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I. INTRODUCCIÓN
El Estado de Mal Convulsivo (EMC) es
una actividad convulsiva prolongada, defi-
nido como una sola crisis o convulsiones
recurrentes que duran más de 30 minutos,
durante los cuales no se recupera el cono-
cimiento; esta duración no es aceptada por
todos por lo que se ha propuesto la revi-
sión este concepto(1)
. Cuando dura más de
60 minutos se habla de EMC refractario(2)
;
se presenta en el 1,3-6,76% de los enfer-
mos epilépticos, en especial en los prime-
ros años de vida (3)
.
II. ETIOLOGÍA
Los factores responsables de esta situación
son muy variados, siendo útil el dividir a
los EMC según la etiología(4)
en: a) EMC
febril (EMC asociado con fiebre en un
niño neurológicamente normal entre las
edades de 6 meses y 5 años) que represen-
ta entre el 25-50% de los EMC; b) EMC
no febril que puede subdividirse en: idiopáti -
co, sintomático agudo (meningitis, encefali-
tis, accidente vascular, trastorno metabóli-
co agudo) y sintomático lejano (trastorno
del desarrollo cerebral congénito ó adquiri-
do), correlacionándose la etiología, en
gran medida, con la edad.
Es necesario destacar dos causas metabóli-
cas de EMC que responden bien al trata-
miento: la deficiencia en piridoxina (todos
los niños por debajo de los 18 meses con
crisis rebeldes deben de ser tratados con
piridoxina: 100-200 mg por vía venosa,
dosis única) y la deficiencia en biotinidasa
(su cuadro clínico típico se caracteriza por
la asociación de convulsiones, ataxia, rash
cutáneo y alopecia, pero puede presentarse
también solamente con crisis convulsivas),
que responde bien a la administración de
biotina (20 mg) por vía oral o intramuscu-
lar.
III. FISIOPATOLOGÍA
La razón por la cual las convulsiones se ini-
cian y se detienen no es bien conocida
aunque se supone que se relaciona con un
desequilibrio entre los mecanismos excita-
dores e inhibidores de la neurotransmisión;
las sinapsis excitadoras maduran antes que
las inhibidoras y esto, junto con un incre-
mento de la susceptibilidad de los recepto-
res neurotransmisores excitadores, aumen-
ta la probabilidad de que se presente un
desequilibrio entre la excitación y la inhi-
bición.
En la forma más característica de EMC, el
tónico clónico generalizado, los cambios
fisiopatológicos acontecen en dos fases(5)
.
La primera fase (compensación: <30 minu-
tos) se asocia con manifestaciones motoras
y aumento de la actividad simpática; se
produce un aumento de la presión sanguí-
nea, de la frecuencia cardiaca, volumen
cardiaco, flujo sanguíneo cerebral, gluce-
mia y niveles de cortisol. Después de unos
ESTADO DE MAL CONVULSIVO
Rafael Palencia Luaces
6
96
30 minutos comienza el fallo en la home-
ostasis con una transición hacia la segunda
fase (descompensación: > 30 minutos); se
incrementa el lactato sanguíneo originado
por la contracción muscular y disminuye el
Ph (acidosis), la presión sanguínea y el
flujo cerebral, así como la glucosa cerebral
y la oxigenación del parénquima. Otros
efectos sistémicos incluyen arritmias car-
diacas, isquemia miocárdica, hipertensión
y rabdomiolisis que origina mioglobinuria
con el consiguiente fallo renal por necrosis
tubular aguda, así como trastornos electro-
líticos (como hipo ó hiperpotasemia) e
hipertermia. También puede producirse
edema pulmonar neurogénico y aspiración
de secreciones. Los cambios vegetativos
incluyen aumento de las secreciones bron-
quiales y salivación; así mismo puede apa-
recer un aumento de la presión intracrane-
al como consecuencia del incremento del
flujo sanguíneo intracerebral. Durante la
primera fase, el aumento del flujo cerebral
y los niveles elevados de glucosa, propor-
cionan, habitualmente, una oxigenación y
un sustrato suficiente para satisfacer los
requerimientos metabólicos del cerebro;
en la segunda fase no se satisfacen las nece-
sidades nutritivas de las células y se produ-
ce una isquemia. Los estudios en animales
indican que el paso de la primera a la
segunda fase acontece hacia los 30 minu-
tos y cuando las convulsiones se prolongan
más de 60 minutos, se incrementa el riesgo
de lesión neuronal, a pesar de concentra-
ciones óptimas de oxígeno y glucosa.
En esquema, las consecuencias del EMC
son(6)
:
– aumento del metabolismo neuronal (con
incremento del consumo de glucosa y
de oxígeno) lo que es favorecido por el
mayor flujo sanguíneo cerebral, con
aumento de la presión intracraneal que
si se eleva en más de 30 mm Hg con-
duce a la descompensación, reducién-
dose el flujo sanguíneo, con hipoxia,
aumento del metabolismo anaerobio,
acúmulo de catabolitos y acidosis; con
ello se pierde la capacidad autorregula-
dora de los vasos cerebrales, que se
dilatan, enlenteciéndose más el flujo
sanguíneo y produciéndose edema
cerebral. Se origina así una lesión cere-
bral en: células piramidales de hipo-
campo y córtex, células de Purkinje
cerebelosas, células estrelladas neocor-
ticales, células en cesta de cerebelo e
hipocampo; la actividad paroxística
favorece la entrada continua de Ca++
en las neuronas, la activación de cal-
cio-modulina y el acúmulo de Ca++
en
las mitocondrias, con vacuolización de
éstas, liberación citoplasmática del
Ca++
acumulado, activación de protea-
sas y fosfolipasas, isquemia tisular y
necrosis neuronal.
– estímulo del sistema nervioso vegetativo
(simpático) durante los primeros 30
minutos, lo que ocasiona hipertermia,
hipertensión arterial, taquicardia e
hiperglucemia; si la convulsión se pro-
longa (más de l hora), el agotamiento
del sistema simpático conlleva una
hipotensión e hipoglucemia, junto con
hiperpotasemia y acidosis, pudiendo
llegar la muerte.
– hipoxia sistémica y cerebral ya que los
espasmos musculares propios de la con-
vulsión reducen la ventilación pulmo-
nar con lo que se potencia la acidosis
láctica; además la actividad muscular
exagerada es responsable de una hiper-
pirexia que, al aumentar la temperatu-
ra de la sangre que irriga el núcleo
óptico, origina una secreción inade-
cuada de hormona antidiurética, con
la consiguiente hiponatremia y descen-
so del umbral convulsivo, que favorece
nuevas descargas paroxísticas.
Además pueden presentarse dificultades
para deglutir, acúmulo de secreciones en la
97
faringe, vómitos y neumonía por aspira-
ción y también las contracciones muscula-
res violentas pueden originar traumatismos
de extremidades, bucofaringe y cabeza.
IV. TRATAMIENTO
El EMC constituye una urgencia médica.
Las prioridades asistenciales incluyen:
a. Medidas urgentes generales:
– Ventilación - Oxigenación. La hipoxe-
mia puede ser causa y consecuencia de
las convulsiones. Para corregirla se
colocará al paciente con la cabeza y el
cuello en posición que permita la aper-
tura de la vía aérea, realizando aspira-
ción si fuera necesario; una vez lograda
la permeabilidad respiratoria se inicia-
rá la ventilación y se administrará O2
por vía nasal ó mascarilla y si persiste
la insuficiente ventilación será nece-
sario intubar al niño
– Presión sanguínea y estado circulato-
rio. Una vez oxigenado y ventilado se
valora el estado circulatorio; en las
fases iniciales el niño suele mantener
una perfusión adecuada, con taquicar-
dia e hipertensión, como ya se ha
comentado; tras una actividad convul-
siva prolongada puede desarrollar
shock hipovolémico ó cardiogénico,
que se tratará inicialmente con líqui-
dos, para lo que hay que buscar un
buen acceso venoso que servirá tam-
bién para la administración de los fár-
macos.
– Valoración general. Durante la estabi-
lización inicial, la anamnesis y la
exploración física y neurológica ayuda-
rán a identificar la causa del EMC ya
que si bien el tratamiento debe reali-
zarse con independencia de la etiolo-
gía, algunas situaciones como el trau-
matismo cráneo-encefálico con hema-
toma, ciertas intoxicaciones, deficien-
cia de piridoxina o biotina, requieren
medidas específicas.
– Estudios complementarios. Como
pruebas de laboratorio se recomienda
la determinación de electrolitos, glu-
cosa, calcio, nitrógeno ureico, magne-
sio y citología hemática; aunque la
hipoglucemia es una rara causa de con-
vulsiones, se debe determinar la gluce-
mia en todos los pacientes y si está baja
(< 3mmol/l) ó es imposible medirla, se
administrará glucosa intravenosa (5
ml/kg de suero glucosado al 10%)(7)
. En
casos concretos pueden requerirse otras
pruebas: niveles de medicación, pun-
ción lumbar, investigación toxicológi-
ca, EEG, neuro- radiología (TC o
RM), étc .
b. Terapia anticonvulsiva. La finalidad del
tratamiento es detener las convulsio-
nes para lo que debe de ser eficaz a la
mayor brevedad posible. La elección
de un medicamento anticonvulsivo
sobre otro es de menos importancia
que el diseño de un protocolo que
garantice la rápida administración de
cantidades suficientes y eficaces.
Nunca debe emplearse un fármaco
cuyo manejo no sea bien conocido por
el médico.
Si la convulsión acontece en medio
extrahospitalario el tratamiento se rea-
lizará con diacepam rectal a dosis de
0,4-0,7 mg/kg (más fácil de recordar:
5mg hasta los 2 años y 10 mg a los
mayores de 2 años), con lo que se con-
sigue el control en más del 80% de los
casos; en los pacientes con riesgo de
depresión respiratoria la dosis de dia-
cepam rectal será más baja (0,25 mg/kg ).
En cualquier caso siempre hay que
tener prevista esta complicación y dis-
poner de la posibilidad del soporte
necesario para su recuperación.
97
98
Cuando el paciente llega convulsio-
nando al hospital hay que pensar que la
duración de la crisis supera los 10
minutos y requerirá medidas terapéuti-
cas urgentes. Algunos pacientes ya
habrán recibido una dosis de diacepam
en su domicilio y si es preciso se apli-
cará una segunda dosis de diacepam
por vía rectal (0,4mg/kg) ó intraveno-
sa (0,2-0,4 mg/kg) (aunque en algunos
casos que no responden a la dosis ini-
cial de diacepam la segunda dosis
puede ser también ineficaz). De persis-
tir la crisis cinco minutos después de la
segunda dosis de diacepam, se adminis-
trará (si no hay contraindicaciones
como hepatopatías y coagulopatías,
enfermedades pancreáticas y mitocon-
driales) valproato sódico intraveno-
so(20 mg/kg de entrada y luego l
mg/kg/hora en infusión continua) (8)
o
hidantoina intravenosa lenta (18
mg/kg, pasando 1 mg/kg por minuto),
teniendo prevenido al anestesista ya
que puede ser necesario intubar al
paciente. Si no se cuenta con un acce-
so venoso inmediato, puede efectuarse
la administración rectal del diacepam
o del valproato, así como la de benzo-
diacepinas por vía intraósea (vía que
también es eficaz para fenobarbital o
fenitoina) o el midazolan por vía nasal (9)
.
Como fármacos alternativos al inicio
del tratamiento con diacepam pueden
emplearse el valproato sódico intrave-
noso (20 mg/kg), fenobarbital (15
mg/kg), hidantoina (15-20 mg/kg,
intravenosa, diluida en suero fisiológi-
co), así como otras benzodiacepinas:
clonacepam (0,5-0,8 mg/kg, intrave-
noso en perfusión continua) o midazo-
lam intravenoso (0.15 mg/kg en bolo
inicial seguido por infusión de 1-5
µg/kg minuto); la lidocaina (2-3
mg/kg, vía venosa lenta) (administrada
conjuntamente con el fenobarbital)
es otra alternativa de uso menos habi-
tual.
EMC refractario. Puede comenzarse
utilizando el clonacepam en perfusión
continua (0,5-0,8 mg/kg, hasta llegar a
1 mg/kg/día) para pasar, si no cede, a la
inducción de una anestesia general
usando un barbitúrico de acción corta
como el tiopental (bolo de 4-8 mg/kg,
seguido de infusión de 10 mg/kg/hora)
con intubación traqueal, ventilación
mecánica y vigilancia cardio-respirato-
ria, así como control de EEG; otras
opciones incluyen el midazolam, pen-
tobarbital, pentotal y fenobarbital, así
como anestésicos por inhalación
como el isoflurano y el halotano (este
último muy empleado pero con efectos
hemodinámicos y hepatotóxicos inde-
seables).
En la tabla I se esquematiza la actua-
ción ante el EMC
V. PRONÓSTICO
El pronóstico depende sobre todo de la
etiología (los EMC febriles tienen menos
incidencia de déficits neurológicos y cog-
nitivos pero más riesgo de epilepsia) y de la
edad. La enolasa neuronal específica (ele-
vada cuando hay daño neuronal), el EEG
(la presencia de descargas periódicas empe-
ora el pronóstico) y la radiología, son mar-
cadores que pueden ayudar a predecir la
evolución. La mortalidad ha disminuido
en relación con épocas pasadas, oscilando,
según las series, alrededor del 1-5% . Las
secuelas neurológicas y los trastornos cog-
nitivos se incrementan cuando la dura-
ción del EME es superior a 2 horas(10)
; el
riesgo de epilepsia posterior oscila entre el
23%-48%.
99
TABLA I
ESQUEMA DEL TRATAMIENTO DEL ESTADO DE MAL CONVULSIVO
TRATAMIENTO EN EL DOMICILIO (PREHOSPITALARIO)
Diacepam rectal ( 0,4-0,7 mg/kg)
10 MINUTOS
TRATAMIENTO EN EL HOSPITAL
A. TRATAMIENTO DE APOYO B. TRATAMIENTO DE LA CONVULSION
OXIGENACION-VENTILACION 1 Diacepam (rectal ó i.v.): 0,4mg/kg
CONTROL DE LA CIRCULACION 10 minutos
GLUCOSA
VARIABLES 2 Diacepam : 2ªdosis (si ya la había recibido en
casa pasar a la siguiente fase)
5 minutos
3 Valproato
ó
Fenitoina*
ó
Fenobarbital
20 mg/kg 18 mg/kg 15 mg/kg
UCI ESTADOREFRACTARIO
Clonacepam
(0,5-1 mg/kg en infusión continua)
Tiopental
bolo de 4-8mg/kg
seguido de infusión
de 10mg/kg/hora
Midazolam
bolo inicial de
0,15mg/kg seguido
de infusión de 1µ/kg/m
(aumentando 1µ/kg/m
cada 15 m)
Fenobarbital
bolos de 10mg/kg
cada 30 minutos
*No usar si ya venía tomando regularmente Fenitoina
15-20 minutos
100
BIBLIOGRAFÍA
1. Lowenstein DH, Bleck T, McDonald RL. It´s
time to revise the definition of status epilepticus.
Epilepsia 1999;40:120-122.
2. Dunn DW. Status epilepticus in infancy and
childhood. Neurol Clin 1990;8:647-657.
3. DeLorenzo RJ, Hauser WA, Towne AR, Boggs
JC, Pellock JM, Penberthy L, Garnett L, Fortner
CA, Ko D. A prospective, population-based
epidemiologic study of status epilepticus in
Richmond, Virginia. Neurology 1996;46:1029-
1035.
4. Scott RC, Surtees RAH, Neville BGR. Status
epilepticus: pathophysiology, epidemiology, and
outcomes. Arch Dis Child 1998;79:73-77.
5. Fountain NB, Lothman EW. Pathophysiology of
status epilepticus. J Clin Neurophysiol 1995;12:326-
342.
6. Herranz JL. Enfoque terapéutico de las
convulsiones agudas y de los status convulsivos. En:
Herranz JL, Armijo JA (eds). Actualización de las
epilepsias. Barcelona: Sanofi-Winthorp, 1992:167-
178.
7. Tasker RC. Emergency treatment of acute
seizures and status epilepticus. Arch Dis Child
1998;79:78-83.
8. Campistol J, Fernández A, Ortega J. Estado de
mal convulsivo en el niño. Experiencia con
valproato endovenoso. Actualización del protocolo
de tratamiento. Rev Neurol 1999;29:359-365.
9. O´Regan ME, Brown JK, Clarke M. Nasal rather
rectal benzodiazepines in the management of acute
childhood seizures? Dev Med Child Neurol
1996;38:1037-1045.
10. Eriksson KJ, Koivikko MJ. Status epilepticus in
children: aettiology, treatment and outcome. Dev
Med Child Neurol 1997;39:652-658.
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  • 1. 95 I. INTRODUCCIÓN El Estado de Mal Convulsivo (EMC) es una actividad convulsiva prolongada, defi- nido como una sola crisis o convulsiones recurrentes que duran más de 30 minutos, durante los cuales no se recupera el cono- cimiento; esta duración no es aceptada por todos por lo que se ha propuesto la revi- sión este concepto(1) . Cuando dura más de 60 minutos se habla de EMC refractario(2) ; se presenta en el 1,3-6,76% de los enfer- mos epilépticos, en especial en los prime- ros años de vida (3) . II. ETIOLOGÍA Los factores responsables de esta situación son muy variados, siendo útil el dividir a los EMC según la etiología(4) en: a) EMC febril (EMC asociado con fiebre en un niño neurológicamente normal entre las edades de 6 meses y 5 años) que represen- ta entre el 25-50% de los EMC; b) EMC no febril que puede subdividirse en: idiopáti - co, sintomático agudo (meningitis, encefali- tis, accidente vascular, trastorno metabóli- co agudo) y sintomático lejano (trastorno del desarrollo cerebral congénito ó adquiri- do), correlacionándose la etiología, en gran medida, con la edad. Es necesario destacar dos causas metabóli- cas de EMC que responden bien al trata- miento: la deficiencia en piridoxina (todos los niños por debajo de los 18 meses con crisis rebeldes deben de ser tratados con piridoxina: 100-200 mg por vía venosa, dosis única) y la deficiencia en biotinidasa (su cuadro clínico típico se caracteriza por la asociación de convulsiones, ataxia, rash cutáneo y alopecia, pero puede presentarse también solamente con crisis convulsivas), que responde bien a la administración de biotina (20 mg) por vía oral o intramuscu- lar. III. FISIOPATOLOGÍA La razón por la cual las convulsiones se ini- cian y se detienen no es bien conocida aunque se supone que se relaciona con un desequilibrio entre los mecanismos excita- dores e inhibidores de la neurotransmisión; las sinapsis excitadoras maduran antes que las inhibidoras y esto, junto con un incre- mento de la susceptibilidad de los recepto- res neurotransmisores excitadores, aumen- ta la probabilidad de que se presente un desequilibrio entre la excitación y la inhi- bición. En la forma más característica de EMC, el tónico clónico generalizado, los cambios fisiopatológicos acontecen en dos fases(5) . La primera fase (compensación: <30 minu- tos) se asocia con manifestaciones motoras y aumento de la actividad simpática; se produce un aumento de la presión sanguí- nea, de la frecuencia cardiaca, volumen cardiaco, flujo sanguíneo cerebral, gluce- mia y niveles de cortisol. Después de unos ESTADO DE MAL CONVULSIVO Rafael Palencia Luaces 6
  • 2. 96 30 minutos comienza el fallo en la home- ostasis con una transición hacia la segunda fase (descompensación: > 30 minutos); se incrementa el lactato sanguíneo originado por la contracción muscular y disminuye el Ph (acidosis), la presión sanguínea y el flujo cerebral, así como la glucosa cerebral y la oxigenación del parénquima. Otros efectos sistémicos incluyen arritmias car- diacas, isquemia miocárdica, hipertensión y rabdomiolisis que origina mioglobinuria con el consiguiente fallo renal por necrosis tubular aguda, así como trastornos electro- líticos (como hipo ó hiperpotasemia) e hipertermia. También puede producirse edema pulmonar neurogénico y aspiración de secreciones. Los cambios vegetativos incluyen aumento de las secreciones bron- quiales y salivación; así mismo puede apa- recer un aumento de la presión intracrane- al como consecuencia del incremento del flujo sanguíneo intracerebral. Durante la primera fase, el aumento del flujo cerebral y los niveles elevados de glucosa, propor- cionan, habitualmente, una oxigenación y un sustrato suficiente para satisfacer los requerimientos metabólicos del cerebro; en la segunda fase no se satisfacen las nece- sidades nutritivas de las células y se produ- ce una isquemia. Los estudios en animales indican que el paso de la primera a la segunda fase acontece hacia los 30 minu- tos y cuando las convulsiones se prolongan más de 60 minutos, se incrementa el riesgo de lesión neuronal, a pesar de concentra- ciones óptimas de oxígeno y glucosa. En esquema, las consecuencias del EMC son(6) : – aumento del metabolismo neuronal (con incremento del consumo de glucosa y de oxígeno) lo que es favorecido por el mayor flujo sanguíneo cerebral, con aumento de la presión intracraneal que si se eleva en más de 30 mm Hg con- duce a la descompensación, reducién- dose el flujo sanguíneo, con hipoxia, aumento del metabolismo anaerobio, acúmulo de catabolitos y acidosis; con ello se pierde la capacidad autorregula- dora de los vasos cerebrales, que se dilatan, enlenteciéndose más el flujo sanguíneo y produciéndose edema cerebral. Se origina así una lesión cere- bral en: células piramidales de hipo- campo y córtex, células de Purkinje cerebelosas, células estrelladas neocor- ticales, células en cesta de cerebelo e hipocampo; la actividad paroxística favorece la entrada continua de Ca++ en las neuronas, la activación de cal- cio-modulina y el acúmulo de Ca++ en las mitocondrias, con vacuolización de éstas, liberación citoplasmática del Ca++ acumulado, activación de protea- sas y fosfolipasas, isquemia tisular y necrosis neuronal. – estímulo del sistema nervioso vegetativo (simpático) durante los primeros 30 minutos, lo que ocasiona hipertermia, hipertensión arterial, taquicardia e hiperglucemia; si la convulsión se pro- longa (más de l hora), el agotamiento del sistema simpático conlleva una hipotensión e hipoglucemia, junto con hiperpotasemia y acidosis, pudiendo llegar la muerte. – hipoxia sistémica y cerebral ya que los espasmos musculares propios de la con- vulsión reducen la ventilación pulmo- nar con lo que se potencia la acidosis láctica; además la actividad muscular exagerada es responsable de una hiper- pirexia que, al aumentar la temperatu- ra de la sangre que irriga el núcleo óptico, origina una secreción inade- cuada de hormona antidiurética, con la consiguiente hiponatremia y descen- so del umbral convulsivo, que favorece nuevas descargas paroxísticas. Además pueden presentarse dificultades para deglutir, acúmulo de secreciones en la
  • 3. 97 faringe, vómitos y neumonía por aspira- ción y también las contracciones muscula- res violentas pueden originar traumatismos de extremidades, bucofaringe y cabeza. IV. TRATAMIENTO El EMC constituye una urgencia médica. Las prioridades asistenciales incluyen: a. Medidas urgentes generales: – Ventilación - Oxigenación. La hipoxe- mia puede ser causa y consecuencia de las convulsiones. Para corregirla se colocará al paciente con la cabeza y el cuello en posición que permita la aper- tura de la vía aérea, realizando aspira- ción si fuera necesario; una vez lograda la permeabilidad respiratoria se inicia- rá la ventilación y se administrará O2 por vía nasal ó mascarilla y si persiste la insuficiente ventilación será nece- sario intubar al niño – Presión sanguínea y estado circulato- rio. Una vez oxigenado y ventilado se valora el estado circulatorio; en las fases iniciales el niño suele mantener una perfusión adecuada, con taquicar- dia e hipertensión, como ya se ha comentado; tras una actividad convul- siva prolongada puede desarrollar shock hipovolémico ó cardiogénico, que se tratará inicialmente con líqui- dos, para lo que hay que buscar un buen acceso venoso que servirá tam- bién para la administración de los fár- macos. – Valoración general. Durante la estabi- lización inicial, la anamnesis y la exploración física y neurológica ayuda- rán a identificar la causa del EMC ya que si bien el tratamiento debe reali- zarse con independencia de la etiolo- gía, algunas situaciones como el trau- matismo cráneo-encefálico con hema- toma, ciertas intoxicaciones, deficien- cia de piridoxina o biotina, requieren medidas específicas. – Estudios complementarios. Como pruebas de laboratorio se recomienda la determinación de electrolitos, glu- cosa, calcio, nitrógeno ureico, magne- sio y citología hemática; aunque la hipoglucemia es una rara causa de con- vulsiones, se debe determinar la gluce- mia en todos los pacientes y si está baja (< 3mmol/l) ó es imposible medirla, se administrará glucosa intravenosa (5 ml/kg de suero glucosado al 10%)(7) . En casos concretos pueden requerirse otras pruebas: niveles de medicación, pun- ción lumbar, investigación toxicológi- ca, EEG, neuro- radiología (TC o RM), étc . b. Terapia anticonvulsiva. La finalidad del tratamiento es detener las convulsio- nes para lo que debe de ser eficaz a la mayor brevedad posible. La elección de un medicamento anticonvulsivo sobre otro es de menos importancia que el diseño de un protocolo que garantice la rápida administración de cantidades suficientes y eficaces. Nunca debe emplearse un fármaco cuyo manejo no sea bien conocido por el médico. Si la convulsión acontece en medio extrahospitalario el tratamiento se rea- lizará con diacepam rectal a dosis de 0,4-0,7 mg/kg (más fácil de recordar: 5mg hasta los 2 años y 10 mg a los mayores de 2 años), con lo que se con- sigue el control en más del 80% de los casos; en los pacientes con riesgo de depresión respiratoria la dosis de dia- cepam rectal será más baja (0,25 mg/kg ). En cualquier caso siempre hay que tener prevista esta complicación y dis- poner de la posibilidad del soporte necesario para su recuperación. 97
  • 4. 98 Cuando el paciente llega convulsio- nando al hospital hay que pensar que la duración de la crisis supera los 10 minutos y requerirá medidas terapéuti- cas urgentes. Algunos pacientes ya habrán recibido una dosis de diacepam en su domicilio y si es preciso se apli- cará una segunda dosis de diacepam por vía rectal (0,4mg/kg) ó intraveno- sa (0,2-0,4 mg/kg) (aunque en algunos casos que no responden a la dosis ini- cial de diacepam la segunda dosis puede ser también ineficaz). De persis- tir la crisis cinco minutos después de la segunda dosis de diacepam, se adminis- trará (si no hay contraindicaciones como hepatopatías y coagulopatías, enfermedades pancreáticas y mitocon- driales) valproato sódico intraveno- so(20 mg/kg de entrada y luego l mg/kg/hora en infusión continua) (8) o hidantoina intravenosa lenta (18 mg/kg, pasando 1 mg/kg por minuto), teniendo prevenido al anestesista ya que puede ser necesario intubar al paciente. Si no se cuenta con un acce- so venoso inmediato, puede efectuarse la administración rectal del diacepam o del valproato, así como la de benzo- diacepinas por vía intraósea (vía que también es eficaz para fenobarbital o fenitoina) o el midazolan por vía nasal (9) . Como fármacos alternativos al inicio del tratamiento con diacepam pueden emplearse el valproato sódico intrave- noso (20 mg/kg), fenobarbital (15 mg/kg), hidantoina (15-20 mg/kg, intravenosa, diluida en suero fisiológi- co), así como otras benzodiacepinas: clonacepam (0,5-0,8 mg/kg, intrave- noso en perfusión continua) o midazo- lam intravenoso (0.15 mg/kg en bolo inicial seguido por infusión de 1-5 µg/kg minuto); la lidocaina (2-3 mg/kg, vía venosa lenta) (administrada conjuntamente con el fenobarbital) es otra alternativa de uso menos habi- tual. EMC refractario. Puede comenzarse utilizando el clonacepam en perfusión continua (0,5-0,8 mg/kg, hasta llegar a 1 mg/kg/día) para pasar, si no cede, a la inducción de una anestesia general usando un barbitúrico de acción corta como el tiopental (bolo de 4-8 mg/kg, seguido de infusión de 10 mg/kg/hora) con intubación traqueal, ventilación mecánica y vigilancia cardio-respirato- ria, así como control de EEG; otras opciones incluyen el midazolam, pen- tobarbital, pentotal y fenobarbital, así como anestésicos por inhalación como el isoflurano y el halotano (este último muy empleado pero con efectos hemodinámicos y hepatotóxicos inde- seables). En la tabla I se esquematiza la actua- ción ante el EMC V. PRONÓSTICO El pronóstico depende sobre todo de la etiología (los EMC febriles tienen menos incidencia de déficits neurológicos y cog- nitivos pero más riesgo de epilepsia) y de la edad. La enolasa neuronal específica (ele- vada cuando hay daño neuronal), el EEG (la presencia de descargas periódicas empe- ora el pronóstico) y la radiología, son mar- cadores que pueden ayudar a predecir la evolución. La mortalidad ha disminuido en relación con épocas pasadas, oscilando, según las series, alrededor del 1-5% . Las secuelas neurológicas y los trastornos cog- nitivos se incrementan cuando la dura- ción del EME es superior a 2 horas(10) ; el riesgo de epilepsia posterior oscila entre el 23%-48%.
  • 5. 99 TABLA I ESQUEMA DEL TRATAMIENTO DEL ESTADO DE MAL CONVULSIVO TRATAMIENTO EN EL DOMICILIO (PREHOSPITALARIO) Diacepam rectal ( 0,4-0,7 mg/kg) 10 MINUTOS TRATAMIENTO EN EL HOSPITAL A. TRATAMIENTO DE APOYO B. TRATAMIENTO DE LA CONVULSION OXIGENACION-VENTILACION 1 Diacepam (rectal ó i.v.): 0,4mg/kg CONTROL DE LA CIRCULACION 10 minutos GLUCOSA VARIABLES 2 Diacepam : 2ªdosis (si ya la había recibido en casa pasar a la siguiente fase) 5 minutos 3 Valproato ó Fenitoina* ó Fenobarbital 20 mg/kg 18 mg/kg 15 mg/kg UCI ESTADOREFRACTARIO Clonacepam (0,5-1 mg/kg en infusión continua) Tiopental bolo de 4-8mg/kg seguido de infusión de 10mg/kg/hora Midazolam bolo inicial de 0,15mg/kg seguido de infusión de 1µ/kg/m (aumentando 1µ/kg/m cada 15 m) Fenobarbital bolos de 10mg/kg cada 30 minutos *No usar si ya venía tomando regularmente Fenitoina 15-20 minutos
  • 6. 100 BIBLIOGRAFÍA 1. Lowenstein DH, Bleck T, McDonald RL. It´s time to revise the definition of status epilepticus. Epilepsia 1999;40:120-122. 2. Dunn DW. Status epilepticus in infancy and childhood. Neurol Clin 1990;8:647-657. 3. DeLorenzo RJ, Hauser WA, Towne AR, Boggs JC, Pellock JM, Penberthy L, Garnett L, Fortner CA, Ko D. A prospective, population-based epidemiologic study of status epilepticus in Richmond, Virginia. Neurology 1996;46:1029- 1035. 4. Scott RC, Surtees RAH, Neville BGR. Status epilepticus: pathophysiology, epidemiology, and outcomes. Arch Dis Child 1998;79:73-77. 5. Fountain NB, Lothman EW. Pathophysiology of status epilepticus. J Clin Neurophysiol 1995;12:326- 342. 6. Herranz JL. Enfoque terapéutico de las convulsiones agudas y de los status convulsivos. En: Herranz JL, Armijo JA (eds). Actualización de las epilepsias. Barcelona: Sanofi-Winthorp, 1992:167- 178. 7. Tasker RC. Emergency treatment of acute seizures and status epilepticus. Arch Dis Child 1998;79:78-83. 8. Campistol J, Fernández A, Ortega J. Estado de mal convulsivo en el niño. Experiencia con valproato endovenoso. Actualización del protocolo de tratamiento. Rev Neurol 1999;29:359-365. 9. O´Regan ME, Brown JK, Clarke M. Nasal rather rectal benzodiazepines in the management of acute childhood seizures? Dev Med Child Neurol 1996;38:1037-1045. 10. Eriksson KJ, Koivikko MJ. Status epilepticus in children: aettiology, treatment and outcome. Dev Med Child Neurol 1997;39:652-658. NOTAS