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Implicancias psicológicas y sociales de algunos estudios de neuropsicología contempóranea
1. Implicancias psicológicas y sociales
de algunos estudios de
neuropsicología contemporánea
Lic. Federico González
Noviembre de 2010
Selección de imágenes: Florencia De Paoli
2. Implantes cerebrales, biochips neurales
Los Implantes cerebrales son
aparatos micro-tecnológicos o
nano-tecnológicos que se
conectan directamente al cerebro
biológico del sujeto, normalmente
colocados en la superficie del
cerebro o en el cortex cerebral.
3. Aplicaciones en salud: recuperación de
zonas cerebrales dañadas
Un propósito común de los
implantes cerebrales que
constituye el foco de la
investigación moderna radica
en la función de prótesis para
las zonas en el cerebro que se
han tornado disfuncionales
después de un derrame
cerebral u otras lesiones.
4. Algunos implantes de
estimulación cerebral profunda
se están convirtiendo en rutina
para los pacientes con la
enfermedad de Parkinson y la
depresión clínica,
respectivamente, lo que
convierte a los mismos como
una bendición para las personas
con enfermedades que se
consideraban anteriormente
como incurables.
Aplicaciones en salud: tratamiento de Parkinson y
depresión
5. Aplicaciones científicas: comprensión de los
mecanismos cerebrales
Otros implantes cerebrales
se utilizan en experimentos
con animales simplemente
para registrar la actividad
cerebral por razones
científicas.
6. Aplicaciones científico-tecnológicas: creación de
interfaces cerebro - máquina
Algunos implantes
cerebrales implican la
creación de interfaces
entre sistemas neurales y
chips de computadoras,
lo que se inscribe dentro
de un campo de
investigación más amplio
llamado interfaces
cerebro-máquina
7. Pero entonces, esos extraordinarios
avances en neurociencias y en ciencias
cognitivas, podrían encaminarnos a las
siguientes posibilidades:
11. Novedades tecno-científicas
Con cierta frecuencia
leemos alguna noticia de
divulgación científica
titulada más o menos
así: “Científicos
japoneses descubren
una nueva tecnología
para leer el
pensamiento”
12. Un gran desafío para la ciencia (….)
Sin duda, la idea de una
máquina capaz de leer el
pensamiento representa
una de las grandes
quimeras de esa vasta
empresa que se llama
ciencia.
13. (…) que motiva preocupaciones atendibles
Inversamente, la mera
consideración de la
factibilidad de tal desarrollo
científico-tecnológico
produce el horror de quienes
consideran que algunas
utopías de la tecno-ciencia
chocan contra los valores
humanos y/o contra las bases
de nuestra naturaleza social.
14. ¿Quién podría querer un lector de la mente?
Pero, ¿a quién le importaría
desarrollar una máquina
capaz de escudriñar nuestros
pensamientos en tiempo real?
Aquí no trataremos de los
intereses extra científicos
(políticos, comerciales,
militares, etc.) que podrían
tomar partido a favor del
desarrollo de la denominada
“telepatía tecnológica”.
15. ¿Hay algún neurocientífico en la sala?
Sí se limitará a indicar
algunos intereses inherentes a
la ciencia propiamente dicha.
En primer lugar, el tema
interesa a las neurociencias,
cuyo programa de
investigación aspira a
encontrar el código neural
supuestamente subyacente a
los procesos mentales.
16. ¿Algún psicólogo o científico cognitivo?
Por su parte, el tema también
importa a varias disciplinas
emparentadas con la
psicología y la ciencia
cognitiva, interesadas en
desentrañar la naturaleza de
un hipotético código mental
que resultaría clave para
entender el funcionamiento
del pensamiento humano, así
como sus relaciones con la
memoria, las emociones, las
sensaciones y el lenguaje.
17. Hay avances, pero ¡cuánto falta!
Muchos neurocientíficos y
psicólogos pueden estar algo
desencantados con los avances de
sus respectivas ciencias.
Ciertamente ha habido notables
adelantos, pero, sin embargo, lo
que ocurre en esa misteriosa “caja
negra” denominada mente, todavía
sigue resultando elusivo para la
comprensión científica. La
naturaleza inasible e intangible de
la mente ha generado un
descomunal edificio de teorías
pero, en última instancia, parte de
sus cimientos tiene la sustancia de
las conjeturas.
18. Lo que tenemos, lo que nos falta
Ese fondo de insatisfacción
ha propiciado que algún
investigador haya afirmado:
“Mientras no tengamos la
máquina de leer la mente, en
psicología debemos
conformarnos con teorías
conjeturales”.
19. ¿Y si lo tomamos en serio?
¿Pero qué pasa si
tomamos seriamente
aquella eventualidad?
¿Qué sería realmente una
máquina capaz de leer la
mente?
20. OK. Pero pensemos en los detalles (...)
Por cierto, la respuesta dista
de ser simple, en la medida
en que habría que precisar
qué es lo que tal dispositivo
efectivamente leería (¿los
pensamientos concientes?,
¿las representaciones
mentales inconcientes?, ¿las
emociones?, ¿las
intenciones?, ¿los deseos?,
etc.) y en qué formato se
mostraría el resultado
(¿texto?, ¿imágenes?, etc.)
21. (…) porque los detalles son importantes
También habría que
determinar si tal lectura se
realizaría a partir de la
intención colaborativa del
sujeto, que en ese caso
actuaría como una especie de
emisor o, por el contrario, si
sería capaz de monitorear los
estados mentales de una
persona tal como estos
ocurren en la vida ordinaria.
22. Aclarada entonces la
complejidad que se
esconde detrás de la
referida “telepatía
tecnológica”, cabe
avanzar a través del
siguiente experimento
imaginario:
23. ¿A ver cómo sería?
Una persona ingresa
voluntariamente en un
escáner fRMI, dispositivo que
permite, a través de la
denominada resonancia
magnética funcional, mapear
en tiempo real y a nivel de
detalle neuronal la actividad
cerebral.
Al cabo de cierto tiempo se
obtendrían una serie de
videos, imágenes y textos qué
se corresponden a lo que está
pensando, sintiendo y
queriendo el sujeto de la
experiencia.
24. ¿Y qué más?
Además, el resultado
permitiría escudriñar
imágenes de la memoria
del sujeto voluntario.
25. ¿Aún habrá algo más?
Asimismo, el sistema
permitiría reconstruir la
génesis de los
pensamientos e
intenciones que ha
emergido en su mente
consciente de la persona,
mostrando el conjunto de
procesos de carácter
inconsciente que le
dieron origen.
26. ¿La complejidad oculta tras la simpleza
aparente?
Aunque la imagen
descripta en el
anterior experimento
hipotético pueda
parecer simple y
clara, está muy lejos
de serlo.
27. ¿Cómo podrán leerse las emociones?
Por ejemplo, resultaría elusivo
cómo podrían visualizarse las
emociones de la persona, en la
medida en que las emociones
son cualidades que
“cohabitan” nuestra
experiencia, pero no
representaciones que puedan
ser visualizadas:
La cara de la mujer amada
podría verse, pero qué pasaría
con la emoción del amante al
verla.
28. ¿Imágenes y/o palabras?
Tampoco resulta evidente
si deberíamos ver
imágenes separadas de
textos, cuando el
pensamiento real parece
una amalgama entre
ambos.
Y, además, quedaría
menos claro qué sería
exactamente ver textos
que simultáneamente se
ensamblan con imágenes.
29. Pero si se pudiera ealizar, ¿lo querríamos?
Sin embargo, asumamos
-a modo de hipótesis
útil- la plausibilidad del
referido experimento.
Podemos entonces
preguntarnos:
¿quisiéramos realmente
desarrollar esa
tecnología?
30. ¿Y Ud. qué opina?
Ignoramos lo que
pensará el lector (aunque
nos atreveríamos a
adivinar lo que pensará la
mayoría), pero creemos
saber cuál es nuestra
opinión:
Nosotros opinamos
31. En el nombre de la verdad científica (…)
Si me pongo el “sombrero”
del científico no puedo sino
celebrar tal avance científico-
tecnológico.
Es que finalmente la mente
habría dejado de ser un
objeto de estudio opaco e
inasible para transformarse
en otro cognoscible y más
“transparente”. Lo cual no
parece poco.
32. (…) aunque en el nombre del humanismo (…)
Pero resulta inevitable
colocarse el “sombrero”
humanista y social. Es
claro que la “telepatía
tecnológica” podría
sumirnos en una de los
más espeluznantes
distopías Orwellinas.
33. ¿Nos estaremos metiendo en un
infierno?
Porque ¿Cómo podría ser posible
vivir en un sociedad donde nuestra
vida privada podría ser
completamente pública?, ¿Cómo
seducir a nuestra parejas cuando
nuestras cartas, buenas y malas, ya
han sido reveladas de antemano?,
¿Cómo soportar el peso de la
verdadera mirada del otro que,
aplicada en su salvaje crudeza,
puede pulverizarnos al estado de
meros objetos.
Recordemos que para Sartre el
infierno es la mirada del otro, etc.,
etc.
34. “Histeria epistemológica”
Arribo entonces a revelar el
significado de un título
alternativo de este artículo:
Si la histeria es un estado del
alma caracterizado por cierta
ambivalencia del querer,
entonces mi posición
intencional hacia la “telepatía
tecnológica” quizás deba
catalogarse como “histeria
epistemológica”.
35. De tal modo, “histeria
epistemológica” sería ese
sentimiento dual
orientado a querer que
algo ocurra, pero a la vez
temer su ocurrencia.
36. Alguien de Uds. puede padecer, aunque sin
saberlo, de “histeria epistemológica”?
Para finalizar, no creo ser el
único ejemplar del universo
aquejado de “histeria
epistemológica”. En realidad,
creo que muchas personas
que hacen y piensan la ciencia
se ven aquejadas por ese
extraño síndrome. Creo que
algunos pueden reconocerlo.
Otros, quizás prefieren
negarlo.
37. Un extraño objeto de deseo para un
dilema final
La máquina de leer la mente.
Extraño objeto de deseo
epistemológico. ¿Nos
animaremos a desarrollarla?
¿O preferíamos que la
neurociencia y la psicología
ensayen por otros caminos,
sin importar lo que
renunciamos a revelar?