La función f es continua en un punto c si el límite de f(x) cuando x se acerca a c existe y es igual al valor de la función en c. Hay dos tipos de discontinuidades: removible, cuando el límite existe pero la función no está definida o no es igual al límite; y esencial, cuando el límite no existe. Para que una función sea continua en todos los puntos, los límites deben existir y ser iguales a los valores de la función.