‘Principios para enfrentarse al nuevo orden mundial’, es un texto generalista basado en la teoría del ciclo, sin citas ni pies de página, que puede constituir una recomendable lectura de verano.
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UN ORDEN MUNDIAL CAMBIANTE.
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UN ORDEN MUNDIAL CAMBIANTE.
Manfred Nolte
Raymond Thomas Dalio (Nueva York, 1949) es un multimillonario y filántropo
estadounidense, director de Bridgewater Associates, el mayor fondo especulativo del
planeta. Su último libro lleva por título ‘Principios para enfrentarse al nuevo orden
mundial’, un texto divulgativo centrado en la teoría del ciclo, sin citas ni pies de página,
que puede constituir una recomendable lectura de verano. Habla un hombre de
negocios y un visionario, pero no un académico ni un científico, en una categoría que
podríamos denominar psicohistórica, un estilo que combina historia, sociología y
estadística para realizar predicciones sobre el comportamiento futuro de grandes grupos
sociales.
¿Qué nos quiere transmitir este superventas?
El libro es un estudio de los ciclos económicos de los últimos 500 años (1400 años en el
caso de China). Analiza cuatro grandes imperios: el holandés, el británico, el
estadounidense y el chino. Muestra cómo cada uno de ellos ha pasado por ciclos
económicos y políticos similares y lo que podemos aprender de ellos. Cada ciclo
comienza con un nuevo orden mundial seguido de paz, prosperidad y mayor
productividad. El ciclo alcanza su punto máximo con una burbuja financiera y una
notable desigualdad de renta y riqueza entre ciudadanos. El resultado es una crisis
financiera y crediticia, una mayor polarización de la riqueza y, en última instancia, una
exacerbación política. Estas contradicciones generalmente se resuelven a través de la
revolución o la guerra, una reestructuración política y un nuevo orden mundial. El Gran
Ciclo comienza entonces de nuevo.
Utiliza ocho métricas para rastrear los grandes ciclos: educación, innovación y desarrollo
tecnológico, competitividad global, producción económica nacional, participación en el
comercio mundial, fuerza militar, poder del centro financiero de un país y fuerza de la
moneda de reserva del imperio. A destacar que el análisis de Dalio se centra en el auge
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y la caída de los imperios, no en el auge y la caída de los sistemas económicos. Dalio es
un confirmado capitalista. No hay indicios de que uno de sus ciclos haya terminado o
pueda terminar con el sistema. Comienzan incluso antes de “la invención del
capitalismo”, que data de la fundación de la Compañía Holandesa de las Indias
Orientales en 1602 y la creación de la bolsa de valores en los Países Bajos en 1612.
Traducido a nuestros días, la mayor amenaza y al mismo tiempo la mayor probabilidad
de que se produzca una intensificación de las guerras comerciales económicas,
tecnológicas, de capital o geopolíticas entre Estados Unidos y China -siempre según
Dalio- tendrá lugar a medida que esta última se vuelva aún más competitiva y global.
Estados Unidos es el país más poderoso del planeta, pero se desliza hacia el declive,
mientras que China, que figura en segunda posición, está en franco auge y aumenta su
poderío de forma acelerada. Las fortalezas que hacen de Estados Unidos un imperio
dominante residen en su robusto mercado de capitales dotado de un centro financiero
líder a escala global, el estatus del dólar como moneda de reserva, su fortaleza militar,
su intensa producción económica, su capacidad de innovación y desarrollo de nuevas
tecnologías, su educación y su alto rendimiento económico.
Aunque China está muy por detrás de Estados Unidos en la mayoría de las categorías
citadas, exhibe ya un notable poderío en factores determinantes como las
infraestructuras y la inversión, la innovación y la tecnología, la educación, la
competitividad en términos de coste, la producción económica, el comercio, la fortaleza
militar y el comercio y flujos de capital, aunque su situación sea más débil en lo tocante
al estatus de su moneda como divisa de reserva, el Estado de derecho, la corrupción o
las desigualdades en renta y riqueza.
China se encuentra en una posición relativamente favorable en sus ciclos económicos y
financieros, con una carga de deuda relativamente baja y un crecimiento real esperado
para los próximos diez años razonablemente alto (4,3 por ciento anual). Tiene más
activos exteriores que deuda emitida. Los niveles de deuda pública son moderados (48
por ciento del PIB). La mayor parte de estas deudas (96 por ciento) está denominada en
su propia moneda, lo que mitiga los riesgos de impago.
Ray Dalio tiene una mención para la eurozona: una potencia fuerte, pero con una
evolución plana. Sus fortalezas clave residen en el comercio mundial y la condición del
euro como moneda de reserva. Entre sus debilidades figuran la ética de trabajo, inferior
al promedio, la baja autosuficiencia y una asignación relativamente pobre de la mano de
obra y el capital.
De España, con datos actualizados al mes de agosto de 2021 dice lo siguiente: España
parece ser una potencia modesta -en la zona baja del ranking de países- y su trayectoria
auspicia una evolución fragil. Las principales características de España son su
desfavorable posición económico-financiera, su pobre desempeño a la hora de desplegar
los factores de capital y trabajo, su reducido peso en el comercio global y una menguada
progresión en materia de innovación y tecnología.
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Como se comentaba al comienzo de estas líneas en ‘Un nuevo orden mundial’
encontramos un texto teorizante y hasta cierto punto onírico. Los que deseen
profundizar con rigor en la teoría del ciclo deberían leer a Carmen Reinhardt y Kenneth
Rogoff, en su incomparable presentación: ‘Esta vez es diferente’.
Si después de un voluminoso escrito como el aquí glosado hay que quedase con una sola
frase escogeríamos la siguiente: “La productividad humana es la fuerza más importante
que hace que la riqueza, el poder y el nivel de vida del mundo puedan aumentar con el
tiempo.” En este momento, la humanidad está mutando sus formas de pensar, y está
aumentando la productividad de modo mucho más agresivo que en etapas anteriores.
Mención especial merece el progreso de la inteligencia artificial, consistente en una
nueva forma de pensar. “En esencia, la humanidad está desarrollando una enorme
capacidad para detectar patrones y procesar con rapidez un sinfín de ideas diferentes,
aunque la receta utilizada tiene problemas para comprender la lógica vigente detrás de
las relaciones. Esta fórmula es a la vez inteligente y estúpida, útil y peligrosa. Ofrece un
gran potencial, pero debe controlarse bien y en ningún caso debe desarrollarse a ciegas”.
Dicho queda.