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EL ABC DE LA ANESTESIA
El ABC de
la anestesia
Pastor Luna Ortiz
Profesor Titular del Curso Universitario de Anestesiología,
Universidad Nacional Autónoma de México.
Departamento de Anestesia,
The American British Cowdray Medical Center;
Miembro Honorario del Colegio Mexicano de Anestesiología.
Miembro Honorario de la Sociedad Mexicana de Cardiología.
Investigador invitado del Departamento de Farmacología del
Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”.
Carlos Hurtado Reyes
Profesor Asociado del Curso Universitario de Anestesiología,
Universidad Nacional Autónoma de México.
Director Médico y Jefe del Departamento de Anestesia,
The American British Cowdray Medical Center.
Jorge Romero Borja
Profesor Asociado del Curso Universitario de Anestesiología,
Universidad Nacional Autónoma de México.
Departamento de Anestesia,
The American British Cowdray Medical Center.
Editorial
Alfil
El ABC de la anestesia
Todos los derechos reservados por:
E 2011 Editorial Alfil, S. A. de C. V.
Insurgentes Centro 51–A, Col. San Rafael
06470 México, D. F.
Tels. 55 66 96 76 / 57 05 48 45 / 55 46 93 57
e–mail: alfil@editalfil.com
www.editalfil.com
ISBN 978–607–8045–24–2
Dirección editorial:
José Paiz Tejada
Editor:
Dr. Jorge Aldrete Velasco
Revisión editorial:
Irene Paiz, Berenice Flores
Diseño de portada:
Arturo Delgado
Dibujos:
Alejandro Rentería
Impreso por:
Solar, Servicios Editoriales, S. A. de C. V.
Calle 2 No. 21, Col. San Pedro de los Pinos
03800 México, D. F.
Enero de 2011
Esta obra no puede ser reproducida total o parcialmente sin autorización por escrito de los editores.
Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas terapéuticos sean correctos y compatibles
con los estándares de aceptación general de la fecha de la publicación. Sin embargo, es difícil estar por completo seguros de que toda la informa-
ción proporcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias. Se aconseja al lector consultar cuidadosamente el material de instruccio-
nes e información incluido en el inserto del empaque de cada agente o fármaco terapéutico antes de administrarlo. Es importante, en especial,
cuando se utilizan medicamentos nuevos o de uso poco frecuente. La Editorial no se responsabiliza por cualquier alteración, pérdida o daño que
pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta, por el uso y aplicación de cualquier parte del contenido de la presente obra.
Colaboradores
Dra. Janet Aguirre Sánchez
Medicina Interna. Medicina del Enfermo en Estado Crítico. Subjefe del Departamento de Medicina Critica “Dr. Ma-
rio Shapiro”, Centro Médico ABC, Campus Observatorio.
Capítulo 8
Dr. Edmundo Alvarado Sil
Jefe del Departamento de Fisiología Pulmonar e Inhaloterapia, Centro Médico ABC.
Capítulo 3
Dr. Rafael Álvarez González
Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC.
Capítulo 38
Dr. Humberto Álvarez Rosales
Médico Anestesiólogo. Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”.
Capítulo 19
Dr. Ildefonso Añorve Ramírez
Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC.
Capítulo 1
Dr. Francisco Javier Anthón Méndez
Residente de Anestesiología, Centro Médico ABC.
Capítulo 38
Dra. Nora Bernal Ríos
Residente de Primer Año de Anestesiología, Hospital ABC.
Capítulo 36
Dra. Gabriela Briones Corona
Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC.
Capítulo 31
Dr. Juan Pablo Camacho Montoya
Médico Adscrito, Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC.
Capítulos 25, 26, 38
Dra. Roxana Carbó Zabala
Departamento de Fisiología, Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”.
Capítulo 11
V
VI (Colaboradores)El ABC de la anestesia
Dra. Gabriela Cardona
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 15
Dra. Alma Cecilia Carral Carrasco
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 19
Dra. Carolina Ibet Cervera Buenfil
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 33
Dr. Gerardo Cobos Salcedo
Médico Cirujano, Ingeniero en Informática. Maestro en Ciencias Médicas. Investigador Básico.
Capítulo 14
Dra. Verónica Colín Espinosa
Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC.
Capítulo 32
Dr. Juan Antonio Covarrubias Vela
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulos 12, 24
Dr. Jesús Adán Cruz Villaseñor
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 19
Dra. Fabiola de los Santos Cárdenas
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulos 12, 24
Dr. Leonardo del Valle Mondragón
Departamento de Farmacología. Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”.
Capítulo 6
Dr. Guillermo Domínguez Cherit
Médico Adscrito al Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC. Instituto Nacional de Ciencias Médicas
y Nutrición “Salvador Zubirán”.
Capítulo 27
Dra. Mónica Isabel Domínguez Cid
Médico Adscrito, Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC.
Capítulo 38
Dr. Misael Domínguez Ruiz
Médico General, egresado de la Facultad de Medicina, UNAM.
Capítulo 19
Dra. Berenice Domínguez Zarco
Centro Médico ABC, Staff, Oftalmología.
Capítulo 30
Dra. María del Socorro Espíritu Muñoz
Médico Adscrito al Departamento de Anestesiología. Centro Médico ABC.
Capítulos 20, 33
Dra. María Teresa Esquinca Cruz
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 23
VIIColaboradores
Dr. Pablo Luis Fernández Daza
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 23
Dr. José Luis García Flores
Médico Adscrito, Residente de Anestesiología de Tercer Año, Centro Médico ABC.
Capítulos 12, 24, 25, 26
Dra. Mariana G. García Hernández
Centro Médico ABC, Residente de Tercer Año de Anestesiología.
Capítulos 9, 30
Dra. Taryn García Meza
Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC.
Capítulo 32
Dr. Víctor García Navarrete
Anestesiólogo General, Anestesiólogo Pediatra. Egresado del Hospital Infantil de México “Dr. Federico Gómez”.
Médico Adscrito al Hospital Ángeles Lomas.
Capítulo 19
Dra. Brenda G. González Carmona
Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC.
Capítulo 39
Dr. Rodrigo Isaac González Varela
Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Baja California.
Capítulo 16
Dr. Miguel Ángel González Velázquez
Médico Adscrito, Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC.
Capítulo 38
Dr. Abrahám Gutiérrez Grados
Médico Staff del Hospital ABC. Anestesia Cardiovascular, Instituto Nacional de Cardiología.
Capítulo 29
Dr. Roberto Guzmán Nuques
Anestesiología y Medicina Crítica del Centro Médico ABC.
Capítulos 25 y 26
Dra. Marisol Hernández Garay
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 39
Dra. Berenice Carolina Hernández Porras
Residente de Tercer Año, Centro Médico ABC.
Capítulo 22
Dr. Carlos Hernández Rosas
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 39
Dra. Mariana Isabel Herrera Guerrero
Médico Residente de Anestesiología. Centro Médico ABC.
Capítulos 20, 27
Dr. Carlos Hurtado Reyes
Jefe del Departamento de Anestesiología. Director del Cuerpo Médico. Centro Médico ABC.
Capítulo 1
VIII (Colaboradores)El ABC de la anestesia
Dr. Alejandro V. Jiménez Casillas
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulos 15, 39
Dra. Adriana Jiménez Ramos
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 31
Dr. Andrés Eduardo Loaiza Montoya
Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC.
Capítulo 32
Dra. Sofía López
Residente de Tercer Año, Centro Médico ABC.
Capítulo 1
Dr. Pastor Luna Ortiz
Profesor Titular del Curso Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México de la subespecialidad de
Anestesiología, Hospital ABC. Jefe Honorario del Departamento de Anestesia del Instituto Nacional de Cardiología
“Dr. Ignacio Chávez”. Miembro Honorario de la Sociedad Mexicana de Cardiología.
Capítulos 11, 15, 16, 17, 35, 36, 37
Dr. Martín Martínez Rosas
Departamento de Fisiología, Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”.
Capítulos 11, 16
Dr. Rafael Ignacio Martínez Tejeda y Ramos
Médico Staff Centro Médico ABC. Miembro del ASA. Miembro del Colegio y la Federación Mexicana de Aneste-
siología.
Capítulo 30
Dra. Cecilia U. Mendoza Popoca
Anestesióloga del Centro Médico ABC.
Capítulo 21
Dra. Estela Melman Szteyn
Ex jefa del Departamento de Anestesia y Terapia Respiratoria, Hospital Infantil de México “Dr. Federico Gómez”.
Académico Titular de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana de Pediatría. Adscrita al Hospital ABC,
Departamento de Anestesia.
Capítulo 19
Dr. Álvaro Mesa Pachón†
Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC.
Capítulo 19
Dra. Julia Anna Mikolajczuk Jastrzebska
Residente de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulos 2, 9
Dr. Enrique Monares Zepeda
Médico Intensivista Adscrito a la Unidad de Terapia Intensiva del Centro Médico ABC.
Capítulo 40
Dr. Marco Antonio Montes de Oca Sandoval
Jefe de Residentes, Departamento de Medicina Crítica y Terapia Intensiva “Dr. Mario Shapiro”, Centro Médico
ABC.
Capítulo 4
IXColaboradores
Dra. Thalpa Guadalupe Montoya Peñuelas
Médico Adscrito al Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC.
Capítulo 27
Dr. Gerardo Ochoa Anaya
Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC.
Capítulo 33
Dr. Horacio Olivares Mendoza
Médico Adscrito, Centro Médico ABC.
Capítulo 22
Dr. Jaime Pablo Ortega García
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC, Campus Santa Fé.
Capítulos 2, 15
Dr. Enrique Pazos Alvarado
Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC.
Capítulo 19
Dra. Nourghia Soraya Peredo Guzmán
Residente de Anestesia. Centro Médico ABC.
Capítulo 31
Dr. Mario A. Quintero García
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulos 15, 39
Dr. Francisco José Ramírez Flores
Residente del Tercer Año de Anestesiología, Centro Médico ABC.
Capítulos 25 y 26
Dra. Sandra Raya Santoyo
Médico Cirujano. Maestra en Ciencias Médicas: especialidad en Investigación Clínica.
Capítulo 13
Dra. Elisa Rionda
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 15
Dra. María Vanessa Rodríguez Pérez
Anestesiología General, Centro Médico ABC, y Anestesiología Pediátrica por INP de la SSA.
Capítulo 19
Dr. Joel Rodríguez Reyes
Médico Adscrito, Anestesiología y Terapia Intensiva, Centro Médico ABC.
Capítulo 18
Dr. Jorge Romero Borja
Profesor Adjunto de Anestesiología, UNAM. Anestesia Cardiotorácica, Centro Médico ABC.
Capítulos 17, 28
Dr. Juan Pablo Sánchez Rodríguez
Médico Staff de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 9
Dr. Gustavo Sánchez Torres
Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”. Departamento de Instrumentación Electromecánica.
Capítulo 7
X (Colaboradores)El ABC de la anestesia
Dr. Mario Suárez Morales
Anestesiólogo del Centro Médico ABC.
Capítulo 21
Dr. Adalberto L. Toro Matos
Médico Anestesiólogo Staff, Hospital ABC. Profesor del Curso Universitario de la Especialidad de Anestesiología.
Ex jefe del Departamento de Anestesiología, Hospital Central Militar.
Capítulo 5
Dr. Armando Torres Gómez
Cirujano Ortopedista y Traumatólogo, Investigador Clínico. Maestro en Ciencias Médicas. Asociación Médica del
Centro Médico ABC.
Capítulos 13, 14
Dr. Rubén Valdespín Pérez
Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC.
Capítulo 23
Contenido
Prefacio XV. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pastor Luna Ortiz, Carlos Hurtado Reyes, Jorge Romero Borja
Prólogo XVII. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Leobardo C. Ruiz Pérez
Introducción XIX. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
José Halabe Cherem
Capítulo 1. Valoración preanestésica 1. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Carlos Hurtado Reyes, Sofía López, Ildefonso Añorve Ramírez
Capítulo 2. Fisiología respiratoria 13. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Jaime Pablo Ortega García, Julia Anna Mikolajczuk Jastrzebska
Capítulo 3. Pruebas de función pulmonar 37. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Edmundo Alvarado Sil
Capítulo 4. Insuficiencia respiratoria aguda 43. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Marco Antonio Montes de Oca Sandoval
Capítulo 5. Farmacología de los anestésicos intravenosos 61. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Adalberto L. Toro Matos
Capítulo 6. La farmacognosia en el campo de la anestesiología 137. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Leonardo del Valle Mondragón
Capítulo 7. Aparato cardiovascular. Una red de control vital 147. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Gustavo Sánchez Torres
Capítulo 8. Fármacos vasoactivos en anestesia 161. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Janet Aguirre Sánchez
Capítulo 9. Técnicas anestésicas 169. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Juan Pablo Sánchez Rodríguez, Mariana G. García Hernández,
Julia Anna Mikolajczuk Jastrzebska
Capítulo 10. Manejo de la vía aérea 183. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Juan Pablo Camacho Montoya, José Luis García Flores
Capítulo 11. Evaluación y manejo perioperatorio de la cardiopatía isquémica 215. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Martín Martínez Rosas, Roxana Carbó Zabala, Pastor Luna Ortiz
Capítulo 12. Transfusión y ahorro hemático perioperatorio 231. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Juan Antonio Covarrubias Vela, Fabiola de los Santos Cárdenas, José Luis García Flores
Capítulo 13. Selección de literatura científica en anestesia 243. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
XI
XII (Contenido)El ABC de la anestesia
Armando Torres Gómez, Sandra Raya Santoyo
Capítulo 14. Análisis e interpretación de datos en la literatura científica en anestesia 251. . . . . . . . . . . . .
Armando Torres Gómez, Gerardo Cobos Salcedo
Capítulo 15. Hipotermia perioperatoria 257. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Jaime Pablo Ortega García, Pastor Luna Ortiz, Mario A. Quintero García, Elisa Rionda,
Alejandro V. Jiménez Casillas, Gabriela Cardona
Capítulo 16. Canales de potasio dependientes de ATP (IKATP) y su papel fisiopatológico 273. . . . . . . . . .
Pastor Luna Ortiz, Martín Martínez Rosas, Rodrigo Isaac González Varela
Capítulo 17. Reposición de la volemia durante la anestesia. Coloides y cristaloides 283. . . . . . . . . . . . . . .
Pastor Luna Ortiz, Jorge Romero Borja
Capítulo 18. Sedación inhalatoria mediante el dispositivo conservador de anestésico AnaConDaR 295. .
Joel Rodríguez Reyes
Capítulo 19. Anestesia en el paciente pediátrico 299. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Estela Melman Szteyn, Víctor García Navarrete, Misael Domínguez Ruiz,
Jesús Adán Cruz Villaseñor, Humberto Álvarez Rosales, María Vanessa Rodríguez Pérez,
Alma Cecilia Carral Carrasco, Enrique Pazos Alvarado, Álvaro Mesa Pachón
Capítulo 20. Anestesia en cirugía ambulatoria 429. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
María del Socorro Espíritu Muñoz, Mariana Isabel Herrera Guerrero
Capítulo 21. Anestesia en neurocirugía 439. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cecilia U. Mendoza Popoca, Mario Suárez Morales
Capítulo 22. Anestesia en cirugía oncológica 471. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Horacio Olivares Mendoza, Berenice Carolina Hernández Porras
Capítulo 23. Anestesia obstétrica 481. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Rubén Valdespín Pérez, María Teresa Esquinca Cruz, Pablo Luis Fernández Daza
Capítulo 24. Anestesia en cirugía de trauma 493. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Juan Antonio Covarrubias Vela, José Luis García Flores, Fabiola de los Santos Cárdenas
Capítulo 25. Anestesia en el paciente en estado crítico I 503. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Roberto Guzmán Nuques, Francisco José Ramírez Flores
Capítulo 26. Anestesia en el paciente en estado crítico II 519. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Roberto Guzmán Nuques, Francisco José Ramírez Flores
Capítulo 27. Anestesia en cirugía bariátrica 539. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Thalpa Guadalupe Montoya Peñuelas, Guillermo Domínguez Cherit,
Mariana Isabel Herrera Guerrero
Capítulo 28. Anestesia en enfermedad pulmonar obstructiva crónica 551. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Jorge Romero Borja
Capítulo 29. Anestesia en el paciente geriátrico 563. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Abrahám Gutiérrez Grados, Fabiola de los Santos Cárdenas
Capítulo 30. Anestesia en oftalmología 575. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Rafael Ignacio Martínez Tejeda y Ramos, Berenice Domínguez Zarco,
Mariana García Hernández
Capítulo 31. Anestesia en otorrinolaringología. Anatomía y fisiología 585. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Gabriela Briones Corona, Adriana Jiménez Ramos, Nourghia Soraya Peredo Guzmán
Capítulo 32. Anestesia y cirugía ortopédica 597. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Andrés Eduardo Loaiza Montoya, Verónica Colín Espinosa, Taryn García Meza
Capítulo 33. Anestesia en cirugía plástica 609. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
María del Socorro Espíritu Muñoz, Carolina Ibet Cervera Buenfil, Gerardo Ochoa Anaya
Capítulo 34. Anestesia en cirugía torácica 619. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pastor Luna Ortiz, Francisco Javier Anthón Méndez
XIIIContenido
Capítulo 35. Anestesia cardiovascular 629. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pastor Luna Ortiz
Capítulo 36. Anestesia en hipertensión arterial sistémica 637. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pastor Luna Ortiz, Nora Bernal Ríos
Capítulo 37. Anestesia en valvulopatías cardiacas adquiridas 653. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pastor Luna Ortiz
Capítulo 38. Anestesia para cirugía maxilofacial 665. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Miguel Ángel González Velázquez, Rafael Álvarez González, Mónica Isabel Domínguez Cid,
Juan Pablo Camacho Montoya, Francisco Javier Anthón Méndez
Capítulo 39. Anestesia para cirugía de aorta abdominal 677. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Alejandro V. Jiménez Casillas, Marisol Hernández Garay, Mario A. Quintero García,
Carlos Hernández Rosas, Brenda G. González Carmona
Capítulo 40. Reanimación cardiopulmonar durante la anestesia 689. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Enrique Monares Zepeda
Índice alfabético 701. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Prefacio
Dr. Pastor Luna Ortiz, Carlos Hurtado Reyes, Jorge Romero Borja
El texto que aquí se presenta tiene la finalidad de brindar
una visión ordenada de los principales temas que com-
prenden el apasionante campo de la anestesiología. Esta
obra nació de la idea de proporcionarle a los médicos
residentes,estudiantesdelaespecialidad,lasbasesenlas
que ella se sustenta, para que sirva como una guía en la
cual puedan encontrar la mayoría de los temas que la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
ha pedido cubrir en la enseñanza de su Programa Único
de Especialidades Médicas (PUEM). El libro consta de
40 capítulos que abarcan desde la valoración preanesté-
sica, la fisiología pulmonar y las pruebas respiratorias —
que son básicas para la administración de una anestesia
segura—, hasta la función cardiovascular, cuyo conoci-
miento es indispensable para lograr la estabilidad hemo-
dinámica, la cual debe ser el objetivo principal en todo
periodo perioperatorio. El manejo de la vía aérea y las
técnicas anestésicas, los fármacos vasoactivos, la trans-
fusión sanguínea y el ahorro hemático en el transopera-
torio, el control de la temperatura y la reposición de la
volemia son temas que también se describen aquí. Asi-
mismo, orienta a los residentes a conocer la selección de
la literatura científica en anestesia y la interpretación de
datos publicados en las revistas médicas.
En una segunda parte se presentan los métodos ade-
cuados para una correcta administración de la anestesia
en las diferentes especialidades de las que constan la
medicina y la cirugía en general, como son la anestesia
en pediatría, en cirugía ambulatoria, en neurocirugía, en
cirugía oncológica, en ginecoobstetricia, en cirugía de
trauma, bariátrica y geriátrica, en cirugía de ortopedia,
en cirugía plástica y reconstructiva, y en cirugía de tórax
y cardiovascular, así como la cirugía en pacientes con
enfermedades de las válvulas cardiacas y aneurisma de
aorta abdominal, y en pacientes en estado crítico. Un
tema de vital importancia que no cubren la mayoría de
los libros de texto es el manejo correcto de los pacientes
con paro cardiaco, para lo cual existe un capítulo de rea-
nimación cardiopulmonar durante la anestesia.
Queremos dar las gracias —nuestras gracias más sin-
ceras— a los colegas que contribuyeron a la preparación
deestaobra;todosellossonmiembrosdelDepartamento
de Anestesia y Terapia Intensiva del Centro Médico
ABC, que plasmaron su experiencia y dedicación al
incluir en cada uno de los capítulos los momentos vivi-
dos en las salas de operaciones. A los médicos residentes
que colaboraron en la preparación de los manuscritos,
cuya ayuda fue de gran valor. Estamos en deuda con
todas las personas excepcionales que contribuyeron sus-
tancialmente a iniciar y organizar una gran parte de la
información y que han participado de una u otra forma
durante el tiempo que tomó la elaboración de este libro.
Queremos expresar nuestro eterno agradecimiento al
Centro Médico ABC y a sus Directivos, en especial al
Lic. Alejandro Alfonso, por su apoyo incondicional, al
Dr. Elías Horta —Director de Asuntos Médicos— y al
Dr. Carlos Hurtado Reyes —Director Médico de dicha
institución— por su gran esfuerzo para que esta obra
lograra su objetivo. Un profundo agradecimiento a la
secretaria del Departamento de Anestesia, la Srita. Patri-
cia Mejía, cuya eficiente labor asistencial fue de gran
valía para recopilar todos los capítulos, corregirlos y
ordenarlos. Al Lic. José Paiz Tejada —Director General
de Editorial Alfil— y a Berenice Flores —editora del
manuscrito—, y a todo su equipo por sus valiosos conse-
jos y conseguir tener a tiempo esta obra.
XV
XVI (Prefacio)El ABC de la anestesia
Prólogo
Leobardo C. Ruiz Pérez
El ABC de la anestesia es un libro concebido y elaborado
para tener como lectores a estudiantes de medicina, mé-
dicos residentes y especialistas interesados en esta rama
de la medicina, tan esencial en la práctica moderna y
científica que demanda la actual sociedad.
Desde los inicios de la humanidad se ha buscado evitar
o mitigar las molestias del dolor y facilitar la curación.
Para ello se han investigado una infinidad de medios.
Durante la época del México prehispánico los médicos
y curanderos realizaban procedimientos quirúrgicos au-
xiliados por remedios que mitigaban o abolían el dolor.
A la llegada de los conquistadores, éstos prefirieron a los
médicos indígenas por sus curaciones menos agresivas y
dolorosas, así como de más rápidos y mejores resultados.
En la primera mitad del siglo XIX se inició de manera
formal la práctica de la anestesia, cuando el odontólogo
Henry Welch llevó a cabo las primeras extracciones sin
dolorutilizandoelóxidonitroso.Enoctubrede1846Wi-
lliam Morton realizó la primera cirugía bajo anestesia
por inhalación en el Hospital General de Massachusets,
considerándose éste el primer evento anestésico formal.
Sin que existan datos fidedignos, las crónicas de la Gue-
rra de Intervención Estadounidense en México consig-
nan que en el desembarco en Veracruz el cirujano John
Porter realizó la amputación de una pierna a un soldado
previamente anestesiado con éter sulfúrico.
En México existe ya una larga experiencia en el cam-
po de la anestesia, la cual se remonta al siglo XIX, e in-
clusive lo que se podría concebir como la primera anes-
tesia raquídea con cocaína realizada por el Dr. Ramón
Pardo en la ciudad de Oaxaca. A partir de entonces la
anestesia se convirtió en un procedimiento habitual en
los hospitales. Es justo destacar la participación del Dr.
Benjamín Bandera, quien no sólo promueve el desarro-
llo de la especialidad, sino también la formación de nue-
vos especialistas y el reconocimiento por parte de la
Academia Nacional de Medicina.
Enlosdiferentescapítulos,losautoresdellibro ElABC
de la anestesia cubren ampliamente los conocimientos,
técnicas y equipo necesarios para la práctica profesional
de la especialidad, al mismo tiempo que ofrecen al pa-
ciente la seguridad necesaria en los diferentes procedi-
mientos. La evaluación, consulta y preparación del pa-
ciente para la anestesia constituye hoy en día el paso
inicial y fundamental; el médico anestesiólogo conoce
con anticipación e integralmente a la persona y de esa
manera es capaz de seleccionar la técnica anestésica más
segura, lo cual permite una mejor evolución posoperato-
ria. El dominio de la farmacología es fundamental para
el manejo adecuado de los medicamentos y para prever
las posibles complicaciones. Igual de importante es co-
nocer la fisiología cardiopulmonar, no sólo para el perio-
do transoperatorio, sino también para el mejor desempe-
ño de los anestesiólogos en los servicios de cuidados
intensivos.
El manejo del dolor constituye en la actualidad un
campo de importancia capital para lograr el bienestar y
mejorar la calidad de vida de los pacientes. De ahí que
sea necesario destacar el tratamiento de este síntoma, no
sólo durante el acto quirúrgico, sino también inmediata-
mente después, así como en la obstetricia y en la realiza-
ción de procedimientos diagnósticos o terapéuticos.
En esta obra se le otorga la importancia debida a la
anestesia en grupos poblacionales específicos, como los
ancianos, los cardiópatas y los enfermos crónicos. El
niño representa un reto especial por su vulnerabilidad,
por lo que en el capítulo 19 se analiza ante diferentes si-
tuaciones y problemas.
XVII
XVIII (Prólogo)El ABC de la anestesia
La más destacada contribución de la publicación El
ABC de la anestesia habrá de darse en la enseñanza y la
formación de los especialistas que México requiere, no
sólo en los grandes centros urbanos, sino fundamental-
mente en los hospitales de segundo y tercer niveles, para
de esa manera hacer realidad el “Derecho a la protección
de la salud”, consignado en la Ley Suprema de la Na-
ción.
Introducción
José Halabe Cherem
El libro el ABC de la Anestesia engloba en sus 40 capítu-
los los temas actualizados a los que un médico anestesió-
logo se va a enfrentar en la práctica cotidiana. En cada
uno de los capítulos se vierten los adelantos más impor-
tantes para que el médico anestesiólogo brinde en forma
oportuna el mejor manejo al paciente. Este libro incluye
varios de los temas que el Programa Único de Especiali-
dades Médicas (PUEM) exige en el adiestramiento de un
médico residente. Los editores del libro —el Dr. Pastor
Luna Ortíz, el Dr. Carlos Hurtado Reyes y el Dr. Jorge
Romero Borja, profesores del Curso de Anestesia de
Posgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad
Nacional Autónoma de México—, durante muchos años
han tenido la visión de realizar este libro con la inclusión
de todos los residentes de anestesia, siempre asesorados
por un médico anestesiólogo tratante del Centro Médico
ABC.
El Centro Médico ABC es una institución de asisten-
cia privada, con una gran trayectoria académica, que
cuenta con 170 residentes de posgrado inscritos en la
División de Estudios Superiores de la Facultad de Medi-
cina de la UNAM; entre las especialidades de dichos
estudios se cuenta con la de anestesia, que tiene un gran
reconocimiento nacional e internacional. Preocupados y
ocupados por seguir con la educación, nuestra institu-
ción se ha comprometido a editar estos libros que le ser-
virán no sólo al residente de anestesia y los médicos
anestesiólogos, sino que será de utilidad también para
los alumnos de las escuelas de medicina, los médicos
generales y los especialistas de otras ramas .
Continuar con el binomio enseñanza–aprendizaje es
una de las metas primordiales de la medicina y los edito-
resdeestelibroestáncumpliendoconesapremisa.Estoy
seguro de que este libro contribuirá a incrementar los
conocimientos de una manera didáctica, lo cual resultará
de gran utilidad.
Felicito a los editores y autores de esta obra y los
incito a continuar por el camino de la asistencia, la
docencia y la investigación en beneficio de la calidad y
calidez que debemos otorgar a nuestros pacientes coti-
dianamente.
XIX
XX (Introducción)El ABC de la anestesia
EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E
Capítulo 1
Valoración preanestésica
Carlos Hurtado Reyes, Sofía López, Ildefonso Añorve Ramírez
La evaluación preoperatoria del paciente sometido a
cirugía tiene el fin de abordar las cuestiones relativas a
la seguridad y la eficacia del proceso perioperatorio.
El principal objetivo de la valoración preoperatoria
consiste en permitir la ejecución del procedimiento qui-
rúrgico requerido o deseado con la mínima exacerba-
ción de alguna enfermedad preexistente, evitar nuevas
morbilidades y permitir una adecuada y rápida recupe-
ración para el paciente.
El hecho de que un paciente quirúrgico requiera tra-
tamiento posoperatorio en una unidad de terapia inten-
siva muchas veces depende de que cualquier patología
conocida haya sido perfectamente identificada y tratada
antes del procedimiento quirúrgico, lo cual depende de
una adecuada valoración preanestésica.
En caso de pacientes con patologías no complicadas
generalmente son suficientes las valoraciones preanes-
tésicas del cirujano y del anestesiólogo el día de la ciru-
gía. Sin embargo, muchos otros pacientes requerirán
una valoración más extensa, dependiendo de su estado
de salud. Dicha valoración puede requerir la participa-
ción de un equipo completo de especialistas que con-
duzcaalaevaluación,queencasosseleccionadospuede
incluir la admisión a una unidad de terapia intensiva
para la optimización preoperatoria. En diversos estu-
dios se ha visto que a los pacientes identificados como
de alto riesgo a quienes se les brinda una mejoría de su
condición de salud antes del procedimiento quirúrgico,
se les proporciona al mismo tiempo una reducción im-
portante en la mortalidad, así como de los costos hospi-
talarios, ya que se disminuyen los incidentes periopera-
torios y la necesidad de un ingreso a terapia intensiva,
así como el tiempo de recuperación posoperatorio. En
los pacientes que requieran la valoración de un especia-
lista, aparte del anestesiólogo, se recomienda su ingreso
al hospital al menos un día previo al procedimiento qui-
rúrgico, con el fin de que se puedan realizar los exáme-
nes requeridos y su interpretación, y en todo caso iniciar
el manejo que permita la optimización del estado actual
de salud.
La valoración preanestésica se debe enfocar en la ga-
rantía de la realización segura de los procedimientos
anestésico y quirúrgico; sólo el equipo de anestesia pue-
de determinar la salud de un paciente para la administra-
ción de la anestesia y decidir la técnica de anestesia
apropiada. La historia y el examen físico proporcionado
por otros especialistas brindan la información al perso-
nal de anestesia para hacer aquella determinación. Se
debe establecer un marco que reduzca al mínimo la pro-
babilidad de descuidos preoperatorios y desgracias que
conduzcan a la siguiente pregunta: ¿por qué ocurren
complicaciones en los pacientes sanos?
FASES DE LA VALORACIÓN
PREANESTÉSICA
Entrevista y documentación
El primer paso en la valoración preanestésica lo consti-
tuye la documentación de las condiciones preexistentes
y su optimización.
Se inicia con la identificación de la necesidad del
procedimiento quirúrgico, el impacto que tendrá el mis-
mo sobre la condición actual, si es urgente o no realizar-
lo y la anticipación de las consecuencias en caso de que
1
2 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia
se decidiera posponer o suspender el procedimiento
quirúrgico.
Se debe realizar una historia clínica completa o ac-
tualizarla en caso de que exista una previa e investigar
sobre la presencia de alergia a medicamentos, alimentos
o sustancias tópicas. Se debe llevar a cabo un examen
físico por sistemas con toma de signos vitales. Es muy
importante enfocarse en los antecedentes anestésicos y
problemas relacionados con la anestesia, como son la
vía aérea difícil, la necesidad de ventilación mecánica
posoperatoria, la estancia en una unidad de terapia
intensiva, el antecedente de dolor y la presencia de náu-
seas y vómito posoperatorios; asimismo, se deben in-
vestigar los antecedentes de complicaciones anestési-
cas familiares, como hipertermia maligna o deficiencia
de seudocolinesterasa.
El examen físico se debe dirigir principalmente a la
vía aérea, el corazón y el pulmón, sin excluir otros órga-
nos, en busca de patologías que puedan comprometerse
o exacerbarse durante el procedimiento quirúrgico o en
el periodo posoperatorio.
Beattie y col. sugieren que las intervenciones realiza-
das para disminuir la probabilidad de incidentes se debe
hacer con base en el estado actual del paciente y que el
grado de precauciones dependerá de la gravedad de las
patologías de base y del riesgo quirúrgico. Se puede in-
ferir la existencia de afección en algún órgano sin que
exista evidencia clínica con base en la afección a otros,
por ejemplo, los pacientes con enfermedad vascular pe-
riférica tienen una alta probabilidad de afección arterial
coronaria importante; asimismo, en un paciente diabé-
ticoconneuropatíaautonómicahayaltaprobabilidadde
enfermedad coronaria.
Un aspecto vital en la valoración consiste en la iden-
tificación de procesos que pudieron tener consecuen-
cias al interactuar con los medicamentos usados durante
elprocedimientoanestésico,yaqueestopuedeconducir
a complicaciones que requieran estancia posoperatoria
en terapia intensiva e incluso a la muerte del paciente.
Cuando un paciente refiere el antecedente personal o fa-
miliar de haber requerido intubación durante un tiempo
prolongado sin causa médica aparente o después de un
procedimientoquirúrgicomenorsedebesospecharein-
vestigar deficiencia de seudocolinesterasa.
La miastenia gravis, una enfermedad que se caracte-
rizaporladestrucciónautoinmunitariadelosreceptores
de acetilcolina y que además causa debilidad progre-
siva, tiene implicaciones anestésicas importantes, ya
que los receptores dañados de acetilcolina responden de
manera exagerada a la administración de bloqueadores
neuromusculares no despolarizantes, por lo que se debe
esperar un tiempo prolongado de relajación en caso de
requerirse su uso; también se debe valorar si es conve-
niente la suspensión de los medicamentos anticolineste-
rasa, ya que éstos pueden interferir con el uso de blo-
queadores neuromusculares; sin embargo, esto no se
debe intentar en pacientes que dependen del tratamiento
o que presentan una debilidad muscular importante. La
hipertermia maligna puede ser desencadenada por la
administración de relajantes muscularesdespolarizantes,
como la succinilcolina, y por el uso de anestésicos inha-
latorios. La clave consiste en identificar a los pacientes
con enfermedades susceptibles de desencadenar hiper-
termia maligna, como son distrofias musculares, neuro-
fibromatosis, estrabismo y el antecedente de un episodio
de hipertermia maligna personal o familiar, con el fin de
evitar el uso de agentes conocidos como gatillo.
Se debe documentar la medicación que habitualmen-
te ingiere el paciente, así como el uso de drogas, alcohol
o tabaco para prever las interacciones que puedan tener
con los fármacos administrados en el transoperatorio
(cuadro 1–1).
Cuadro 1–1. Fármacos y sus posibles interacciones en el transoperatorio
Fármacos y sustancias Efectos adversos
Alcohol Tolerancia a los fármacos anestésicos
Betaantagonistas Bradicardia, broncoespasmo, alteración de la respuesta del sistema nervioso sim-
pático, depresión miocárdica
Antibióticos Prolongación de los efectos de los relajantes musculares
Antihipertensivos Alteración de la respuesta del sistema nervioso simpático
AspirinaR Riesgo de sangrado
Benzodiazepinas Tolerancia a fármacos anestésicos
Bloqueadores de los canales de calcio Hipotensión
Digitálicos Arritmias cardiacas o alteración de la conducción
Diuréticos Hipocalemia, hipovolemia
Inhibidores de la monoaminooxidasa Exagerada respuesta a los fármacos simpaticomiméticos
Antidepresivos tricíclicos Exagerada respuesta a los fármacos simpaticomiméticos
3Valoración preanestésica
EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E
Otroaspectomuyimportantedelaentrevistapreoperato-
ria es la oportunidad del anestesiólogo para informar al
paciente y a los familiares acerca de los aspectos rela-
cionados con el procedimiento anestésico, que en mu-
chas ocasiones es la parte más inquietante de la cirugía.
Deben contar con una clara explicación sobre los riesgos
asociados con la anestesia, como son náusea, vómito,
mialgias, daño a piezas dentarias, neuropatía periférica,
arritmias cardiacas, infarto del miocardio, atelectasias,
aspiración, evento vascular cerebral, reacción alérgica
a medicamentos e incluso la muerte. Se debe explicar
también la vía de administración de los fármacos a utili-
zar, así como las reacciones adversas asociadas con
ellos, el tiempo de espera aproximado desde que trasla-
dan al paciente a quirófano hasta su regreso a su habita-
ción, la probable presencia de dispositivos —catéter ve-
noso central, tubo orotraqueal, sonda orogástrica, sonda
urinaria y catéter arterial o periférico— y la existencia
de dolor posoperatorio y los métodos para su control.
Clasificación de riesgo
La fase de evaluación de riesgo utiliza la información
obtenida por la documentación para obtener una apre-
ciación del impacto esperado de la cirugía planificada.
En años recientes se han descrito escalas de valoración
para la clasificación uniforme de pacientes con patolo-
gías existentes, con base en las cuales se debe establecer
un perfil de riesgo individual.
A pesar de tener el poder estadístico para predecir re-
sultados en los grupos de pacientes y proporcionar la
justificación para una evaluación más amplia, los índi-
ces de riesgo no definen cómo evaluar y tratar mejor a
cada paciente. Los índices confían en las variables fijas
que no necesariamente capturan la naturaleza, la grave-
dad y la cronicidad de las patologías específicas en cada
paciente. Se hace énfasis en la necesidad de usarlos con
precaución y de modificarlos o aun abandonarlos cuan-
do las características de cada paciente así lo requieran.
La clasificación del estado físico del ASA permite una
descripción general del estado de salud del paciente, con
una buena correlación de los resultados (cuadro 1–2).
Se agrega la letra E si la cirugía es electiva y la letra
U si es urgencia. Se debe tomar en cuenta que hay tres
aspectos importantes de la valoración preanestésica que
el ASA no toma en cuenta:
1. Antecedentes de vía aérea difícil o problemas de
vía aérea, como apnea obstructiva del sueño.
Cuadro 1–2. Clasificación del estado físico
Clase Descripción Ejemplo
I Paciente sano Paciente sano
El procedimiento quirúrgico no implica alteración
sistémica
El problema quirúrgico es localizado
II Enfermedad sistémica controlada HAS bien controlada, historia de asma, anemia, tabaquismo,
diabetes bien controlada, obesidad, edad < 1 año o > de 70
años, cáncer sin evidencia de propagación, epilepsia, hiperti-
roidismo o hipotiroidismo controlado, diverticulitis
No hay daño a órgano blanco
La enfermedad sistémica puede o no relacionarse
con el procedimiento quirúrgico
III Enfermedad sistémica descontrolada, pero no inca-
pacitante
Angina de pecho, HAS mal controlada, DM mal controlada,
EPOC, crisis asmática, IRC con diálisis, enfermedad tiroidea
mal controlada, tumor hipofisario con síntomas, fibrilación
auricular, historia de EVC
Daño a órgano blanco
Enfermedad sistémica puede o no relacionarse con
el procedimiento quirúrgico
IV Enfermedad sistémica incapacitante, con amenaza
constante a la vida
Angina de pecho inestable, ICC, insuficiencia hepática, tumor
cerebral con aumento de PIC, SAOS con HAP, TV, FV, EVC <
1 mes, aneurisma cerebral sintomático
V Paciente moribundo con poca oportunidad de
sobrevivir con o sin cirugía
Importante deterioro de la función cerebral por ruptura de aneu-
risma cerebral
Ejecución de cirugía como último recurso
VI Paciente con muerte cerebral, donador de órganos
HAS: hipertensión arterial sistémica; DM: diabetes mellitus; EPOC: enfermedad pulmonar obstructiva crónica; IRC: insuficiencia renal crónica;
EVC: evento vascular cerebral; PIC: presión intracraneal; SAOS: síndrome de apnea obstructiva del sueño; HAP: hipertensión arterial pulmonar;
TV: taquicardia ventricular; FV: fibrilación ventricular.
4 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia
Cuadro 1–3. Riesgos del procedimiento quirúrgico
Riesgo Descripción Ejemplo
Riesgo bajo Cirugía con mínimo estrés psicológico. Rara
vez se requerirá transfusión de sangre,
monitoreo invasivo o ingreso en unidad de
terapia intensiva
Cirugía de catarata, artroscopia diagnóstica, biopsia de
mama, cistoscopia, colonoscopia, vasectomía, cir-
cuncisión
Riesgo intermedio Cirugía con moderado estrés psicológico.
Mínima pérdida sanguínea, con riesgo de
presentarse una pérdida importante
Colecistectomía, histerectomía abdominal
Riesgo alto Importante pérdida sanguínea; probablemente
se requerirá transfusión. Importante inter-
cambio de líquidos
Cirugía de columna, artroplastia de cadera, cirugía val-
vular aórtica
2. Riesgo y complejidad del procedimiento quirúr-
gico programado.
3. Riesgo de una reacción adversa a la anestesia por
desórdenes específicos desencadenantes.
Con base en el riesgo y la complejidad el procedimiento
quirúrgico se ha clasificado en tres categorías (cuadro
1–3):
Valoración de la vía aérea
La evaluación de la vía aérea y su manejo son de vital
importancia para toda especialidad médica. La identifi-
cación de la vía aérea que será de difícil manejo de
forma anticipada permitirá asegurar el manejo de la si-
tuación, proporcionándole una mayor seguridad al pa-
ciente que requiera manejo especializado.
La vía aérea difícil no anticipada es una de las causas
más importantes de morbilidad en anestesiología. Du-
rante mucho tiempo se ha buscado la forma de identifi-
car de manera anticipada este problema, para lo que se
han diseñado diversas evaluaciones de predicción de la
vía aérea difícil.
Estaracargodelmanejodelavíaaéreaexigeelcono-
cimiento de estas evaluaciones, con el objetivo de tener
el tiempo y la oportunidad de recurrir al equipo y perso-
nal especializado en su manejo y disminuir el riesgo de
complicaciones que pueden llevar a la muerte a un pa-
ciente.
Es muy importante tomar en cuenta que ninguna de
lasclasificacionesdelavíaaéreadifícilpredicenlaintu-
bación difícil con una sensibilidad y valor predictivo
absolutos, pues la intubación endotraqueal depende de
factores anatómicos diversos, así como de la experien-
cia y habilidad del personal.
Entre las evaluaciones de predicción que se utilizan
con más frecuencia están las siguientes.
Mallampati modificada por Samsoon y Young
Sistema de clasificación que correlaciona el espacio
orofaríngeo con la facilidad para la laringoscopia direc-
ta y la intubación orotraqueal.
Técnica: el anestesiólogo se debe colocar frente al
paciente a la altura de los ojos. El paciente debe estar en
posición sedente con la cabeza en posición neutral; se
le pide que abra la boca con protrusión de la lengua al
máximo (figura 1–1).
La vía aérea se clasifica de acuerdo con las estructu-
ras que se visualicen:
S Clase I: paladar blando, fauces, úvula y pilares
amigdalinos anterior y posterior.
S Clase II: paladar blando, fauces y úvula.
S Clase III: paladar blando y base de la úvula.
S Clase IV: sólo es visible el paladar duro.
Distancia interincisiva
Técnica: se le pide al paciente que abra completamente
la boca para valorar la distancia entre los incisivos supe-
riores e inferiores. Si el paciente presenta adoncia se
medirá la distancia entre las encías superior e inferior a
nivel de la línea media (figura 1–2).
S Clase I: más de 3 cm.
S Clase II: de 2.6 a 3 cm.
S Clase III: de 2 a 2.5 cm.
S Clase IV: menos de 2 cm.
Una distancia menor de 3 cm se correlaciona con difi-
cultad para la visualización en una laringoscopia di-
recta.
Escala Patil–Aldreti o distancia
tiromentoniana
Técnica: Se coloca paciente en posición sedente; con la
boca cerrada y la cabeza extendida se mide la distancia
5Valoración preanestésica
EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E
Figura 1–1. Clasificación de Mallampati.
I II III IV
entre la escotadura superior del cartílago tiroides y el
borde inferior del mentón (figura 1–3).
S Clase I: más de 6.5 cm.
S Clase II: de 6.0 a 6.5 cm.
S Clase III: menos de 6 cm.
La clase I se correlaciona con una laringoscopia e intu-
bación sin dificultad; sin embargo, la clase III se corre-
laciona con dificultad para llevar a cabo la laringosco-
pia y la intubación.
Figura 1–2. Distancia interincisiva.
Distancia esternomentoniana
Técnica: se coloca al paciente en posición sedente, con
lacabezaenextensiónylabocacerrada;sevaloraladis-
tancia que existe entre el borde superior del manubrio
esternal y la punta del mentón (figura 1–4).
S Clase I: más de 13 cm.
S Clase II: de 13 a 13 cm.
S Clase III: de 11 a 12 cm.
S Clase IV: menos de 11 cm.
Clasificación de Belhouse–Dore o grados de
movilidad de la articulación atlantooccipital
Técnica: se coloca al paciente en posición sedente y se
le pide que realice una extensión completa de la cabeza.
El objetivo es valorar la reducción de la extensión de la
articulación atlantooccipital en relación con los 35_ que
se consideran normales (figura 1–5).
S Grado I: ninguna limitante.
Figura 1–3. Distancia tiromentoniana.
6 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia
Figura 1–4. Distancia esternomentoniana.
S Grado II: 1/3 de limitación.
S Grado III: 2/3 de limitación.
S Grado IV: completa limitación.
Clasificación de Cormarck–Lehane
Es una valoración que se utiliza cuando se realiza la la-
ringoscopia directa.
Técnica: durante la laringoscopia directa se valora el
grado de dificultad para lograr una intubación endotra-
queal, según las estructuras anatómicas que se visuali-
cen (figura 1–6).
S Grado I: se observa el anillo glótico en su totali-
dad.Secorrelacionaconunaintubaciónmuyfácil.
S Grado II: se observa la comisura o mitad superior
del anillo glótico. Se correlaciona con una intuba-
ción difícil.
S GradoIII:seobservalaepiglotissinvisualizarori-
ficio glótico. Se correlaciona con una intubación
muy difícil.
S Grado IV: imposibilidad para visualizar incluso la
epiglotis. Se correlaciona con una intubación que
requerirá el uso de técnicas especiales.
Con base en estudios comparativos se ha concluido que
de las escalas de valoración mencionadas, la clasifica-
ción de Mallampati es la técnica más sensible y la más
Figura 1–5. Belhouse–Dore.
Grado I Grado II Grado III Grado IV
Figura 1–6. Cormarck–Lehane.
utilizada por el personal que se dedica a la manipulación
de la vía aérea. Las técnicas de Belhouse–Dore y la dis-
tancia esternomentoniana son las más específicas y las
de mayor valor pronóstico a la apertura bucal, las cuales
en conjunto proporcionan una valoración pronóstica
más adecuada. Con base en lo anterior se recomienda el
uso de al menos tres de las escalas de valoración de vía
aérea difícil, que en conjunto constituyen una herra-
mienta fundamental para una detección oportuna y pro-
nóstica.
Riesgo cardiovascular
Existen múltiples factores durante un procedimiento
quirúrgico que constituyen un aumento de riesgo para
complicaciones cardiovasculares; entre ellos se pueden
mencionar el estrés de la anestesia, la intubación y la ex-
tubación, la presencia de dolor, el ayuno, el aumento de
catecolaminas, la pérdida de sangre y la hipotermia, en-
tre otros.
Se recomienda siempre realizar una valoración car-
diaca, con el fin de disminuir el riesgo de complicacio-
nes cardiovasculares en el transoperatorio o en el poso-
peratorio.
Se le debe preguntar al paciente si ha tenido reciente-
mente una valoración o algún procedimiento de revas-
cularización coronaria. De acuerdo con el American
College of Cardiology y la American Heart Association
(ACC/AHA) en la evaluación cardiovascular preopera-
toria del paciente para cirugía no cardiaca se sugiere que
una revascularización coronaria en cinco años o una va-
loración cardiaca con resultados favorables dentro de
los dos años previos con un cuadro clínico sin signos ni
síntomas de isquemia excluye la necesidad de alguna
prueba de valoración cardiaca.
Se debe investigar la presencia de signos o síntomas,
como dolor o presión en el pecho, dificultad respirato-
ria, ortopnea, síncope inexplicable, edema de extremi-
dades inferiores, palpitaciones o déficit neurológico fo-
cal, pues ello permitirá descubrir la presencia de algún
problema cardiovascular no diagnosticado, así como la
exacerbación de uno ya conocido.
Es importante determinar la capacidad funcional de
cada paciente, ya que se ha demostrado que los pacien-
tes con alta capacidad funcional tienen menor riesgo de
7Valoración preanestésica
EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E
complicaciones perioperatorias. Una forma sencilla de
evaluar la capacidad funcional es preguntándole al pa-
ciente sobre su capacidad para realizar diversas tareas
o actividades, medidas como equivalentes metabólicos
(MET). Un MET consiste en 3.5 mL/kg/min de oxígeno,
lo cual representa el consumo basal de oxígeno en reposo
de un hombre de 40 años de edad de 70 kg de peso.
S Menos de 4 METS: paciente que se cuida por sí
mismo.Sedesplazaportodalacasa.Hacetrabajos
livianos en casa, como sacudir y lavar platos. No
llega a subir un piso de escaleras.
S De 4 a 10 METS: sube un tramo de escaleras o una
colina. Camina a 6.4 km/h. Corre una distancia
corta. Hace trabajos pesados en casa, como mover
muebles. Participa en actividades moderadas re-
creativas: jugar golf o tenis, bailar.
S Más de 10 METS: participa en deportes: natación,
fútbol, baloncesto.
S 20 o más METS: deportista de alto rendimiento.
La ACC/AHA menciona que los pacientes con capaci-
dad para realizar 4 o más METS tienen una adecuada
capacidad funcional. Sin embargo, a los pacientes que
son capaces de realizar menos de 4 METS se les debe
realizar una prueba cardiaca no invasiva.
Finalmente se debe estimar el riesgo cardiaco de un
paciente programado para cirugía no cardiaca. Lee y
col. elaboraron el índice de riesgo cardiaco revisado
(RCIR), un sistema moderno y simple usado como pre-
dictordecomplicacionescardiovascularesencirugíano
cardiaca. Consta de seis predictores independientes que
al sumarlos incluyen a los pacientes de bajo, intermedio
o alto riesgos (cuadro 1–4).
Se recomienda la realización de un ECG en pacientes
con enfermedad cardiovascular conocida o con presen-
ciadefactoresderiesgo.Enlospacientesconriesgoalto
una prueba no invasiva puede ser de utilidad para dife-
renciar pacientes en quienes el riesgo perioperatorio pue-
de ser aceptable de los que permanecerán con alto riesgo,
incluso con la administración de betabloqueadores.
Evaluación pulmonar
Las complicaciones pulmonares tienen una prevalencia
similar a la de las complicaciones cardiovasculares, por
lo que es importante valorar la presencia de patología
pulmonar y el estado en el que se encuentra. En los pa-
cientes con patología pulmonar existente es importante
valorar la severidad, el tiempo de evolución, el manejo
actual y la efectividad del control de la misma.
Se debe interrogar sobre la presencia de dificultad
para respirar, tos, producción de esputo y tabaquismo,
ya que se puede descubrir la presencia de una patología
no diagnosticada.
Las complicaciones pulmonares que se pueden pre-
sentar incluyen atelectasias, neumonía, insuficiencia
respiratoria, exacerbación de una enfermedad pulmo-
nar crónica y broncoespasmo. Una clasificación del pa-
ciente ASA II o mayor, la insuficiencia cardiaca conges-
tiva, la dependencia funcional y la enfermedad pulmonar
obstructiva crónica son fuertes factores de riesgo aso-
ciados al paciente para el desarrollo de complicaciones
pulmonares en el transoperatorio. Los factores de riesgo
asociados al procedimiento quirúrgico son más impor-
tantes que los relacionados con el paciente para predecir
complicacionespulmonarestransoperatorias;entrees-
Cuadro 1–4. Índice de riesgo cardiaco revisado
Enfermedad isquémica. Tener uno de los siguientes factores: historia de infarto del miocardio, historia de prueba de estrés
positiva, dolor en el pecho que pueda ser de origen isquémico, tratamiento con nitratos, ECG con onda Q patológica
Insuficiencia cardiaca congestiva. Tener uno de los siguientes factores: historia de insuficiencia cardiaca congestiva, edema
pulmonar, disnea paroxística nocturna, S3 de galope, radiografía de tórax con redistribución vascular pulmonar
Enfermedad vascular cerebral
Diabetes mellitus tratada con insulina
Creatinina sérica > 2.0 mg/dL
Cirugía de alto riesgo
Clasificación RCIR Tasa de acontecimiento
Bajo riesgo 0.4 (0.05 a 1.5)
0 factores de riesgo 0.9 (0.3 a 2.1)
1 factor de riesgo
Riesgo intermedio 6.6 (3.9 a 10.3)
2 factores de riesgo
Riesgo alto 11 (5.8 a 18.4)
3 o más factores de riesgo
8 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia
tos factores se incluyen el sitio quirúrgico, la duración
del procedimiento mayor de tres horas y la anestesia ge-
neral en cirugía de emergencia. Entre los factores aso-
ciados con el procedimiento quirúrgico el sitio quirúr-
gico es, por mucho, el factor de riesgo más importante,
siendo la reparación de aneurisma aórtico roto y las
cirugías abdominal y torácica las de mayor riesgo; las
cirugías muy cercanas al diafragma aumentan el riesgo
de complicación, ya que la disfunción diafragmática se-
cundariaaldolordisminuirálacapacidadvitalylacapa-
cidad de reserva funcional.
Generalmente con la exploración física y el interro-
gatorio es suficiente para realizar una valoración com-
pleta pulmonar; sin embargo, cuando el paciente refiere
la aparición de nuevos síntomas o un empeoramiento de
la patología previa se pueden pedir pruebas adicionales
que auxilien en el diagnóstico. Se puede solicitar una
radiografía de tórax, a pesar de mostrar baja utilidad clí-
nica; las radiografías de tórax anormales han demostra-
do ser predictivas en la aparición de complicaciones pul-
monares. El American College of Physicians State
recomienda realizar una radiografía de tórax en todos los
pacientes mayores de 50 años de edad con patología pul-
monar conocida programados para cirugía de abdomen,
de tórax o de aneurisma aórtico abdominal. Las pruebas
de función pulmonar se recomiendan en los pacientes
programados para cirugía con resección pulmonar.
Pruebas preoperatorias de laboratorio
Actualmente existe una tendencia hacia la disminución
de costos hospitalarios durante un internamiento. La
historia clínica del paciente, la exploración física y el
criterio del anestesiólogo están reemplazando la aplica-
ción de protocolos como las bases para la realización de
pruebas de laboratorio. La realización de protocolos
con pruebas generales de laboratorio a todos los pacien-
tes sometidos a un procedimiento quirúrgico resultará
excesiva.
Lo primero que se debe tomar en cuenta cuando se
desean solicitar pruebas de laboratorio es la relevancia
que tendrán las mismas para la realización del plan
Cuadro 1–5. Estratificación del riesgo tromboembólico en los pacientes quirúrgicos
Bajo riesgo Cirugía no complicada en pacientes < de 40 años de edad, con inmovilidad posoperatoria mínima, sin fac-
tores de riesgo
Riesgo mode-
rado
Cualquier cirugía en pacientes entre 40 y 60 años de edad. Cirugía mayor en pacientes > 40 años sin facto-
res de riesgo. Cirugía menor en pacientes con uno o más factores de riesgo
Riesgo alto Cirugía en pacientes mayores de 60 años de edad. Cirugía mayor en pacientes entre 40 y 60 años de edad
con uno o más factores de riesgo
Riesgo muy
alto
Cirugía mayor en pacientes > 40 años de edad con tromboembolismo venoso previo, cáncer, estado de
hipercoagulabilidad, cirugía ortopédica mayor, neurocirugía, trauma múltiple y daño espinal
Factor de riesgo
(1 punto) Factor de riesgo
(2 puntos) Factor de riesgo
(3 Punto)
Edad de 41 a 60 años Edad de 61 a 70 años Edad > de 70 años
Permanencia en cama o inmovilización
por más de 12 h
Cirugía mayor Trombofilia
Tratamiento con estrógenos Malignidad Historia personal previa de embolia pul-
monar
Historia familiar de trombosis venosa
profunda o embolia pulmonar
Trauma múltiple
Anestesia general por más de dos horas Historia previa de trombosis venosa pro-
funda idiopática
Síndromes con hiperviscosidad Daño de columna vertebral con parálisis
Enfermedad intestinal inflamatoria
Cirugía laparoscópica
Varices, úlceras en las piernas, estasis
venosa
Infarto del miocardio, insuficiencia car-
diaca
Obesidad con IMC > 30
Embarazo o < 1 mes de posparto
Historia de trombosis venosa profunda
Riesgo bajo = 0, riesgo moderado = 1 a 2, riesgo alto = 3 a 4, riesgo muy alto w 4.
9Valoración preanestésica
EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E
anestésico y sobre los resultados posteriores al procedi-
miento, tomando siempre en cuenta el estado actual del
paciente. Posteriormente se debe evaluar la prevalencia
de patología con base en la edad, el sexo, el lugar de ori-
gen y los factores de riesgo, incluso cuando el paciente
se encuentre asintomático y sin diagnóstico de patolo-
gía existente; solicitar una prueba de laboratorio en un
paciente con baja prevalencia y sin síntomas sería de
poca utilidad y representaría un costo innecesario. Lo
siguiente que se debe hacer es considerar la especifici-
dad y la sensibilidad de cada prueba de laboratorio que
se desee solicitar; la baja sensibilidad de las pruebas
puede brindar resultados falsos negativos y las pruebas
con baja especificidad falsos positivos que pondrán en
riesgo el éxito del procedimiento quirúrgico y anestési-
coasícomoelincrementodelriesgodecomplicaciones.
Con base en lo anterior se puede decir que actual-
mente no se deben solicitar pruebas de laboratorio de
manera rutinaria si el paciente se encuentra en óptimas
condiciones médicas para realizar su vida cotidiana y el
procedimiento es de mínima invasión. Se deben solici-
tar en las siguientes condiciones:
1. Cuandoseesperalaconfirmacióndeunasospecha
con base en los hallazgos encontrados en la histo-
ria clínica y en el examen físico.
2. Cuando el cirujano o algún otro especialista invo-
lucrado en el caso necesita los valores basales en
anticipaciónacambiosimportantessecundariosal
procedimiento quirúrgico o la intervención médi-
ca a realizar.
3. Cuando el paciente sea parte de una población de
alto riesgo para la presentación de una condición
relevante incluso si el paciente no presenta síntomas.
La indicación básica para la realización de una prueba
se basa en la edad.
Un paciente sano menor de 45 años de edad progra-
mado para una cirugía menor no requiere pruebas de la-
boratorio. Esto puede ser modificado por los factores de
riesgo, incluso en ausencia de enfermedad.
Electrocardiograma
S Paciente masculino mayor de 45 años de edad.
S Paciente femenino mayor de 55 años de edad.
S Antecedente de enfermedad cardiovascular.
S Pacientes con enfermedad respiratoria o alguna
otra que pueda afectar la función cardiovascular,
que están programados para cirugía mayor.
S En los pacientes estables sin síntomas actuales o
exacerbación de patología conocida es adecuado
realizar un ECG entre 6 y 12 meses antes del pro-
cedimiento quirúrgico.
Los pacientes con enfermedad cardiovascular, diabetes
mellitus, patología paratifoidea o tiroides inestable y
drogadicción requerirán un ECG previo no mayor de 30
días del procedimiento quirúrgico.
Radiografía de tórax
S No se indica de manera rutinaria y no se basa en
la edad ni en una condición pulmonar preexistente.
S Se solicita cuando el procedimiento quirúrgico lo
amerite o cuando haya cambios clínicos claros.
S Se solicita cuando se requiere confirmar la presen-
cia o la ausencia de una patología pulmonar espe-
cífica.
Biometría hemática y tiempos
de coagulación
S Solicitar cuando existe enfermedad hematológica
conocida o sospechada.
S Solicitar si existe el antecedente de consumo de
fármacos que puedan afectar la función.
S Solicitar si en el procedimiento quirúrgico progra-
mado se espera una importante pérdida de sangre.
S Un estudio de 90 días de antigüedad es suficiente;
sin embargo, se debe valorar el estado actual del
paciente y tomar en cuenta que ante la presencia
de patología inestable que afecte directamente el
sistemahematológicolospacientesentratamiento
con fármacos que afecten la función de algún
componente sanguíneo o en tratamiento con anti-
coagulantes requerirán por lo menos una prueba
con una antigüedad máxima de 30 días previos al
procedimiento quirúrgico.
En los pacientes mayores de 70 años de edad se deben
solicitar electrólitos séricos, urea, creatinina y glucosa.
Las pruebas de electrólitos séricos y de función hepá-
tica y renal se deben solicitar con base en la presencia
o sospecha de enfermedades específicas, medicación al
momento de la valoración o daño quirúrgico anticipado.
Plan y optimización
Con base en la información recopilada a través del inter-
rogatorio, la exploración física y las pruebas de labora-
torio adicionales, el objetivo en esta etapa consiste en
proponerle al paciente la mejor técnica anestésica, que
10 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia
disminuya el riesgo de complicaciones, proporcione
condiciones transanestésicas adecuadas para el cirujano
yelpaciente,ycontribuyaaunmenortiempoderecupe-
ración y un mejor manejo del dolor.
Para algunos pacientes la valoración preoperatoria
termina con las indicaciones sobre la dieta, el ayuno y
las condiciones generales en las que debe ingresar a qui-
rófano, como retiro de lentes de contacto, prótesis den-
tarias, esmalte de uñas, etc. Sin embargo, existe otro
grupo de pacientes que se verán beneficiados con la in-
tervención médica para mejorar las condiciones en las
que ingresará al procedimiento quirúrgico.
Generalmente se le indica al paciente que tome su
medicación habitual, incluso el día de la cirugía, con
una pequeña cantidad de agua. Los medicamentos que
no se recomienda continuar incluyen los analgésicos no
esteroideos o los medicamentos que lo contengan, sobre
todo ácido acetilsalicílico, inhibidores de monoamino-
oxidasa y antidepresivos tricíclicos.
La hipertensión se ha asociado con un aumento del
riesgo perioperatorio. Estos pacientes frecuentemente
presentan vasoconstricción sostenida, la cual se asocia
con un aumento de la poscarga e hipovolemia. La pre-
sión arterial debe estar controlada antes del procedi-
miento quirúrgico. Se recomienda suspender los diuré-
ticos la mañana de la cirugía, sobre todo si durante el
procedimiento quirúrgico no se contará con sonda vesi-
cal para evitar sobredistensión vesical, a menos que el
estado actual del paciente no lo permita. Se recomienda
suspender un día antes del procedimiento quirúrgico los
inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina
(IECA) y los bloqueadores de receptores de angioten-
sina, a menos que la continuación de éstos sea de vital
importancia para evitar la hipertensión, dado que estos
pacientes tienen riesgo de presentar hipotensión severa
durante el procedimiento, con poca respuesta a la admi-
nistración de efedrina y fenilefrina.
En los pacientes susceptibles a sufrir hipoglucemia
previa al desayuno se deben suspender los medicamen-
tos hipoglucemiantes el día de la cirugía, incluso la no-
che previa. La metformina se debe suspender 48 h antes
de un procedimiento quirúrgico mayor, dado el riesgo
de exacerbación de acidosis láctica.
Los pacientes con medicación antitrombótica deben
ser sometidos a una evaluación para determinar el ries-
go–beneficio de la suspensión o continuación de la me-
dicación.
Cuandorepresentamayorbeneficio,lasuspensiónde
AspirinaR se debe hacer 10 días antes del procedimien-
to quirúrgico y el resto de los analgésicos antiinflamato-
rios no esteroideos entre 5 y 10 días antes. El consumo
de vitamina E, aceite de pescado y suplementos herbo-
larios se debe suspender cinco días previos al procedi-
miento, ya que éstos tienen propiedades antiplaqueta-
rias y anticoagulantes. La warfarina se debe suspender
entre cuatro y cinco días antes de la cirugía y se sugiere
siempre confirmar la presencia de tiempos de coagula-
ción normales.
Los pacientes en los que no se pueda revertir la anti-
coagulación se recomienda iniciar la administración de
heparina de bajo peso molecular posterior a la suspen-
sión de warfarina, ya que ésta tiene una vida media de
cuatro a seis horas, lo que permite un retorno de la he-
mostasia a la normalidad en un corto tiempo.
En los pacientes que presentan riesgo para isquemia
cardiaca, de acuerdo con las ACC/AHA Guidelines, se
recomienda el uso de betabloqueadores antes del proce-
dimiento quirúrgico en las siguientes circunstancias,
con base en el índice de riesgo cardiaco revisado
(RCRI):
S Pacientes con un índice de riesgo 0: no se reco-
mienda el uso de betabloqueador.
S Pacientes con un índice de riesgo I: no se reco-
mienda el uso profiláctico de un betabloqueador,
a menos que la cirugía sea de alto riesgo y la capa-
cidad funcional sea escasa.
S Pacientes con índice de riesgo II: se recomienda el
uso de betabloqueador.
S Pacientes con índice de riesgo III o más: altamente
recomendado el uso de betabloqueador.
Cuandoseusaunbetabloqueadorelobjetivoconsisteen
mantener una frecuencia cardiaca de 50 a 65 latidos por
minuto.
En los pacientes con enfermedad pulmonar crónica
o antecedente de importante reactividad de la vía aérea
se recomienda el uso de broncodilatadores y esteroides
sistémicos. En los casos con antecedentes de bronquitis
crónica se puede iniciar un esquema de antibiótico pre-
vio al procedimiento. Para disminuir las complicacio-
nes posoperatorias de estos pacientes se recomiendan:
ejercicios de respiraciones profundas, espirometría in-
centiva y respiración con presión positiva intermitente.
A los pacientes con tabaquismo positivo se les reco-
mienda la suspensión del mismo antes del procedimien-
to quirúrgico; la eliminación de monóxido de carbono
y nicotina ocurre después de 12 a 24 h posteriores a la
suspensión; por lo que la suspensión del tabaquismo 24
h previas logrará una mejoría en la oxigenación tisular.
La suspensión del tabaquismo una o dos semanas antes
disminuirá el riesgo de complicaciones de manera im-
portante, ya que mejorará el movimiento ciliar y dismi-
nuirá la producción de secreciones.
11Valoración preanestésica
EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E
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12 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia
EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E
Capítulo 2
Fisiología respiratoria
Jaime Pablo Ortega García, Julia Anna Mikolajczuk Jastrzebska
ANATOMÍA FUNCIONAL
DEL TRACTO RESPIRATORIO
La respiración normalmente es posible a través de la na-
riz o la boca. La respiración nasal tiene dos mayores
ventajas sobre la oral: filtración de partículas por medio
de las vibrisas nasales y la humidificación del gas inspi-
rado; sin embargo, la nariz ofrece más resistencia al flu-
jo de aire.
Para su estudio anatómico, el tracto respiratorio se
divide en generaciones, que se van ramificando en es-
tructuras cada vez más pequeñas; éstas van desde la trá-
quea hasta la unidad respiratoria funcional.
Tráquea (generación 0)
Tiene un diámetro promedio de 1.8 cm y una longitud
de 11 cm. Se encuentra formada por cartílagos en forma
de “U”, los cuales están unidos posteriormente por ban-
das de músculo liso.
Bronquios principales, lobares y
segmentales (generación 1 a 4)
Latráqueasebifurcaasimétricamente,aniveldelacari-
na, y se divide en bronquio derecho y bronquio izquier-
do. Los bronquios principales, lobares y segmentales
poseen paredes de cartílago firme. Estos bronquios son
sometidos al efecto completo de los cambios en la pre-
sión intratorácica y tienden a colapsarse cuando ésta
excede la presión intraluminal de 50 cmH2O.
Bronquios pequeños (generación 5 a 11)
Se extienden a través de siete generaciones con sus diá-
metros disminuyendo progresivamente de 3.5 a 1 mm. A
nivel de los bronquios más pequeños se encuentran las
ramas de la arteria pulmonar y los vasos linfáticos, los
cuales se ven afectados en presencia de edema pulmonar.
Bronquiolos (generación 12 a 14)
A nivel de la generación 11, donde el diámetro es apro-
ximadamente de 1 mm, ocurre un cambio importante,
ya que el cartílago desaparece de las paredes. A este ni-
vel los pasajes de aire están directamente integrados en
el parénquima pulmonar. Por lo tanto, el calibre de las
vías aéreas después de la generación 11 está influido
principalmente por el volumen pulmonar. En las gene-
raciones subsecuentes el número de bronquiolos au-
mentaconmayorrapidezdeloquedisminuyeelcalibre.
El área de superficie transversal aumenta alrededor de
100 veces, en comparación con la de los bronquios. En
los bronquiolos terminales los pasajes de aire obtienen
su nutrición de la circulación bronquial y son influidos
por los niveles de gas sistémico.
Bronquiolos respiratorios
(generación 15 a 18)
En este punto existe una transición gradual de la con-
ducción al intercambio gaseoso. En las cuatro genera-
13
14 (Capítulo 2)El ABC de la anestesia
ciones de bronquiolos respiratorios hay un aumento
gradual en el número de alveolos en sus paredes. Éstos
estánintegradosenelparénquimapulmonar;sinembar-
go, tienen una pared muscular bien definida.
Ductos alveolares (generación 19 a 22)
Surgen de los bronquiolos respiratorios terminales, de
los cuales difieren porque en sus paredes sólo presentan
un muro alveolar (cerca de 20). Los septos alveolares
consisten en una serie de anillos que forman las paredes
de los ductos alveolares y contienen fibras de músculo
liso.
Sacos alveolares (generación 23)
Es la última generación de los pasajes de aire. Se estima
que alrededor de 17 alveolos surgen de cada saco alveo-
lar y corresponden a cerca de la mitad del total de nú-
mero de alveolos.
Acino pulmonar (lóbulo primario,
unidad respiratoria terminal)
Usualmente es definida como la zona suministrada por
bronquiolos respiratorios, ductos alveolares y sacos al-
veolares distales. Un acino pulmonar es considerado la
parte funcional del aparato respiratorio, ya que el movi-
miento del aire en esta área se lleva a cabo por medio de
difusión.
Epitelio respiratorio
Desde la cavidad nasal hasta los bronquiolos, el tracto
respiratorio se encuentra rodeado de un epitelio seudo-
estratificado columnar ciliado, que es productor de cé-
lulas mucosas. En los bronquiolos, el epitelio comienza
a hacerse cuboide. Además de las células productoras
de moco, que fungen como protectoras de la vía aérea,
también se encuentran las células basales, las cebadas,
las claras y las APUD (amine precursor uptake descar-
boxilase) (figuras 2–1 y 2–2).
Las primeras 16 generaciones corresponden a las
vías aéreas de conducción y las últimas siete a las zonas
de transición y respiratoria.
Las funciones del epitelio respiratorio en general
son: humidificación del aire, limpieza de partículas no-
civas y defensa contra infecciones.
Músculo
liso
Bronquiolo
terminal
Bonquiolo respiratorio
primera generación
lobar
Sacos
alveolares
Ductos
alveolares
Segunda
generación
Tercera
generación
Figura 2–1. Porciones de intercambio gaseoso pulmonar.
Septum
Los objetivos de la respiración son proveer oxígeno
a los tejidos y remover el dióxido de carbono de los mis-
mos. Para lograr estos objetivos la respiración se divide
en cuatro funciones:
1. Ventilación pulmonar.
Tráquea
Bronquios
Bronquiolos
Bronquiolos
terminales
Bronquiolos
respiratorios
Conductos
alveolares
Sacos
alveolares
ZonadeconducciónZonasdetransición
yrespiración
Z
0
1
2
3
4
5
16
17
18
19
20
21
22
23
Figura 2–2. Representación ideal de las vías aéreas según
Weibel.
15Fisiología respiratoria
EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E
2. Difusión de oxígeno y dióxido de carbono entre el
alveolo y la sangre.
3. Transporte de oxígeno y dióxido de carbono en la
sangre y en los fluidos corporales.
4. Regulación de la ventilación.
MECÁNICA VENTILATORIA
La respiración consiste en cambios rítmicos en el volu-
men pulmonar a través de neuronas respiratorias medu-
lares. Los músculos de la faringe y la laringe controlan
la resistencia de la vía aérea superior. El diafragma, la
parrilla costal y los músculos del cuello participan en la
inspiración; finalmente, los músculos de las paredes ab-
dominal y torácica son usados cuando se requiere la es-
piración.
La presión en la faringe durante la inspiración a tra-
vés de la nariz debe caer por debajo de niveles atmosfé-
ricos, a una cantidad igual al producto del flujo de gas
inspiratorio y la resistencia a éste alcanzada por la nariz.
Durante una respiración tranquila el movimiento de
las cuerdas vocales es utilizado para el control de la
resistencia de la vía aérea. En la inspiración, la actividad
fásica de los músculos cricotiroaritenoideos posterio-
res, que actúan rotando los cartílagos aritenoides, abdu-
cen las cuerdas vocales para minimizar la resistencia.
Un mayor efecto ocurre en la espiración, cuando la acti-
vidad fásica eléctrica de los músculos tiroaritenoideos
indica la aducción de las cuerdas vocales y, por lo tanto,
hay un aumento en la resistencia. Esto ayuda a prevenir
el colapso de las vías aéreas inferiores.
Músculos respiratorios
de la cavidad torácica
El diafragma es un músculo membranoso que separa la
cavidad abdominal de la torácica, con un área total de
cerca de 900 cm2. Es el músculo más importante de la
inspiración, con inervación motora de los nervios fréni-
cos (C3, C4 y C5).
Los pulmones se expanden y contraen básicamente
de dos maneras, una es por movimientos hacia arriba y
abajo del diafragma, alargando o acortando la cavidad
torácica, y la otra es por medio de la elevación o depre-
sión de las costillas, las cuales aumentan o disminuyen
el diámetro anteroposterior de la cavidad torácica.
La respiración normal se lleva a cabo casi por com-
pleto a través del primer método. Durante la inspiración,
la contracción del diafragma empuja las superficies infe-
riores de los pulmones hacia abajo; posteriormente, du-
rante la espiración, el diafragma se relaja y las fuerzas
elásticas de los pulmones, la pared torácica y las estruc-
turas abdominales comprimen los pulmones y expulsan
el aire. En condiciones de espiración forzada las fuerzas
elásticas no son suficientes para lograr una espiración
completa; los músculos abdominales desempeñan aquí
un papel importante, debido a que desplazan el conteni-
do abdominal hacia los pulmones.
El segundo método para expandir los pulmones se lo-
gra por medio de la elevación de las costillas; cuando
esto sucede, la proyección de las costillas permite que
el esternón se mueva hacia adelante, haciendo que el
diámetro anteroposterior aumente aproximadamente 20%
en la inspiración. Debido a esto, todos los músculos que
elevan la caja torácica se clasifican como músculos de
la inspiración y todos los que la deprimen se clasifican
como músculos de la espiración.
Los músculos que elevan la caja torácica son princi-
palmente los intercostales externos y los que fungen
como secundarios son el esternocleidomastoideo —el
cual eleva el esternón—, el serrato anterior y el escaleno
—que elevan las primeras dos costillas.
Los músculos que desplazan la caja torácica durante
la espiración son principalmente los rectos abdominales
y los intercostales internos (figura 2–3).
El pulmón es una estructura elástica que tiende a co-
lapsarseyaexpulsarelaireatravésdelatráqueacuando
no existe fuerza para mantenerlo inflado. El pulmón se
encuentra suspendido en la caja torácica y se encuentra
rodeado de una delgada capa, el líquido pleural, que sir-
ve para lubricar sus movimientos dentro de la caja torá-
cica. Existe una fuerza de succión continua por parte de
los vasos linfáticos, la cual mantiene una presión nega-
tiva entre la superficie visceral de la pleura pulmonar y
la superficie parietal de la cavidad torácica.
Presión pleural
Es la presión del espacio entre la pleura pulmonar y la
cavidad torácica. La presión pleural normal es de apro-
ximadamente –5 cmH2O.
Durante la inspiración normal la expansión de la caja
torácica crea una presión de hasta –7.5 cmH2O.
Presión alveolar
Presión de aire dentro del alveolo pulmonar. Durante la
inspiración normal la presión alveolar disminuye a
16 (Capítulo 2)El ABC de la anestesia
Músculos intercostales internos
Músculos intercostales externos
Diafragma
Músculos abdominales
Músculos accesorios
Figura 2–3. Acción del mayor grupo de músculos de la respiración (intercostales, abdominales, diafragma y accesorios).
aproximadamente –1 cmH2O, lo cual es suficiente para
introducir 0.5 L de aire en los pulmones en los dos se-
gundos requeridos para una inspiración normal. En la
espiración sucede lo contrario, ya que la presión alveo-
lar alcanza un valor de +1 cmH2O.
Presión transpulmonar
Diferencia entre la presión alveolar y la presión pleural.
Es una medida de las fuerzas elásticas en los pulmones
que tienden a colapsarlos en cada fase de la respiración
(figura 2–4).
Distensibilidad pulmonar
Para que el aire pueda entrar en los pulmones es necesa-
rio que se desarrolle un gradiente de presión para vencer
las fuerzas elásticas de éstos y de la caja torácica para
su expansión. La relación entre este gradiente de pre-
sión (DP) y el aumento del volumen resultante de los
pulmones y el tórax es independiente del tiempo y se co-
noce como distensibilidad total (CT), la cual está rela-
cionada con la distensibilidad de los pulmones (CL),
dada principalmente por la colágena y la elastina, y la
caja torácica (CCW).
La distensibilidad total de los pulmones en un adulto
sano es de aproximadamente 200 mililitros de aire por
centímetro de agua de presión transpulmonar.
Durante una inspiración de presión negativa o posi-
tiva de suficiente duración el gradiente de presión trans-
pulmonar primero aumenta a un volumen pico y poste-
riormente disminuye a un valor meseta. El valor de la
presión pico transtorácico se debe a la presión requerida
para vencer la resistencia elástica y de la vía aérea; pos-
teriormente ésta disminuye a un valor meseta, debido a
0.50
0.25
0
–2
0
–2
–4
–6
–8
Volumen pulmonar
Presión alveolar
Presión transpulmonar
Presión pleural
Inspiración Espiración
Cambiosdevolumen(Litros)Presión(cmH2O)
Figura 2–4. Cambios en el volumen pulmonar, la presión al-
veolar, la presión pleural y la presión transpulmonar durante
la respiración normal.
17Fisiología respiratoria
EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E
que, con el tiempo, el gas se distribuye hacia alveolos
más distensibles. Por lo tanto, se requiere menor presión
para contener la misma cantidad de gas, lo que explica
la disminución de la presión. De aquí se derivan los
tipos de distensibilidad.
La distensibilidad dinámica es el cambio de volumen
dividido entre la presión pico inspiratoria transtorácica.
La distensibilidad estática es el cambio de volumen
dividido por la presión meseta inspiratoria transtorá-
cica.
Los alveolos están delimitados por una capa de líqui-
do en forma de una superficie curvada (esférica o cilín-
drica), la cual crea una tensión de superficie que man-
tiene a las moléculas de agua más unidas. Cuanto mayor es
la disminución del tamaño alveolar, más aumentarán el
grado de curvatura y la tensión de superficie de retracción.
La ley de Laplace se escribe así:
P = 2 x T/R
P: representa la presión de distensión dentro del
alveolo (dinas por cm2).
T: es la tensión superficial del líquido alveolar (dinas
por cm).
R: es el radio del alveolo (cm).
La tensión superficial del líquido que delimita al alveo-
lo es variable y disminuye si su área de superficie se re-
duce. La tensión de superficie puede alcanzar niveles
por debajo de los límites normales de líquidos corpora-
les, como el agua y el plasma. Cuando un alveolo dismi-
nuye de tamaño la tensión de superficie decae a tal
gradoquereduceelradioyelgradientedepresióntrans-
mural. Esto explica por qué los pequeños alveolos no
vierten su contenido a los alveolos de mayor tamaño y
por qué sus fuerzas elásticas son menores que las de los
alveolos mayores.
La sustancia responsable de la reducción y la variabi-
lidad de la tensión de superficie alveolar es secretada
por las células intraalveolares, llamadas neumocitos
tipo II. Es una lipoproteína, llamada surfactante, que
flota en una pared de 50Å en la superficie de los alveo-
los. Cuando el área se reduce y la concentración de sur-
factante en la superficie aumenta, la presión de reduc-
ción de superficie aumenta y contrarresta los efectos de
tensión de superficie del fluido que delimita al alveolo.
Trabajo respiratorio
Durante la respiración tranquila normal toda la contrac-
ción muscular ocurre durante la inspiración, mientas
quelaespiraciónesmayormenteunprocesopasivocau-
sado por las fuerzas elásticas de los pulmones y la caja
torácica, almacenando esta energía potencial en los teji-
dos, la cual permite que el trabajo de la espiración sea
transferido a los músculos inspiratorios.
El trabajo realizado por los músculos respiratorios es
muy pequeño en los sujetos sanos. En estas circunstan-
cias el consumo de oxígeno de los músculos respirato-
rios es de aproximadamente 3 mL/min, o menos de 2%
de la tasa metabólica. La eficiencia de los músculos res-
piratorios es de alrededor de 10%. Ésta se puede reducir
en múltiples condiciones de base, como enfermedades
respiratorias, deformidades, embarazo y reducción del
volumen minuto. Cuando se requiere una máxima ven-
tilación la eficiencia cae a niveles tan bajos que el oxí-
geno adicional necesario será completamente consu-
mido por los músculos respiratorios.
El trabajo respiratorio se puede dividir de acuerdo
con las fuerzas que tiene que vencer:
S El trabajo requerido para expandir los pulmones
en contra de sus propias fuerzas elásticas y las de
la caja torácica, llamado trabajo elástico o de dis-
tensibilidad. El producto de éste tiene como uni-
dad de trabajo o energía a los Joules (J), y repre-
senta la energía potencial disponible para la
espiración.
S El trabajo requerido para vencer la viscosidad del
pulmón y las estructuras torácicas, llamado tra-
bajo de resistencia del tejido.
S El trabajo requerido para vencer la resistencia de
la vía aérea y el movimiento del aire hacia los pul-
mones.
El valor normal de trabajo respiratorio es de 0.3 a 0.65
J/L (figura 2–5).
Medición de la ventilación
La forma de analizar la ventilación pulmonar se logra
por medio de registros de movimiento de volúmenes de
aire dentro y fuera de los pulmones a través de la espiro-
metría.
Un espirómetro consiste en un tambor invertido so-
bre una cámara de agua, con el tambor contrarrestado
porunpeso.Eneltamborexisteungasdelarespiración,
usualmente oxígeno, y un tubo que conecta la boca con
la cámara de gas. El tambor se levanta y cae, y se realiza
un registro apropiado sobre una hoja de papel.
Para facilitar la descripción de la ventilación pulmo-
narelaireenlospulmonessehasubdivididoenvolúme-
18 (Capítulo 2)El ABC de la anestesia
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Trabajo realizado
por el pulmón con
cada respiración
Trabajo total
Trabajo elástico
Trabajo de fricción
Volumen
residual
Capacidad residual
funcional
Capacidad pulmonar
total
Volumen pulmonar
Figura 2–5. Trabajo respiratorio. El trabajo combinado del pulmón y la pared torácica en expansión (elástico) y la resistencia al
flujo aéreo (fricción) normalmente es el más bajo al alcanzar la capacidad funcional residual.
nes y capacidades, los cuales son el promedio de una
persona joven adulta.
Los cuatro volúmenes pulmonares, sumados, igua-
lan el máximo volumen al cual los pulmones pueden ex-
pandirse e incluyen:
1. Volumen corriente: volumen de aire inspirado o
espirado en cada respiración normal; aproximada-
mente de 500 mL.
2. Volumen inspiratorio de reserva: volumen extra
de aire que puede ser inspirado por encima del vo-
lumen corriente, en una inspiración forzada; apro-
ximadamente de 3 000 mL.
3. Volumen espiratorio de reserva: volumen máximo
de aire que se puede expulsar por medio de una es-
piración forzada después de una espiración nor-
mal; aproximadamente de 1 100 mL.
4. Volumen residual: volumen de aire restante en los
pulmones después de una espiración forzada;
aproximadamente de 1 200 mL.
Capacidades pulmonares
La combinación de dos o más volúmenes dan por resul-
tado las capacidades pulmonares:
1. Capacidad inspiratoria: volumen corriente más el
volumen de reserva inspiratorio. Es la cantidad de
aire que una persona puede inspirar, iniciando en
la espiración normal y distendiendo los pulmones
a su máxima capacidad; es de aproximadamente
3 500 mL.
2. Capacidad funcional residual: volumen de reserva
espiratorio más el volumen residual. Es la canti-
dad de aire restante en los pulmones al final de una
espiración normal; es de aproximadamente 2 300
mL.
3. Capacidad vital: volumen de reserva inspiratorio
más el volumen corriente más el volumen de re-
serva espiratorio. Es la cantidad máxima de aire
que una persona puede expulsar de los pulmones
después de insuflar al máximo los pulmones y es-
pirando a su capacidad máxima; es de aproxima-
damente 4 600 mL.
4. Capacidad pulmonar total: capacidad vital más
volumen residual. Es el volumen máximo al cual
los pulmones pueden ser expandidos con el es–
fuerzo máximo; es de aproximadamente 5 800
mL.
Todos los volúmenes y capacidades pulmonares son en-
tre 20 y 25% menores en las mujeres que en los hom-
bres, y son mayores en las personas atléticas.
La respiración minuto es la cantidad total de aire nue-
vo que entra en las vías aéreas cada minuto; esto es igual
al volumen corriente por la tasa respiratoria por minuto.
El volumen corriente normal es de alrededor de 500 mL
y la tasa respiratoria normal es de 12. Por lo tanto, el vo-
lumen minuto es de aproximadamente 6 L/min (figura
2–6).
19Fisiología respiratoria
EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E
6 000
5 000
4 000
3 000
2 000
1 000
Inspiración
Volumen
pulmonar
(mL)
Volumen
inspiratorio
de reserva
Volumen
corriente
Capacidad
inspiratoria
Capacidad
vital
Capacidad
pulmonar total
Capacidad
funcional residual
Volumen de reserva
espiratorio
Volumen
residual
Espiración
Tiempo
Figura 2–6. Diagrama que muestra los volúmenes y capacidades pulmonares durante la respiración normal y durante la inspira-
ción y la espiración máximas.
INTERCAMBIO GASEOSO
Bases fisiológicas
La difusión de un gas es el proceso mediante el cual la
transferencia neta de moléculas ocurre desde una zona
de alta presión hasta una zona de menor presión.
La presión es causada por múltiples impactos de mo-
léculas en movimiento en contra de una superficie. Por
lo tanto, la presión de un gas actuando sobre la superfi-
cie de las vías aéreas y los alveolos es proporcional a la
sumatoria de la fuerza del impacto de las moléculas de
ese gas. La presión es directamente proporcional a la
concentración de las moléculas de gas.
La tasa de difusión de cada gas es directamente pro-
porcional a la presión causada por el gas por sí solo.
Las moléculas pequeñas se difunden más fácilmente
que las moléculas grandes, de acuerdo con la ley de Gra-
ham, en la que se menciona que la tasa de difusión del
gas es inversamente proporcional a la raíz cuadrada de
su densidad. Además, los gases se difunden con mayor
facilidad a temperaturas más altas.
La resistencia en la difusión está directamente rela-
cionada con la longitud y es inversamente proporcional
al área disponible.
Ademásdeladiferenciadepresión,existenotrosfac-
tores que afectan la difusión del gas en un fluido:
S La solubilidad del gas en el fluido.
S El área transversal del fluido.
S La distancia que el gas tiene que recorrer para
difundirse.
S El peso molecular del gas.
S La temperatura del fluido (en el cuerpo humano
este factor se mantiene relativamente constante y
usualmente no se considera).
Factores de la ventilación que
intervienen en el intercambio gaseoso
El oxígeno es absorbido continuamente del alveolo ha-
cia la sangre y el nuevo oxígeno es continuamente respi-
rado de la sangre hacia al alveolo. Cuanto más rápido se
absorba el oxígeno, menor será la concentración de éste
en el alveolo. La concentración de oxígeno en el alveolo
y su presión parcial son controlados por:
1. La tasa de absorción de oxígeno en la sangre.
2. La tasa de entrada de nuevo oxígeno en los pulmo-
nes a través del proceso ventilatorio.
El dióxido de carbono se forma continuamente en el
cuerpo y posteriormente se transporta hacia el alveolo,
en el cual se remueve continuamente por la ventilación.
Una unidad respiratoria se compone de un bronquio-
lorespiratorio,losductosalveolares,elatrioylosalveo-
los. Existen alrededor de 300 millones de alveolos en
20 (Capítulo 2)El ABC de la anestesia
los dos pulmones; cada alveolo tiene un diámetro pro-
medio de 0.2 mm. Las paredes alveolares son extrema-
damente delgadas; entre los alveolos existe una sólida
red de capilares interconectados.
Los gases alveolares están íntimamente relacionados
con la sangre de los capilares pulmonares. El intercam-
bio gaseoso del aire alveolar y la sangre pulmonar ocu-
rre en las membranas de las porciones terminales de los
pulmones y no solamente en los alveolos. Todas estas
membranas en conjunto se denominan “membrana res-
piratoria”, también llamada membrana pulmonar.
Las capas de esta membrana respiratoria son las si-
guientes:
1. Capa que delimita al alveolo y que contiene sur-
factante que reduce la tensión superficial del líqui-
do alveolar.
2. Epitelio alveolar compuesto de una delgada capa
de células epiteliales.
3. Membrana basal epitelial.
4. Espacio intersticial entre el epitelio alveolar y la
membrana capilar.
5. Membrana capilar que se fusiona con la membra-
na alveolar epitelial.
6. Membrana capilar endotelial.
A pesar del número de capas, el grosor de la membrana
respiratoria en algunas áreas llega a ser de 0.2 micróme-
tros, pero el promedio es de 0.6 micrómetros. Mediante
estudios histológicos se ha estimado que el total de la
membrana respiratoria en humanos adultos es de apro-
ximadamente 70 m2.
El diámetro promedio de los capilares pulmonares es
de aproximadamente 5 mm, lo que significa que los eri-
trocitos tienen que ajustarse para atravesarlos, tocando
la pared capilar, por lo que el oxígeno y el dióxido de
carbono no necesitan pasar a través de grandes cantida-
des de plasma mientras difunden entre el alveolo y el
eritrocito. Esto también incrementa la rapidez de la di-
fusión.
Los factores que determinan la rapidez del paso de un
gas a través de la membrana incluyen:
1. Grosor de la membrana.
2. Área de superficie de membrana.
3. Coeficiente de difusión del gas en la sustancia de
la membrana.
4. Diferencia de presión parcial de gas entre ambos
lados de la membrana.
El grosor de la membrana aumenta en ocasiones, por
ejemplo, en edema del espacio intersticial de la mem-
brana y el alveolo, por lo que los gases no pueden atra-
vesar con facilidad. Existen enfermedades que causan
fibrosis pulmonar y pueden aumentar el grosor de cier-
tas partes de la membrana respiratoria. Debido a que la
tasa de difusión de la membrana es inversamente pro-
porcional a su grosor, cualquier factor que aumente éste
de dos a tres veces de lo normal puede interferir signifi-
cativamente con el intercambio de gases normal.
El área de superficie de la membrana respiratoria
puede disminuir en varias condiciones, por ejemplo, en
la resección pulmonar. En el enfisema muchos alveolos
se colapsan, con la subsecuente disolución de la pared
alveolar. Por lo tanto, las nuevas cámaras alveolares son
mucho más amplias que las originales, pero la superfi-
cie total de membrana respiratoria disminuye aproxi-
madamente cinco veces, debido a la pérdida de dichas
paredes alveolares. Cuando el total del área de superfi-
cie disminuye una tercera parte de lo normal, el inter-
cambio de gases a través de la membrana se encuentra
alterado de forma significativa.
El coeficiente de difusión de cada gas para atravesar
la membrana respiratoria depende de la solubilidad de
éste en la membrana y es inversamente proporcional a
su peso molecular. El dióxido de carbono se difunde
aproximadamente 20 veces más rápido que el oxígeno
y éste dos veces más rápido que el nitrógeno.
La diferencia de presión a través de la membrana res-
piratoria es la diferencia entre la presión parcial del gas
en el alveolo y la presión parcial del gas en el capilar
pulmonar. La presión parcial representa una medida del
total de moléculas de un gas en particular chocando con
una unidad de superficie alveolar. La presión del gas en
la sangre representa el número de moléculas que inten-
tan escapar de la sangre en dirección opuesta. Por lo tan-
to, la diferencia entre estas dos presiones es una medida
de la tendencia neta de las moléculas del gas para mo-
verse a través de la membrana. Cuando la presión par-
cial del gas en el alveolo es mayor que la presión del gas
en la sangre, como la del oxígeno, la difusión neta del
alveolo a la sangre ocurre; cuando la presión del gas en
sangre es mayor que la presión parcial en el alveolo,
como en el caso del dióxido de carbono, ocurre la difu-
sión neta de la sangre al alveolo.
Capacidad de difusión
de la membrana respiratoria
La habilidad de la membrana respiratoria para el inter-
cambio de un gas entre un alveolo y la sangre pulmonar
se expresa en términos de capacidad de difusión de la
membrana respiratoria, la cual se define como el volu-
men de gas que difundirá a través de la membrana cada
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El abc de la anestesia luna, hurtado, romero

  • 1.
  • 2. EL ABC DE LA ANESTESIA
  • 3.
  • 4. El ABC de la anestesia Pastor Luna Ortiz Profesor Titular del Curso Universitario de Anestesiología, Universidad Nacional Autónoma de México. Departamento de Anestesia, The American British Cowdray Medical Center; Miembro Honorario del Colegio Mexicano de Anestesiología. Miembro Honorario de la Sociedad Mexicana de Cardiología. Investigador invitado del Departamento de Farmacología del Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”. Carlos Hurtado Reyes Profesor Asociado del Curso Universitario de Anestesiología, Universidad Nacional Autónoma de México. Director Médico y Jefe del Departamento de Anestesia, The American British Cowdray Medical Center. Jorge Romero Borja Profesor Asociado del Curso Universitario de Anestesiología, Universidad Nacional Autónoma de México. Departamento de Anestesia, The American British Cowdray Medical Center. Editorial Alfil
  • 5. El ABC de la anestesia Todos los derechos reservados por: E 2011 Editorial Alfil, S. A. de C. V. Insurgentes Centro 51–A, Col. San Rafael 06470 México, D. F. Tels. 55 66 96 76 / 57 05 48 45 / 55 46 93 57 e–mail: alfil@editalfil.com www.editalfil.com ISBN 978–607–8045–24–2 Dirección editorial: José Paiz Tejada Editor: Dr. Jorge Aldrete Velasco Revisión editorial: Irene Paiz, Berenice Flores Diseño de portada: Arturo Delgado Dibujos: Alejandro Rentería Impreso por: Solar, Servicios Editoriales, S. A. de C. V. Calle 2 No. 21, Col. San Pedro de los Pinos 03800 México, D. F. Enero de 2011 Esta obra no puede ser reproducida total o parcialmente sin autorización por escrito de los editores. Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas terapéuticos sean correctos y compatibles con los estándares de aceptación general de la fecha de la publicación. Sin embargo, es difícil estar por completo seguros de que toda la informa- ción proporcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias. Se aconseja al lector consultar cuidadosamente el material de instruccio- nes e información incluido en el inserto del empaque de cada agente o fármaco terapéutico antes de administrarlo. Es importante, en especial, cuando se utilizan medicamentos nuevos o de uso poco frecuente. La Editorial no se responsabiliza por cualquier alteración, pérdida o daño que pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta, por el uso y aplicación de cualquier parte del contenido de la presente obra.
  • 6. Colaboradores Dra. Janet Aguirre Sánchez Medicina Interna. Medicina del Enfermo en Estado Crítico. Subjefe del Departamento de Medicina Critica “Dr. Ma- rio Shapiro”, Centro Médico ABC, Campus Observatorio. Capítulo 8 Dr. Edmundo Alvarado Sil Jefe del Departamento de Fisiología Pulmonar e Inhaloterapia, Centro Médico ABC. Capítulo 3 Dr. Rafael Álvarez González Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC. Capítulo 38 Dr. Humberto Álvarez Rosales Médico Anestesiólogo. Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”. Capítulo 19 Dr. Ildefonso Añorve Ramírez Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC. Capítulo 1 Dr. Francisco Javier Anthón Méndez Residente de Anestesiología, Centro Médico ABC. Capítulo 38 Dra. Nora Bernal Ríos Residente de Primer Año de Anestesiología, Hospital ABC. Capítulo 36 Dra. Gabriela Briones Corona Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC. Capítulo 31 Dr. Juan Pablo Camacho Montoya Médico Adscrito, Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC. Capítulos 25, 26, 38 Dra. Roxana Carbó Zabala Departamento de Fisiología, Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”. Capítulo 11 V
  • 7. VI (Colaboradores)El ABC de la anestesia Dra. Gabriela Cardona Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 15 Dra. Alma Cecilia Carral Carrasco Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 19 Dra. Carolina Ibet Cervera Buenfil Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 33 Dr. Gerardo Cobos Salcedo Médico Cirujano, Ingeniero en Informática. Maestro en Ciencias Médicas. Investigador Básico. Capítulo 14 Dra. Verónica Colín Espinosa Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC. Capítulo 32 Dr. Juan Antonio Covarrubias Vela Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulos 12, 24 Dr. Jesús Adán Cruz Villaseñor Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 19 Dra. Fabiola de los Santos Cárdenas Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulos 12, 24 Dr. Leonardo del Valle Mondragón Departamento de Farmacología. Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”. Capítulo 6 Dr. Guillermo Domínguez Cherit Médico Adscrito al Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC. Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. Capítulo 27 Dra. Mónica Isabel Domínguez Cid Médico Adscrito, Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC. Capítulo 38 Dr. Misael Domínguez Ruiz Médico General, egresado de la Facultad de Medicina, UNAM. Capítulo 19 Dra. Berenice Domínguez Zarco Centro Médico ABC, Staff, Oftalmología. Capítulo 30 Dra. María del Socorro Espíritu Muñoz Médico Adscrito al Departamento de Anestesiología. Centro Médico ABC. Capítulos 20, 33 Dra. María Teresa Esquinca Cruz Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 23
  • 8. VIIColaboradores Dr. Pablo Luis Fernández Daza Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 23 Dr. José Luis García Flores Médico Adscrito, Residente de Anestesiología de Tercer Año, Centro Médico ABC. Capítulos 12, 24, 25, 26 Dra. Mariana G. García Hernández Centro Médico ABC, Residente de Tercer Año de Anestesiología. Capítulos 9, 30 Dra. Taryn García Meza Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC. Capítulo 32 Dr. Víctor García Navarrete Anestesiólogo General, Anestesiólogo Pediatra. Egresado del Hospital Infantil de México “Dr. Federico Gómez”. Médico Adscrito al Hospital Ángeles Lomas. Capítulo 19 Dra. Brenda G. González Carmona Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC. Capítulo 39 Dr. Rodrigo Isaac González Varela Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Baja California. Capítulo 16 Dr. Miguel Ángel González Velázquez Médico Adscrito, Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC. Capítulo 38 Dr. Abrahám Gutiérrez Grados Médico Staff del Hospital ABC. Anestesia Cardiovascular, Instituto Nacional de Cardiología. Capítulo 29 Dr. Roberto Guzmán Nuques Anestesiología y Medicina Crítica del Centro Médico ABC. Capítulos 25 y 26 Dra. Marisol Hernández Garay Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 39 Dra. Berenice Carolina Hernández Porras Residente de Tercer Año, Centro Médico ABC. Capítulo 22 Dr. Carlos Hernández Rosas Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 39 Dra. Mariana Isabel Herrera Guerrero Médico Residente de Anestesiología. Centro Médico ABC. Capítulos 20, 27 Dr. Carlos Hurtado Reyes Jefe del Departamento de Anestesiología. Director del Cuerpo Médico. Centro Médico ABC. Capítulo 1
  • 9. VIII (Colaboradores)El ABC de la anestesia Dr. Alejandro V. Jiménez Casillas Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulos 15, 39 Dra. Adriana Jiménez Ramos Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 31 Dr. Andrés Eduardo Loaiza Montoya Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC. Capítulo 32 Dra. Sofía López Residente de Tercer Año, Centro Médico ABC. Capítulo 1 Dr. Pastor Luna Ortiz Profesor Titular del Curso Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México de la subespecialidad de Anestesiología, Hospital ABC. Jefe Honorario del Departamento de Anestesia del Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”. Miembro Honorario de la Sociedad Mexicana de Cardiología. Capítulos 11, 15, 16, 17, 35, 36, 37 Dr. Martín Martínez Rosas Departamento de Fisiología, Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”. Capítulos 11, 16 Dr. Rafael Ignacio Martínez Tejeda y Ramos Médico Staff Centro Médico ABC. Miembro del ASA. Miembro del Colegio y la Federación Mexicana de Aneste- siología. Capítulo 30 Dra. Cecilia U. Mendoza Popoca Anestesióloga del Centro Médico ABC. Capítulo 21 Dra. Estela Melman Szteyn Ex jefa del Departamento de Anestesia y Terapia Respiratoria, Hospital Infantil de México “Dr. Federico Gómez”. Académico Titular de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana de Pediatría. Adscrita al Hospital ABC, Departamento de Anestesia. Capítulo 19 Dr. Álvaro Mesa Pachón† Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC. Capítulo 19 Dra. Julia Anna Mikolajczuk Jastrzebska Residente de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulos 2, 9 Dr. Enrique Monares Zepeda Médico Intensivista Adscrito a la Unidad de Terapia Intensiva del Centro Médico ABC. Capítulo 40 Dr. Marco Antonio Montes de Oca Sandoval Jefe de Residentes, Departamento de Medicina Crítica y Terapia Intensiva “Dr. Mario Shapiro”, Centro Médico ABC. Capítulo 4
  • 10. IXColaboradores Dra. Thalpa Guadalupe Montoya Peñuelas Médico Adscrito al Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC. Capítulo 27 Dr. Gerardo Ochoa Anaya Departamento de Anestesiología, Centro Médico ABC. Capítulo 33 Dr. Horacio Olivares Mendoza Médico Adscrito, Centro Médico ABC. Capítulo 22 Dr. Jaime Pablo Ortega García Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC, Campus Santa Fé. Capítulos 2, 15 Dr. Enrique Pazos Alvarado Departamento de Anestesia. Centro Médico ABC. Capítulo 19 Dra. Nourghia Soraya Peredo Guzmán Residente de Anestesia. Centro Médico ABC. Capítulo 31 Dr. Mario A. Quintero García Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulos 15, 39 Dr. Francisco José Ramírez Flores Residente del Tercer Año de Anestesiología, Centro Médico ABC. Capítulos 25 y 26 Dra. Sandra Raya Santoyo Médico Cirujano. Maestra en Ciencias Médicas: especialidad en Investigación Clínica. Capítulo 13 Dra. Elisa Rionda Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 15 Dra. María Vanessa Rodríguez Pérez Anestesiología General, Centro Médico ABC, y Anestesiología Pediátrica por INP de la SSA. Capítulo 19 Dr. Joel Rodríguez Reyes Médico Adscrito, Anestesiología y Terapia Intensiva, Centro Médico ABC. Capítulo 18 Dr. Jorge Romero Borja Profesor Adjunto de Anestesiología, UNAM. Anestesia Cardiotorácica, Centro Médico ABC. Capítulos 17, 28 Dr. Juan Pablo Sánchez Rodríguez Médico Staff de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 9 Dr. Gustavo Sánchez Torres Instituto Nacional de Cardiología “Dr. Ignacio Chávez”. Departamento de Instrumentación Electromecánica. Capítulo 7
  • 11. X (Colaboradores)El ABC de la anestesia Dr. Mario Suárez Morales Anestesiólogo del Centro Médico ABC. Capítulo 21 Dr. Adalberto L. Toro Matos Médico Anestesiólogo Staff, Hospital ABC. Profesor del Curso Universitario de la Especialidad de Anestesiología. Ex jefe del Departamento de Anestesiología, Hospital Central Militar. Capítulo 5 Dr. Armando Torres Gómez Cirujano Ortopedista y Traumatólogo, Investigador Clínico. Maestro en Ciencias Médicas. Asociación Médica del Centro Médico ABC. Capítulos 13, 14 Dr. Rubén Valdespín Pérez Departamento de Anestesia, Centro Médico ABC. Capítulo 23
  • 12. Contenido Prefacio XV. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pastor Luna Ortiz, Carlos Hurtado Reyes, Jorge Romero Borja Prólogo XVII. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Leobardo C. Ruiz Pérez Introducción XIX. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . José Halabe Cherem Capítulo 1. Valoración preanestésica 1. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Carlos Hurtado Reyes, Sofía López, Ildefonso Añorve Ramírez Capítulo 2. Fisiología respiratoria 13. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jaime Pablo Ortega García, Julia Anna Mikolajczuk Jastrzebska Capítulo 3. Pruebas de función pulmonar 37. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Edmundo Alvarado Sil Capítulo 4. Insuficiencia respiratoria aguda 43. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Marco Antonio Montes de Oca Sandoval Capítulo 5. Farmacología de los anestésicos intravenosos 61. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Adalberto L. Toro Matos Capítulo 6. La farmacognosia en el campo de la anestesiología 137. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Leonardo del Valle Mondragón Capítulo 7. Aparato cardiovascular. Una red de control vital 147. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Gustavo Sánchez Torres Capítulo 8. Fármacos vasoactivos en anestesia 161. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Janet Aguirre Sánchez Capítulo 9. Técnicas anestésicas 169. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Juan Pablo Sánchez Rodríguez, Mariana G. García Hernández, Julia Anna Mikolajczuk Jastrzebska Capítulo 10. Manejo de la vía aérea 183. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Juan Pablo Camacho Montoya, José Luis García Flores Capítulo 11. Evaluación y manejo perioperatorio de la cardiopatía isquémica 215. . . . . . . . . . . . . . . . . . . Martín Martínez Rosas, Roxana Carbó Zabala, Pastor Luna Ortiz Capítulo 12. Transfusión y ahorro hemático perioperatorio 231. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Juan Antonio Covarrubias Vela, Fabiola de los Santos Cárdenas, José Luis García Flores Capítulo 13. Selección de literatura científica en anestesia 243. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI
  • 13. XII (Contenido)El ABC de la anestesia Armando Torres Gómez, Sandra Raya Santoyo Capítulo 14. Análisis e interpretación de datos en la literatura científica en anestesia 251. . . . . . . . . . . . . Armando Torres Gómez, Gerardo Cobos Salcedo Capítulo 15. Hipotermia perioperatoria 257. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jaime Pablo Ortega García, Pastor Luna Ortiz, Mario A. Quintero García, Elisa Rionda, Alejandro V. Jiménez Casillas, Gabriela Cardona Capítulo 16. Canales de potasio dependientes de ATP (IKATP) y su papel fisiopatológico 273. . . . . . . . . . Pastor Luna Ortiz, Martín Martínez Rosas, Rodrigo Isaac González Varela Capítulo 17. Reposición de la volemia durante la anestesia. Coloides y cristaloides 283. . . . . . . . . . . . . . . Pastor Luna Ortiz, Jorge Romero Borja Capítulo 18. Sedación inhalatoria mediante el dispositivo conservador de anestésico AnaConDaR 295. . Joel Rodríguez Reyes Capítulo 19. Anestesia en el paciente pediátrico 299. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Estela Melman Szteyn, Víctor García Navarrete, Misael Domínguez Ruiz, Jesús Adán Cruz Villaseñor, Humberto Álvarez Rosales, María Vanessa Rodríguez Pérez, Alma Cecilia Carral Carrasco, Enrique Pazos Alvarado, Álvaro Mesa Pachón Capítulo 20. Anestesia en cirugía ambulatoria 429. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . María del Socorro Espíritu Muñoz, Mariana Isabel Herrera Guerrero Capítulo 21. Anestesia en neurocirugía 439. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cecilia U. Mendoza Popoca, Mario Suárez Morales Capítulo 22. Anestesia en cirugía oncológica 471. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Horacio Olivares Mendoza, Berenice Carolina Hernández Porras Capítulo 23. Anestesia obstétrica 481. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Rubén Valdespín Pérez, María Teresa Esquinca Cruz, Pablo Luis Fernández Daza Capítulo 24. Anestesia en cirugía de trauma 493. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Juan Antonio Covarrubias Vela, José Luis García Flores, Fabiola de los Santos Cárdenas Capítulo 25. Anestesia en el paciente en estado crítico I 503. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Roberto Guzmán Nuques, Francisco José Ramírez Flores Capítulo 26. Anestesia en el paciente en estado crítico II 519. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Roberto Guzmán Nuques, Francisco José Ramírez Flores Capítulo 27. Anestesia en cirugía bariátrica 539. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Thalpa Guadalupe Montoya Peñuelas, Guillermo Domínguez Cherit, Mariana Isabel Herrera Guerrero Capítulo 28. Anestesia en enfermedad pulmonar obstructiva crónica 551. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Jorge Romero Borja Capítulo 29. Anestesia en el paciente geriátrico 563. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Abrahám Gutiérrez Grados, Fabiola de los Santos Cárdenas Capítulo 30. Anestesia en oftalmología 575. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Rafael Ignacio Martínez Tejeda y Ramos, Berenice Domínguez Zarco, Mariana García Hernández Capítulo 31. Anestesia en otorrinolaringología. Anatomía y fisiología 585. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Gabriela Briones Corona, Adriana Jiménez Ramos, Nourghia Soraya Peredo Guzmán Capítulo 32. Anestesia y cirugía ortopédica 597. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Andrés Eduardo Loaiza Montoya, Verónica Colín Espinosa, Taryn García Meza Capítulo 33. Anestesia en cirugía plástica 609. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . María del Socorro Espíritu Muñoz, Carolina Ibet Cervera Buenfil, Gerardo Ochoa Anaya Capítulo 34. Anestesia en cirugía torácica 619. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pastor Luna Ortiz, Francisco Javier Anthón Méndez
  • 14. XIIIContenido Capítulo 35. Anestesia cardiovascular 629. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pastor Luna Ortiz Capítulo 36. Anestesia en hipertensión arterial sistémica 637. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pastor Luna Ortiz, Nora Bernal Ríos Capítulo 37. Anestesia en valvulopatías cardiacas adquiridas 653. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pastor Luna Ortiz Capítulo 38. Anestesia para cirugía maxilofacial 665. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Miguel Ángel González Velázquez, Rafael Álvarez González, Mónica Isabel Domínguez Cid, Juan Pablo Camacho Montoya, Francisco Javier Anthón Méndez Capítulo 39. Anestesia para cirugía de aorta abdominal 677. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alejandro V. Jiménez Casillas, Marisol Hernández Garay, Mario A. Quintero García, Carlos Hernández Rosas, Brenda G. González Carmona Capítulo 40. Reanimación cardiopulmonar durante la anestesia 689. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Enrique Monares Zepeda Índice alfabético 701. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
  • 15.
  • 16. Prefacio Dr. Pastor Luna Ortiz, Carlos Hurtado Reyes, Jorge Romero Borja El texto que aquí se presenta tiene la finalidad de brindar una visión ordenada de los principales temas que com- prenden el apasionante campo de la anestesiología. Esta obra nació de la idea de proporcionarle a los médicos residentes,estudiantesdelaespecialidad,lasbasesenlas que ella se sustenta, para que sirva como una guía en la cual puedan encontrar la mayoría de los temas que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha pedido cubrir en la enseñanza de su Programa Único de Especialidades Médicas (PUEM). El libro consta de 40 capítulos que abarcan desde la valoración preanesté- sica, la fisiología pulmonar y las pruebas respiratorias — que son básicas para la administración de una anestesia segura—, hasta la función cardiovascular, cuyo conoci- miento es indispensable para lograr la estabilidad hemo- dinámica, la cual debe ser el objetivo principal en todo periodo perioperatorio. El manejo de la vía aérea y las técnicas anestésicas, los fármacos vasoactivos, la trans- fusión sanguínea y el ahorro hemático en el transopera- torio, el control de la temperatura y la reposición de la volemia son temas que también se describen aquí. Asi- mismo, orienta a los residentes a conocer la selección de la literatura científica en anestesia y la interpretación de datos publicados en las revistas médicas. En una segunda parte se presentan los métodos ade- cuados para una correcta administración de la anestesia en las diferentes especialidades de las que constan la medicina y la cirugía en general, como son la anestesia en pediatría, en cirugía ambulatoria, en neurocirugía, en cirugía oncológica, en ginecoobstetricia, en cirugía de trauma, bariátrica y geriátrica, en cirugía de ortopedia, en cirugía plástica y reconstructiva, y en cirugía de tórax y cardiovascular, así como la cirugía en pacientes con enfermedades de las válvulas cardiacas y aneurisma de aorta abdominal, y en pacientes en estado crítico. Un tema de vital importancia que no cubren la mayoría de los libros de texto es el manejo correcto de los pacientes con paro cardiaco, para lo cual existe un capítulo de rea- nimación cardiopulmonar durante la anestesia. Queremos dar las gracias —nuestras gracias más sin- ceras— a los colegas que contribuyeron a la preparación deestaobra;todosellossonmiembrosdelDepartamento de Anestesia y Terapia Intensiva del Centro Médico ABC, que plasmaron su experiencia y dedicación al incluir en cada uno de los capítulos los momentos vivi- dos en las salas de operaciones. A los médicos residentes que colaboraron en la preparación de los manuscritos, cuya ayuda fue de gran valor. Estamos en deuda con todas las personas excepcionales que contribuyeron sus- tancialmente a iniciar y organizar una gran parte de la información y que han participado de una u otra forma durante el tiempo que tomó la elaboración de este libro. Queremos expresar nuestro eterno agradecimiento al Centro Médico ABC y a sus Directivos, en especial al Lic. Alejandro Alfonso, por su apoyo incondicional, al Dr. Elías Horta —Director de Asuntos Médicos— y al Dr. Carlos Hurtado Reyes —Director Médico de dicha institución— por su gran esfuerzo para que esta obra lograra su objetivo. Un profundo agradecimiento a la secretaria del Departamento de Anestesia, la Srita. Patri- cia Mejía, cuya eficiente labor asistencial fue de gran valía para recopilar todos los capítulos, corregirlos y ordenarlos. Al Lic. José Paiz Tejada —Director General de Editorial Alfil— y a Berenice Flores —editora del manuscrito—, y a todo su equipo por sus valiosos conse- jos y conseguir tener a tiempo esta obra. XV
  • 17. XVI (Prefacio)El ABC de la anestesia
  • 18. Prólogo Leobardo C. Ruiz Pérez El ABC de la anestesia es un libro concebido y elaborado para tener como lectores a estudiantes de medicina, mé- dicos residentes y especialistas interesados en esta rama de la medicina, tan esencial en la práctica moderna y científica que demanda la actual sociedad. Desde los inicios de la humanidad se ha buscado evitar o mitigar las molestias del dolor y facilitar la curación. Para ello se han investigado una infinidad de medios. Durante la época del México prehispánico los médicos y curanderos realizaban procedimientos quirúrgicos au- xiliados por remedios que mitigaban o abolían el dolor. A la llegada de los conquistadores, éstos prefirieron a los médicos indígenas por sus curaciones menos agresivas y dolorosas, así como de más rápidos y mejores resultados. En la primera mitad del siglo XIX se inició de manera formal la práctica de la anestesia, cuando el odontólogo Henry Welch llevó a cabo las primeras extracciones sin dolorutilizandoelóxidonitroso.Enoctubrede1846Wi- lliam Morton realizó la primera cirugía bajo anestesia por inhalación en el Hospital General de Massachusets, considerándose éste el primer evento anestésico formal. Sin que existan datos fidedignos, las crónicas de la Gue- rra de Intervención Estadounidense en México consig- nan que en el desembarco en Veracruz el cirujano John Porter realizó la amputación de una pierna a un soldado previamente anestesiado con éter sulfúrico. En México existe ya una larga experiencia en el cam- po de la anestesia, la cual se remonta al siglo XIX, e in- clusive lo que se podría concebir como la primera anes- tesia raquídea con cocaína realizada por el Dr. Ramón Pardo en la ciudad de Oaxaca. A partir de entonces la anestesia se convirtió en un procedimiento habitual en los hospitales. Es justo destacar la participación del Dr. Benjamín Bandera, quien no sólo promueve el desarro- llo de la especialidad, sino también la formación de nue- vos especialistas y el reconocimiento por parte de la Academia Nacional de Medicina. Enlosdiferentescapítulos,losautoresdellibro ElABC de la anestesia cubren ampliamente los conocimientos, técnicas y equipo necesarios para la práctica profesional de la especialidad, al mismo tiempo que ofrecen al pa- ciente la seguridad necesaria en los diferentes procedi- mientos. La evaluación, consulta y preparación del pa- ciente para la anestesia constituye hoy en día el paso inicial y fundamental; el médico anestesiólogo conoce con anticipación e integralmente a la persona y de esa manera es capaz de seleccionar la técnica anestésica más segura, lo cual permite una mejor evolución posoperato- ria. El dominio de la farmacología es fundamental para el manejo adecuado de los medicamentos y para prever las posibles complicaciones. Igual de importante es co- nocer la fisiología cardiopulmonar, no sólo para el perio- do transoperatorio, sino también para el mejor desempe- ño de los anestesiólogos en los servicios de cuidados intensivos. El manejo del dolor constituye en la actualidad un campo de importancia capital para lograr el bienestar y mejorar la calidad de vida de los pacientes. De ahí que sea necesario destacar el tratamiento de este síntoma, no sólo durante el acto quirúrgico, sino también inmediata- mente después, así como en la obstetricia y en la realiza- ción de procedimientos diagnósticos o terapéuticos. En esta obra se le otorga la importancia debida a la anestesia en grupos poblacionales específicos, como los ancianos, los cardiópatas y los enfermos crónicos. El niño representa un reto especial por su vulnerabilidad, por lo que en el capítulo 19 se analiza ante diferentes si- tuaciones y problemas. XVII
  • 19. XVIII (Prólogo)El ABC de la anestesia La más destacada contribución de la publicación El ABC de la anestesia habrá de darse en la enseñanza y la formación de los especialistas que México requiere, no sólo en los grandes centros urbanos, sino fundamental- mente en los hospitales de segundo y tercer niveles, para de esa manera hacer realidad el “Derecho a la protección de la salud”, consignado en la Ley Suprema de la Na- ción.
  • 20. Introducción José Halabe Cherem El libro el ABC de la Anestesia engloba en sus 40 capítu- los los temas actualizados a los que un médico anestesió- logo se va a enfrentar en la práctica cotidiana. En cada uno de los capítulos se vierten los adelantos más impor- tantes para que el médico anestesiólogo brinde en forma oportuna el mejor manejo al paciente. Este libro incluye varios de los temas que el Programa Único de Especiali- dades Médicas (PUEM) exige en el adiestramiento de un médico residente. Los editores del libro —el Dr. Pastor Luna Ortíz, el Dr. Carlos Hurtado Reyes y el Dr. Jorge Romero Borja, profesores del Curso de Anestesia de Posgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México—, durante muchos años han tenido la visión de realizar este libro con la inclusión de todos los residentes de anestesia, siempre asesorados por un médico anestesiólogo tratante del Centro Médico ABC. El Centro Médico ABC es una institución de asisten- cia privada, con una gran trayectoria académica, que cuenta con 170 residentes de posgrado inscritos en la División de Estudios Superiores de la Facultad de Medi- cina de la UNAM; entre las especialidades de dichos estudios se cuenta con la de anestesia, que tiene un gran reconocimiento nacional e internacional. Preocupados y ocupados por seguir con la educación, nuestra institu- ción se ha comprometido a editar estos libros que le ser- virán no sólo al residente de anestesia y los médicos anestesiólogos, sino que será de utilidad también para los alumnos de las escuelas de medicina, los médicos generales y los especialistas de otras ramas . Continuar con el binomio enseñanza–aprendizaje es una de las metas primordiales de la medicina y los edito- resdeestelibroestáncumpliendoconesapremisa.Estoy seguro de que este libro contribuirá a incrementar los conocimientos de una manera didáctica, lo cual resultará de gran utilidad. Felicito a los editores y autores de esta obra y los incito a continuar por el camino de la asistencia, la docencia y la investigación en beneficio de la calidad y calidez que debemos otorgar a nuestros pacientes coti- dianamente. XIX
  • 21. XX (Introducción)El ABC de la anestesia
  • 22. EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E Capítulo 1 Valoración preanestésica Carlos Hurtado Reyes, Sofía López, Ildefonso Añorve Ramírez La evaluación preoperatoria del paciente sometido a cirugía tiene el fin de abordar las cuestiones relativas a la seguridad y la eficacia del proceso perioperatorio. El principal objetivo de la valoración preoperatoria consiste en permitir la ejecución del procedimiento qui- rúrgico requerido o deseado con la mínima exacerba- ción de alguna enfermedad preexistente, evitar nuevas morbilidades y permitir una adecuada y rápida recupe- ración para el paciente. El hecho de que un paciente quirúrgico requiera tra- tamiento posoperatorio en una unidad de terapia inten- siva muchas veces depende de que cualquier patología conocida haya sido perfectamente identificada y tratada antes del procedimiento quirúrgico, lo cual depende de una adecuada valoración preanestésica. En caso de pacientes con patologías no complicadas generalmente son suficientes las valoraciones preanes- tésicas del cirujano y del anestesiólogo el día de la ciru- gía. Sin embargo, muchos otros pacientes requerirán una valoración más extensa, dependiendo de su estado de salud. Dicha valoración puede requerir la participa- ción de un equipo completo de especialistas que con- duzcaalaevaluación,queencasosseleccionadospuede incluir la admisión a una unidad de terapia intensiva para la optimización preoperatoria. En diversos estu- dios se ha visto que a los pacientes identificados como de alto riesgo a quienes se les brinda una mejoría de su condición de salud antes del procedimiento quirúrgico, se les proporciona al mismo tiempo una reducción im- portante en la mortalidad, así como de los costos hospi- talarios, ya que se disminuyen los incidentes periopera- torios y la necesidad de un ingreso a terapia intensiva, así como el tiempo de recuperación posoperatorio. En los pacientes que requieran la valoración de un especia- lista, aparte del anestesiólogo, se recomienda su ingreso al hospital al menos un día previo al procedimiento qui- rúrgico, con el fin de que se puedan realizar los exáme- nes requeridos y su interpretación, y en todo caso iniciar el manejo que permita la optimización del estado actual de salud. La valoración preanestésica se debe enfocar en la ga- rantía de la realización segura de los procedimientos anestésico y quirúrgico; sólo el equipo de anestesia pue- de determinar la salud de un paciente para la administra- ción de la anestesia y decidir la técnica de anestesia apropiada. La historia y el examen físico proporcionado por otros especialistas brindan la información al perso- nal de anestesia para hacer aquella determinación. Se debe establecer un marco que reduzca al mínimo la pro- babilidad de descuidos preoperatorios y desgracias que conduzcan a la siguiente pregunta: ¿por qué ocurren complicaciones en los pacientes sanos? FASES DE LA VALORACIÓN PREANESTÉSICA Entrevista y documentación El primer paso en la valoración preanestésica lo consti- tuye la documentación de las condiciones preexistentes y su optimización. Se inicia con la identificación de la necesidad del procedimiento quirúrgico, el impacto que tendrá el mis- mo sobre la condición actual, si es urgente o no realizar- lo y la anticipación de las consecuencias en caso de que 1
  • 23. 2 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia se decidiera posponer o suspender el procedimiento quirúrgico. Se debe realizar una historia clínica completa o ac- tualizarla en caso de que exista una previa e investigar sobre la presencia de alergia a medicamentos, alimentos o sustancias tópicas. Se debe llevar a cabo un examen físico por sistemas con toma de signos vitales. Es muy importante enfocarse en los antecedentes anestésicos y problemas relacionados con la anestesia, como son la vía aérea difícil, la necesidad de ventilación mecánica posoperatoria, la estancia en una unidad de terapia intensiva, el antecedente de dolor y la presencia de náu- seas y vómito posoperatorios; asimismo, se deben in- vestigar los antecedentes de complicaciones anestési- cas familiares, como hipertermia maligna o deficiencia de seudocolinesterasa. El examen físico se debe dirigir principalmente a la vía aérea, el corazón y el pulmón, sin excluir otros órga- nos, en busca de patologías que puedan comprometerse o exacerbarse durante el procedimiento quirúrgico o en el periodo posoperatorio. Beattie y col. sugieren que las intervenciones realiza- das para disminuir la probabilidad de incidentes se debe hacer con base en el estado actual del paciente y que el grado de precauciones dependerá de la gravedad de las patologías de base y del riesgo quirúrgico. Se puede in- ferir la existencia de afección en algún órgano sin que exista evidencia clínica con base en la afección a otros, por ejemplo, los pacientes con enfermedad vascular pe- riférica tienen una alta probabilidad de afección arterial coronaria importante; asimismo, en un paciente diabé- ticoconneuropatíaautonómicahayaltaprobabilidadde enfermedad coronaria. Un aspecto vital en la valoración consiste en la iden- tificación de procesos que pudieron tener consecuen- cias al interactuar con los medicamentos usados durante elprocedimientoanestésico,yaqueestopuedeconducir a complicaciones que requieran estancia posoperatoria en terapia intensiva e incluso a la muerte del paciente. Cuando un paciente refiere el antecedente personal o fa- miliar de haber requerido intubación durante un tiempo prolongado sin causa médica aparente o después de un procedimientoquirúrgicomenorsedebesospecharein- vestigar deficiencia de seudocolinesterasa. La miastenia gravis, una enfermedad que se caracte- rizaporladestrucciónautoinmunitariadelosreceptores de acetilcolina y que además causa debilidad progre- siva, tiene implicaciones anestésicas importantes, ya que los receptores dañados de acetilcolina responden de manera exagerada a la administración de bloqueadores neuromusculares no despolarizantes, por lo que se debe esperar un tiempo prolongado de relajación en caso de requerirse su uso; también se debe valorar si es conve- niente la suspensión de los medicamentos anticolineste- rasa, ya que éstos pueden interferir con el uso de blo- queadores neuromusculares; sin embargo, esto no se debe intentar en pacientes que dependen del tratamiento o que presentan una debilidad muscular importante. La hipertermia maligna puede ser desencadenada por la administración de relajantes muscularesdespolarizantes, como la succinilcolina, y por el uso de anestésicos inha- latorios. La clave consiste en identificar a los pacientes con enfermedades susceptibles de desencadenar hiper- termia maligna, como son distrofias musculares, neuro- fibromatosis, estrabismo y el antecedente de un episodio de hipertermia maligna personal o familiar, con el fin de evitar el uso de agentes conocidos como gatillo. Se debe documentar la medicación que habitualmen- te ingiere el paciente, así como el uso de drogas, alcohol o tabaco para prever las interacciones que puedan tener con los fármacos administrados en el transoperatorio (cuadro 1–1). Cuadro 1–1. Fármacos y sus posibles interacciones en el transoperatorio Fármacos y sustancias Efectos adversos Alcohol Tolerancia a los fármacos anestésicos Betaantagonistas Bradicardia, broncoespasmo, alteración de la respuesta del sistema nervioso sim- pático, depresión miocárdica Antibióticos Prolongación de los efectos de los relajantes musculares Antihipertensivos Alteración de la respuesta del sistema nervioso simpático AspirinaR Riesgo de sangrado Benzodiazepinas Tolerancia a fármacos anestésicos Bloqueadores de los canales de calcio Hipotensión Digitálicos Arritmias cardiacas o alteración de la conducción Diuréticos Hipocalemia, hipovolemia Inhibidores de la monoaminooxidasa Exagerada respuesta a los fármacos simpaticomiméticos Antidepresivos tricíclicos Exagerada respuesta a los fármacos simpaticomiméticos
  • 24. 3Valoración preanestésica EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E Otroaspectomuyimportantedelaentrevistapreoperato- ria es la oportunidad del anestesiólogo para informar al paciente y a los familiares acerca de los aspectos rela- cionados con el procedimiento anestésico, que en mu- chas ocasiones es la parte más inquietante de la cirugía. Deben contar con una clara explicación sobre los riesgos asociados con la anestesia, como son náusea, vómito, mialgias, daño a piezas dentarias, neuropatía periférica, arritmias cardiacas, infarto del miocardio, atelectasias, aspiración, evento vascular cerebral, reacción alérgica a medicamentos e incluso la muerte. Se debe explicar también la vía de administración de los fármacos a utili- zar, así como las reacciones adversas asociadas con ellos, el tiempo de espera aproximado desde que trasla- dan al paciente a quirófano hasta su regreso a su habita- ción, la probable presencia de dispositivos —catéter ve- noso central, tubo orotraqueal, sonda orogástrica, sonda urinaria y catéter arterial o periférico— y la existencia de dolor posoperatorio y los métodos para su control. Clasificación de riesgo La fase de evaluación de riesgo utiliza la información obtenida por la documentación para obtener una apre- ciación del impacto esperado de la cirugía planificada. En años recientes se han descrito escalas de valoración para la clasificación uniforme de pacientes con patolo- gías existentes, con base en las cuales se debe establecer un perfil de riesgo individual. A pesar de tener el poder estadístico para predecir re- sultados en los grupos de pacientes y proporcionar la justificación para una evaluación más amplia, los índi- ces de riesgo no definen cómo evaluar y tratar mejor a cada paciente. Los índices confían en las variables fijas que no necesariamente capturan la naturaleza, la grave- dad y la cronicidad de las patologías específicas en cada paciente. Se hace énfasis en la necesidad de usarlos con precaución y de modificarlos o aun abandonarlos cuan- do las características de cada paciente así lo requieran. La clasificación del estado físico del ASA permite una descripción general del estado de salud del paciente, con una buena correlación de los resultados (cuadro 1–2). Se agrega la letra E si la cirugía es electiva y la letra U si es urgencia. Se debe tomar en cuenta que hay tres aspectos importantes de la valoración preanestésica que el ASA no toma en cuenta: 1. Antecedentes de vía aérea difícil o problemas de vía aérea, como apnea obstructiva del sueño. Cuadro 1–2. Clasificación del estado físico Clase Descripción Ejemplo I Paciente sano Paciente sano El procedimiento quirúrgico no implica alteración sistémica El problema quirúrgico es localizado II Enfermedad sistémica controlada HAS bien controlada, historia de asma, anemia, tabaquismo, diabetes bien controlada, obesidad, edad < 1 año o > de 70 años, cáncer sin evidencia de propagación, epilepsia, hiperti- roidismo o hipotiroidismo controlado, diverticulitis No hay daño a órgano blanco La enfermedad sistémica puede o no relacionarse con el procedimiento quirúrgico III Enfermedad sistémica descontrolada, pero no inca- pacitante Angina de pecho, HAS mal controlada, DM mal controlada, EPOC, crisis asmática, IRC con diálisis, enfermedad tiroidea mal controlada, tumor hipofisario con síntomas, fibrilación auricular, historia de EVC Daño a órgano blanco Enfermedad sistémica puede o no relacionarse con el procedimiento quirúrgico IV Enfermedad sistémica incapacitante, con amenaza constante a la vida Angina de pecho inestable, ICC, insuficiencia hepática, tumor cerebral con aumento de PIC, SAOS con HAP, TV, FV, EVC < 1 mes, aneurisma cerebral sintomático V Paciente moribundo con poca oportunidad de sobrevivir con o sin cirugía Importante deterioro de la función cerebral por ruptura de aneu- risma cerebral Ejecución de cirugía como último recurso VI Paciente con muerte cerebral, donador de órganos HAS: hipertensión arterial sistémica; DM: diabetes mellitus; EPOC: enfermedad pulmonar obstructiva crónica; IRC: insuficiencia renal crónica; EVC: evento vascular cerebral; PIC: presión intracraneal; SAOS: síndrome de apnea obstructiva del sueño; HAP: hipertensión arterial pulmonar; TV: taquicardia ventricular; FV: fibrilación ventricular.
  • 25. 4 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia Cuadro 1–3. Riesgos del procedimiento quirúrgico Riesgo Descripción Ejemplo Riesgo bajo Cirugía con mínimo estrés psicológico. Rara vez se requerirá transfusión de sangre, monitoreo invasivo o ingreso en unidad de terapia intensiva Cirugía de catarata, artroscopia diagnóstica, biopsia de mama, cistoscopia, colonoscopia, vasectomía, cir- cuncisión Riesgo intermedio Cirugía con moderado estrés psicológico. Mínima pérdida sanguínea, con riesgo de presentarse una pérdida importante Colecistectomía, histerectomía abdominal Riesgo alto Importante pérdida sanguínea; probablemente se requerirá transfusión. Importante inter- cambio de líquidos Cirugía de columna, artroplastia de cadera, cirugía val- vular aórtica 2. Riesgo y complejidad del procedimiento quirúr- gico programado. 3. Riesgo de una reacción adversa a la anestesia por desórdenes específicos desencadenantes. Con base en el riesgo y la complejidad el procedimiento quirúrgico se ha clasificado en tres categorías (cuadro 1–3): Valoración de la vía aérea La evaluación de la vía aérea y su manejo son de vital importancia para toda especialidad médica. La identifi- cación de la vía aérea que será de difícil manejo de forma anticipada permitirá asegurar el manejo de la si- tuación, proporcionándole una mayor seguridad al pa- ciente que requiera manejo especializado. La vía aérea difícil no anticipada es una de las causas más importantes de morbilidad en anestesiología. Du- rante mucho tiempo se ha buscado la forma de identifi- car de manera anticipada este problema, para lo que se han diseñado diversas evaluaciones de predicción de la vía aérea difícil. Estaracargodelmanejodelavíaaéreaexigeelcono- cimiento de estas evaluaciones, con el objetivo de tener el tiempo y la oportunidad de recurrir al equipo y perso- nal especializado en su manejo y disminuir el riesgo de complicaciones que pueden llevar a la muerte a un pa- ciente. Es muy importante tomar en cuenta que ninguna de lasclasificacionesdelavíaaéreadifícilpredicenlaintu- bación difícil con una sensibilidad y valor predictivo absolutos, pues la intubación endotraqueal depende de factores anatómicos diversos, así como de la experien- cia y habilidad del personal. Entre las evaluaciones de predicción que se utilizan con más frecuencia están las siguientes. Mallampati modificada por Samsoon y Young Sistema de clasificación que correlaciona el espacio orofaríngeo con la facilidad para la laringoscopia direc- ta y la intubación orotraqueal. Técnica: el anestesiólogo se debe colocar frente al paciente a la altura de los ojos. El paciente debe estar en posición sedente con la cabeza en posición neutral; se le pide que abra la boca con protrusión de la lengua al máximo (figura 1–1). La vía aérea se clasifica de acuerdo con las estructu- ras que se visualicen: S Clase I: paladar blando, fauces, úvula y pilares amigdalinos anterior y posterior. S Clase II: paladar blando, fauces y úvula. S Clase III: paladar blando y base de la úvula. S Clase IV: sólo es visible el paladar duro. Distancia interincisiva Técnica: se le pide al paciente que abra completamente la boca para valorar la distancia entre los incisivos supe- riores e inferiores. Si el paciente presenta adoncia se medirá la distancia entre las encías superior e inferior a nivel de la línea media (figura 1–2). S Clase I: más de 3 cm. S Clase II: de 2.6 a 3 cm. S Clase III: de 2 a 2.5 cm. S Clase IV: menos de 2 cm. Una distancia menor de 3 cm se correlaciona con difi- cultad para la visualización en una laringoscopia di- recta. Escala Patil–Aldreti o distancia tiromentoniana Técnica: Se coloca paciente en posición sedente; con la boca cerrada y la cabeza extendida se mide la distancia
  • 26. 5Valoración preanestésica EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E Figura 1–1. Clasificación de Mallampati. I II III IV entre la escotadura superior del cartílago tiroides y el borde inferior del mentón (figura 1–3). S Clase I: más de 6.5 cm. S Clase II: de 6.0 a 6.5 cm. S Clase III: menos de 6 cm. La clase I se correlaciona con una laringoscopia e intu- bación sin dificultad; sin embargo, la clase III se corre- laciona con dificultad para llevar a cabo la laringosco- pia y la intubación. Figura 1–2. Distancia interincisiva. Distancia esternomentoniana Técnica: se coloca al paciente en posición sedente, con lacabezaenextensiónylabocacerrada;sevaloraladis- tancia que existe entre el borde superior del manubrio esternal y la punta del mentón (figura 1–4). S Clase I: más de 13 cm. S Clase II: de 13 a 13 cm. S Clase III: de 11 a 12 cm. S Clase IV: menos de 11 cm. Clasificación de Belhouse–Dore o grados de movilidad de la articulación atlantooccipital Técnica: se coloca al paciente en posición sedente y se le pide que realice una extensión completa de la cabeza. El objetivo es valorar la reducción de la extensión de la articulación atlantooccipital en relación con los 35_ que se consideran normales (figura 1–5). S Grado I: ninguna limitante. Figura 1–3. Distancia tiromentoniana.
  • 27. 6 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia Figura 1–4. Distancia esternomentoniana. S Grado II: 1/3 de limitación. S Grado III: 2/3 de limitación. S Grado IV: completa limitación. Clasificación de Cormarck–Lehane Es una valoración que se utiliza cuando se realiza la la- ringoscopia directa. Técnica: durante la laringoscopia directa se valora el grado de dificultad para lograr una intubación endotra- queal, según las estructuras anatómicas que se visuali- cen (figura 1–6). S Grado I: se observa el anillo glótico en su totali- dad.Secorrelacionaconunaintubaciónmuyfácil. S Grado II: se observa la comisura o mitad superior del anillo glótico. Se correlaciona con una intuba- ción difícil. S GradoIII:seobservalaepiglotissinvisualizarori- ficio glótico. Se correlaciona con una intubación muy difícil. S Grado IV: imposibilidad para visualizar incluso la epiglotis. Se correlaciona con una intubación que requerirá el uso de técnicas especiales. Con base en estudios comparativos se ha concluido que de las escalas de valoración mencionadas, la clasifica- ción de Mallampati es la técnica más sensible y la más Figura 1–5. Belhouse–Dore. Grado I Grado II Grado III Grado IV Figura 1–6. Cormarck–Lehane. utilizada por el personal que se dedica a la manipulación de la vía aérea. Las técnicas de Belhouse–Dore y la dis- tancia esternomentoniana son las más específicas y las de mayor valor pronóstico a la apertura bucal, las cuales en conjunto proporcionan una valoración pronóstica más adecuada. Con base en lo anterior se recomienda el uso de al menos tres de las escalas de valoración de vía aérea difícil, que en conjunto constituyen una herra- mienta fundamental para una detección oportuna y pro- nóstica. Riesgo cardiovascular Existen múltiples factores durante un procedimiento quirúrgico que constituyen un aumento de riesgo para complicaciones cardiovasculares; entre ellos se pueden mencionar el estrés de la anestesia, la intubación y la ex- tubación, la presencia de dolor, el ayuno, el aumento de catecolaminas, la pérdida de sangre y la hipotermia, en- tre otros. Se recomienda siempre realizar una valoración car- diaca, con el fin de disminuir el riesgo de complicacio- nes cardiovasculares en el transoperatorio o en el poso- peratorio. Se le debe preguntar al paciente si ha tenido reciente- mente una valoración o algún procedimiento de revas- cularización coronaria. De acuerdo con el American College of Cardiology y la American Heart Association (ACC/AHA) en la evaluación cardiovascular preopera- toria del paciente para cirugía no cardiaca se sugiere que una revascularización coronaria en cinco años o una va- loración cardiaca con resultados favorables dentro de los dos años previos con un cuadro clínico sin signos ni síntomas de isquemia excluye la necesidad de alguna prueba de valoración cardiaca. Se debe investigar la presencia de signos o síntomas, como dolor o presión en el pecho, dificultad respirato- ria, ortopnea, síncope inexplicable, edema de extremi- dades inferiores, palpitaciones o déficit neurológico fo- cal, pues ello permitirá descubrir la presencia de algún problema cardiovascular no diagnosticado, así como la exacerbación de uno ya conocido. Es importante determinar la capacidad funcional de cada paciente, ya que se ha demostrado que los pacien- tes con alta capacidad funcional tienen menor riesgo de
  • 28. 7Valoración preanestésica EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E complicaciones perioperatorias. Una forma sencilla de evaluar la capacidad funcional es preguntándole al pa- ciente sobre su capacidad para realizar diversas tareas o actividades, medidas como equivalentes metabólicos (MET). Un MET consiste en 3.5 mL/kg/min de oxígeno, lo cual representa el consumo basal de oxígeno en reposo de un hombre de 40 años de edad de 70 kg de peso. S Menos de 4 METS: paciente que se cuida por sí mismo.Sedesplazaportodalacasa.Hacetrabajos livianos en casa, como sacudir y lavar platos. No llega a subir un piso de escaleras. S De 4 a 10 METS: sube un tramo de escaleras o una colina. Camina a 6.4 km/h. Corre una distancia corta. Hace trabajos pesados en casa, como mover muebles. Participa en actividades moderadas re- creativas: jugar golf o tenis, bailar. S Más de 10 METS: participa en deportes: natación, fútbol, baloncesto. S 20 o más METS: deportista de alto rendimiento. La ACC/AHA menciona que los pacientes con capaci- dad para realizar 4 o más METS tienen una adecuada capacidad funcional. Sin embargo, a los pacientes que son capaces de realizar menos de 4 METS se les debe realizar una prueba cardiaca no invasiva. Finalmente se debe estimar el riesgo cardiaco de un paciente programado para cirugía no cardiaca. Lee y col. elaboraron el índice de riesgo cardiaco revisado (RCIR), un sistema moderno y simple usado como pre- dictordecomplicacionescardiovascularesencirugíano cardiaca. Consta de seis predictores independientes que al sumarlos incluyen a los pacientes de bajo, intermedio o alto riesgos (cuadro 1–4). Se recomienda la realización de un ECG en pacientes con enfermedad cardiovascular conocida o con presen- ciadefactoresderiesgo.Enlospacientesconriesgoalto una prueba no invasiva puede ser de utilidad para dife- renciar pacientes en quienes el riesgo perioperatorio pue- de ser aceptable de los que permanecerán con alto riesgo, incluso con la administración de betabloqueadores. Evaluación pulmonar Las complicaciones pulmonares tienen una prevalencia similar a la de las complicaciones cardiovasculares, por lo que es importante valorar la presencia de patología pulmonar y el estado en el que se encuentra. En los pa- cientes con patología pulmonar existente es importante valorar la severidad, el tiempo de evolución, el manejo actual y la efectividad del control de la misma. Se debe interrogar sobre la presencia de dificultad para respirar, tos, producción de esputo y tabaquismo, ya que se puede descubrir la presencia de una patología no diagnosticada. Las complicaciones pulmonares que se pueden pre- sentar incluyen atelectasias, neumonía, insuficiencia respiratoria, exacerbación de una enfermedad pulmo- nar crónica y broncoespasmo. Una clasificación del pa- ciente ASA II o mayor, la insuficiencia cardiaca conges- tiva, la dependencia funcional y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica son fuertes factores de riesgo aso- ciados al paciente para el desarrollo de complicaciones pulmonares en el transoperatorio. Los factores de riesgo asociados al procedimiento quirúrgico son más impor- tantes que los relacionados con el paciente para predecir complicacionespulmonarestransoperatorias;entrees- Cuadro 1–4. Índice de riesgo cardiaco revisado Enfermedad isquémica. Tener uno de los siguientes factores: historia de infarto del miocardio, historia de prueba de estrés positiva, dolor en el pecho que pueda ser de origen isquémico, tratamiento con nitratos, ECG con onda Q patológica Insuficiencia cardiaca congestiva. Tener uno de los siguientes factores: historia de insuficiencia cardiaca congestiva, edema pulmonar, disnea paroxística nocturna, S3 de galope, radiografía de tórax con redistribución vascular pulmonar Enfermedad vascular cerebral Diabetes mellitus tratada con insulina Creatinina sérica > 2.0 mg/dL Cirugía de alto riesgo Clasificación RCIR Tasa de acontecimiento Bajo riesgo 0.4 (0.05 a 1.5) 0 factores de riesgo 0.9 (0.3 a 2.1) 1 factor de riesgo Riesgo intermedio 6.6 (3.9 a 10.3) 2 factores de riesgo Riesgo alto 11 (5.8 a 18.4) 3 o más factores de riesgo
  • 29. 8 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia tos factores se incluyen el sitio quirúrgico, la duración del procedimiento mayor de tres horas y la anestesia ge- neral en cirugía de emergencia. Entre los factores aso- ciados con el procedimiento quirúrgico el sitio quirúr- gico es, por mucho, el factor de riesgo más importante, siendo la reparación de aneurisma aórtico roto y las cirugías abdominal y torácica las de mayor riesgo; las cirugías muy cercanas al diafragma aumentan el riesgo de complicación, ya que la disfunción diafragmática se- cundariaaldolordisminuirálacapacidadvitalylacapa- cidad de reserva funcional. Generalmente con la exploración física y el interro- gatorio es suficiente para realizar una valoración com- pleta pulmonar; sin embargo, cuando el paciente refiere la aparición de nuevos síntomas o un empeoramiento de la patología previa se pueden pedir pruebas adicionales que auxilien en el diagnóstico. Se puede solicitar una radiografía de tórax, a pesar de mostrar baja utilidad clí- nica; las radiografías de tórax anormales han demostra- do ser predictivas en la aparición de complicaciones pul- monares. El American College of Physicians State recomienda realizar una radiografía de tórax en todos los pacientes mayores de 50 años de edad con patología pul- monar conocida programados para cirugía de abdomen, de tórax o de aneurisma aórtico abdominal. Las pruebas de función pulmonar se recomiendan en los pacientes programados para cirugía con resección pulmonar. Pruebas preoperatorias de laboratorio Actualmente existe una tendencia hacia la disminución de costos hospitalarios durante un internamiento. La historia clínica del paciente, la exploración física y el criterio del anestesiólogo están reemplazando la aplica- ción de protocolos como las bases para la realización de pruebas de laboratorio. La realización de protocolos con pruebas generales de laboratorio a todos los pacien- tes sometidos a un procedimiento quirúrgico resultará excesiva. Lo primero que se debe tomar en cuenta cuando se desean solicitar pruebas de laboratorio es la relevancia que tendrán las mismas para la realización del plan Cuadro 1–5. Estratificación del riesgo tromboembólico en los pacientes quirúrgicos Bajo riesgo Cirugía no complicada en pacientes < de 40 años de edad, con inmovilidad posoperatoria mínima, sin fac- tores de riesgo Riesgo mode- rado Cualquier cirugía en pacientes entre 40 y 60 años de edad. Cirugía mayor en pacientes > 40 años sin facto- res de riesgo. Cirugía menor en pacientes con uno o más factores de riesgo Riesgo alto Cirugía en pacientes mayores de 60 años de edad. Cirugía mayor en pacientes entre 40 y 60 años de edad con uno o más factores de riesgo Riesgo muy alto Cirugía mayor en pacientes > 40 años de edad con tromboembolismo venoso previo, cáncer, estado de hipercoagulabilidad, cirugía ortopédica mayor, neurocirugía, trauma múltiple y daño espinal Factor de riesgo (1 punto) Factor de riesgo (2 puntos) Factor de riesgo (3 Punto) Edad de 41 a 60 años Edad de 61 a 70 años Edad > de 70 años Permanencia en cama o inmovilización por más de 12 h Cirugía mayor Trombofilia Tratamiento con estrógenos Malignidad Historia personal previa de embolia pul- monar Historia familiar de trombosis venosa profunda o embolia pulmonar Trauma múltiple Anestesia general por más de dos horas Historia previa de trombosis venosa pro- funda idiopática Síndromes con hiperviscosidad Daño de columna vertebral con parálisis Enfermedad intestinal inflamatoria Cirugía laparoscópica Varices, úlceras en las piernas, estasis venosa Infarto del miocardio, insuficiencia car- diaca Obesidad con IMC > 30 Embarazo o < 1 mes de posparto Historia de trombosis venosa profunda Riesgo bajo = 0, riesgo moderado = 1 a 2, riesgo alto = 3 a 4, riesgo muy alto w 4.
  • 30. 9Valoración preanestésica EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E anestésico y sobre los resultados posteriores al procedi- miento, tomando siempre en cuenta el estado actual del paciente. Posteriormente se debe evaluar la prevalencia de patología con base en la edad, el sexo, el lugar de ori- gen y los factores de riesgo, incluso cuando el paciente se encuentre asintomático y sin diagnóstico de patolo- gía existente; solicitar una prueba de laboratorio en un paciente con baja prevalencia y sin síntomas sería de poca utilidad y representaría un costo innecesario. Lo siguiente que se debe hacer es considerar la especifici- dad y la sensibilidad de cada prueba de laboratorio que se desee solicitar; la baja sensibilidad de las pruebas puede brindar resultados falsos negativos y las pruebas con baja especificidad falsos positivos que pondrán en riesgo el éxito del procedimiento quirúrgico y anestési- coasícomoelincrementodelriesgodecomplicaciones. Con base en lo anterior se puede decir que actual- mente no se deben solicitar pruebas de laboratorio de manera rutinaria si el paciente se encuentra en óptimas condiciones médicas para realizar su vida cotidiana y el procedimiento es de mínima invasión. Se deben solici- tar en las siguientes condiciones: 1. Cuandoseesperalaconfirmacióndeunasospecha con base en los hallazgos encontrados en la histo- ria clínica y en el examen físico. 2. Cuando el cirujano o algún otro especialista invo- lucrado en el caso necesita los valores basales en anticipaciónacambiosimportantessecundariosal procedimiento quirúrgico o la intervención médi- ca a realizar. 3. Cuando el paciente sea parte de una población de alto riesgo para la presentación de una condición relevante incluso si el paciente no presenta síntomas. La indicación básica para la realización de una prueba se basa en la edad. Un paciente sano menor de 45 años de edad progra- mado para una cirugía menor no requiere pruebas de la- boratorio. Esto puede ser modificado por los factores de riesgo, incluso en ausencia de enfermedad. Electrocardiograma S Paciente masculino mayor de 45 años de edad. S Paciente femenino mayor de 55 años de edad. S Antecedente de enfermedad cardiovascular. S Pacientes con enfermedad respiratoria o alguna otra que pueda afectar la función cardiovascular, que están programados para cirugía mayor. S En los pacientes estables sin síntomas actuales o exacerbación de patología conocida es adecuado realizar un ECG entre 6 y 12 meses antes del pro- cedimiento quirúrgico. Los pacientes con enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus, patología paratifoidea o tiroides inestable y drogadicción requerirán un ECG previo no mayor de 30 días del procedimiento quirúrgico. Radiografía de tórax S No se indica de manera rutinaria y no se basa en la edad ni en una condición pulmonar preexistente. S Se solicita cuando el procedimiento quirúrgico lo amerite o cuando haya cambios clínicos claros. S Se solicita cuando se requiere confirmar la presen- cia o la ausencia de una patología pulmonar espe- cífica. Biometría hemática y tiempos de coagulación S Solicitar cuando existe enfermedad hematológica conocida o sospechada. S Solicitar si existe el antecedente de consumo de fármacos que puedan afectar la función. S Solicitar si en el procedimiento quirúrgico progra- mado se espera una importante pérdida de sangre. S Un estudio de 90 días de antigüedad es suficiente; sin embargo, se debe valorar el estado actual del paciente y tomar en cuenta que ante la presencia de patología inestable que afecte directamente el sistemahematológicolospacientesentratamiento con fármacos que afecten la función de algún componente sanguíneo o en tratamiento con anti- coagulantes requerirán por lo menos una prueba con una antigüedad máxima de 30 días previos al procedimiento quirúrgico. En los pacientes mayores de 70 años de edad se deben solicitar electrólitos séricos, urea, creatinina y glucosa. Las pruebas de electrólitos séricos y de función hepá- tica y renal se deben solicitar con base en la presencia o sospecha de enfermedades específicas, medicación al momento de la valoración o daño quirúrgico anticipado. Plan y optimización Con base en la información recopilada a través del inter- rogatorio, la exploración física y las pruebas de labora- torio adicionales, el objetivo en esta etapa consiste en proponerle al paciente la mejor técnica anestésica, que
  • 31. 10 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia disminuya el riesgo de complicaciones, proporcione condiciones transanestésicas adecuadas para el cirujano yelpaciente,ycontribuyaaunmenortiempoderecupe- ración y un mejor manejo del dolor. Para algunos pacientes la valoración preoperatoria termina con las indicaciones sobre la dieta, el ayuno y las condiciones generales en las que debe ingresar a qui- rófano, como retiro de lentes de contacto, prótesis den- tarias, esmalte de uñas, etc. Sin embargo, existe otro grupo de pacientes que se verán beneficiados con la in- tervención médica para mejorar las condiciones en las que ingresará al procedimiento quirúrgico. Generalmente se le indica al paciente que tome su medicación habitual, incluso el día de la cirugía, con una pequeña cantidad de agua. Los medicamentos que no se recomienda continuar incluyen los analgésicos no esteroideos o los medicamentos que lo contengan, sobre todo ácido acetilsalicílico, inhibidores de monoamino- oxidasa y antidepresivos tricíclicos. La hipertensión se ha asociado con un aumento del riesgo perioperatorio. Estos pacientes frecuentemente presentan vasoconstricción sostenida, la cual se asocia con un aumento de la poscarga e hipovolemia. La pre- sión arterial debe estar controlada antes del procedi- miento quirúrgico. Se recomienda suspender los diuré- ticos la mañana de la cirugía, sobre todo si durante el procedimiento quirúrgico no se contará con sonda vesi- cal para evitar sobredistensión vesical, a menos que el estado actual del paciente no lo permita. Se recomienda suspender un día antes del procedimiento quirúrgico los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) y los bloqueadores de receptores de angioten- sina, a menos que la continuación de éstos sea de vital importancia para evitar la hipertensión, dado que estos pacientes tienen riesgo de presentar hipotensión severa durante el procedimiento, con poca respuesta a la admi- nistración de efedrina y fenilefrina. En los pacientes susceptibles a sufrir hipoglucemia previa al desayuno se deben suspender los medicamen- tos hipoglucemiantes el día de la cirugía, incluso la no- che previa. La metformina se debe suspender 48 h antes de un procedimiento quirúrgico mayor, dado el riesgo de exacerbación de acidosis láctica. Los pacientes con medicación antitrombótica deben ser sometidos a una evaluación para determinar el ries- go–beneficio de la suspensión o continuación de la me- dicación. Cuandorepresentamayorbeneficio,lasuspensiónde AspirinaR se debe hacer 10 días antes del procedimien- to quirúrgico y el resto de los analgésicos antiinflamato- rios no esteroideos entre 5 y 10 días antes. El consumo de vitamina E, aceite de pescado y suplementos herbo- larios se debe suspender cinco días previos al procedi- miento, ya que éstos tienen propiedades antiplaqueta- rias y anticoagulantes. La warfarina se debe suspender entre cuatro y cinco días antes de la cirugía y se sugiere siempre confirmar la presencia de tiempos de coagula- ción normales. Los pacientes en los que no se pueda revertir la anti- coagulación se recomienda iniciar la administración de heparina de bajo peso molecular posterior a la suspen- sión de warfarina, ya que ésta tiene una vida media de cuatro a seis horas, lo que permite un retorno de la he- mostasia a la normalidad en un corto tiempo. En los pacientes que presentan riesgo para isquemia cardiaca, de acuerdo con las ACC/AHA Guidelines, se recomienda el uso de betabloqueadores antes del proce- dimiento quirúrgico en las siguientes circunstancias, con base en el índice de riesgo cardiaco revisado (RCRI): S Pacientes con un índice de riesgo 0: no se reco- mienda el uso de betabloqueador. S Pacientes con un índice de riesgo I: no se reco- mienda el uso profiláctico de un betabloqueador, a menos que la cirugía sea de alto riesgo y la capa- cidad funcional sea escasa. S Pacientes con índice de riesgo II: se recomienda el uso de betabloqueador. S Pacientes con índice de riesgo III o más: altamente recomendado el uso de betabloqueador. Cuandoseusaunbetabloqueadorelobjetivoconsisteen mantener una frecuencia cardiaca de 50 a 65 latidos por minuto. En los pacientes con enfermedad pulmonar crónica o antecedente de importante reactividad de la vía aérea se recomienda el uso de broncodilatadores y esteroides sistémicos. En los casos con antecedentes de bronquitis crónica se puede iniciar un esquema de antibiótico pre- vio al procedimiento. Para disminuir las complicacio- nes posoperatorias de estos pacientes se recomiendan: ejercicios de respiraciones profundas, espirometría in- centiva y respiración con presión positiva intermitente. A los pacientes con tabaquismo positivo se les reco- mienda la suspensión del mismo antes del procedimien- to quirúrgico; la eliminación de monóxido de carbono y nicotina ocurre después de 12 a 24 h posteriores a la suspensión; por lo que la suspensión del tabaquismo 24 h previas logrará una mejoría en la oxigenación tisular. La suspensión del tabaquismo una o dos semanas antes disminuirá el riesgo de complicaciones de manera im- portante, ya que mejorará el movimiento ciliar y dismi- nuirá la producción de secreciones.
  • 32. 11Valoración preanestésica EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E REFERENCIAS 1. Alsumait B et al.: A prospective evaluation of preoperative screening laboratory tests in general surgery patients. Med Principles Pract 2002;11:42–45. 2. Barash PG et al.: Anestesia clínica. México, McGraw–Hill, 1997:523–542. 3. De Hert S: Preoperative cardiovascular assessment in non- cardiac surgery: an update. Eur J Anaesthesiol 2009;26:449– 457. 4. Fisher S: Cost–effective preoperative evaluation and test- ing. Chest 1999;115(5):96–100. 5. Grant PJ, Wesorick D: Perioperative medicine for the hos- pitalized patient. Med Clin N Am 2008;92:325–348. 6. Halaszynski TM et al.: Optimizing postoperative outcomes with efficient preoperative assessment and management. Crit Care Med 2004;32(4)(Suppl):s76–s86. 7. Pasternak LR: ASA practice guidelines for preanesthetic assessment. Int Anesthesiol Clin 2002;40:31–46. 8. Ríos GE, Reyes CJL: Valor predictivo de las evaluaciones de la vía aérea difícil. Trauma 2005;8(3):63–70. 9. Rosenbaum S, Silverman D: Integrated assessment and consultation for the preoperative patient. Med Clin N Am 2009;93:963–977. 10. Stoelting RK, Miller R: Basics of anesthesia. Filadelfia, Elsevier, 2007:157–177.
  • 33. 12 (Capítulo 1)El ABC de la anestesia
  • 34. EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E Capítulo 2 Fisiología respiratoria Jaime Pablo Ortega García, Julia Anna Mikolajczuk Jastrzebska ANATOMÍA FUNCIONAL DEL TRACTO RESPIRATORIO La respiración normalmente es posible a través de la na- riz o la boca. La respiración nasal tiene dos mayores ventajas sobre la oral: filtración de partículas por medio de las vibrisas nasales y la humidificación del gas inspi- rado; sin embargo, la nariz ofrece más resistencia al flu- jo de aire. Para su estudio anatómico, el tracto respiratorio se divide en generaciones, que se van ramificando en es- tructuras cada vez más pequeñas; éstas van desde la trá- quea hasta la unidad respiratoria funcional. Tráquea (generación 0) Tiene un diámetro promedio de 1.8 cm y una longitud de 11 cm. Se encuentra formada por cartílagos en forma de “U”, los cuales están unidos posteriormente por ban- das de músculo liso. Bronquios principales, lobares y segmentales (generación 1 a 4) Latráqueasebifurcaasimétricamente,aniveldelacari- na, y se divide en bronquio derecho y bronquio izquier- do. Los bronquios principales, lobares y segmentales poseen paredes de cartílago firme. Estos bronquios son sometidos al efecto completo de los cambios en la pre- sión intratorácica y tienden a colapsarse cuando ésta excede la presión intraluminal de 50 cmH2O. Bronquios pequeños (generación 5 a 11) Se extienden a través de siete generaciones con sus diá- metros disminuyendo progresivamente de 3.5 a 1 mm. A nivel de los bronquios más pequeños se encuentran las ramas de la arteria pulmonar y los vasos linfáticos, los cuales se ven afectados en presencia de edema pulmonar. Bronquiolos (generación 12 a 14) A nivel de la generación 11, donde el diámetro es apro- ximadamente de 1 mm, ocurre un cambio importante, ya que el cartílago desaparece de las paredes. A este ni- vel los pasajes de aire están directamente integrados en el parénquima pulmonar. Por lo tanto, el calibre de las vías aéreas después de la generación 11 está influido principalmente por el volumen pulmonar. En las gene- raciones subsecuentes el número de bronquiolos au- mentaconmayorrapidezdeloquedisminuyeelcalibre. El área de superficie transversal aumenta alrededor de 100 veces, en comparación con la de los bronquios. En los bronquiolos terminales los pasajes de aire obtienen su nutrición de la circulación bronquial y son influidos por los niveles de gas sistémico. Bronquiolos respiratorios (generación 15 a 18) En este punto existe una transición gradual de la con- ducción al intercambio gaseoso. En las cuatro genera- 13
  • 35. 14 (Capítulo 2)El ABC de la anestesia ciones de bronquiolos respiratorios hay un aumento gradual en el número de alveolos en sus paredes. Éstos estánintegradosenelparénquimapulmonar;sinembar- go, tienen una pared muscular bien definida. Ductos alveolares (generación 19 a 22) Surgen de los bronquiolos respiratorios terminales, de los cuales difieren porque en sus paredes sólo presentan un muro alveolar (cerca de 20). Los septos alveolares consisten en una serie de anillos que forman las paredes de los ductos alveolares y contienen fibras de músculo liso. Sacos alveolares (generación 23) Es la última generación de los pasajes de aire. Se estima que alrededor de 17 alveolos surgen de cada saco alveo- lar y corresponden a cerca de la mitad del total de nú- mero de alveolos. Acino pulmonar (lóbulo primario, unidad respiratoria terminal) Usualmente es definida como la zona suministrada por bronquiolos respiratorios, ductos alveolares y sacos al- veolares distales. Un acino pulmonar es considerado la parte funcional del aparato respiratorio, ya que el movi- miento del aire en esta área se lleva a cabo por medio de difusión. Epitelio respiratorio Desde la cavidad nasal hasta los bronquiolos, el tracto respiratorio se encuentra rodeado de un epitelio seudo- estratificado columnar ciliado, que es productor de cé- lulas mucosas. En los bronquiolos, el epitelio comienza a hacerse cuboide. Además de las células productoras de moco, que fungen como protectoras de la vía aérea, también se encuentran las células basales, las cebadas, las claras y las APUD (amine precursor uptake descar- boxilase) (figuras 2–1 y 2–2). Las primeras 16 generaciones corresponden a las vías aéreas de conducción y las últimas siete a las zonas de transición y respiratoria. Las funciones del epitelio respiratorio en general son: humidificación del aire, limpieza de partículas no- civas y defensa contra infecciones. Músculo liso Bronquiolo terminal Bonquiolo respiratorio primera generación lobar Sacos alveolares Ductos alveolares Segunda generación Tercera generación Figura 2–1. Porciones de intercambio gaseoso pulmonar. Septum Los objetivos de la respiración son proveer oxígeno a los tejidos y remover el dióxido de carbono de los mis- mos. Para lograr estos objetivos la respiración se divide en cuatro funciones: 1. Ventilación pulmonar. Tráquea Bronquios Bronquiolos Bronquiolos terminales Bronquiolos respiratorios Conductos alveolares Sacos alveolares ZonadeconducciónZonasdetransición yrespiración Z 0 1 2 3 4 5 16 17 18 19 20 21 22 23 Figura 2–2. Representación ideal de las vías aéreas según Weibel.
  • 36. 15Fisiología respiratoria EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E 2. Difusión de oxígeno y dióxido de carbono entre el alveolo y la sangre. 3. Transporte de oxígeno y dióxido de carbono en la sangre y en los fluidos corporales. 4. Regulación de la ventilación. MECÁNICA VENTILATORIA La respiración consiste en cambios rítmicos en el volu- men pulmonar a través de neuronas respiratorias medu- lares. Los músculos de la faringe y la laringe controlan la resistencia de la vía aérea superior. El diafragma, la parrilla costal y los músculos del cuello participan en la inspiración; finalmente, los músculos de las paredes ab- dominal y torácica son usados cuando se requiere la es- piración. La presión en la faringe durante la inspiración a tra- vés de la nariz debe caer por debajo de niveles atmosfé- ricos, a una cantidad igual al producto del flujo de gas inspiratorio y la resistencia a éste alcanzada por la nariz. Durante una respiración tranquila el movimiento de las cuerdas vocales es utilizado para el control de la resistencia de la vía aérea. En la inspiración, la actividad fásica de los músculos cricotiroaritenoideos posterio- res, que actúan rotando los cartílagos aritenoides, abdu- cen las cuerdas vocales para minimizar la resistencia. Un mayor efecto ocurre en la espiración, cuando la acti- vidad fásica eléctrica de los músculos tiroaritenoideos indica la aducción de las cuerdas vocales y, por lo tanto, hay un aumento en la resistencia. Esto ayuda a prevenir el colapso de las vías aéreas inferiores. Músculos respiratorios de la cavidad torácica El diafragma es un músculo membranoso que separa la cavidad abdominal de la torácica, con un área total de cerca de 900 cm2. Es el músculo más importante de la inspiración, con inervación motora de los nervios fréni- cos (C3, C4 y C5). Los pulmones se expanden y contraen básicamente de dos maneras, una es por movimientos hacia arriba y abajo del diafragma, alargando o acortando la cavidad torácica, y la otra es por medio de la elevación o depre- sión de las costillas, las cuales aumentan o disminuyen el diámetro anteroposterior de la cavidad torácica. La respiración normal se lleva a cabo casi por com- pleto a través del primer método. Durante la inspiración, la contracción del diafragma empuja las superficies infe- riores de los pulmones hacia abajo; posteriormente, du- rante la espiración, el diafragma se relaja y las fuerzas elásticas de los pulmones, la pared torácica y las estruc- turas abdominales comprimen los pulmones y expulsan el aire. En condiciones de espiración forzada las fuerzas elásticas no son suficientes para lograr una espiración completa; los músculos abdominales desempeñan aquí un papel importante, debido a que desplazan el conteni- do abdominal hacia los pulmones. El segundo método para expandir los pulmones se lo- gra por medio de la elevación de las costillas; cuando esto sucede, la proyección de las costillas permite que el esternón se mueva hacia adelante, haciendo que el diámetro anteroposterior aumente aproximadamente 20% en la inspiración. Debido a esto, todos los músculos que elevan la caja torácica se clasifican como músculos de la inspiración y todos los que la deprimen se clasifican como músculos de la espiración. Los músculos que elevan la caja torácica son princi- palmente los intercostales externos y los que fungen como secundarios son el esternocleidomastoideo —el cual eleva el esternón—, el serrato anterior y el escaleno —que elevan las primeras dos costillas. Los músculos que desplazan la caja torácica durante la espiración son principalmente los rectos abdominales y los intercostales internos (figura 2–3). El pulmón es una estructura elástica que tiende a co- lapsarseyaexpulsarelaireatravésdelatráqueacuando no existe fuerza para mantenerlo inflado. El pulmón se encuentra suspendido en la caja torácica y se encuentra rodeado de una delgada capa, el líquido pleural, que sir- ve para lubricar sus movimientos dentro de la caja torá- cica. Existe una fuerza de succión continua por parte de los vasos linfáticos, la cual mantiene una presión nega- tiva entre la superficie visceral de la pleura pulmonar y la superficie parietal de la cavidad torácica. Presión pleural Es la presión del espacio entre la pleura pulmonar y la cavidad torácica. La presión pleural normal es de apro- ximadamente –5 cmH2O. Durante la inspiración normal la expansión de la caja torácica crea una presión de hasta –7.5 cmH2O. Presión alveolar Presión de aire dentro del alveolo pulmonar. Durante la inspiración normal la presión alveolar disminuye a
  • 37. 16 (Capítulo 2)El ABC de la anestesia Músculos intercostales internos Músculos intercostales externos Diafragma Músculos abdominales Músculos accesorios Figura 2–3. Acción del mayor grupo de músculos de la respiración (intercostales, abdominales, diafragma y accesorios). aproximadamente –1 cmH2O, lo cual es suficiente para introducir 0.5 L de aire en los pulmones en los dos se- gundos requeridos para una inspiración normal. En la espiración sucede lo contrario, ya que la presión alveo- lar alcanza un valor de +1 cmH2O. Presión transpulmonar Diferencia entre la presión alveolar y la presión pleural. Es una medida de las fuerzas elásticas en los pulmones que tienden a colapsarlos en cada fase de la respiración (figura 2–4). Distensibilidad pulmonar Para que el aire pueda entrar en los pulmones es necesa- rio que se desarrolle un gradiente de presión para vencer las fuerzas elásticas de éstos y de la caja torácica para su expansión. La relación entre este gradiente de pre- sión (DP) y el aumento del volumen resultante de los pulmones y el tórax es independiente del tiempo y se co- noce como distensibilidad total (CT), la cual está rela- cionada con la distensibilidad de los pulmones (CL), dada principalmente por la colágena y la elastina, y la caja torácica (CCW). La distensibilidad total de los pulmones en un adulto sano es de aproximadamente 200 mililitros de aire por centímetro de agua de presión transpulmonar. Durante una inspiración de presión negativa o posi- tiva de suficiente duración el gradiente de presión trans- pulmonar primero aumenta a un volumen pico y poste- riormente disminuye a un valor meseta. El valor de la presión pico transtorácico se debe a la presión requerida para vencer la resistencia elástica y de la vía aérea; pos- teriormente ésta disminuye a un valor meseta, debido a 0.50 0.25 0 –2 0 –2 –4 –6 –8 Volumen pulmonar Presión alveolar Presión transpulmonar Presión pleural Inspiración Espiración Cambiosdevolumen(Litros)Presión(cmH2O) Figura 2–4. Cambios en el volumen pulmonar, la presión al- veolar, la presión pleural y la presión transpulmonar durante la respiración normal.
  • 38. 17Fisiología respiratoria EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E que, con el tiempo, el gas se distribuye hacia alveolos más distensibles. Por lo tanto, se requiere menor presión para contener la misma cantidad de gas, lo que explica la disminución de la presión. De aquí se derivan los tipos de distensibilidad. La distensibilidad dinámica es el cambio de volumen dividido entre la presión pico inspiratoria transtorácica. La distensibilidad estática es el cambio de volumen dividido por la presión meseta inspiratoria transtorá- cica. Los alveolos están delimitados por una capa de líqui- do en forma de una superficie curvada (esférica o cilín- drica), la cual crea una tensión de superficie que man- tiene a las moléculas de agua más unidas. Cuanto mayor es la disminución del tamaño alveolar, más aumentarán el grado de curvatura y la tensión de superficie de retracción. La ley de Laplace se escribe así: P = 2 x T/R P: representa la presión de distensión dentro del alveolo (dinas por cm2). T: es la tensión superficial del líquido alveolar (dinas por cm). R: es el radio del alveolo (cm). La tensión superficial del líquido que delimita al alveo- lo es variable y disminuye si su área de superficie se re- duce. La tensión de superficie puede alcanzar niveles por debajo de los límites normales de líquidos corpora- les, como el agua y el plasma. Cuando un alveolo dismi- nuye de tamaño la tensión de superficie decae a tal gradoquereduceelradioyelgradientedepresióntrans- mural. Esto explica por qué los pequeños alveolos no vierten su contenido a los alveolos de mayor tamaño y por qué sus fuerzas elásticas son menores que las de los alveolos mayores. La sustancia responsable de la reducción y la variabi- lidad de la tensión de superficie alveolar es secretada por las células intraalveolares, llamadas neumocitos tipo II. Es una lipoproteína, llamada surfactante, que flota en una pared de 50Å en la superficie de los alveo- los. Cuando el área se reduce y la concentración de sur- factante en la superficie aumenta, la presión de reduc- ción de superficie aumenta y contrarresta los efectos de tensión de superficie del fluido que delimita al alveolo. Trabajo respiratorio Durante la respiración tranquila normal toda la contrac- ción muscular ocurre durante la inspiración, mientas quelaespiraciónesmayormenteunprocesopasivocau- sado por las fuerzas elásticas de los pulmones y la caja torácica, almacenando esta energía potencial en los teji- dos, la cual permite que el trabajo de la espiración sea transferido a los músculos inspiratorios. El trabajo realizado por los músculos respiratorios es muy pequeño en los sujetos sanos. En estas circunstan- cias el consumo de oxígeno de los músculos respirato- rios es de aproximadamente 3 mL/min, o menos de 2% de la tasa metabólica. La eficiencia de los músculos res- piratorios es de alrededor de 10%. Ésta se puede reducir en múltiples condiciones de base, como enfermedades respiratorias, deformidades, embarazo y reducción del volumen minuto. Cuando se requiere una máxima ven- tilación la eficiencia cae a niveles tan bajos que el oxí- geno adicional necesario será completamente consu- mido por los músculos respiratorios. El trabajo respiratorio se puede dividir de acuerdo con las fuerzas que tiene que vencer: S El trabajo requerido para expandir los pulmones en contra de sus propias fuerzas elásticas y las de la caja torácica, llamado trabajo elástico o de dis- tensibilidad. El producto de éste tiene como uni- dad de trabajo o energía a los Joules (J), y repre- senta la energía potencial disponible para la espiración. S El trabajo requerido para vencer la viscosidad del pulmón y las estructuras torácicas, llamado tra- bajo de resistencia del tejido. S El trabajo requerido para vencer la resistencia de la vía aérea y el movimiento del aire hacia los pul- mones. El valor normal de trabajo respiratorio es de 0.3 a 0.65 J/L (figura 2–5). Medición de la ventilación La forma de analizar la ventilación pulmonar se logra por medio de registros de movimiento de volúmenes de aire dentro y fuera de los pulmones a través de la espiro- metría. Un espirómetro consiste en un tambor invertido so- bre una cámara de agua, con el tambor contrarrestado porunpeso.Eneltamborexisteungasdelarespiración, usualmente oxígeno, y un tubo que conecta la boca con la cámara de gas. El tambor se levanta y cae, y se realiza un registro apropiado sobre una hoja de papel. Para facilitar la descripción de la ventilación pulmo- narelaireenlospulmonessehasubdivididoenvolúme-
  • 39. 18 (Capítulo 2)El ABC de la anestesia ÃÃÃÃÃÃ ÃÃÃ ÃÃÃÃÃÃÃÃ ÃÃÃÃ Trabajo realizado por el pulmón con cada respiración Trabajo total Trabajo elástico Trabajo de fricción Volumen residual Capacidad residual funcional Capacidad pulmonar total Volumen pulmonar Figura 2–5. Trabajo respiratorio. El trabajo combinado del pulmón y la pared torácica en expansión (elástico) y la resistencia al flujo aéreo (fricción) normalmente es el más bajo al alcanzar la capacidad funcional residual. nes y capacidades, los cuales son el promedio de una persona joven adulta. Los cuatro volúmenes pulmonares, sumados, igua- lan el máximo volumen al cual los pulmones pueden ex- pandirse e incluyen: 1. Volumen corriente: volumen de aire inspirado o espirado en cada respiración normal; aproximada- mente de 500 mL. 2. Volumen inspiratorio de reserva: volumen extra de aire que puede ser inspirado por encima del vo- lumen corriente, en una inspiración forzada; apro- ximadamente de 3 000 mL. 3. Volumen espiratorio de reserva: volumen máximo de aire que se puede expulsar por medio de una es- piración forzada después de una espiración nor- mal; aproximadamente de 1 100 mL. 4. Volumen residual: volumen de aire restante en los pulmones después de una espiración forzada; aproximadamente de 1 200 mL. Capacidades pulmonares La combinación de dos o más volúmenes dan por resul- tado las capacidades pulmonares: 1. Capacidad inspiratoria: volumen corriente más el volumen de reserva inspiratorio. Es la cantidad de aire que una persona puede inspirar, iniciando en la espiración normal y distendiendo los pulmones a su máxima capacidad; es de aproximadamente 3 500 mL. 2. Capacidad funcional residual: volumen de reserva espiratorio más el volumen residual. Es la canti- dad de aire restante en los pulmones al final de una espiración normal; es de aproximadamente 2 300 mL. 3. Capacidad vital: volumen de reserva inspiratorio más el volumen corriente más el volumen de re- serva espiratorio. Es la cantidad máxima de aire que una persona puede expulsar de los pulmones después de insuflar al máximo los pulmones y es- pirando a su capacidad máxima; es de aproxima- damente 4 600 mL. 4. Capacidad pulmonar total: capacidad vital más volumen residual. Es el volumen máximo al cual los pulmones pueden ser expandidos con el es– fuerzo máximo; es de aproximadamente 5 800 mL. Todos los volúmenes y capacidades pulmonares son en- tre 20 y 25% menores en las mujeres que en los hom- bres, y son mayores en las personas atléticas. La respiración minuto es la cantidad total de aire nue- vo que entra en las vías aéreas cada minuto; esto es igual al volumen corriente por la tasa respiratoria por minuto. El volumen corriente normal es de alrededor de 500 mL y la tasa respiratoria normal es de 12. Por lo tanto, el vo- lumen minuto es de aproximadamente 6 L/min (figura 2–6).
  • 40. 19Fisiología respiratoria EditorialAlfil.Fotocopiarsinautorizaciónesundelito.E 6 000 5 000 4 000 3 000 2 000 1 000 Inspiración Volumen pulmonar (mL) Volumen inspiratorio de reserva Volumen corriente Capacidad inspiratoria Capacidad vital Capacidad pulmonar total Capacidad funcional residual Volumen de reserva espiratorio Volumen residual Espiración Tiempo Figura 2–6. Diagrama que muestra los volúmenes y capacidades pulmonares durante la respiración normal y durante la inspira- ción y la espiración máximas. INTERCAMBIO GASEOSO Bases fisiológicas La difusión de un gas es el proceso mediante el cual la transferencia neta de moléculas ocurre desde una zona de alta presión hasta una zona de menor presión. La presión es causada por múltiples impactos de mo- léculas en movimiento en contra de una superficie. Por lo tanto, la presión de un gas actuando sobre la superfi- cie de las vías aéreas y los alveolos es proporcional a la sumatoria de la fuerza del impacto de las moléculas de ese gas. La presión es directamente proporcional a la concentración de las moléculas de gas. La tasa de difusión de cada gas es directamente pro- porcional a la presión causada por el gas por sí solo. Las moléculas pequeñas se difunden más fácilmente que las moléculas grandes, de acuerdo con la ley de Gra- ham, en la que se menciona que la tasa de difusión del gas es inversamente proporcional a la raíz cuadrada de su densidad. Además, los gases se difunden con mayor facilidad a temperaturas más altas. La resistencia en la difusión está directamente rela- cionada con la longitud y es inversamente proporcional al área disponible. Ademásdeladiferenciadepresión,existenotrosfac- tores que afectan la difusión del gas en un fluido: S La solubilidad del gas en el fluido. S El área transversal del fluido. S La distancia que el gas tiene que recorrer para difundirse. S El peso molecular del gas. S La temperatura del fluido (en el cuerpo humano este factor se mantiene relativamente constante y usualmente no se considera). Factores de la ventilación que intervienen en el intercambio gaseoso El oxígeno es absorbido continuamente del alveolo ha- cia la sangre y el nuevo oxígeno es continuamente respi- rado de la sangre hacia al alveolo. Cuanto más rápido se absorba el oxígeno, menor será la concentración de éste en el alveolo. La concentración de oxígeno en el alveolo y su presión parcial son controlados por: 1. La tasa de absorción de oxígeno en la sangre. 2. La tasa de entrada de nuevo oxígeno en los pulmo- nes a través del proceso ventilatorio. El dióxido de carbono se forma continuamente en el cuerpo y posteriormente se transporta hacia el alveolo, en el cual se remueve continuamente por la ventilación. Una unidad respiratoria se compone de un bronquio- lorespiratorio,losductosalveolares,elatrioylosalveo- los. Existen alrededor de 300 millones de alveolos en
  • 41. 20 (Capítulo 2)El ABC de la anestesia los dos pulmones; cada alveolo tiene un diámetro pro- medio de 0.2 mm. Las paredes alveolares son extrema- damente delgadas; entre los alveolos existe una sólida red de capilares interconectados. Los gases alveolares están íntimamente relacionados con la sangre de los capilares pulmonares. El intercam- bio gaseoso del aire alveolar y la sangre pulmonar ocu- rre en las membranas de las porciones terminales de los pulmones y no solamente en los alveolos. Todas estas membranas en conjunto se denominan “membrana res- piratoria”, también llamada membrana pulmonar. Las capas de esta membrana respiratoria son las si- guientes: 1. Capa que delimita al alveolo y que contiene sur- factante que reduce la tensión superficial del líqui- do alveolar. 2. Epitelio alveolar compuesto de una delgada capa de células epiteliales. 3. Membrana basal epitelial. 4. Espacio intersticial entre el epitelio alveolar y la membrana capilar. 5. Membrana capilar que se fusiona con la membra- na alveolar epitelial. 6. Membrana capilar endotelial. A pesar del número de capas, el grosor de la membrana respiratoria en algunas áreas llega a ser de 0.2 micróme- tros, pero el promedio es de 0.6 micrómetros. Mediante estudios histológicos se ha estimado que el total de la membrana respiratoria en humanos adultos es de apro- ximadamente 70 m2. El diámetro promedio de los capilares pulmonares es de aproximadamente 5 mm, lo que significa que los eri- trocitos tienen que ajustarse para atravesarlos, tocando la pared capilar, por lo que el oxígeno y el dióxido de carbono no necesitan pasar a través de grandes cantida- des de plasma mientras difunden entre el alveolo y el eritrocito. Esto también incrementa la rapidez de la di- fusión. Los factores que determinan la rapidez del paso de un gas a través de la membrana incluyen: 1. Grosor de la membrana. 2. Área de superficie de membrana. 3. Coeficiente de difusión del gas en la sustancia de la membrana. 4. Diferencia de presión parcial de gas entre ambos lados de la membrana. El grosor de la membrana aumenta en ocasiones, por ejemplo, en edema del espacio intersticial de la mem- brana y el alveolo, por lo que los gases no pueden atra- vesar con facilidad. Existen enfermedades que causan fibrosis pulmonar y pueden aumentar el grosor de cier- tas partes de la membrana respiratoria. Debido a que la tasa de difusión de la membrana es inversamente pro- porcional a su grosor, cualquier factor que aumente éste de dos a tres veces de lo normal puede interferir signifi- cativamente con el intercambio de gases normal. El área de superficie de la membrana respiratoria puede disminuir en varias condiciones, por ejemplo, en la resección pulmonar. En el enfisema muchos alveolos se colapsan, con la subsecuente disolución de la pared alveolar. Por lo tanto, las nuevas cámaras alveolares son mucho más amplias que las originales, pero la superfi- cie total de membrana respiratoria disminuye aproxi- madamente cinco veces, debido a la pérdida de dichas paredes alveolares. Cuando el total del área de superfi- cie disminuye una tercera parte de lo normal, el inter- cambio de gases a través de la membrana se encuentra alterado de forma significativa. El coeficiente de difusión de cada gas para atravesar la membrana respiratoria depende de la solubilidad de éste en la membrana y es inversamente proporcional a su peso molecular. El dióxido de carbono se difunde aproximadamente 20 veces más rápido que el oxígeno y éste dos veces más rápido que el nitrógeno. La diferencia de presión a través de la membrana res- piratoria es la diferencia entre la presión parcial del gas en el alveolo y la presión parcial del gas en el capilar pulmonar. La presión parcial representa una medida del total de moléculas de un gas en particular chocando con una unidad de superficie alveolar. La presión del gas en la sangre representa el número de moléculas que inten- tan escapar de la sangre en dirección opuesta. Por lo tan- to, la diferencia entre estas dos presiones es una medida de la tendencia neta de las moléculas del gas para mo- verse a través de la membrana. Cuando la presión par- cial del gas en el alveolo es mayor que la presión del gas en la sangre, como la del oxígeno, la difusión neta del alveolo a la sangre ocurre; cuando la presión del gas en sangre es mayor que la presión parcial en el alveolo, como en el caso del dióxido de carbono, ocurre la difu- sión neta de la sangre al alveolo. Capacidad de difusión de la membrana respiratoria La habilidad de la membrana respiratoria para el inter- cambio de un gas entre un alveolo y la sangre pulmonar se expresa en términos de capacidad de difusión de la membrana respiratoria, la cual se define como el volu- men de gas que difundirá a través de la membrana cada