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«No tengo más remedio que hablar en imágenes
con ejemplos de sencillez, justeza y expresión gráfica»
MANOLO PRIETO –artista, pintor y
dibujante como le gustaba presentarse a sí
mismo– nació en 1912 en El Puerto
de Santa María (Cádiz) la misma ciudad
de origen de su famoso “Toro Osborne” donde
se encuentran también las bodegas de esta
marca comercial. En 1928 ingresa en la
Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia
de su ciudad natal para recibir una
educación artística de carácter tradicional
en las clases de Dibujo de la figura. En 1930
se traslada a Madrid donde desarrolló toda
su trayectoria profesional. En 1932 fue
contratado por “Publicitas”, filial española
de una agencia de publicidad suiza, donde
coincidió con Emeterio Melendreras,
editor años más tarde de la revista “Arte
Comercial”.
Prieto fue un grafista de amplia producción
y variados registros. Desde 1942 y durante
14 años diseñó cada semana la portada
de los títulos de la Colección “Novelas y
Cuentos” con un estilo cada vez más ajustado
y sintético. En 1947 empezó a trabajar
como director artístico de la agencia de
publicidad “Azor”. Fue un extraordinario
cartelista, género en el que destacan sus
carteles taurinos para las Corridas de la
Beneficiencia, para diferentes producciones
teatrales o para fiestas municipales.
Prieto trabajó también como diseñador
de originales publicitarios para prensa
escrita, portadas de discos; así como creó
marcas y diseñó embalajes para productos
comerciales.
En mayo de 1957 se coloca la primera valla
de carretera con el “Toro Osborne” en el kiló-
metro 55 de la carretera de Madrid-Burgos
a partir del dibujo de una silueta creada
por Prieto. El Toro se ha convertido –desde
entonces– en uno de los referentes más
sólidos y originales de nuestro imaginario
colectivo. La imagen del Toro recortado en
lontananza forma parte de la cultura popular
de nuestro país, trascendiendo nuestras
fronteras para convertirse en una imagen de
proyección universal, conocida y admirada
como española en todo el mundo. Su enorme
capacidad de evocación procede de la síntesis
feliz que Prieto realizó entre tradición y
modernidad, entre arte e industria, o si se
quiere, entre naturaleza y artificio.
También en 1957 realizó el diseño de la
primera de sus medallas, especialidad con la
que paradójicamente acabaría su trayectoria
profesional como empleado de la Fábrica
Nacional de la Moneda y Timbre.
Viñetas autopromocionales publicadas
en la revista Arte Comercial
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Pioneros
c. 1936. Boceto de ilustración realizado para el departamento
de propaganda de la Junta de Defensa de Madrid
Marcas comerciales
Bocetos para marcas comerciales
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Manolo Prieto
s/f. Original publicitario
s/f. Boceto para anuncio
1944. Boceto para anuncio
1961. Boceto para anuncio
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Manolo Prieto
1955. Portada, guardas e ilustraciones de interior para el catálogo
“Toros en el Puerto”. Prieto fue un renovador del cartel taurino, género
que le había interesado desde 1934 y en el que logró fijar unas ciertas
pautas modernas a pesar de las preferencias estéticas de la época
7. 1956. Boceto de la primera silueta de la valla del Toro de Osborne e imagen
de una instalación de la época. El más antiguo de los Toros, que anunciaba
la marca comercial Veterano, se instaló en el kilómetro 55 de la carretera de
Madrid a Burgos, en la localidad de Cabanilles de la Sierra en mayo de 1957.
Medía 7 metros de altura, estaba realizado en madera y tenía 40 metros
cuadrados de superficie. Estos primeros toros tenían el cuerpo negro,
los cuernos pintados en blanco y llevaban la leyenda “Veterano Osborne”
estampada en tinta fluorescente con una copa de brandy dibujada sobre la
“N” de la palabra “Veterano”
Pioneros
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8. Rediseño de la silueta de la valla de carretera. Insistía Manolo Prieto en que el rabo era el contrapunto
del equilibrio y dinamismo de la poderosa cornamenta. El Toro tenía, cuando estaba fabricado en madera,
su punto débil en el espacio comprendido entre los cuartos traseros y la cola. Por eso Prieto decidió, al
pasarlo a soporte metálico, mantenerlo como en el diseño original pero haciendo opaca y pintada en azul
la conexión con la pata. El Toro en la actualidad está formado por 70 chapas de 190 x 90 centímetros, pesa
4.000 kilos y desarrolla una superficie de 150 metros cuadrados. Más de 1.000 tornillos, sujetos por dobles
tuercas, 4 torretas metálicas apoyadas en sendas zapatas de 6 metros cúbicos de hormigón, con un peso
total de aproximadamente 50 toneladas, de las cuales 2.500 kilos corresponden al Toro
Manolo Prieto
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Pioneros
c. 1946. Portadas y bocetos de portada
para la revista Arte Comercial. Una publicación
dirigida por Emeterio Melendreras que se
mantuvo en el mercado entre 1946 y 1952
c. 1946. Portadas para el método
de caligrafía Nuevo Rayas
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Manolo Prieto
1942-1956. Portadas e ilustración para Novelas y Cuentos –una
colección de libros impresa en materiales de revista promovida por
Urgoti el editor del diario El Sol– donde Prieto trabajaría durante catorce
años realizando una cubierta cada semana. Estas portadas constituyen un
ejercicio de síntesis y composición. Realizadas con una llamativa pobreza
de recursos tipográficos y materiales –como correspondía a la época–,
con recursos tan ingenuos como la simulación de una encuadernación
con lomo de tela, pero de una notable calidad formal
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Manolo Prieto
c. 1950. Cubierta de las “Guías de
Viaje Afrodisio Aguado”. La leyenda
de cubierta explicaba que cumplían la
función de ser “Lazarillos para España
y Portugal”
1956. Original para cartel. Témpera sobre papel
(120 x 170 cm)
s/f. Prototipo para packaging de crema dental
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Pioneros
1958. Boceto para publicidad s/f. Boceto para publicidad
Un análisis de los trabajos de Prieto de la época
permiten apreciar influencias de O’Galop o Charles Loupot.
Siguiendo el esquema estructural de los carteles de aquellos años
buscaban la idea que hiciera vender el producto
llevándola a cabo mediante una pirueta o truco
capaz de llamar la atención y de “enganchar” el ojo
15. 1952. Boceto de cartel para una compañía aérea española
Pioneros
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16. 1952. Boceto de cartel para una compañía aérea española
Manolo Prieto
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“”Prieto conoce los detalles de cada forma, y cuando dibuja, cuando
construye las siluetas, elige los pertinentes, abandona los que no le
interesan. El criterio de este discernimiento está generalmente dictado por
la búsqueda de un resultado bienhumorado. Hay personas fastidiosas,
frases escritas con zonas ásperas o borrosas, colores y formas que hay
que tragar con el sorbo de algún líquido. Manolo Prieto dibuja para
conseguir lo contrario: lo que se desliza suavemente, lo que se comprende
sin analizar las partes, las piezas del rompecabezas que se acoplan casi
sin ser tocadas.
En un cartel de zarzuela del 58 dibuja una “vedette” de perfil en el
lado derecho. Le interesa reproducir las exactas curvas de la rodilla que
cualquier otra concepción de la concisión gráfica hubiera descartado.
Tenemos la suerte de conocer de mano de Prieto los pequeños, peque-
ñísimos bocetos preparatorios de ilustraciones o carteles que ya fijan la
idea, la composición y el color de la obra definitiva. En ellos se contiene
ya aquello del grito en la pared. Los espectadores disfrutamos de esos
logros al ver la obra acabada, pero Prieto trabaja entre un estadio y otro
obteniendo un enorme placer dibujando bien otras cosas: un lazo, un
pliegue de la ropa, el pie dentro de su zapato, una correa de un perro, las
letras, claro. ¿Cuál es el momento de todo el proceso del que más disfruta
Prieto? Yo aventuro que es el punto en que, una vez escogida la imagen
que se ajuste al tema y tras el primer pequeño boceto que fije además
composición, claroscuro y color principal, la mano del dibujante se dedica
a trabajar la forma, y su talento percibe que la intención mejora. El cartel,
la ilustración, la portada quedan plenamente formulados, es entonces
cuando verdaderamente funcionan. Cuando Prieto modifica una curva
para hacerla quizá menos realista pero más segura de sí misma, cuando
halla un juego de positivo-negativo que añade el peso necesario en una
zona o deja de dibujar una parte del todo para producir un efecto secun-
dario chocante, es cuando él vive su trabajo con mayor interés, yo creo que
encuentra momentos hasta de regocijo físico. Lo obvio queda muy atrás y
lo enrevesado casi se toca. La técnica depurada y el buen sentido pueden
llevar a esos estados de alegría muy especial, no confundir con la consa-
bida “facilidad” que en muchas personas produce admiración. Es verdad
que la mano de Prieto danza sobre el papel, pero con el acompañamiento
esforzado de su cerebro.
• • •
De entre muchos, hay un cartel de Manolo Prieto que prefiero: Corrida de
la Beneficencia, Madrid, 1958. Un toro decidido corre de frente hacia el es-
pectador. Sólo vemos su cara, sus cuernos, su pecho, sus patas delanteras y
el extremo de su rabo en un segundo plano. Tensión simétrica para un ex-
traño minotauro. Un rico color albero casi uniforme sirve como fondo. Este
cartel ganó el concurso que se convocaba anualmente, y dentro del género
es una obra inequívoca de Manolo Prieto. Él siempre prefiere dibujar el
toro a ningún otro motivo de la fiesta, está claro que se siente fascinado
por este ser. Nos presenta su estampa en la acción y en el castigo: puede
dibujarlo en el momento emotivo de su salida al ruedo, en la mirada
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ensimismada dirigida a su enemigo o en el instante vertiginoso en que el
animal es consciente de su fin, un segundo antes de que podamos oir la
ovación de los tendidos. ¿Brutal? Tengo muy claro pues de parte de quién
está Prieto. Al menos plásticamente.
• • •
Hay una característica de los toros de nuestro artista que me interesa mucho
desde el punto de vista del dibujo. El cuerpo del animal es un compendio
de formas diversas que Prieto sabe tratar de manera diferenciada. Aunque
utilice variados grados de simplificación según los casos, siempre dibuja la
curva característica del interior de las patas delanteras, la pelambre fosca de
la testuz, la morfología de las pezuñas. Representación sintética o abstracta
desde un conocimiento depurado, pasando por el dominio del movimiento
y la comprensión absoluta de la situación. Manolo Prieto no se queda ahí,
enriquece el resultado con unas esquinas de estilo que inventa para que el
dibujo se acerque al artefacto: esos ojos circulares rodeados por un halo un
tanto misterioso que se alejan del brillo pretendidamente vivo que vemos
en muchos de los toros de sus colegas. Estos ojos nos hablan de un vigor
imprevisible, de una inteligencia que no podemos aprehender.
• • •
En las portadas de los cuadernos educativos Nuevo Rayas, Prieto presenta
a unos pocos niños en un mundo cerrado, formado por unos cuantos
planos de color, algún objeto escogido y unos acompañantes elementos
animados. Describe un pequeño mundo tranquilo y estable, en el que todo
encuentra su lugar y es comprendido. A veces, sí, pinta alguna situación un
poco onírica muy relacionada con otros trabajos suyos más comerciales.
Es gracioso, por ejemplo, que los niños aparezcan en varias ocasiones de
espaldas: en un caso de imagen dentro de la imagen, miran al rótulo que
constituye el título, chocante por su rotunda pero aparente incorcondancia,
teniendo en cuenta además el contexto. Prieto dibuja con criterio unas
formales letras clásicas, un poco solemnes, posiblemente impuestas por el
cliente. A veces este cartelón, casi pizarra, no es objeto de las miradas de
los niños, ellos se concentran en sus juegos.
De estas portadas me interesa destacar una característica que
se da en muchas otras obras de Manolo Prieto: el color, su entonación e
intensidad, así como el modo en que está aplicado, está bañado por el sol.
Es un color que, quizá no en el momento en que nosotros lo vemos, sino
en su pasado, tiene entre sus ingredientes principales un sol naturalmente
meridional, claro y dominante, cuya presencia y recuerdo se saborean
también en el aire, en la piel, en el vino. Me llama la atención el contraste
entre ese modo de trabajar el color y el que vemos en muchos trabajos
de sus contemporáneos y sus sucesores actuales, en los que los colores
han sido elegidos de la página de catálogo encabezada por el epígrafe
“mediterráneos”. En el plato de loza en donde Prieto mezcla sus gouaches,
él añade ese sol con su retina.
Jorge García Pfretzschner / Diseñador gráfico y pintor