2. La vida feliz definida por la sabiduría
• Uno de los pensadores más influyentes de la antigüedad fue
San Agustín (354-430).
• Creía que para alcanzar la verdad y, por ende, la felicidad,
era necesario ejercitarse en un diálogo con uno mismo, al
cual llamó soliloquio. Para él, la felicidad no consistía en
llenar la existencia de placeres, ni siquiera de buenas
experiencias o satisfacciones, sino conformar la vida a la
verdad religiosa que encontró. Podemos decir que consiste
en la conformidad con una verdad que él entendió como
algo más grande e importante que sus propios deseos, la
cual determinó su sentido y su propósito.
3. La vida feliz definida por la sabiduría
• Aunque no compartamos las creencias de San Agustín,
podemos apreciar el trabajo que llevó a cabo para entender
al mundo humano desde cierta perspectiva, en la cual todos
los acontecimientos tenían un significado, tanto para la
historia humana en general como para la vida individual.
• La filosofía, según este autor, nos anima a buscar la verdad y
vivir de una manera congruente con ésta; por nuestra parte,
hemos de ser conscientes de que nuestro conocimiento
siempre es limitado y, por ello, la coherencia exige respetar
la forma de pensar de los demás, quienes también buscan
existir de manera congruente con lo que es cierto, aunque
no lleguen a las mismas creencias y prácticas que nosotros.
4. El arte de ser feliz
• Arthur Schopenhauer (1788-1860) recopiló una serie de
sentencias y máximas para lograr la felicidad.
• Para este filósofo, la vida es sobre todo dolor, sufrimiento
y aburrimiento, pues nuestra voluntad se define por el
deseo: su naturaleza es generar incontables deseos,
muchos de los cuales no pueden satisfacerse. A uno le
sigue otro y luego otro, y así de manera indefinida, pero
cada nuevo deseo es más intenso y difícil de cumplir que el
anterior, así que la insatisfacción nos causa aflicciones. Por
ello, la felicidad concebida como un estado de plena dicha
es una ilusión.
5. El arte de ser feliz
• ¿Qué dice Schopenhauer qué debemos hacer para lograr una vida en la
cual podamos reducir el dolor, o una que sea medianamente satisfactoria?
• No aspirar a una felicidad perfecta, sino sólo a un estado con pocos
acontecimientos dolorosos. La sabiduría enseña que no hay que esperar
ni grandes alegrías ni tristezas, pues las situaciones que se enfrentan
todos los días son tan cambiantes que aquello que nos causa júbilo puede
ser también fuente de sufrimiento.
• Hay que evitar la envidia, pues es un sentimiento doloroso que resulta de
la comparación con alguien más, ya sea riqueza, fama, etcétera. Hacer que
el bienestar emocional personal dependa de lo que otros tienen es un
camino a la desdicha.
• No poner la felicidad en la posesión de objetos materiales, pues esta se
encuentra en nuestro interior y no en las circunstancias que nos rodean.
Debemos realizar con buena voluntad aquello que sí podemos lograr y
renunciar a lo imposible.
6. El arte de ser feliz
• Antes de llevar a cabo una acción hay que reflexionar sobre ella y,
una vez que lo hayamos hecho, debemos desprendernos de los
resultados, es decir, no angustiarnos acerca de si la acción es
exitosa o no.
• Si algo desafortunado nos sucede, no hay que caer en la actitud
común de preguntarnos cómo habrían sido las cosas si eso no
hubiera sucedido, pues ello nos ancla en el pasado y Evita que
miremos hacia el futuro.
• Para estar satisfechos con nuestra vida, hay que lograr justo
equilibrio entre la atención que le damos al presente y la que le
otorgamos al futuro. Debemos disfrutar el día a día, al tiempo que
planeamos lo que queremos hacer más adelante.
7. El arte de ser feliz
Se requiere la práctica de la serenidad, que nos permite ser capaces
de corregir el rumbo cuando las cosas no salen como las habíamos
planeado.
La base de la felicidad es la buena salud, pues sin ella todo lo demás
es en vano.
Es de suma importancia emprender nuevos proyectos, estudiar una
carrera, hacer un viaje, construir una casa, etcétera, ya que esas
acciones le dan sentido a nuestros días.
Las personas más dichosas no son las que acumulan éxitos, sino las
que aprenden a ser resilientes, flexibles con ellas mismas, que
conocen sus fortalezas y debilidades y no se dejan abatir por
situaciones adversas.
8. Reconocimiento de la felicidad
• El reconocimiento tiene que ver con, por ejemplo, recibir por nuestro
trabajo un pago justo, es decir, una cantidad que nos permita cubrir las
necesidades básicas y mantener la estabilidad económica necesaria para
planear el futuro; pero ser reconocidos por los demás también implica ser
escuchados y tomados en serio por la comunidad local y global. Para tener
una vida feliz es importante que nuestras ideas y conocimientos sean
valorados y contemplados como aportaciones valiosas.
• Vivimos en un mundo donde el conocimiento eurocéntrico es apreciado
como más valioso y cuyas propuestas son visiblemente las que resultan
dignas de exploración, experimentación y análisis. Sin embargo, esta
visión del conocimiento deja de lado otras formas de hacer y otros saberes.
Algunas de estas alternativas han sido practicadas durante siglos por otras
culturas con resultados satisfactorios.
9. Reconocimiento de la felicidad
• El proceso de colonización invisibilizó y buscó
suprimir las formas de vida y los
entendimientos ya existentes para imponer
los de Europa como los legítimos. Una de las
consecuencias de la colonización fue que dejó
en el olvido los saberes propios de aquellas
culturas no europeas, conocimientos acerca
de formas de hacer política, sobre
distribuciones económicas, formas de
producción y el buen vivir.
10. Reconocimiento de la felicidad
• El sociólogo Boaventura de Sousa Santos (1940) hace referencia a que
todo lo no europeo se le describió como ignorante, atrasado, inferior,
local e improductivo, al mismo tiempo que las formas de organización
y producción previstas por la modernidad que se plantearon como
universales y como las únicas posibles no rendían los frutos de
bienestar esperados.
• Ante las deficiencias de la propuesta occidental, que lejos de aumentar
los niveles de bienestar de la población mundial ha generado
desigualdades, deterioro ambiental y millones de seres humanos
viviendo en condiciones de pobreza y sin posibilidades de salir de estas,
Sousa propone aprender de todos esos grupos que fueron excluidos en
la visión europea para buscar nuevas formas de concebir la realidad y
organizar la colectividad.
• Plantea la necesidad de involucrarse en las luchas sociales africanas,
latinoamericanas, de los campesinos, migrantes, obreros,
afrodescendientes y de las regiones pauperizadas de Asia para generar
un verdadero diálogo de saberes en el que todas las posibilidades sean
reconocidas como valiosas en distintos contextos.
11. Reconocimiento de la felicidad
• No se trata de desechar el conocimiento científico ni la
producción intelectual de Occidente, sino reconocer lo
que Sousa llama epistemologías del Sur, es decir, las
formas de conocimiento teórico y práctico de los
grupos que fueron excluidos del conocimiento
eurocéntrico.
• Se trata de descolonizar el mundo cultural que el
colonialismo moderno europeo generó, dividiendo a
la población entre avanzada y atrasada, entre culta e
ignorante o entre rica y pobre, dependiendo de su
cercanía o lejanía con el centro del desarrollo: Europa.
12. Reconocimiento de la felicidad
• El sociólogo Aníbal Quijano (1928-2018), quién estudió el
fenómeno de la colonialidad latinoamericana, hace énfasis
acerca de la permanencia de esa autopercepción de los
dominados, aún después de los procesos de independencia en
América Latina. Esto se debe a que el eurocentrismo no es sólo
una cuestión de poder político y territorial, sino un sometimiento
del imaginario social, la memoria histórica y las perspectivas de
conocimiento.
• El reconocimiento del valor que tenemos como individuos y
como parte de una cultura, y la revaloración de nuestros
descubrimientos, ideas y formas de solucionar los problemas
como alternativas útiles y como parte del conocimiento global,
son factores importantes para generar las condiciones que
permitan incrementar los niveles de bienestar.