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La opción de educar (1)
1. La opción de Educar. Ética y Pedagogía
Philippe Meirieu
Philippe Meirieu es un pedagogo e investigador francés contemporáneo que se
distingue por el uso de potentes metáforas en sus escritos.
Sus obras son objeto de frecuente consulta en los ámbitos académicos uruguayos.
Entre ellas podemos citar: “Aprender sí, pero ¿cómo?”, Frankenstein educador,
Carta a un joven Profesor, Referencias para un mundo sin referencias, Los deberes
en casa, El mundo no es un juguete, En la escuela hoy.A partir del análisis de estas
obras se observa que sus preocupaciones centrales se refieren a los procesos de
enseñanza y de aprendizaje en un marco de respeto por las circunstancias de cada
uno de los involucrados en dicho proceso y la viabilidad misma del acto educativo.
En este caso realizaremos el comentario de un fragmento de la obra “La opción de
Educar y la responsabilidad pedagógica”. Este libro fue publicado en 2001, pero
mantiene aún su actualidad. Tanto es así, que el autor lo continúa presentando en
diversos congresos.
Ideas centrales
Como ya mencionamos anteriormente, se reconocen en este autor preocupaciones
permanentes, y, lógicamente, éstas están presentes en esta obra. Podemos
destacar:
La profesión docente
Educabilidad y aprendizaje.
Educación y emancipación.
“Para comprender lo que se cuece en la profesión de educar, sería
necesario identificar aquello sobre lo que nos podemos apoyar en
nuestras dinámicas personales,”(Meirieu, 2001:17)
Encontramos entonces al educador, producto de su historia personal, única. que lo
construye y lo envía, más o menos provisto de herramientas y recursos a compartir
2. la construcción de un proyecto personal, la realización de un bien no siempre
alcanzable.
La educabilidad es una de las capacidades que definen lo humano . Se trata de una
capacidad universal. El momento en que se pone en acto esa capacidad, reconoce,
en quien tiene la función de hacerlo posible, dos dimensiones: la práctica de aula en
sí, y la reflexión sobre ella. En este juego reconoce la construcción de la vocación,
junto con los desafíos a la integridad del propio yo “expuesto” al contacto “un otro”;
la realización de ambos a través de un proyecto de enseñanza y de aprendizaje
constituirá el desafío supremo:
“Todo ello porque se presiente que éste es un postulado fundador de la
misma posibilidad de educar, y ello simplemente desde el punto de vista
de la lógica. Sin este postulado, la empresa sería completamente
ridícula, totalmente en vano, y más radicalmente, imposible. Pero la
dificultad parte del hecho de que el postulado de la educabilidad del otro
no va acompañado necesariamente, en aquel que la proclama, de la
convicción de su responsabilidad educativa. “(Meirieu, 2001:26)
Esta situación deja un gran peso moral sobre el educador, ya que de él depende
hacer posible el efecto de esa potencialidad:
“Porque el principio de educabilidad se desmorona completamente si
cada educador no está convencido, no sólo de que el sujeto puede
conseguir lo que se le propone, sino que él mismo es capaz, él y sólo él,
de contribuir a que lo consiga. En otras palabras, el principio de
educabilidad desaparece si no es empleado por un educador que, frente
a un ser concreto, cree, a la vez e indisolublemente, que este último
conseguirá hacer aquello que él intenta enseñarle, que tiene el poder
suficiente para permitir este éxito y que debe actuar como si fuera el
único en tener este poder.” (Meirieu, 2001:27)
3.
Dando estructura al libro, y presente, ya sea explícita o implícitamente se
encuentra la idea de que la educación es indispensable para la construcción de
sociedades democráticas, a través de la emancipación; emancipación que él
concibe bajo la forma de responsabilidad y conciencia, pero también de
trascendencia, y de allí la aparente contradicción.
Parte del reconocimiento de la contradicción entre instruir y liberar, educar y
emancipar. Para él, tiene lugar en registro universal del saber. ¿Resulta válido
emancipar si luego pretendemos retener a ese “otro” al que hemos liberado?
¿cuáles son los límites de esa libertad? ¿resulta válido considerar límites?. El autor
afirma la necesidad de “restringir por un tiempo nuestra libertad, para que el otro
pueda ganarla.. El acto de enseñar es una ocasión donde el deseo es suspendido
¿Si el acto de educar anuncia la emancipación del otro, por qué hay que retenerlo?
¿A qué precio hay que restringir nuestra libertad para que el otro pueda ganar en
libertad? A estas cuestiones reconoce la necesidad de suspender la libertad por un
momento.
El acto de enseñar, según él, es una ocasión donde el deseo es suspendido y la
opinión limitada. Enseñar es mostrar una manera de aprender; es, también, la
preparación para un momento más decisivo en la vida de un sujeto.
Consideraciones finales
Este texto revela su preocupación por el binomio yootro, pero aún manteniéndose
fiel a los principios de la Ilustración, arraigada en una forma de libertad que proviene
de la razón.
Es de destacar también que la libertad, según su concepción, no puede tener lugar
por fuera de la acción educativa; que la presencia del educador es indispensable, ya
que no “brota” espontáneamente.
4. Ahora bien, el educador cede su rol de “dominador”, en este binomio
educadoreducando, para que el más débil de ambos logre la libertad que le
permita, a través de la educación, emanciparse; e, inmediatamente, somos testigos
de un novedoso giro: al concepto de libertad se agrega el de “otro” y nace la noción
de educabilidad, que no se concreta en forma aislada, sino en la interacción con la
cultura
Se reconoce en esta concepción la influencia de las teorías brunerianas, si bien en
esta misma obra el autor reniega de la excesiva psicologización de la teoría de la
educación.
Por otra parte, el concepto de emancipación como un bien deseable a partir del
encuentro con un “otro”, permite ubicarlo en el movimiento fenomenológico.
Este encuentro, al lograr la emancipación del educando, libera, en tanto, al
educador de la responsabilidad que tenía sobre sus hombros hasta el momento.
Se da, entonces la emancipación de ambos; emancipación que no será duradera: el
educador volverá a repetir el ciclo con cada educando a su cargo, en tanto que, el
sujeto que actuó como educando, repetirá la situación antedicha en un nuevo ciclo
formativo.
Este autor, desde los primeros párrafos, en ésta y en la mayoría de las obras, nos
remite al plano emocional, afectivo, que no puede estar ausente en el acto
educativo.
Aborda temas centrales, preguntas que se mantienen vigentes a través de los años,
imbuidos de una clara posición ética. Nos interpela, iluminando nuestros saberes y
prácticas, recordándonos constantemente el fin superior de la educación.
Autor: Mag. Inés Rivero