EXPERIMENTAL
La obra de los narradores de Vanguardia se enmarca en la
dictadura de Primo de Rivera. Como en toda Europa, el
ambiente que se respira es de vitalidad y optimismo que
origina un cambio de sensibilidad, traducido en una distinta
visión del mundo y del arte de novelar. Los jóvenes autores
manifiestan un rechazo radical hacia las formas y el lenguaje
de la tradición realista-naturalista y aspiran a empezar de
nuevo, partiendo de cero.
Cultivan una novela experimental dentro de un espíritu
cosmopolita, y vuelven los ojos a la vida urbana moderna, las
novedades científicas y técnicas de su tiempo. El narrador
omnisciente del XIX da paso a una o varias voces situadas en
una perspectiva concreta y que no gozan del don de la
aseidad.
Ortega, en Ideas sobre la novela (1925) señaló el
agotamiento de la vieja narrativa. La nueva aspira a crear un
universo autónomo, hermético, desligado del mundo real y
regido por sus propias leyes; lo que cuenta es su coherencia
interna lingüística y estructural.
10
La aparición del surrealismo, pese a tener un influjo
limitado, da ocasión a un tipo de relato irracional, absurdo,
donde las imágenes oníricas se encadenan sin que lleguen a
formar un argumento inteligible. Son ingredientes
imprescindibles del nuevo arte la fantasía, la imaginación, la
originalidad y la exaltación vitalista y sensual, que a menudo
eligen como cauce de expresión el mito y la leyenda. El
novelista se sirve del humor y la ironía para distanciarse de la
realidad. Surge una narrativa alegórica o simbólica,
esencialmente lírica e intelectual con una fuerte proyección
autobiográfica. El tema se desdibuja y la acción es muy escasa,
mero pretexto para elucubraciones filosóficas y alardes de
ingenio. Se advierten coincidencias con autores extranjeros
como Giraudoux, Coctau, Morand y, por supuesto Proust.
Como él, nuestros novelistas recurren “al mundo de las
sensaciones para evocar una imagen esfumada, casi perdida y
recrearla en toda su plenitud”.
11
Para Crispin
12
, esta narrativa intenta incorporar “el estilo
metafórico predominante en la poesía, la visión rápida
inspirada en el cine, y la construcción fragmentada
descubierta en la pintura cubista y futurista”.
Su ideal es cultivar un arte puro, trivial, libre de todo
compromiso, en el que domina el interés por los aspectos
formales, lo que ha dado a estos autores el sambenito de
frívolos y deshumanizados. Fuentes
13
afirma que tras la
apariencia de un “estetizante y gratuito juego artístico”, se
oculta algo más hondo: la manifestación del rechazo “de la
12
Crispin, J. (1966), “La novela de la generación de 1925: Antonio
Espina”, en Archivum, XVI.
13
Fuentes, V. “La narrativa española de vanguardia (1923-1931); Un
ensayo de interpretación” en Darío Villanueva, La novela lírica, II. Ramón
Pérez de Ayala, Benjamín Jarnés, Madrid:Taurus. 1983.
6. http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com 6
realidad establecida, represiva y antivital, y de la aspiración,
como contrapartida, a una nueva realidad basada en la
gratificación integral del hombre y la naturaleza”. Así, los
creadores se rebelarían contra el falso sentimentalismo y la
rutina.
Benjamín Jarnés: Locura y muerte de nadie (1929),
Teoría del zumbel (1930).
Rosa Chacel: discípula de Ortega, quien le encargó
Teresa (amante de Espronceda, 1941). Es una narradora con
sólido bagaje. En Barrio de maravillas (1976) recupera su
niñez.
Max Aub: Geografía, 1929, Luis Álvarez Petreña, 1934.
Francisco Ayala: Cazador en el alba (1930), con
elementos deshumanizados y surrealistas del 27, exhibe
absoluta libertad argumental. Su trayectoria en el exilio
americano es brillante: Muertes de perro, El fondo del vaso o
libros de relatos como La cabeza del cordero, Los usurpadores.
6. HACIA LA NOVELA SOCIAL
A. REALISMO CONVENCIONAL
Entre 1920 y 1935 hay autores que se oponen al arte
deshumanizado y cultivan una novela realista. Nora los llama
“disidentes de la nueva literatura”. Desarrollan conflictos
individuales y se centran en el análisis psicológico de los
personajes. Se inscriben en una ideología conservadora.
Ferreras
14
destaca que en ocasiones adoptan una visión
crítica ante la sociedad, pero no revolucionaria, sino más bien
reformista y moralizadora. La valoración de sus autores es
desigual, pues mientras que unos siguen las fórmulas
galdosianas o barojianas, en otros encontramos la
anticipación de la problemática y las técnicas realistas o
neorrealistas de la novela de posguerra. Son autores de
transición que marcan el paso hacia la tendencia de años
siguientes. Se encuentran entre ellos Francisco de Cossío,
Tomás Borrás o Bartolomé Soler.
B. REALISMO SOCIAL
En los últimos tiempos de la dictadura de Primo de Rivera
surge una corriente de narrativa comprometida. Sus
representantes pretenden devolver la novela a la realidad
política y social de donde la ha sacado la Vanguardia. Les guía
un ideal de solidaridad, progreso y justicia social. Lo individual
cede el paso a lo colectivo. La protagonista es la clase
trabajadora en el campo y en la ciudad.
Se considera como inicio de esta tendencia el año 28, en
que la editorial Historia Nueva empieza a publicar La novela
social; pero algunas obras se adelantan a esta fecha. Cuando
se proclama la república, el arte social ha triunfado
definitivamente y se produce un cambio de orientación. Pese
al origen pequeñoburgués de la mayor parte de los autores,
se sitúan en una perspectiva ideológica de lucha de clases y
defienden el movimiento revolucionario como único camino
para conseguir un cambio en las estructuras sociales. El grupo
se consolida. En los primeros años se multiplican las
publicaciones dedicadas a difundir estos principios. Con el
triunfo de la derecha en 1933, se agravan las tensiones y sufre
14
Ferreras, J. I. (1970), Tendencias de la novela española actual (1931-
1969), París: Ediciones Hispano-Americanas.
un retroceso la novela social. Su trayectoria queda truncada al
estallar la guerra.
Las huelgas, agitaciones de obreros y campesinos durante
esos años, y la represión que sufren, son motivos siempre
presentes. También es tema importante la toma de conciencia
progresiva de los intelectuales y su inserción en la lucha
revolucionaria. Sus ideales pacifistas los llevan a ver la guerra
como una aberración absurda; las campañas de África darán
argumento a algunas novelas de relieve. Estas obras las
protagonizan personajes rebeldes, en tono idealista y
exaltado.
El rótulo que predomina es “Realismo social de
preguerra”. Partiendo del título de un ensayo fundamental de
José Díaz Fernández, algunos críticos han preferido la
denominación “Nuevo Romanticismo”
15
.
Desde el punto de vista artístico, no renuncia a los
hallazgos del siglo, pero sus objetivos y el deseo de llegar a
todo el mundo les inclinan hacia el realismo. Manejan una
prosa coloquial recortada y escueta. Como señala Fuentes, la
suya es novela-puente entre el lirismo vanguardista y el
objetivismo, que concilia lo poemático-subjetivo y lo social.
Debemos tener en cuenta la calidad de algunas de sus
obras, aunque la mayoría hayan caído en el olvido,
interesantes tanto como documento de época como por el
influjo que ejercieron en los narradores de posguerra. Es
evidente, sin embargo, que buena parte de su producción
carece de valor literario y no son más que panfletos
propagandísticos.
José Díaz Fernández: El blocao, 1928; La venus
mecánica, 1929.
Ramón J. Sender (Imán, 1930; Siete domingos rojos,
1932). Mr. Witt en el Cantón, Premio Nacional en 1935,
presenta el esfuerzo documental para captar el levantamiento
cantonal de Cartagena en la I República.
César María Arconada (La turbina, 1930).
Joaquín Arderíus (Campesinos, 1931).
Manuel D. Benavides (Un hombre de treinta años,
1933).
Andrés Carranque de Ríos (Cinematógrafo, 1936).
7. LA PRIMERA POSGUERRA
La actividad literaria se ha divido con criterios discutibles
en “vencedores” y “vencidos”. Según el momento de su
producción se ha hablado de diferentes promociones. En este
caso, vamos a ocuparnos de la promoción de los cuarenta.
Exilio
No se puede tener una visión completa de la novela
española de posguerra sin tener en cuenta la producción de
los exiliados que, aunque no constituyen un grupo
homogéneo, al estar fuera del contacto directo con la
evolución de la sociedad española, van a permanecer
aferrados a unos temas que les son propios. Sus reflexiones
sobre España giran siempre en torno a la guerra civil y las
secuelas que ha dejado en quienes tuvieron que marcharse.
• Tendencia que continúa el impulso realista y
humanizador de la novela social de los años treinta, sin
dejar de incorporar técnicas innovadoras.
15
Vilches, M. F. (1984), La generación del Nuevo Romanticismo. Estudio
bibliográfico y crítico (1924-1939), Madrid: Universidad Complutense.
7. http://olasdeplatayazulblog.wordpress.com 7
o Apego a la tradición: Arturo Barea (La forja de un
rebelde), Ramón J. Sender en Crónicas del alba;
Esteban Salazar Chapela en Perico en Londres. Max
Aub en El laberinto mágico (1938-1968), ciclo en
torno a la guerra de España, con lenguaje rico,
exuberancia léxica y sutilezas estilísticas.
o Orientación simbólica: Ramón J. Sender en
Epitalamio del Prieto Trinidad, Manuel Andújar en
Lare y penares.
o Inquietudes metafísicas en José Ramón Arana, El cura
de Almuniaced.
• Herederos directos de la estética de Vanguardia: Rosa
Chacel y Francisco Ayala.
Narrativa de los vencedores.
Rafael García Serrano, con 21 años escribía Eugenio o la
proclamación de la primavera (1938), en defensa de ideales
falangistas. La fiel infantería mitificaba la juventud que
encarnaba los valores “auténticos” de la raza española.
Agustín de Foxá escribe Madrid de Corte a Cheka (1938)
con estilo brillante, pero inmisericorde con el enemigo
republicano (Rodríguez Puértolas).
El vasco Juan Antonio de Zunzunegui enfoca procesos
desintegradores de la burguesía, con crítica social amena. El
supremo bien (1951) trata la hambruna de posguerra. Esta
oscura desbandada (1952) es su obra más representativa.
La refundación narrativa
En los años 40 hay intentos narrativos vinculados a la
preguerra, como Darío Fernández Flórez, con Lola, espejo
oscuro (1950), cercana a la novela erótica de los años 20.
En la década de los 40 hay un modesto resurgir literario
sobre bases nuevas, que termina por arrinconar a los
triunfadores. A ello contribuye el tremendismo de Cela con La
familia Pascual Duarte y la irrupción del Premio Nadal (1945,
Carmen Laforet con Nada) que lanza a la notoriedad a Delibes
(La sombra del ciprés es alargada, 1948).
8. CONCLUSIÓN
- La literatura de la época tiene vocación ideológica:
o Novela social entre escritores socialistas
o Novela erótica siente vocación de ser una
fórmula liberadora.
o Novela de los triunfadores tiene función
propagandística y exculpatoria.
- Antes de la Guerra Civil, regeneración de España bajo
diversas invocaciones, tratan de alcanzar influencia
social.
- Descontento en las élites intelectuales que habían
apoyado la sublevación contra la república à Cela,
Torrente Ballester, Zunzunegui, Delibes, Luis
Romero, J. L. Castillo Puche, quienes resucitarán la
idea de una literatura política para combatir las
deformidades del sistema.
9. BIBLIOGRAFÍA
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1967), Madrid: Gredos.
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Crítica.
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busca del pueblo perdido), Madrid: Prensa española.